Una de esas películas que visualmente te atrapa y consigue que te olvides completamente de los adelantos infográficos, las tres dimensiones y los F/X de última generación, ya que con sus armas de la época (que no son pocas), tiene más que suficiente para contarnos una bellísima y épica historia de aventuras.
Filmada en un marco con escenarios insuperables, fotografía espectacular y un despliegue de medios alucinante acompañados de un reparto de órdago consiguen lo que muchos otros han intentado sin éxito, crear una obra maestra.
Los personajes son en conjunto atemporales, los diálogos rozan la perfección y su montaje es sobresaliente, amén de una delicada atención a no sobrepasar los límites de la época (espadazos inocentes, muertes sobreactuadas, sin sangre...) que le otorga un encanto sin igual en el cine aventurero de Hollywood.
Si me fuerzo a sacar lo menos bueno del filme, diré que existe un exceso de escenas con molestas risotadas (cada vez que se une el grupo de Robin en el bosque de Sherwood están riendo a carcajadas), hay secuencias a cámara rápida, a menudo erradas, y el acompañamiento musical podría haber sido más acertado, teniendo en cuenta el nivel de sus otros apartados.
Como anécdota destacaré que en el trailer original de cine se mantuvo la escena final donde Robin, con Lady Marian en brazos, cabalgan hacia el bosque y se besan en los labios, fotogramas suprimidos en el montaje final que no alteran el significado de la cinta, pero si hubiese dejado un regustillo más dulzón.
Por cierto, Olivia de Havilland nació en Tokyo en 1916 y continua con vida a día de hoy con casi 95 años. Larga vida a Lady Marian !!!
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