Sin embargo, leí bastantes cosas buenas y caí en la tentación. La historia es algo liosa en ciertos momentos (o a mí me lo pareció al verla en chino y subtitulada en inglés), ¡olé mis narices!.
Más que nada, que entre los nombres chinos y la traducción simultánea que tenía que hacer mentalmente, me costó enterarme de ciertas cosillas, que seguro que en castellano serán de lo más obvias.
Tenemos a una mujer (Michelle Yeoh), una fantástica luchadora con un arte especial con la espada, pues la dobla en cualquier dirección para superar la defensa de sus rivales, quien de igual manera que otros miembros de una orden de asesinos a la que pertenecía, buscan los restos de un maestro, pues la leyenda dice que quien los posea todos (el cuerpo está dividido en varias partes) será poseedor de un inmenso poder.
Esta asesina decidirá dar un vuelco total a su vida y llevándose los restos de este maestro y traicionando a la orden de asesinos, se someterá a una operación de cirugía para cambiar de rostro (un doctor fantástico, no le deja una sola cicatriz a pesar de los medios de la época), para luego irse a vivir a una lejana ciudad para poder redimirse de su pasado y empezar una nueva vida.
Obviamente será buscada hasta la saciedad por el clan de asesinos, y sin desvelar como, acabarán por localizar su paradero. Entretanto deberemos lidiar con ciertos puntos un poco rocambolescos del guión, que en algunos casos considero innecesarios (no voy a comentarlos pues serían un señor spoiler de temas clave en el desarrollo).
Hay partes del guión bien hilvanadas para engañarnos y otras en las que se cae en tópicos muy vistos. Uno de los mayores fallos desde mi punto de vista es el desaprovechar y no dar más protagonismo y minutos al grupo de asesinos enviados a por la dama en cuestión, cada uno de ellos es poseedor de una habilidad o arte de lucha espectacular (ojalá ese mago hubiera tenido más minutos o ese lanzador de dardos). Las coreografías de lucha tal vez sean lo mejor y te hacen pasar un buen rato, el enrevesamiento más que la complejidad de guión, obliga a estar atentos y mejor no verla después de una comida copiosa por si se nos cierran los ojos, que nos arriesgamos a no entender que ha pasado mientras siesteábamos.
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