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miércoles, 16 de agosto de 2017

MATANGO (1963)

Tras The H-Man (1958) y la irregular The Human Vapor (1960), Ishiro Honda cierra esta particular trilogia de films orientados al terror adulto con Matango (1963), que se podría considerar la joya de dicho trío de films.
La historia sigue a un variopinto grupo de japoneses de excursión en un velero. En plena tormenta nocturna naufragan y llegan arrastrados por la corriente a una isla perdida donde no hay comida ni agua potable, solamente una especie de hongos los cuales están por toda la isla.
Matango, Attack of the Mushroom People es una de las obras más recomendables de Honda. Un film básicamente de atmósfera y donde se trabaja el suspense y el misterio poco a poco y a cocción lenta. Destaca especialmente la ambientación en la isla. Unos ambientes en permanente niebla e inquietante soledad donde los personajes deberán hacer frente a una situación de absoluta supervivencia, además de con sus propios demonios. 
Una vez llegados a la isla se comienzan lentamente a tirar datos inquietantes: un barco abandonado que realizaba experimentos sobre la radiactividad, los camarotes del barco infestados de un extraño moho, la ausencia de cadáveres, los espejos rotos en todos los cuartos...
Un desarrollo basado en dichos descubrimientos y que hacen aumentar la tensión y la inquietud con las consecuencias que eso provoca en el grupo de protagonistas: recelos, amoríos, peleas, tensión por la comida que se acaba, la amenaza latente de los hongos gigantes de la isla... Convirtiéndose en un clima de pesadilla donde al final termina por reinar la desesperación. 
Para el fan de Godzilla es un plus encontrarse dentro del reparto a lo mejorcito a nivel interpretativo de la saga del saurio radiactivo: Akira Kubo (Los monstruos invaden la Tierra, El hijo de Godzilla, Invasión extraterrestre...), Kumi Mizuno (Los monstruos invaden la Tierra, La batalla de los simios gigantes...), Hiroshi Koizumi (Mothra, Godzilla contra los monstruos...) o Kenji Sahara (Rodan, The H-Man, Invasión extraterrestre...).
Caras conocidas y cuya presencia resulta simpática interpretando a un curioso grupo de japoneses donde la tensión entre ellos es bien palpable. El elemento atómico tan obsesivo para Honda vuelve a hacer acto de presencia representado en los miles de hongos que pueblan la isla perdida y que parece ser el único alimento presente, pero cuya ingestión provoca efectos insospechados y monstruosos. Así, la figura del hongo (atómico) es causante de la destrucción de un grupo de japoneses que representan los diferentes estereotipos o estados del pueblo japonés. Un elemento palpable y asfixiante. La presencia de los hombres hongo, pese a que podrían haber caído en el más estrepitoso ridículo, resultan efectivos, aparecen poco (guardando misterio e inquietud) y sus apariciones son sorprendentes.

Un curioso grupo de japoneses de vacaciones en un velero naufragan en medio del océano
Llegando a una isla perdida y misteriosa
Se enfrentan a misterios inquietantes. ¿Un barco sin cadáveres y repleto de un moho sospechoso?
El único alimento de la isla parecen ser unos hongos 
Pero su ingesta provoca efectos monstruosos
Poco a poco la tensión entre ellos se hace insoportable
¿Un hombre hongo?
Matango es un film cuyo planteamiento hubiera resultado perfecto para un episodio de La dimensión desconocida. Se trata de una obra difícil para el espectador medio, por su perspectiva de terror de cocción lenta, suspense y ambiente malsano más que de constantes golpes de efecto y sustos palomiteros.
Un film que basa su apuesta en sus personajes y cómo reaccionan dentro de situaciones límite y de supervivencia, coronado por un clímax final fantástico, donde la situación acaba por estallar, los hombres hongo hacen de las suyas y cuya conclusión es sorprendentemente pesimista.
Matango es un pequeño clásico del terror japonés de la época. Una cinta dificil por su lentitud pero que resulta ser una de las obras más insólitas y recomendables de Ishiro Honda gracias a su planteamiento misterioso e inquietante, su maravillosa ambientación, simpáticas interpretaciones y su terror basado en el puro ambiente y atmósfera.
Del todo sorprendente y una buena muestra del talento de su director, que desgraciadamente ha pasado desapercibida durante décadas, hasta que tras una edición en vídeo en los años ochenta, ha ido generando cierto culto hacia ella.

miércoles, 26 de julio de 2017

THE HUMAN VAPOR (1960)

Como comentamos en la crítica dedicada a la especial e interesante The H-Man (1958), Ishiro Honda realizó una trilogía de films en donde se alejaba de los clásicos films de monstruos gigantes japoneses que ocuparon la mayoría de su filmografía para realizar una serie de proyectos en donde entraba en terrenos más cercanos al cine de terror con un tono adulto. Si The H-Man (1958) resultó un muy competente entretenimiento y la futura Matango (1963) una pequeña joya del horror psicológico… The Human Vapor (1960) sale perdiendo desgraciadamente. No fue el mejor día de Ishiro Honda.
En el film, un bibliotecario de vida tranquila es sometido a un experimento científico pero éste sale mal, transformándolo en 'el vapor humano'. El hombre usará sus nuevos poderes para atracar bancos y financiar la carrera artística de su novia, una bella bailarina. Pronto "el vapor humano" se convierte en el criminal más buscado de Tokyo, y la policía intentará darle caza por todos los medios.
El problema con The Human Vapor, es que está realizada a desgana y con una dirección plana y aburrida. El guión del habitual Takeshi Kimura (Godzilla contra los monstruos, Los hijos del volcán…) hace aguas por todos lados con una historia excesivamente estirada y llena de pequeñas subtramas con nulo interés: unos larguísimos minutos en donde seguimos la investigación policial hacia una bailarina de teatro tradicional japonés o los pesados coqueteos entre el detective protagonista y la periodista de turno. Para colmo, el simpático “vapor humano” no aparece demasiado en pantalla y cuando por fin aparece, sus entradas a escena no son demasiado excitantes con unos efectos especiales algo decepcionantes. Honda sigue mezclando la ciencia ficción con sus géneros predilectos como el cine policiaco y en algunos momentos la screwball comedy (con los, por momentos, chispeantes diálogos entre el detective y la periodista). El “vapor humano” está interpretado entrañablemente por otro habitual de Honda, Yoshio Tsuchiya quien aparece en episodios del primer Ultraman (1966), Los monstruos invaden la Tierra (1965) o Frankenstein conquers the world (1965). Por suerte el film concluye con un clímax final muy acertado y visual pero el precio a pagar por aguantar el metraje hasta el final es demasiado alto.
Atracos a bancos asolan Tokyo. El causante es ¡¡¡el vapor humano!!!
La policia japonesa no tiene nada que hacer contra él
Un detective y una pizpireta periodista intentarán solucionar el entuerto
El origen del vapor humano está en unos experimentos para curar enfermedades terminales
¿Podrá ser detenido?
Muy curiosa foto de rodaje
The Human Vapor (1960) es un film con una falta de energía alarmante, innecesariamente estirado y aburrido. La trama hubiera venido perfecta para un episodio (o cortometraje) de 20 o 30 minutos pero en formato largo no funciona. Pese a todo, contiene esa inocencia encantadora que imprimen los japoneses a sus films, un clímax final muy acertado y alguna que otra aparición remarcable del “vapor humano”. Curiosidad para completistas.

jueves, 13 de julio de 2017

THE H-MAN (1958)

Ishiro Honda es bien conocido (y nunca lo suficientemente valorado) por ser uno de los reyes de la ciencia ficción japonesa de los 50 y 60, años en los que aportó numerosos films Kaiju Eiga, tras su exitazo con la inmortal Japón bajo el terror del monstruo (1954). Los hijos del volcán (1956), Mothra (1961) o La batalla de los simios gigantes (1966) son ejemplos de un director quizás encasillado en el género de monstruos gigantes, pero que en todos sus trabajos aportó estilo, grandes dosis de entretenimiento y calidad.
Apartándonos del Kaiju Eiga, Ishiro Honda realizó una trilogía de films en los que abordó la ciencia ficción de una manera adulta y cercana al terror. Unos trabajos curiosos por alejarse de los monstruos gigantes que tanto éxito le proporcionaron. En el blog analizaremos, a su debido tiempo, la discreta The Human Vapor (1960) y la excelente Matango (1963). Ahora nos detendremos en la entrega inicial de esta particular trilogía (sin nada que ver entre ellas), la curiosa The H-Man.
La policía de Tokio persigue a un narcotraficante que ha desaparecido dejando abandonada su ropa. Un joven científico asegura que hay unas criaturas, producto de la radiación, relacionadas con el caso.
The H-Man es una propuesta sorprendente, adulta y bien cercana al género de terror. Ya de entrada, la ambientación elegida para la historia es bien atrayente, donde Honda nos introduce en los bajos fondos de Tokyo con matones, narcotraficantes y bailarinas de cabaret ligeritas de ropa.
Una temática que resulta muy acertada. Se mezcla la típica historia sci-fi con el cine policial negro (por el que Honda sentía predilección). Una mezcla que se explota en la primera mitad del film, donde se sigue una investigación policial en unos minutos de metraje que se hacen algo largos y lentos, para explotar en su segunda mitad en los típicos y necesarios ambientes monstruosos.
Es de destacar el clímax final, con una masacre en plena sala de baile y con el ejército japonés acorralando a la criatura viscosa en las alcantarillas.
La criatura protagonista podría ser una versión oscura de la masa de The Blob (1958), estrenada el mismo año, pero aportándole el toque Honda tan particular, y eso quiere decir: la influencia del trauma atómico.
El origen de la criatura parece influenciado por el incidente real del Dragón Afortunado nº 5 (donde unos pescadores fueron contaminados por el polvo radiactivo fruto de una Bomba H). En este caso, son las cenizas producto de las pruebas atómicas en el Pacífico las que han terminado por contaminar a la tripulación de un barco y han mutado en una criatura líquida que absorbe a la gente. Resulta bien curioso y terrorífico que los estragos que causa la masa en los cuerpos humanos, así como las marcas que deja en la piel, se refieren explícitamente a las marcas dejadas por la bomba atómica en los supervivientes y víctimas de Hiroshima y Nagasaki. Como siempre pasa en estos films japoneses, las referencias al trauma atómico del pueblo japonés resultan estimulantes.

La desaparición misteriosa de un narcotraficante...
La investigación nos lleva a agradecidos ambientes de cabaret
Detrás de todo está una mortífera masa radiactiva
¿Cómo se podrá detener a H-Man?
Mala pinta tiene la cosa
A nivel técnico el film funciona estupendamente, a pesar del año de realización, con una masa devoradora que pese a no aparecer excesivo tiempo en pantalla, provoca inquietud, misterio y sus apariciones son muy destacables, especialmente cuando los cuerpos humanos se funden literalmente bajo su ataque.
Tenemos actores habituales tanto de la saga Godzilla como del resto de la filmografía de Honda como Kenji Sahara (Los hijos del volcán, King Kong contra Godzilla o Godzilla contra los monstruos) o Akihiko Hirata (el Dr. Serizawa en el primer Godzilla). Presencias que para el fan resultan muy simpáticas y agradecidas. Haruo Nakajima, el hombre bajo el disfraz de Godzilla y de otras criaturas, también participa, interpretando a dos víctimas humanas de la masa negra.
Cartel americano del film
Por supuesto, en el equipo de la película están incluidos los all stars de la época: Tomoyuki Tanaka en producción y Eiji Tsuburaya como director de efectos especiales. En sustitución de Akira IfukubeMasaru Sato se encarga de la banda sonora (también se encargará de la música de Los monstruos del mar o El hijo de Godzilla).
Como curiosidad: el efecto creado para que se disolvieran los cuerpos humanos lo crearon con muñecos hinchables de tamaño real y grabando a cámara rápida el proceso de destrucción del cuerpo para luego pasarlo a velocidad normal en el montaje creando así el efecto tan curioso que vemos en pantalla.
The H-Man (1958) es un film destacable y bien curioso. Parece que cuando Ishiro Honda se aparta del género Kaiju demuestra en otros campos sus quilates como director, sin duda y en este caso acierta con una propuesta adulta y cercana al terror y con un uso excelente del color.
Algo lenta en su primera mitad pero estimulante en general con una simpática criatura viscosa y radiactiva, investigación policial y ambientes de cabaret. Toda una curiosidad.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

GODZILLA CONTRA MECHAGODZILLA (1975)


Godzilla contra Mechagodzilla fue planteada como un intento serio de relanzar a Godzilla y devolverlo a su glorioso podio. Se aumentó el presupuesto, se recuperaron elementos sórdidos y más adultos y, milagros del mundo del cine, se consiguió recuperar a Ishiro Honda para la dirección de su criatura y a Akira Ifukube para la banda sonora.
Honda ya declaró estar hastiado de la saga y más cuando su gran amigo, el mago de los efectos especiales Eiji Tsuburaya, murió habiendo comenzado el rodaje de La isla de los monstruos (1969), llevándose parte de la magia de la saga, por lo que su regreso es un motivo de alegría. Ifukube vuelve a crear sus magníficas bandas sonoras que lograrían que hasta Plan 9 from outer space (1957) se convirtiera en una obra maestra; en este caso con unas sinfonías aún más dramáticas y trágicas que en ocasiones anteriores.
Debido a la buena aceptación general de Cibergodzilla, máquina de destrucción (1974) donde parecía que la réplica robótica de Godzilla había conquistado el corazón de los seguidores, se decidió recuperar al mastodonte robótico para seguir destruyendo ciudades. Como veremos más adelante, si la anterior entrega emanaba aventura y diversión sin complejos, ésta va por el lado contrario, pero radicalmente.
No sé qué le pasaba por la mente a Ishiro Honda al enfrentarse a esta entrega, pero parece dominado por el pesimismo y la tragedia, como si el fantasma de la muerte de Tsuburaya aún le rondara bien cerca. El resultado fue una de las entregas más interesantes de la saga clásica de Godzilla.
Tras la misteriosa destrucción de un submarino, unos investigadores de la Interpol comienzan a buscar al desaparecido profesor Mafune, que 15 años atrás había declarado el hallazgo bajo el mar del monstruo Titanosaurio. Ahora trabaja para los alienígenas del tercer planeta del agujero negro, cuya ambición es conquistar el mundo con su ayuda y la de un Cibergodzilla reconstruido.
El problema principal de esta entrega es que es prácticamente un calco de la anterior (que ya era de por si repetitiva en ciertos esquemas); misma invasión comandada por los extraterrestres del tercer planeta (incluso con el mismo actor/personaje como líder de la sociedad alienígena), se sustituye a King Caesar por Titanosaurio y CiberGodzilla vuelve a ponerle las cosas difíciles a Godzilla.
En ese sentido, la trama general está hecha con desgana y con una insultante repetición, aunque como veremos se plantea como el reverso tenebroso de la anterior. Si bien esta entrega cobra personalidad precisamente por la trama humana, a opinión personal, de las más interesantes y rescatables de la saga gracias a un personaje en concreto, la cyborg Katsura. El alma del film se concentra en este personaje torturado de una chica antaño llena de vitalidad pero que tras un accidente mortal es revivida por los citados extraterrestres en forma de cyborg, recluida y torturada porque no puede reprimir emociones humanas como enamorarse del galán con pelazo que protagoniza la cinta.

- ¡¡¡Esos idiotas no volverán a reírse de mi!!! - Papá, tranquilo y tómate la medicación.
El magnífico flash-back donde Katsura es transformada en cyborg
Godzilla, esta vez, solo ante el peligro
- Tu corazón está podrido y seco...
El galán enamorado intentará sabotear el complot alienígena
Solucionado el entuerto, Godzilla se retira a por un merecido descanso
Gracias a Katsura podemos ver el primer y único topless de la saga (aunque sea un trozo de plástico con cables) dentro de un magnífico e inquietante flash-back donde los extraterrestres ataviados con batas moradas cual Jeremy Irons en Inseparables (1988), irrumpen en el laboratorio de Mafune y se llevan a su hija moribunda.
Hay cierta conexión decadente con el primer Godzilla de 1954, Mifune no deja de ser la continuación trasnochada y envejecida del profesor Serizawa (de hecho están interpretados por el mismo actor), y el final trágico y kamikaze por parte de Katsura conecta con el sacrificio final de Serizawa.
En este sentido, el drama humano está más conseguido de lo habitual, y es raro sentir que te interesen más los personajes que el enésimo enfrentamiento monstruoso. Aunque los extraterrestres malvados continúan protagonizando momentos risibles y encantadoramente naifs, como ese terrible momento del líder alienígena reprendiendo a latigazos a sus secuaces, una escena llena de morbo y sadomaso del espacio exterior.
La nueva incorporación al bestiario de la saga es Titanosaurio, un monstruo de carácter mucho más realista que anteriores batacazos imposibles como Galien o Megalon. Las apariciones del monstruo marino están resueltas con gran destreza, rodados con contrapicados y con un cielo real de fondo que remarca el enorme gigantismo de la bestia, fantástico.
Godzilla aparece tarde y se siente como un mero trámite de la historia, aunque esta vez sufre enfrentándose él solito a 2 monstruos duros de pelar, y a pesar de algunas llaves de kárate inexplicables, Godzilla se presenta de una manera más seria y solemne que ocasiones anteriores.
Godzilla contra Mechagodzilla es un film interesante, triste, pesimista y más adulto de lo acostumbrado (¡hay muertes y tiroteos!). Ishiro Honda parece que es y será el más indicado para dirigir a su criatura y se denota en cómo están plasmadas las escenas de destrucción, las perspectivas de los monstruos y ese tono trágico tan personal.
Esta entrega, a pesar de estrenarse a bombo y platillo como el gran regreso triunfal de la criatura, fue el mayor fracaso de la saga con apenas 970.000 espectadores en Japón, dando carpetazo final a la serie clásica de Godzilla hasta 1984.
Por lo que la hermosa escena final, de un Godzilla adentrándose lenta y casi fantasmagóricamente en las aguas japonesas para tomar un merecido descanso, deja un poso lleno de melancolía y tristeza. El de una era que se acaba.


En EEUU se estrenó en cines como Terror of Mechagodzilla, pero no lo hizo hasta 1979 con un remontaje horripilante donde se eliminaban todas las escenas de violencia y desnudos, eso incluye el agradecido topless y para mayor horror, el suicidio de Katsura, por lo que el final se quedaba totalmente cojo. Un batiburrillo sin sentido.
Ishiro Honda nunca más volvería a la saga, de hecho abandonó la dirección de filmes y volvió a sus orígenes de ayudante de dirección junto a su gran amigo Akira Kurosawa, y trabajó en Kagemusha (1980), Ran (1985) o Los sueños de Akira Kurosawa (1990), donde el propio Honda dirigió el episodio de "El Monte Fuji en llamas", volviendo a su tema predilecto, el apocalipsis atómico.

lunes, 7 de noviembre de 2016

LA ISLA DE LOS MONSTRUOS (1969)

Cuando parecía que Invasión extraterrestre iba a cerrar la saga de una forma digna, volvió poco después la Toho para reclamar de nuevo los servicios del pobre Godzilla y así emprender La isla de los monstruos. Con el género Kaiju en plena decadencia, existían varias excepciones. En la televisión, Eiji Tsuburaya había sabido trasladar el Kaiju al medio televisivo a la perfección con Ultraman, y desde su presentación en 1966 gozaba de un éxito apabullante, mientras que en el cine, Gamera, parecía resistir con una propuesta como Viras ataca la Tierra (1968), un film de ínfimo presupuesto (e ínfima calidad), protagonizada por niños y que había supuesto una muy grata respuesta en la taquilla.
Así que éste era el camino, convertir a Godzilla en un producto por y para niños. Se volvió a reunir a Ishiro Honda y éste tenía entre manos una historia muy personal, la cuál estaba deseoso por rodar. Una historia bastante interesante, presentar a Godzilla y compañía como el producto de la imaginación de un niño solitario víctima de bullyng, algo así como La historia interminable (1984) pero en formato kaiju. Una premisa la mar de sugerente que muy pronto se vio truncada por graves hechos. Primero, el presupuesto otorgado por la Toho para esta producción fue bajísimo, y para colmo de males, el alma de Godzilla, Eiji Tsuburaya, murió recién comenzado el rodaje dejando tras él una forma única y mágica de crear cine.
La muerte de Tsuburaya fue la gota que colmó el vaso para Ishiro Honda, ya que Tsuburaya quizás, era uno de los pocos motivos que le quedaba al director para seguir regresando a la eterna saga Godzilla, por lo que se nota, y mucho, que esta producción la realizó con total desánimo y desgana.

Nuestro protagonista es acosado por sus compañeros de clase
Mantiene largas y "profundas" conversaciones con Minya
Su padre también le tiene puteado
Para qué engañarnos, La isla de los monstruos es un absoluto desastre. 69 minutos que se sienten como 3 horas. Desde el principio, unos créditos iniciales donde suena un tema cantado por un niñato pegando berridos nos revienta los tímpanos al son de...¡¡¡Gojiraaaaaa...Gojiraaaaa!!!.
El protagonista absoluto de la función es un niño muy seventies, con pantaloncito corto y eterna gorra cosida a la cabeza, que a pesar de ser el marginado del barrio y ser asaltado cada dos por tres por sus compañeros de clase (una panda de delincuentes juveniles), realiza una interpretación repelente y antipática. En casa, el niño se imagina que viaja a Monster Island, donde (¡y atención!) hace amistad con Minya, el hijo de Godzilla, quien disminuye su tamaño a la altura del niño para entablar profundas conversaciones con él.
¿Es el colmo del ridículo?...¡No!. Porque resulta que Minya está igual de puteado que el niño por culpa de un kaiju grotesco y verdoso llamado Gabarah (el mismo nombre que el acosador del niño), y para colmo, su padre (Godzilla), es demasiado exigente con él y no deja de obligarle a entablar batallas monstruosas para hacerse un "hombrecito". Niño y monstruo aprenderán así de sus experiencias para superar las dificultades de la vida.
Gabarah es el enemigo a vencer. Un villano bastante lamentable
Lo más penoso de todo es que debido al ínfimo presupuesto y con Tsuburaya, el principal encargado de los efectos especiales, muerto, se echó mano (y mucho más de lo pensado) de stock shots de films previos. Así que todas las escenas con monstruos provienen de Los monstruos del mar y El hijo de Godzilla, salvo la batallita final de Godzilla vs Gabarah, que es totalmente abominable.
En paralelo a las ensoñaciones del niño, éste es secuestrado en su vida real por un trío de ladronzuelos de poca monta y escondido en una especie de fábrica abandonada, y ya lo que vemos en los últimos 20 minutos de película es para aporrear la televisión. Una mezcla entre un film de Parchís y Solo en Casa, con el niñato venciendo a los ladrones de unas maneras lamentables.
La guinda del pastel viene al final, cuando el niño sigue las lecciones vitales de Minya y resuelve sus problemas de bullyng a hostia limpia. Sí, la moraleja de que debes usar la violencia para resolver tus problemas te deja con un regustillo confuso.
Godzilla le hace a Gabarah una llave de artes marciales que ni Bruce Lee
Como he dicho, es un film lamentable y sin duda el peor de toda la saga Godzilla, pero aún así podemos sacar algún punto interesante, como los sugerentes ambientes en donde se mueve el niño protagonista.
El mundo por donde éste se mueve y vive sus días, las calles del extrarradio; sucias, llenas de fábricas, con unos padres eternamente ausentes... un escenario atractivo e interesante.
Del film me quedo con esa secuencia del niño volviendo del colegio, sin nadie en casa, abriendo la nevera y viendo por enésima vez la nota de su madre diciendo que llegará tarde. Comiendo en solitario mientras ve la televisión y finalmente abatido en el suelo, muerto de aburrimiento y dejándose llevar por sus imaginaciones Godzillianas. Esta secuencia es un pequeño momento de oro de lo que podría haberse convertido el film. Lástima del conjunto. Convertir a Godzilla en La historia interminable no hubiera estado nada mal, pero el desarrollo es tan abominable que fracasa toda posibilidad de ver algo decente.
La isla de los monstruos fue un absoluto desastre en taquilla y en Japón sólo fueron a verla 1,5 millones de espectadores. Ishiro Honda no volvería a dirigir ningún film del saurio hasta 1975, la travesía por el desierto de Godzilla había comenzado...
(Redactado por Adrián Roldán)

INVASIÓN EXTRATERRESTRE (1968)

Debido a la tendencia decreciente de espectadores de los últimos films de Godzilla, se pensó en dar carpetazo final a la saga con un mínimo de dignidad. Lo cierto es que el espectro de público interesado en el saurio radiactivo estaba cambiando drásticamente: del público adulto de los inicios a un público juvenil, de ahí a uno adolescente hasta llegar al público infantil, el cual estaba destinado a ser el único sector que seguiría apoyando al saurio radiactivo.
Para crear esta gran traca final era necesaria una jugada que movilizara a los espectadores. Se decidió reunir a los 4 pilares básicos de la saga de nuevo (y por última vez) : Ishiro Honda, regresando a la dirección de su criatura, Eiji Tsuburaya, a los efectos especiales, Akira Ifukube a la banda sonora y Tomoyuki Tanaka, en producción.
Tras dos films de ambientación selvática, era evidente que la audiencia reclamaba volver a los terrenos de la destrucción masiva urbana, así que se recuperaron las tramas de invasiones extraterrestres controlando a esta vez no 1, ni 2, ni 3... sino a ¡¡¡11 monstruos!!!; y ahora la amenaza es global porque se incrementaría el presupuesto para que se pudieran construir maquetas de las principales ciudades del mundo, y así las simpáticas bestias gigantes pudieran destruirlas.De estas premisas nació el clásico Invasión extraterrestre, aunque como pudimos ver, ni mucho menos acabó con la saga.
En 1999, la UNSC (United Nations Scientific Council) ha reunido a todos los grandes monstruos en una zona de la isla de Ogasawara denominada Monsterland, con el objetivo de estudiarlos a fondo, controlándolos mediante un complejo campo electromagnético. Sin embargo los Kilaaks, una raza extraterrestre, pretende esclavizar la Tierra y boicotea los sistemas de comunicación de la isla y controla mentalmente a los monstruos, que se lanzan a una frenética carrera de destrucción por todo el mundo.

Godzilla se pasea de nuevo por Tokyo
Invasión extraterrestre es un film que ofrece muchos elementos atractivos para el fan. La idea de presentar una Monster Island donde están recluidas y aisladas todas las bestias es muy sugerente, y se explotaría en futuras producciones.
La posibilidad de poder ver a los monstruos destruyendo las principales ciudades del mundo (Godzilla ataca New York, Rodan a Moscú, Gorosaurus a París...) es fantástica, y debido a esto, el film vuelve a ser una orgía de destrucción como en los viejos tiempos, teniendo como clímax la obligada secuencia de destrucción de Tokyo realizada por 4 monstruos a la vez (Godzilla, Rodan, Manda y Mothra). Se intenta dar un elemento humano vistoso y entretenido en la linea de Los monstruos invaden la Tierra (1965), pero quedándose a medio camino a nivel de interés. El diseño de las extraterrestres Kilaaks es deliciosamente naif.
Todo esto hace que los primeros 40 minutos del film sean sorprendentemente entretenidos pero... una vez Tokyo es destruida, la historia se centra en la odisea de los héroes humanos intentando vencer a los Kilaaks, paseándose con su cohete por unos alargados minutos que hacen decrecer el interés. De hecho, el propósito de Honda era aumentar aún más los minutos de los monstruos en el film, pero el presupuesto, a pesar de ser superior a anteriores entregas, apretaba e hizo añadir más escenas con los humanos. 
La magnífica batalla final
La historia tampoco es muy original a estas alturas. Se repite la misma de la clásica Los monstruos invaden la tierra, sólo que con el triple de monstruos. Los efectos especiales son ya bastante decadentes y muy de cómic, pero consiguen buenos momentos especialmente en los momentos de destrucción.
A pesar del bajón de ritmo en su parte central, el film se recupera con una escena final que es sin duda maravillosa y clásica, como es la reunión de todo el bestiario de la saga juntos y revueltos en las faldas del Monte Fuji, metiéndole una soberana paliza al dragón de tres cabezas, Ghidorah (10 contra uno, pues claro...); una batalla irresistible.
Además, Akira Ifukube vuelve a salirse con una sintonía musical que se ha convertido en mítica con el paso de los años y hace erizar el bello corporal de nuevo.
Invasión extraterrestre es repetitiva, la parte humana cojea en algunos momentos, pero supone un festival de monstruos inigualable, hecho con amor y cariño por parte de sus responsables. Un homenaje con corazón a unas criaturas gigantes que llevaban pisoteando los cines de todo el mundo durante 15 años.

Los 4 cracks: Ifukube, Honda, Tsuburaya, Tanaka y sus criaturas
Y ahora algunas curiosidades. Algunos de los trajes de los monstruos más "oscuros" o poco conocidos como Varan o Baragon, estaban muy deteriorados por lo que sus apariciones son bastante cortas y de fondo. La cabeza de Manda, la serpiente gigante, se parecía demasiado a Ghidorah, por lo que se remodeló. En EEUU, el film se tituló con el mítico título de Destroy all monsters y gozó de una fuerte proyección internacional por lo que se convirtió para el resto del mundo en una de las entregas más recordadas de la saga. No pasó lo mismo en Japón, pues solo 2,5 millones de espectadores acudieron a ver el film.
Invasión extraterrestre marcó el fin de una era para el kaiju, pues a partir de aquí todo fue cuesta abajo.
(Redactado por Adrián Roldán)
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