Renfield, un agente inmobiliario, viaja hasta Transilvania para entregar los documentos que sellan la venta de la abadía de Carfax en Inglaterra a su nuevo propietario, el conde Drácula.
El castillo del Conde es un lugar temido por los habitantes de la zona, temerosos por supersticiones acerca de seres diabólicos. A pesar de sus advertencias, el joven irá hasta su encuentro y para su desgracia descubrirá que el Conde realmente es un vampiro que le drogará y convertirá en uno de sus fieles acólitos para que se haga cargo de su ataud en la larga travesía hasta llegar a puerto británico.
A su llegada a esta nueva tierra, el Conde empezará sus ataques nocturnos, desconcertando a todos hasta la llegada del doctor Van Helsing, quien sabrá dar luz a todo este misterio desvelando la posibilidad de que el Conde sea realmente un vampiro.
Dejando de lado la adaptación hecha por Murnau, Nosferatu (1922), la cual por no tener los derechos de autor, cambiaba nombres y localizaciones de sus personajes, nos encontramos pues con la primera adaptación oficial del clásico de Bran Stocker para el cine.
Eran años duros para los estudios de la Universal (recordemos que estábamos en plena depresión tras el crack del 29) y la gran repercusión que tuvo esta película les animó a embarcarse en una serie de proyectos basados en los grandes clásicos del terror: Frankenstein, El hombre lobo, La momia,
El hombre invisible y un largo etc, que consiguieron reflotar a los estudios.
La película resulta un tanto extraña y poco fluida, me ha chocado, ya que tenía un recuerdo de una obra más dinámica y redonda y no ha sido así. Las causas son varias, para empezar se trata de una peli basada en un musical que estaba triunfando en Broadway y las actuaciones son demasiado teatralizadas y exageradas. En la obra, un actor húngaro llamado Bela Lugosi era quien encarnaba a Drácula, y también se ofreció para el papel en la película y hasta accedió a cobrar un sueldo muy reducido. Este factor fue determinante para convencer a los estudios (tengamos en cuenta que estaban casi arruinados), pero no al director, con quien empezó a llevarse mal desde el inicio. Esta mala química pudo jugar un factor determinante a la hora de que el resultado final no llegara al nivel esperado.
El director, se tomó el rodaje con una desgana total, incluso se saltó capítulos enteros del libro haciendo que en algunos pasajes la película acuse una falta de consistencia, y finalmente para rematar el caos de este proyecto, gran parte de la dirección recayó en manos del director de fotografía.
Los primeros 20 minutos son excelentes, con una estética barroca del castillo que te deja boquiabierto. La llegada de Renfield a Transilvania, su camino hacia el castillo (con unos fondos geniales y una perfecta ambientación) y su estancia allí, hasta el desembarco en Inglaterra tiene un buen ritmo, escenarios espectaculares (ver fotos) y un Conde con mucha carisma y hasta ese momento controlando su actuación.
Los decorados de la abadía de Cárfax, una vez en Inglaterra, son igualmente deslumbrantes.
Sin embargo, las secuencias en la segunda parte del film acusan una falta de ritmo que también se deben a que el director estaba acostumbrado a rodar cine mudo, pero no sonoro, y aquí tenemos escenas muy lentas sin diálogo. Además Lugosi, que ya iba totalmente a su rollo metido en un rol de Conde, un Reinfeld que también está muy sobreactuado y sale mucho más que en el libro porque parece ser que era el mejor actor del reparto y así le sacaban partido, hacen que el proyecto tire adelante sin convencernos. El final demasiado precipitado (seguro que el director quería acabar cuando antes), junto a una falta de pasión (no se llega a ver ninguna escena de mordiscos, siempre fundidos a negro o apartando la cámara en momentos tensos como el fin del vampiro) hacen que al final me haya quedado un poco decepcionado. Sin embargo respira un aire de cine clásico y tiene una buena ambientación, que finalmente compensan en parte.
Bela Lugosi merece un comentario más, pues el personaje que interpretó aquí le marcó de una manera definitiva, no solo profesionalmente, sino ya a nivel mental, pues llegó a pedir en su testamento ser vestido con uno de los trajes de Conde utilizado en una de sus películas. En fin, que es una cinta curiosa, sí, pero lejos de lo que me esperaba y claramente inferior a la muy buena adaptación que nos regaló Coppola en 1992.
Mira, la vi ayer y me esperaba una obra maestra, pero no lo es. También me ha sorprendido que compartamos la opinión, ya que estaba convencido de que te desharías en elogios hacia ella, pero veo que no. Yo creo que Lugosi no da la talla, no aguanta un primer plano adecuadamente y tan solo su propia mitomanía lo convierte en interesante. La trama, de sobras conocida está aquí contada con desgana y ciertas lagunas, como tú bien expresas. Sus momentos iniciales son mejores, sí, pero tampoco para fascinarme. Lo cierto es que tuve en mente el hecho de esas leeeeentas escenas sin audio y la falta absoluta de mordiscos, y no hay nada de nada. Nosferatu, en comparación, está a años luz de comparación, y te secundo al decir que la de Coppola la supera en todo. En fin, coincido contigo al 90% y también le otorgaría un 6,8 más o menos.
ResponderEliminarNos quedaría ver la que se rodó paralelamente en los mismos decorados y alternando horas de rodaje. La versión hispana... vete tú a saber, quizás descubramos algo interesante...
EliminarOye, pues sí, reservémosla para degustarla conjuntamente, ok?
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