En Sinchuan, un viejo artista callejero está especializado en el arte de cambiar de máscara mientras va contando historias, un día mientras está actuando en las calles, un prestigioso artista le ve actuar y le ofrece la oportunidad de trabajar con él en la Ópera de Pekín.
Sin embargo, educadamente declinará la oferta alegando que él siempre trabaja solo y solo puede pasar sus secretos a su heredero. Es entonces cuando se dará cuenta de su vida solitaria y de la imposibilidad de enseñar su arte a nadie, pues no tiene descendencia, por lo que decide buscar un niño, ya que las tradiciones marcaban que a las niñas no se las podía enseñar. Por los barrios pobres donde muchas familias desesperadas por la pobreza intentan deshacerse sobretodo de las niñas, le ofrecerán muchas, él irá declinando las ofertas hasta que le venden un niño, Doggie, al que se llevará como ayudante y para enseñarle sus habilidades. Pero no todo es lo que parece y como bien dice el viejo "Un pitorro de tetera" es lo que marca la diferencia al descubrir que le han engañado vendiéndole una dulce niña. La película habla sobre las antiguas y arraigadas tradiciones chinas, donde las mujeres tenían un pobre papel en la sociedad. Una historia emotiva, sensible que a pesar de la sencillez de su planteamiento, sabe llegar el espectador y se hace querer sobretodo por el buen papel que hacen tanto el viejo como la pequeña.
A destacar las escenas en las que deambulan por las calles húmedas y más humildes o sobre la barca que utilizan como medio de transporte, con unas imágenes muy bonitas.
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