
Lo que nos cuenta Corman es la historia de tres personas. Harold, un estafador norteamericano que está de vacaciones en la isla de Puerto Rico y se pirra por las apuestas, ya sea en el casino o en las batallas de gallos. Le acompañan su mujer Evelyn, una bella joven desencantada con su descortés marido y el abogado de éste, Martin, que intenta advertirle del manejo desmesurado de sus finanzas y sus consecuencias fiscales.
Tras una excursión en yate para practicar submarinismo descubren que al salir a la superficie, cuesta mucho respirar y que el capitán ha muerto (por cierto, el cadáver con las manos en el cuello para que entendamos que se ha asfixiado....glups).
Al llegar a suelo firme, se percatan de que no queda nadie con vida y que están completamente sólos. El asunto se complica aún más cuando las relaciones entre Ev y Martin van más allá de la cordialidad y se sienten atraídos el uno por el otro.
El desenlace no ofrece demasiadas sorpresas, y el giro argumental tan apocalíptico nunca nos convence del todo, ya que parece que nuestro trío protagonista no acabe de entender la gravedad de la situación.

Tan sólo la premisa del fin de la humanidad sería digna de aplauso, pero las maneras, diálogos y narración son casi de chiste, siendo un pastiche de ideas religiosas, quién sabe si para burlarse (eso quiero creer vista su filmografía) o simplemente es la obra ingenua de un cineasta ciego de fe.


El actor que encarna al abogado es el propio guionista Robert Towne, que irónicamente es el más resultón del trío actoral, con sus expresivas dotes interpretativas.
Como es costumbre en la filmografía de Roger Corman la duración es rácana (apenas 71 minutos) con lo cual nuestra sensación nunca es de hastío, pero sí que contiene fotogramas suprimibles o como mínimo de relleno.
Una experiencia no tan gratificante como suponía pero que deja un aliento de personalidad fílmica indiscutible, para quién sepa valorarlo, claro. Ah! y no os dejéis engañar por el cartel del film, de carne más bien poca.
Existe la versión coloreada, pero yo me decidí a verla en Blanco y Negro, tal y como fue concebida (básicamente porque mi DVD era ese).
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