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miércoles, 7 de noviembre de 2018

EDERLEZI RISING (2018)

Atraídos por una siempre atractiva premisa de ciencia ficción espacial y bastante a ciegas por ser una ópera prima, nos decidimos a entrar en "Ederlezi Rising", del serbio Lazar Bodroza. Se nos anuncia, minutos antes de proyectarse, que el film contiene una suerte de relación decididamente tórrida entre un humano y una androide con I.A. (encarnada por la actriz porno estadounidense Stoya), algo que incrementa, como es natural, nuestro interés inicial.
Situados en el año 2148, y sin apenas recursos en nuestro planeta, algunas grandes compañías se dedican a colonizar nuevos mundos. Es el caso de la avanzada corporación soviética Ederlezi, que envía a Milutín, un astronauta yugoslavo, de viaje a Alfa Centauri para instaurar conceptos ideológico-políticos allí.
Nimani, una robot humanoide de avanzadísima tecnología, le "asistirá" en sus necesidades durante el largo trayecto, siguiendo en todo momento las reglas establecidas por un complejo software empresarial. Cuando un cada vez más inestable Milutín trate de desconfigurarla con afán de humanizarla, todo se complica y el viaje toma un rumbo inesperado.
La película de Bodroza, muy blandita y sin apenas ritmo, se queda muy lejos de alcanzar sus propósitos, tanto formales como filosóficos, dentro de un contexto que ni funciona ni interesa, y mucho menos convence.
El 95% de la cinta transcurre en el interior de una supuesta nave con intención de alcanzar nuestro sistema solar vecino, Alfa Centauri (situado a más de 4 años/luz, nada menos), pero ya tardan más de 6 meses en llegar a Saturno, por lo que perdemos cualquier rigor de temporalidad realista. Además de mostrar el interior de la astronave como si de un sótano de discoteca se tratase, con un panel de risa y amplios espacios del todo innecesarios. Un desastre conceptual inválido y grotesco, a todas luces erróneo.


Más allá de estas florituras cosmológicas, más o menos relevantes, la historia no ofrece mucho más que un romance poco estimulante (y muy poco tórrido he de decir), entre un inestable, impredecible y poco fiable astronauta ¿o ingeniero? altamente traumatizado y su cyborg customizado acorde a sus predecibles y peligrosos impulsos. Algo incomprensible como decisión empresarial, pues está destinado al desastre.
La supuesta "humanización del androide", leitmotiv sin sutileza alguna, apenas aporta matices ni invita tan siquiera a la reflexión, pues el film se ve superado por el asunto que trata, sin éxito, de abordar.
Únicamente algunos recursos de iluminación y la reconfortante presencia de Stoya (de madre serbia y ex de Marilyn Manson), dan lumbre a tan oscuro proyecto, y pese a que sus esfuerzos caen en saco roto, es ella la única que se graba en nuestra retina al terminar la proyección, y no solo por su marcada sexualidad, sino por impregnar de cierta elegancia un producto menor.

lunes, 15 de octubre de 2018

FESTIVAL DE SITGES 2018: MIÉRCOLES 10 DE OCTUBRE (DÍA 7)

Atraídos por una siempre atractiva premisa de ciencia ficción espacial y bastante a ciegas por ser una ópera prima, nos decidimos a entrar en "Ederlezi Rising", del serbio Lazar Bodroza. Se nos anuncia, minutos antes de proyectarse, que el film contiene una suerte de relación decididamente tórrida entre un humano y una androide con I.A. (encarnada por la actriz porno estadounidense Stoya), algo que incrementa, como es natural, nuestro interés inicial.
Situados en el año 2148, y sin apenas recursos en nuestro planeta, algunas grandes compañías se dedican a colonizar nuevos mundos. Es el caso de la avanzada corporación soviética Ederlezi, que envía a Milutín, un astronauta yugoslavo, de viaje a Alfa Centauri para instaurar conceptos ideológico-políticos allí.
Nimani, una robot humanoide de avanzadísima tecnología, le "asistirá" en sus necesidades durante el largo trayecto, siguiendo en todo momento las reglas establecidas por un complejo software empresarial. Cuando un cada vez más inestable Milutín trate de desconfigurarla con afán de humanizarla, todo se complica y el viaje toma un rumbo inesperado.
La película de Bodroza, muy blandita y sin apenas ritmo, se queda muy lejos de alcanzar sus propósitos, tanto formales como filosóficos, dentro de un contexto que ni funciona ni interesa, y mucho menos convence.
El 95% de la cinta transcurre en el interior de una supuesta nave con intención de alcanzar nuestro sistema solar vecino, Alfa Centauri (situado a más de 4 años/luz, nada menos), pero ya tardan más de 6 meses en llegar a Saturno, por lo que perdemos cualquier rigor de temporalidad realista. Además de mostrar el interior de la astronave como si de un sótano de discoteca se tratase, con un panel de risa y amplios espacios del todo innecesarios. Un desastre conceptual inválido y grotesco, a todas luces erróneo.


Más allá de estas florituras cosmológicas, más o menos relevantes, la historia no ofrece mucho más que un romance poco estimulante (y muy poco tórrido he de decir), entre un inestable, impredecible y poco fiable astronauta ¿o ingeniero? altamente traumatizado y su cyborg customizado acorde a sus predecibles y peligrosos impulsos. Algo incomprensible como decisión empresarial, pues está destinado al desastre.
La supuesta "humanización del androide", leitmotiv sin sutileza alguna, apenas aporta matices ni invita tan siquiera a la reflexión, pues el film se ve superado por el asunto que trata, sin éxito, de abordar.
Únicamente algunos recursos de iluminación y la reconfortante presencia de Stoya (de madre serbia y ex de Marilyn Manson), dan lumbre a tan oscuro proyecto, y pese a que sus esfuerzos caen en saco roto, es ella la única que se graba en nuestra retina al terminar la proyección, y no solo por su marcada sexualidad, sino por impregnar de cierta elegancia un producto menor. 

J.A.


Cuando se cumplen ya 20 años del estreno de "El Show de Truman (1998)", y con su director Peter Weir y el gran Ed Harris como invitados al certamen de Sitges, se volvió a poner en la palestra aquél profético y cada vez más atinado argumento, que sin saberlo, nos avanzaba un mundo totalmente vigilado por las grandes compañías, atiborrándonos con anuncios cada dos minutos, convirtiéndonos en sus patrocinadores involuntarios y anestesiando nuestras mentes con mensajes subliminales que lamentablemente, ya damos como habituales.
No era la primera vez que el mundo del cine abordaba dicha temática, cierto, pero sin duda el film de Weir logró aproximarse más que ningún otro a la realidad que ahora nos toca vivir. Algoritmos que memorizan y estudian nuestras búsquedas online, cámaras en cada esquina y buena parte de nuestra intimidad seriamente asaltada, por no decir tontamente regalada, es la cara oculta de una sociedad teóricamente avanzada que trafica con nuestros datos personales como quien hace recuento de su rebaño.
Ahondando de nuevo en esta misma reflexión sobre la actual manipulación social y la esclavitud consumista y/o consumidora, el festival proyecta una propuesta cinematográfica de semejante trasfondo crítico y muy particular visión del borreguismo establecido, explorando a través de otra óptica, esta vez más terrorífica, el mismo terreno.
"Await Further Instructions", segunda película del británico Johnny Kevorkian, presenta en primer término a una joven pareja formada por Nick y Annji, de visita el día de nochebuena a la casa de los "muy conservadores" padres de éste, con el nerviosismo que eso acarrea, pues ella es de etnia hindú y se temen lo peor.
Las 3 generaciones de los Milgram se reúnen pero no parecen entenderse, aunque no será hasta la mañana siguiente, el día de Navidad, cuando descubran atónitos como una extraña y viscosa masa negra recubre toda la casa sin dejarles salir, aislándolos casi completamente. Únicamente unos desconcertantes mensajes aparecen periódicamente por televisión, actualizándoles la situación de emergencia y dándoles instrucciones cada vez más inquietantes si quieren sobrevivir.

Los Milgram en Nochebuena, la crispación aumenta...

El trabajo de Kevorkian, envolvente y hasta cierto punto críptico, presenta diferentes aciertos sobre todo en sus esfuerzos estéticos (el propio diseño de la masa negruzca) aunque luce una puesta en escena próxima a lo convencional, sin apenas intuición autoral, incluso percibiéndose en exceso televisiva. 
Algo externo parece fagocitarles
Aunque por momentos consiga ser asfixiante y casi terrorífica, lo cierto es que tras su ingenioso recurso del televisor dando instrucciones (está en la sinopsis, no estropeo la trama), y una vez entendido, casi machacado, el subtexto de una sociedad que te ordena y manipula como quiere, la cosa se estanca dramáticamente, sin atreverse a seguir metiendo el dedo en la llaga y tornándose previsible, gratuita, fútil e incoherente (el comportamiento del padre no obedece a la lógica del personaje, por poner un ejemplo).
Estamos ante un buen film, sin más, que logra sus mínimas pretensiones de base (el mensaje se capta rápido), pero culpable de simplificar en exceso un muy complejo entramado sociocultural, y salimos de su visionado sin que el tema nos haya suscitado más preguntas, pues se vende a los códigos funcionales de género. Lástima, pues podría haber volado mucho más alto si su mirada se hubiese tornado más atrevida, más punzante.

J.A.

viernes, 2 de junio de 2017

HISTORIA DE ABRIL (1998)

Para 1998, Shunji Iwai ya estaba establecido como uno de los abanderados del cine independiente japonés de los 90 aunque no hemos comentado la polivalencia en diferentes campos del propio director. Escritor, productor, compositor además de no hacerle ascos a cualquier forma de expresión audiovisual: cine, telefilms, documentales o videoclips musicales. En 1996 dirigió dos videoclips, uno de ellos para el grupo Moonriders. Aunque el que nos interesa es el segundo y el cual realizó para una cantante llamada Takako Matsu. Una de las grandes virtudes de Iwai es su capacidad para descubrir caras nuevas, muchas de ellas llegando al estrellato tras estas primeras oportunidades; es el caso de Tadabonu Asano (Fried Dragon Fish), Miki Shakai (Love Letter), Chara (Picnic) o Ayumi Ito (Swallowtail Butterfly). Takako Matsu es una conocida actriz y cantante japonesa y que la hemos podido ver en films como La espada oculta (2004) o K-20: Legend of the mask (2008) consiguiendo numerosos premios por su magnética interpretación en Confessions (2010). Antes de todo esto pudimos descubrir por primera vez a la actriz con la deliciosa Historia de Abril (1998).
En el film, Uzuki deja la isla de Hokkaido para irse a estudiar a la Universidad de Tokyo. Una vez allí, sus compañeros le preguntan porqué ha venido desde tan lejos para estudiar precisamente a esta universidad. A lo que ella se queda sin respuesta. Sus motivos se desvelarán.
Historia de Abril (1998) es un regreso de Iwai a su vertiente más apacible y romántica tras sus inmersiones anteriores en terrenos más oscuros y surrealistas. Y nos sorprende a todos que tras la complejidad de un film como Swallowtail Butterfly (1996) pase a una historia reducida a la máxima simplicidad y de únicamente 67 minutos.
El film es un pequeño cuento de hadas que funciona a la perfección. A pesar de su corta duración, al director le basta y sobra para lograr introducirte en el día a día de Uzuki y sus vivencias de una manera mágica y sencilla. El film presenta una particularidad y es que es presentada, más que una historia, como el “inicio de una” centrándose en “cómo se inicia” una posible historia de amor de la cual no seremos testigos.
Uzuki llega a la Universidad de Tokyo. ¿Porque ha venido desde tan lejos?
Sola en la inmensidad de la gran ciudad
Sospechosamente, es muy asidua a una librería de la ciudad
A la búsqueda de su amor de instituto
El reencuentro por fin tiene lugar
Es el inicio de una nueva historia
Todo el film está rodado de una forma excelente, al estilo Iwai, por supuesto. Un metraje apacible, tranquilo y pausado y que te introduce de lleno en los ambientes del film: las vivencias universitarias de Uzuki o su recién estrenado piso en la gran ciudad. La narrativa es magnética, con una forma de grabación, tan típica del director, utilizando cámara en mano (casi flotante haciéndolo parecer un sueño), con planos luminosos y cierto aire melancólico. Un punto en contra de cara al espectador puede ser su extrema simpleza y que en realidad pasan muy pocas cosas pero precisamente ahí radica gran parte de la magia del presente film; su maravillosa simplicidad.
En el tramo final del film descubrimos las verdaderas intenciones de Uzuki: el chico del cual estaba enamorada en la secundaria estudia en la misma universidad que ella ha llegado. El clímax final cuando los dos logran coincidir en la librería en la cual él trabaja con una tremenda lluvia azotando Tokyo es una maravilla: un paraguas roto, una tormenta de proporciones bíblicas y el inicio de un amor juvenil. Mágico.
Historia de Abril (1998) es una pequeña y bella película cuya simpleza es su mayor virtud. Takako Matsu está encantadora como joven universitaria perdida en la inmensidad de la megalópolis. Toda una joyita que te arrastra a una historia mágica, apacible y bonita y además, en únicamente 67 minutos. Enormemente disfrutable.

Varias curiosidades. En la escena inicial, la familia que se despide en la estación del personaje de Uzuki es en realidad la familia de la actriz, Takako Matsu. Todos ellos son actores de cine o de kabuki. Es curiosa también la escena en la que Uzuki va al cine a ver un film de Kurosawa y Iwai decide ponernos 5 minutos del film en cuestión. ¿Se trata de una escena eliminada de dicho film?
Historia de Abril (1998) siguió acumulando premios a la filmografía de Shunji Iwai. Sin ir más lejos consiguió el “Premio del Público” del Festival de Cine de Busan en 1998.

martes, 23 de mayo de 2017

LOVE LETTER (1995)

Fireworks (1993) y Undo (1994) sentaron las bases para el futuro estilo de Shunji Iwai, aunque en aquél entonces sólo era conocido en ciertos círculos de críticos, los éxitos conseguidos en forma de premios por estos dos trabajos le proporcionaron la oportunidad, ahora sí, de enfrentarse a su primer largometraje para cines. Dicha oportunidad, desde luego, no la desaprovechó.
Love Letter (1995) logró conquistar no solamente a los críticos cinematográficos, sino que resultó ser todo un éxito arrollador en Japón y media Asia.
El film toma como referencia el libro “En busca del tiempo perdido” de Marcel Proust y relata el viaje por los recuerdos de Hiroko, la cual la pérdida de su esposo dos años atrás aún le resulta imposible de superar. Luego de una ceremonia en recuerdo de su marido, Hiroko va de visita a la casa de su suegra. Ahí se encuentra con el anuario de secundaría del fallecido, Itsuki Fujii donde le cuentan que la antigua escuela ha sido demolida para dar paso a una carretera urbana, quedando obsoleta la dirección de aquella escuela. En un simple acto de evocación y para lograr cierto descanso emocional, Hiroko escribe una carta a Itsuki dirigida a la dirección de la escuela, sabiendo que será un viaje de ida y sin destinatario.
Para sorpresa de Hiroko, “Itsuki Fujii” le responde. Pronto se darán cuenta que quien respondió la carta es en realidad una mujer, de idéntico nombre, que fue estudiante de la escuela demolida y compartió clases en secundaria con el Itsuki de Hiroko. Después de aclarar el malentendido, Hiroko le pide a Fujii mantener la correspondencia y que comparta sus recuerdos del Itsuki adolescente.
Love Letter (1995) es una obra mayúscula y la entrada por la puerta grande de Iwai en el panorama cinematográfico japonés. El film, pese a no contar nada nuevo, supone una modernización del género romántico a las nuevas audiencias derrochando sensibilidad, imágenes mágicas, constantes saltos en el tiempo y sentimiento autoral.
Una película que te agarra con una premisa sencilla pero envuelta en esa peculiar magia intrínseca a la vida y que en su primer tercio, transcurre intencionadamente pausado, arrastrándote de lleno a los apacibles ambientes por los que recorre. Los preciosos paisajes nevados fueron rodados en la isla de Hokkaido, beneficiándose de su ambientación y enlazando así con la temática del film, dando con ese tono cuasi-onírico de la historia.
A diferencia del ambiente helado de las imágenes del presente, los flash-backs están realizados con un tono cálido y hermoso, incidiendo en una época irrepetible y única para los personajes.
Dichos flash-backs, literalmente, te arrastran al mundo de los recuerdos de Fujii y resultan toda una ventaja de cara a enfrentarte al metraje, por lo continuado y variado de los recuerdos de la fémina. El ingrediente principal es el doble papel que realiza Miho Nakayama, quien da vida a ambos personajes femeninos (Hiroko y Fujii), saliendo airosa del desafio y con muy buena nota. El resto de interpretaciones funcionan a la perfección, tanto los personajes adultos como los adolescentes, demostrando naturalidad y nula falsedad en sus acciones.
Love Letter es Iwai en estado puro, y el director demuestra su peculiar estilo lleno de imágenes a medio camino entre la ensoñación y lo onírico con una cámara que por momentos parece que flote. Supone una reflexión y un bonito adentramiento en la pérdida del ser querido y de qué manera el amor prevalece a pesar del paso del tiempo o la muerte, la búsqueda de los recuerdos o la superación de dicha pérdida. Una aproximación a las fronteras entre la vida y la muerte que se aborda fantásticamente a lo largo de la cinta.
El personaje de Fujii (femenino) parece acecharle la muerte en cualquier momento con una neumonía constante, el pasado fallecimiento de su padre (por idéntica enfermedad), al igual que ese mágico final donde Hiroko se adentra en la montaña donde su marido perdió la vida, cual viaje al mundo de los espíritus, y grita al vacío.
En definitiva, un hermoso, melancólico y estimulante film que encuentra su guinda en unos últimos segundos de metraje donde un pequeño y encantador giro final de guión hace que esboces una sonrisa tonta, de plena satisfacción.

Hiroko no puede superar la muerte de su marido y, simbólicamente, le envía una carta
Para su sorpresa, recibe respuesta
Se inicia así un viaje al mundo de los recuerdos
Plano 100% Shunji Iwai 
Hiroko se enfrenta a sus temores
El pequeño giro final es delicioso
El joven Itsuki, todo un galán
Love Letter (1995) es el film más accesible de Iwai, sin abandonar por ello una innegable marca autoral, personalidad, sensibilidad y cierta excentricidad que la aleja de estereotipados precedentes y futuras imitaciones. Un ejemplo de dichas imitaciones (en este caso, sobradamente notable) es la trágica y rompetaquillas Crying out love in the center of the world (2004), donde se pueden ver claramente los ambientes, planteamientos (superación de una muerte incluida) y estructura de flash-backs que el film de Iwai.
El éxito con Love Letter fue mayúsculo y no solamente en Japón. En su momento fue el film japonés (de imagen real) más taquillero en Corea del Sur, algo que se repitió en medio continente asiático. Le llovieron innumerables premios entre los que se pueden destacar “Mejor Película” en los Kinema Junpo Awards 1996, sendos premios "Mejor actor revelación" en los Premios de la Academia Japonesa de Cine a Miki Shakai y Takashi Kashiwabara (los jóvenes adolescentes del film), “Mejor Actriz” para Miho Nakayama en los Blue Ribbon Awards 1996, así como el Premio de la Audiencia en el Festival de Toronto 1995.
Como curiosidad, Miho Nakayama era una cantante pop (además de extensa discografía) realizando su debut musical en 1985, aunque a pesar del éxito de Love Letter no se prodigó especialmente en el mundo del cine. El film sirvió para llevar al estrellato a la joven Miki Shakai, quien interpreta a Fujii en sus años de juventud y que más tarde alcanzó cierta fama a través de la TV japonesa.

viernes, 19 de mayo de 2017

FIREWORKS, SHOULD WE SEE IT FROM THE SIDE OR FROM THE BOTTOM (1993)

La carrera cinematográfica de Shunji Iwai se inicia a finales de los 80, realizando, hasta mediados de los 90, más de una docena de films (la mayoría mediometrajes), hechos expresamente para la televisión japonesa.
Una etapa inicial que Iwai usó como campo de pruebas a la hora de encontrar un estilo propio y en la que pudo jugar con una gran variedad de géneros; desde el terror a la comedia, el thriller o el romance. Una etapa muy desconocida, ya que son films muy difíciles de encontrar y en el que solamente he podido visionar dos de ellos.
Ghost Soup (1992), es un muy irregular (a ratos irritante y extraño) cuento navideño mezclado con toques fantásticos, comedia fallida y moralina fuera de lugar. Una curiosidad, eso sí, para completistas de la obra del director.
Algo más interesante es Fried Dragon Fish (1993), un bizarro hibrido entre thriller, cine de yakuzas y el romance soft. Este film es toda una curiosidad ya que supone la primera aparición en pantalla de Tadanobu Asano, el considerado Johnny Depp japonés, y que ha aparecido en infinidad de producciones japonesas (era lo mejor del último film del maestro Scorsese; Silencio (2016)), y que además, acabará apareciendo en futuros trabajos de Iwai como en Picnic (1996).
Primera aparición en pantalla
de Tadanobu Asano
Éstas dos TV-Movies son ejemplos de una primera etapa de un director intentando encontrar su estilo, y donde ya en algunos momentos se vislumbran algunos chispazos excelentes que se ampliarán en su filmografía. Esta etapa llega a su punto culminante en 1993 con la aparición del film que nos ocupa hoy; Fireworks, Should we see it from the side or from the Bottom, y por el que obtuvo una cierta atención entre los críticos del país.
En Fireworks (1993) ya encontramos la mayoría de obsesiones y temas comunes dentro de la filmografía de Iwai: la adolescencia, el difícil paso a la adultez, padres ausentes, problemática social… mezclado con un tono melancólico y una naturalidad apabullante, además de cierta experimentación narrativa.
Fireworks (1993) sigue a un grupo de niños de la ciudad de Iioka, quienes mantienen una discusión sobre si los fuegos artificiales son planos o redondos. Una premisa sencilla que sirve para meternos dentro de esta pequeña historia. Ante todo, el film no deja de ser una Tv-movie (con las limitaciones técnicas que eso supone) y con un margen de tiempo muy escaso (apenas 50 minutos), pero Iwai se las ingenia para superar dichas limitaciones propias del medio televisivo de la época.
La relación entre el grupo de infantes protagonista está plasmada con una naturalidad excelente; a Iwai no le van las falsedades ni los tópicos discursos de films estudiantiles similares. Él logra acercar la cámara como un niño más de la clase y meterse dentro de su lenguaje, problemáticas y discusiones típicas de la edad con una naturalidad destacable. Así, la discusión referente a los fuegos artificiales sirve como hilo conductor de los temas que de verdad quiere hablar el director.
El núcleo de la historia está focalizado en el personaje de Nazuna, interpretado por Megumi Okina, una chica que arrastra ciertos problemas; el principal: debido al divorcio de sus padres, será obligada a cambiarse de ciudad y de colegio, por lo que fantasea con la posibilidad de huir de casa.
La relación que ésta entabla con el protagonista de la historia, el torpe Norimichi, está realizada con cariño y realismo alejado de los artificios lacrimógenos y de postín de producciones similares.
Es en esta relación donde además, Iwai juega con la experimentación narrativa partiendo la historia en dos posibles realidades o destinos. Norimichi y un compañero de clase realizan una carrera en la piscina de la escuela frente a Nazuna con la mala suerte de que el primero se golpea el tobillo con el borde de la piscina, quedando ganador el afortunado compañero de clase a quien Nazuna le pide tener una cita.
Después, y debido a los infortunios de los acontecimientos (la pobre Nazuna plantada por el chico e intentando huir de casa), Norimichi fantasea sobre qué hubiera pasado si hubiera sido él quien hubiera ganado la carrera y hubiese acompañado a Nazuna en su huida (la escena de la estación de tren es de una sensibilidad excelente).
El clímax de la historia se consigue cerca del final cuando los dos jóvenes se cuelan de noche en la piscina de la escuela y juegan con el agua. Es una de esas escenas en las que a partir de ahora llamaré “momentos Iwai” (y que serán norma en todos sus films); secuencias mágicas en las que se conjuga a la perfección la música, la explosión de sentimientos y cierta belleza en las imágenes que las hace rozar lo onírico. El resultado: un film muy agradable y bonito, cuyo mayor hándicap son las limitaciones propias del medio televisivo, que Iwai sin embargo supera con solvencia, realizando una preciosa historia sobre un grupo de jovencitos en pleno proceso de madurez enfrentados a los primeros problemas del mundo adulto, plasmado además con naturalidad y un realismo casi documental, melancolía y cierto aire agridulce; señas de identidad temática de la futura filmografía del director.
El film obtuvo cierta atención entre los críticos japoneses, hasta el punto que Iwai recibió el premio de la Asociación de Directores Japoneses en la categoría “Nuevos Directores”.
Norimichi, el protagonista de la historia
Está secretamente enamorado de Nazuna
Desgraciadamente, la chica se fija en otro...
Los amigos de Norimichi, en busca del misterio que esconden los fuegos artificiales
Norimichi fantasea con una realidad alternativa "perfecta" 
Fireworks, versión anime
A pesar de sus aspiraciones televisivas, gracias al exitazo de Love Letter (1995), Fireworks pudo disfrutar de un estreno en cines japoneses en 1995. En 1999, Iwai realizó The Kids Who Wanted to View Fireworks from Another Perspective, una especie de continuación de Fireworks, donde se mezcla documental, y entrevistas, además de una nueva trama en la que Norimichi y Nazuna se reencontraban y volvían a los lugares del film original. Como curiosidad, Megumi Okina, quien interpreta al personaje de Nazuna, se mantuvo algo alejada del mundo de la interpretación pero la pudimos volver a ver en el clásico La maldición (2002) de Takashi Shimizu.
Para 2017, se espera un remake de Fireworks pero esta vez en formato anime y en el que, por los primeros avances del film, un servidor tiene altas expectativas.

miércoles, 1 de octubre de 2014

THE AMAZING SPIDER-MAN 2: EL PODER DE ELECTRO

Tengo que reconocer una cierta saturación de cine de superhéroes tras unas cuantas decepciones que me he llevado ultimamente, donde afortunadamente Guardianes de la Galaxia ha sido un pequeño soplo de aire fresco, rompiendo el esquema repetitivo de muchas de las adaptaciones de Marvel. Empezando por la más que aburrida saga de Thor; un Lobezno inmortal que desaprovechó del todo las inmensas posibilidades que ofrecía su ambientación en el lejano Japón; una primera entrega del Capitán América bastante pobre o Iron Man 3 que ya ofrecía los últimos estertores de una saga demasiado exprimida.
Respecto al héroe del que hablamos hoy, soy de los que encuentra decente e interesante el trabajo que realizó Sam Raimi con su adaptación al cine del arácnido, a excepción hecha de la flojísima tercera entrega, por supuesto.
Que se rodara un reboot tan poco tiempo después y teniendo en cuenta el mal sabor de boca que me dejó el tercer film de Raimi, hizo que la esperara con cierto ánimo para reencontrarme con un héroe con el que disfruté leyendo sus aventuras de pequeño. Sin embargo, no me convenció nada la primera entrega perpetrada por Marc Weeb: una película que desde mi punto de vista no cumplía con lo que se le tiene que pedir a una buena adaptación de un cómic: es decir, que guarde un buen equilibrio entre entretenimiento, respeto con la obra original y tenga unos personajes/actores bien elegidos.


Desgraciadamente el nuevo producto patinó traicionando muchas de las bases del personaje de Parker (reconvertido aquí en un chulito de instituto que ha perdido la timidez y se permite morrearse con Gwen durante la ceremonia de graduación, o que no tiene problemas para ligar cuando quiere, ni tiene que trabajar para pagarse los estudios, ni ayudar en casa, etc...), porque a algún avispado guionista le debió parecer más "cool" hacerlo así y punto.
Tendremos amor, amor y más amor en esta entrega...
Si a todo ello le sumamos un protagonista insufrible, Andrew Gardfield (Spidey-Parker), el drama está servido. Con él todo son caritas, morritos y gestos que poco tienen que envidiar a Sandra Bullock en uno de sus típicos papeles romanticones. Un guapo en acción que no encuentro que esté por encima de lo que ofreció Tobey Maguire en la anterior saga.
A pesar de ello y con ánimos de intentar pasármelo bien, cuando he tenido un rato me he decidido a ver su secuela con la esperanza de que habrían sabido darle un mejor equilibrio, pero desde bien al principio me he tenido que llevar las manos a la cabeza. Si obviamos la primera escena de los padres de Peter en el avión en la que parece que se quiere dar importancia a la trama que llevó a su muerte; arrancamos con una secuencia bastante lamentable, con un lumbreras ruso perpetrado por un Paul Giamatti en horas muy bajas, en el rol del eterno ladrón de plutonio, que siempre queda guay desde los tiempos de la Guerra Fría (buen comodín Sr. Guionista). Si a su caracterización rozando lo borderline le sumamos que intenta llevarse el furgón con el plutonio arrastrándolo con un enorme camión grúa por una de las ciudades de mayor circulación del mundo, solo nos quedan dos opciones, apagar el cerebro y aplaudir tamaña osadía o salir a respirar aire fresco para recuperarnos del ostiazo que nos acaban de meter (que desgaciadamente solo es el primero de muchos). Como sea, seguimos adelante para adentrarnos en la verdadera trama del film, por un lado profundizar en la relación de Peter con Gwen (Emma Stone), donde Parker se enfrenta al dilema de cumplir la promesa que le hizo al padre de ella antes de que muriera y alejarse de su lado o dejarse llevar por sus sentimientos. Y por otro lado la aparición del villano de turno, que todo hay que reconocerlo es mejor que el insustancial lagarto de la anterior entrega. Tanto Jamie Foxx dando vida a Electro como Dane DeHann como Norman Osborn, están convincentes y le dan mil patadas al teórico protagonista. Tanto el diseño de Electro como el del Duende Verde son notables y en ese aspecto nada hay que reprochar. Se nota asimismo una cierta influencia de El caballero Oscuro de Nolan, pues parece que se ha buscado darle un toque más sombrío que funciona a ratos creando una atmósfera más opresiva. La película tiene algún que otro aislado detalle brillante como las escenas del arácnido moviéndose entre los rascacielos de Nueva York con cámara subjetiva, realmente muy logrados, así como unos movimientos plásticos de verdad. El resto ya es otra cosa.

Electro a punto de manifestar todo su poder en medio de la gran isla...
Parker preparándose para combatirle... con una batería...

Sin embargo uno de los puntos más débiles del film es uno tan importante como el guión y su estructura (ya está bien de la típica cantinela "¿qué le vas a pedir a una peli de superhéroes?", exijamos una buena historia como fue la primera película de Iron Man). Aquí queriendo abarcar demasiado, abriendo muchos frentes solo para terminar dejando cabos sueltos sin resolver, jugando como una serie de TV que emplaza a sus seguidores hasta el siguiente episodio. Si la escena inicial parecía anunciarnos que la trama de los misterios de los padres de Peter tomaría relevancia, luego queda en el olvido y pasamos a otra cosa sin problemas. Como la interminable y cansina love story donde primero Gwen corta con Peter, se reconcilian, vuelven a romper, y así hasta el infinito; donde muchas de sus conversaciones son bochornosas, solo aptas para quiceañeras.
Gran caracterización del duende Verde
Mientras tanto Electro hace de las suyas haciendo cundir el pánico en la ciudad y odiando a muerte a partir de ese momento a Spiderman (simplemente por no recordar su nombre, sí, así es, una gran motivación para arrasar la ciudad). También asistimos el regreso de uno de los grandes amigos de Peter, Norman Osborn, hijo del fundador de la gran corporación Osborn; así entre ambos se irán alternando para poner en jaque a Spidey.
El ritmo y montaje tampoco ayudan, sumándose a la moda del "estilo" J. J. Abrams, o lo que es lo mismo, bombardear sin pausa al espectador con artillería pesada desde el primer minuto intentando no dar tiempo para pensar y ver las lagunas de la historia. Un continuo atropello de escenas sin pausa, donde vamos de un lado para otro a lo largo de unas eternas 2h30 asistiendo a no pocas incoherencias, cambios respecto al cómic y tonterías varias.
Un par de ejemplos más de cambios respecto al cómic podrían ser que tía May ha pasado a ser un personaje de relleno que ha perdido la identidad que tenía en las historietas, donde odiaba al arácnido con todas sus fuerzas, dando un punto dramático a la relación que Peter tiene con ella, mientras que aquí ha pasado incluso a extrañarle y desearle lo mejor. También se ha prescindido por completo de la faceta periodística de Peter Parker y su presencia en el Daily Bugle para vender fotos del arácnido a su irascible jefe, todo un clásico que se hecha de menos.

Plasticidad arácnida...
El bochorno en persona....
Y alguna tontería o incoherencia del guión para seguir disfrutando, como que Norman Osborn esté aquejado de una enfermedad genética incurable, dedicando gran parte de su tiempo y recursos para encontrar un remedio, pero finalmente tras 60 años termina pereciendo por culpa de esta enfermedad, no sin antes anunciarle a su hijo Harry que él también sufrirá el mismo destino. Como quien no ve la cosa, se ve que la noticia debe acelerar el metabolismo del joven heredero del imperio Osborn, pasando de sufrir un ligero temblor en la mano a estar terminal en cuestión de días, lamentable.
Asistimos atónitos a una escena donde Spider-man detiene a Electro gracias a una manguera mientras lleva un casco de bombero, para acto seguido chocar los 5 con un par de bomberos... ¿Alguien da más? ¿Pues qué tal imantar los lanza telarañas con una batería de coche y que resista toda la electricidad de Nueva York? No hay más preguntas su señoría, yo tampoco entiendo nada. Pero una película con un arranque tan épico como la secuencia del furgón de plutonio, no podía permitirse terminar con una menos mítica. Giamatti es liberado (no preguntéis como, no hay respuesta, amigos) y le dan a semejante personaje una armadura robótica de rinoceronte armado hasta los dientes, para dedicarse a gritar y a disparar misiles sin sentido en medio de la ciudad. A pesar de las explosiones y el riesgo evidente de muerte, la gente tranquilamente se lo mira desde detrás de una barrera como si no pasara nada o si de un partido de fútbol se tratara, mientras la policía es arrasada a pocos metros de distancia. Chapeau, señores, lo han logrado de nuevo, espero con terror la tercera entrega.

http://www.filmaffinity.com/es/film268783.html

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