lunes, 10 de diciembre de 2018

LA AUTOPSIA DE JANE DOE (2016)

En 2010, el noruego André Øvredal firmaba uno de los found footage más interesantes que el agotador subgénero pueda ofrecer gracias a su documental "Troll Hunter". Era pronto para aventurarse, pero ya ofrecía suficientes elementos como para no perderle la pista al escandinavo en su carta de presentación.
En 2016, presentó su siguiente apuesta de terror, "La autopsia de Jane Doe", en el marco del festival de Sitges, sin duda hecho a medida para dicho proyecto.
Su película, bastante más ortodoxa que su arriesgado trabajo sobre trolls, es una experiencia muy satisfactoria, un relato terrorífico llevado con maestría y peculiar gracia, sin atentar a la inteligencia del amante al género, ni con intención alguna de provocar rechazo al neófito usando códigos o complicadas referencias.
"La autopsia de Jane Doe" (Jane Doe es el nombre que reciben los cadáveres femeninos sin identificar en EEUU), presenta al médico forense Tony Tilden y su aprendiz e hijo Austin, responsables de las autopsias en su propia funeraria de toda la vida.
Una noche lluviosa como cualquier otra, reciben un cadáver sin identificar de una mujer que la policía ha encontrado enterrada en un sótano, en circunstancias muy extrañas, y proceden sin más a su consiguiente autopsia.
Poco a poco se irán desvelando los misteriosos secretos que esconde dicho cadáver; pues no será tan rutinario como ellos pensaban además de provocar un vendaval de sucesos inexplicables.
Particularmente, creo que un film de terror necesita siempre de una atmósfera adecuada, una historia fascinante y ciertos códigos narrativos idóneos para no caer en lo mil veces visto. Øvredal parece que lo tiene claro y dispone del talento suficiente como para lanzarnos un film de mucho mérito, por momentos sensacional y en su mayoría muy laudable.


En seguida entramos de lleno en su fascinante sala de autopsias, fría y húmeda, con pizarras y utensilios médicos propios de la morgue donde los cuerpos refrigerados hacen una compañía tan silenciosa como espeluznante. La entrada en escena del cuerpo nuevo, sin rastro de traumas o evidencias de muerte y el minucioso seguimiento de su autopsia nos atraparán en silencio, manejando con brillantez las pausas, el creciente suspense y el macabro humor que salpica el film.
Que decir tiene que no acusa apenas problemas de ritmo ni cojea en su narrativa aunque nos sitúe en un único espacio gran parte del metraje, pero sí puede provocar síntomas claustrofóbicos y herir sensibilidades por su, por momentos demasiado explícita, puesta en escena.
En opinión del que aquí escribe, sostengo pues que se trata de un film sensacional, repleto de aciertos de toda índole y un golpe en la mesa de un cineasta emergente y cada vez más interesante. Aplaudimos iniciativas como ésta, ajustadas a un escaparate en concreto como es el festival fantástico de Sitges, de eso no hay duda, pero no por ello menos estimables.

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