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miércoles, 5 de diciembre de 2018

THE DISASTER ARTIST (2017)

Con la concha de Oro de San Sebastián bajo el brazo, "The Disaster Artist" aterrizaba en Sitges para sorpresa de muchos, dentro de la maratón nocturna del último sábado. Desde su pre-producción hemos seguido con atención su desarrollo, pues en cuanto vimos que el guasón de James Franco ponía su lente en la ¿inolvidable? cinta de culto de Tommy Wiseau, entendimos que la espera valdría la pena. Y así ha sido.
Ante todo cabe aclarar que el film de Franco sólo se podrá disfrutar en su plenitud si previamente se conoce la desastrosa pero extrañamente irresistible pseudo-película del rocambolesco Wiseau.
Lo sencillo era huir despavorido de aquel disparate que filmó en 2003 el inefable Tommy, y por descontado también lo más saludable y prudente. Pero en una inexplicable alineación astral, todo aquello que fue "The Room", de mal hecha, filmada, montada, ideada e interpretada, se transformó en otra cosa, del todo incontrolable, que adquirió vida propia, transformándose en un monstruo del anti-cine con un efecto maravilloso, una excepción entre un millón que la convirtió en cinta de culto al instante.
Las circunstancias de aquel rodaje fueron un auténtico despropósito, un capricho temerario de un personaje enigmático con mucho dinero del que apenas se conoce nada, ni su procedencia (aunque algunas fuentes apuntan a Polonia), ni su estatus social o familiar ni de dónde ha obtenido su fortuna (él mismo financió el proyecto de su bolsillo, superando los 6 millones de dólares).
Todo eso, unido al desarmante resultado fílmico que fue "The Room", impulsaron a James Franco a retratar su propio Ed Wood, a dibujar un personaje que de pésimo y patético, se convierte en apasionante. Un chapucero inconsciente que se hace pasar por alguien de Nueva Orleans (todo indica que simplemente pasó allí una temporada), mal imitador de James Dean y de impredecible comportamiento, que sin embargo cautiva y despliega un carisma especial, que obliga a observarlo con atención.



"Disaster artist" mueve con inteligencia sus piezas, siempre respetando la figura de Wiseau pero repasando con incisivo humor su trayectoria en el cine, dándole cierta perspectiva filosófica e incluso atreviéndose a indagar sobre los valores de la amistad, algo que según parece, es fundamental para Tommy.
Una vez aceptas las normas, entiendes el cometido y logras conectar con la película (si es en grupo mejor que mejor, pues es una experiencia colectiva), la diversión está asegurada, ya que esa arrolladora atmósfera de comedia involuntaria que fue The Room, se traslada con acierto en la cinta de Franco, lo que es, sin duda, todo un éxito. Por último destacar el esfuerzo del actor norteamericano por mimetizarse con Wiseau, uno de los puntos fuertes de su película, y quizás uno de los papeles de su vida. Y no es broma...

martes, 4 de diciembre de 2018

CANIBA (2017)

Los responsables del documental "Caniba", el británico Lucien Castaing-Taylor y la suiza Verena Paravel, estuvieron presentes en la Sala Tramuntana (Festival de Sitges'17) y nos hicieron una breve introducción, de manera excepcional, pues casi nunca se prestan a tales menesteres. Su nuevo trabajo prometía emociones fuertes y hacernos pasar por una experiencia estomagante, y de algún modo lo fue, pero no de la manera que supongo ellos esperaban...
El documental explora y trata de analizar la mente de un criminal antropófago, y se atreve a aproximarse a una figura imposible de olvidar, la del japonés Issei Sagawa (y de paso a su hermano Jun, otra pieza de museo). Issei, mientras estudiaba literatura en la Sorbona parisina en los años 80, se encaprichó de Renée Hartevelt, una hermosa compañera holandesa que, pese a dejarle bien claro que no estaba interesada en él, accedió a cenar en su casa el 11 de junio de 1981.
Tal cortesía fue letal, ya que tras asestarle un golpe en la cabeza con un martillo, Issei la hizo picadillo, la exploró post-mortem (me ahorro detalles, obviamente) y se la zampó poco a poco, lo que le provocaba una enfermiza y reconfortante sensación de proximidad amorosa, idílica y retorcidamente romántica.
No fue difícil detenerle y condenarle, pero por un malabarismo legal incomprensible, el nipón vive ahora tan tranquilo en Tokyo junto a su hermano, que a su vez merecería otro documental para él solito, ya puestos.
El menor de los Sagawa, de ahora 68 años, consciente ya de su repulsiva condición, nos relata sin despeinarse cómo fue todo aquéllo, qué le impulsó y por qué ya no lo volvería a hacer, pese a no poder evitar pensar en atrocidades día sí, día también (algunas, según relata, inconfesables por su extrema crueldad).
Sin duda la concepción del documental es más que sugerente, morbosa y llamativa, y aunque nos provoque rechazo social en mayor o menor medida, todos queremos indagar y saber un poco más sobre el enajenado japonés (o eso creo).


Lo que sucede es que el tándem de hipsters Lucien &Verena filman acorde con el asunto, o sea, incómodamente. Planos detalle o primerísimos primer planos desenfocados y movidos sobre la tez del protagonista, silencios prolongadísimos, secuencias en vacío y trucos desesperantes explorando espacios nos sitúan entre la pequeña línea del aburrimiento y el hastío el 95% del metraje, provocando el murmullo en el público, nervioso por ver que no pasa ni dicen nada en pantalla.
Puedo llegar a comprender que la pareja de "auteurs" huya de lo políticamente correcto como objetivo de su autoría, incluso que pretendan romper todo tipo de convencionalismos formales, no caer en lo cómodo y lanzarnos un nuevo reto fílmico, pero el resultado no es otro que un efecto somnífero, casi narcótico en la audiencia (y mucho abandono de sala).


La historia de uno de los más célebres antropófagos confesos es fascinante, no lo pongo en duda, y se agradecen esos pequeños momentos WTF que contiene el film (un repaso al manga creado por el mismo Issei relatando lo acontecido (¡de ver para creer!), secuencias pornográficas o incomprensibles parafilias), pero en conjunto se trata de un trabajo muy irregular, por momentos insoportable y que desborda cierta pedantería en su puesta en escena, más caprichosa y experimental que funcional.
Me quedo con el temerario intento de arrojar algo de luz sobre el comportamiento caníbal en el ser humano, lo que ha supuesto acercarse de la manera más desprejuiciada posible a tan complejo sujeto y la reflexión final sobre el verdadero sufrimiento de una mente tronada, tan compleja y dañada que se autodestruye día a día, tratando de controlarse.

sábado, 1 de diciembre de 2018

MY FRIEND DAHMER (2017)

La vida de Jeffrey Dahmer, conocido en EEUU como "El carnicero (o caníbal) de Milwaukee", ha dado lugar a diversos documentales, películas, libros e incluso una novela gráfica, y es uno de los asesinos en serie más despiadados y tristemente famosos de la historia reciente.
Dahmer, prematuramente alcohólico, de sexualidad reprimida y del todo inadaptado, asesinó, troceó, violó, y a veces se merendó, al menos 17 hombres (la mayoría jovencitos), entre 1978 y 1991. Sentía un incontrolable impulso de consumir carne joven, pues eso le provocaba sus mejores erecciones, y después hervía sus cráneos para coleccionarlos en forma de cuencos, para sentirse más cerca de sus "favoritos".
Condenado a 15 cadenas perpetuas e irónicamente asesinado por un preso mientras cumplía su pena con tan sólo 34 años, Jeffrey Dahmer sigue siendo un caso a estudiar a día de hoy, provocando naturalmente la repulsa del mundo entero pero también fascinando a otros tantos, atraídos por este sociópata de tan desquiciado cerebro.
Ahí es cuando aparece el dibujante Derf Backderf, ex-compañero de Jeffrey durante la escuela e instituto, que poco tiempo después de la muerte del citado carnicero, creó una novela gráfica sobre sus años de estudiante, consiguiendo muy buena acogida crítico-comercial y dando lugar, el pasado 2017, a su traslación cinematográfica de la mano de Marc Meyers, que nos presentó el film él mismo en el marco del Festival del mismo año.
Si bien la figura de Dahmer ya había tenido una adaptación previa protagonizada por Jeremy Renner en 2002 titulada "Dahmer, el carnicero de Milwaukee", ésta no consiguió sino repasar de manera burda y con brocha gorda ciertos episodios aislados de sus homicidios, señalando tan sólo algunas ideas simplistas sobre su psicología y quedándose en la mera anécdota de lo escabroso, siendo un film mediocre y sin mucho mayor interés.



La nueva versión, obviamente comprendida en los años de instituto que repasa la novela, seduce más por su amplia perspectiva neurótica, siempre tratando de enfocar su trastocado comportamiento social con cierto respeto y humor, pero a la vez con sentido de la responsabilidad crítica, esquivando aspectos excesivos y sugiriendo más que mostrando (como en la acertada y enigmática secuencia del coche, con Jeff y sus manos manchadas de "pintura"). Lamentablemente el patetismo del personaje se adueña del film allá por su meridiano, y acaso ahí se debilita, pues se detiene demasiado en subrayar algo que, por repetirlo, nos termina agotando.
Podríamos decir que la película funciona razonablemente bien debido a que ya sabemos de antemano quién es el personaje, pues de lo contrario, sólo se apreciará un film más sobre nerds de instituto haciendo sus "mongolismos" y palpitando sexo.
Se agradece el esfuerzo del cineasta al frente por rodar en la verdadera casa de Dahmer, su barrio real y retratar lo más rigurosamente posible su situación familiar (su madre salida de un manicomio, padres al borde del divorcio...), incluso el uso de la música acorde a sus gustos originales, pero la película no alcanza mayor entidad que la de ser una adaptación curiosa y medianamente entretenida de una novela gráfica, restándole cierta personalidad y por supuesto, originalidad.

viernes, 30 de noviembre de 2018

UNA ORACIÓN ANTES DEL AMANECER (2017)

Es el turno de abordar una de las proyecciones más contundentes y angustiosas del pasado año, la co-producción franco-británica "A prayer before dawn", del parisino Jean-Stéphane Sauvaire. En su búsqueda continua de plasmar realidades incómodas, el francés apunta ahora su objetivo hacia la figura de Billy Moore, un británico que luchó por sobrevivir en una infernal cárcel tailandesa, tratando de canalizar su horror personal a través de la práctica del deporte, en este caso el boxeo.
Despojada de cualquier lubricación comercial, el film literalmente nos sumerge en su aterradora realidad, llena de injusticias, torturas psicológicas, violencia y muertes. Un auténtico descenso a los infiernos en una lucha por salir vivo de la que seguramente sea la peor prisión del mundo, donde las leyes internas son escalofriantes (el suicidio es algo habitual), se comparte celda (por así llamarlas) con medio centenar de peligrosos presos amontonados y apenas existe higiene. Un verdadero calvario al que Moore, encarcelado por posesión de drogas, tuvo que hacer frente.
Un drama intenso, incómodo y durísimo, como pocos he visto, tratando con mucho rigor sus experiencias y sin recurrir a ningún tratamiento suavizador, recreando escenas que se sienten desde la butaca como un auténtico puñetazo al estómago, compartiendo las atroces vivencias que allí sucedieron.
Con los diálogos justos y unas potentes imágenes, "Una oración antes del amanecer" no está en absoluto diseñada para tener apenas recorrido comercial, sino casi como un grito de socorro usando su cine como herramienta para reclamar derechos humanos básicos, señalar el abuso de autoridad y hacernos reflexionar sobre el poco valor que tiene tu vida en lugares como ese.



Sauvaire es completamente coherente con la elección de su puesta en escena, siendo agresiva y sin concesiones, por momentos mareante, a veces molesta, con el claro objetivo de conseguir meternos en esa atmósfera opresiva y frustrante, llena de sangre, odio e inmundicia, tanto social como física, que allí se respira. Recurre acertadamente a no subtitular la mayoría de diálogos en tailandés en el interior de la cárcel, para así estar obligados a compartir el miedo y soledad de Moore en toda su aspereza y no cometer el error de musicalizarla como si del típico film de prisiones se tratase, dándole un tratamiento sobrio e incluso rácano al apartado sonoro.
Un trabajo difícil, realista, con cierta esencia documental, donde las escenas de lucha están en un segundo plano, y que sin duda no será plato de buen gusto para muchos, aunque lo será, y con la etiqueta de cinta de culto, para otros.

martes, 27 de agosto de 2013

CINECLUB SITGES 2ª TEMP : HANNAH ARENDT (2012)

Ya vuelve el cine gourmet a la Vila. Arranca de nuevo el CineClub Sitges.
Aún de resaca por aquella gran fiesta que fue Rocky Horror Picture Show el pasado 22 de agosto en l'Hort de Can Falç (que superó con creces todas nuestras expectativas congregando a más de 350 valientes), nos llega una nueva propuesta cinéfila que da el pistoletazo a la nueva temporada de este cada vez más consolidado CineClub.
Será el próximo jueves 5 de septiembre, a las 20:30h como ya es costumbre, y como no podía ser de otra manera, en el mítico cine Prado de Sitges.
El film escogido para la ocasión será Hannah Arendt (2012), de la berlinesa Margarethe von Trotta.
Esta reconocida actriz/guionista/directora alemana fue miembro del jurado del Festival de Venecia en dos ocasiones, y se ganó un puesto de honor en el llamado "Nuevo Cine Alemán" (junto a los Wenders, KlugeFassbender y compañía) gracias a su aclamado tercer film en solitario, Las Hermanas Alemanas (Die bleierne Zeit,1981).
Von Trotta, licenciada en bellas artes, mujer de fuertes valores políticos, divorciada por partida doble y ahora madre soltera con un hijo, consigue desde entonces mantener en su cine un discurso recurrente, de mucha coherencia estética, siempre a caballo entre el distanciamiento familiar y el daño político.
Los personajes femeninos vertebran absolutamente toda su filmografía (sobre todo lo concerniente a las relaciones entre hermanas), lo que en su día le llegó a ocasionar una oleada de críticas acusándola de hacer apología del feminismo, a lo que ella, como mujer inteligente que demostró ser, ni se molestó en debatir. Lo cierto es que sus vivencias personales impregnan todos sus trabajos cinematográficos, y pese a su fuerte condición alemana (lo que dificulta que sus films sean del todo comprendidos allende fronteras), su cine atravesó morales, murallas y pensamientos hace ya más de 30 años, haciéndose un hueco en el cine considerado d'auteur a lo largo y ancho de Europa.


Alternando en estas últimas décadas el trabajo televisivo (donde su condición de guionista tiene más salida) con modestos proyectos cinematográficos, este 2012 nos dejó una de sus mejores propuestas, Hannah Arendt.
El nuevo film de la bávara versa sobre la vida y pensamientos de la homónima filósofa de origen judío y reconocida teórica política, quién estuvo trabajando para el The New Yorker en el famoso juicio al criminal Nazi Adolf Eichmannn.La complejidad intelectual y los ideales filosóficos de Arendt sirven a Von Trotta como vehículo perfecto para retomar sus discursos favoritos. Política y humanidad. Guerra y paz. El Hombre y la Mujer.
Sin duda, estamos ante una película harto interesante, un biopic de elegante estilo alemán y sobria puesta en escena que tiene como telón de fondo la Segunda Guerra Mundial, al maltratado pueblo judío y que incluso se atreve a desempolvar unas duras imágenes de archivo del comprometido juicio acaecido en Jerusalem a principios de los sesenta.


Una experiencia cinematográfica tan dura como necesaria, estremecedora y veraz que filma Margarethe Von Trotta con pulso firme y que nos llega como siempre, en su V.O.S.
Arranca así pues la segunda temporada en CineClub Sitges, y lo hace con fuerza, decisión y valentía. Allí nos veremos el 5 de septiembre; acordaros, tenemos una cita con el buen cine alemán.

lunes, 11 de marzo de 2013

LA MIRADA DE JOHN CARPENTER

Una tenue luz titilante surge del interior de una gigante calabaza vacía, de sonrisa y mirada maléfica, símbolos inequívocos de brujería y malas artes. De manera sutil, la cámara nos aproxima hasta el detalle de sus ojos sin alma, acompañada de una inquietante melodía de sintetizador. El temor que a menudo provoca la oscuridad absoluta, se ve incrementado aquí por este objeto inerte, que parece cobrar vida.
Tras la calabaza, un rótulo nos ubica. Corre el año 1963 y estamos en Haddonfield, Illinois. Alguien acecha la casa de los Myers en plena noche de brujas. Un fabuloso plano secuencia, con tratamiento subjetivo, nos hace cómplices de lo que está a punto de suceder. Nos acerca a la casa, nos muestra desde la ventana lateral como una pareja se besa en un sofá. Segundos más tarde, los jóvenes deciden subir a la habitación del piso superior. La cámara no se detiene. Llega la hora de entrar, y tras bordear el lugar y acceder a la cocina por la puerta de atrás, nos hacemos con un cuchillo. La música incrementa nuestra tensión. Ya estamos dentro, y parece que sabemos a qué hemos venido.
El chico ya se marcha, no sin antes prometer tímidamente que llamará. La cita terminó. Subimos las escaleras y encontramos en el suelo una careta de payaso que nos cambia la visión. Ahora nuestra mirada se parcializa. Y allí está la chica, en su tocador, medio desnuda y peinándose mientras canturrea. Sin mediar palabra, le asestamos 9 frías puñaladas provocándole la muerte. Nos ha reconocido poco antes de morir, éramos Michael, su hermano de tan sólo 6 años. Y esto, es la noche de Halloween.
Así abre John Carpenter su film de terror más recordado, claro heredero del "Psicosis" de Hitchcock y que aglutina todos los ingredientes propios de su posterior trabajo cinematográfico. Podemos destacar dos conceptos recurrentes en el trabajo del cineasta; la figura omnipresente del “Mal” en cualquiera de sus formas y el asedio a los edificios, ya sean casas, apartamentos, iglesias, granjas, comisarias, instituciones mentales, estaciones en la Antártida o incluso en Marte.
En la citada “La noche de Halloween” (Halloween, 1978) Carpenter nos muestra el Mal a través del pequeño de los Myers, dibujando un ser humano desalmado, indestructible y verdaderamente aterrador. A lo largo del film, no veremos su rostro, siempre cubierto con una máscara sin expresión y atestiguaremos el continuo acecho hacia sus jóvenes víctimas, para más adelante cobrarse sus vidas en la oscuridad de sus hogares.

Una visión subjetiva de cámara abre el film "Halloween"
Visión tras la máscara de payaso en el joven Michael Myers
Los recursos técnicos y/o estéticos más reincidentes en “La noche de Halloween” son sin duda el uso de la cámara subjetiva, de la steady-cam, los planos desde el interior (o encima del capó) de un automóvil, los travellings laterales con profundidad de campo y de esa omnipresente música de sintetizador, amén de los helicópteros, la pérdida de línea telefónica o la figura del anti-héroe (aquí personificada por el mítico Donald Pleasence en una versión aterrada de Van Helsing).


Dos años antes, en su segundo film como realizador, “Asalto a la comisaría del distrito 13” (Assault on precinct 13, 1976), Carpenter plantea un ejercicio visual muy próximo al tono citado. Arranque en plano subjetivo (el tiroteo en el callejón), uso reiterado desde el interior del coche o el capó, travellings laterales diversos, asedio a un edificio (en este caso, la comisaría del título), una representación constante del Mal, que aquí viene dado por la banda de asesinos sin escrúpulos que matan incluso niños sin pestañear y como no, su atrincheramiento final en el recinto. Como bien cabe subrayar, de nuevo recurrirá a los helicópteros, los teléfonos cortados o al anti-héroe reivindicado (el irónico convicto Napoleón Wilson).


Tampoco faltarán estos elementos en su mejor obra hasta la fecha, la claustrofóbica monster-movie “La Cosa” (The thing, 1982), un inteligente remake que Carpenter dedicó al clásico “El enigma de otro mundo” de 1951 y que incluso refleja mejor que nunca estos ingredientes, nutriéndose de ellos para lograr un resultado fascinante. En este caso además de los recursos nombrados, hay un uso espléndido de la luz en el interior de la estación antártica, se le otorga una nueva dimensión a lo maligno (aquí, un extraterrestre descongelado por accidente fagocita y aniquila al grupo de científicos) y se acentúa la figura del falso héroe, situando a todos los supervivientes en una misma tesitura moral; ¿quién de ellos está infectado?.


Resulta ciertamente interesante acercarse al universo de Carpenter y encontrar esos puntos de conexión inherentes a su obra, ya que salvo excepciones (el biopic de Elvis Presley, la floja e impersonal “Starman” o la prescindible “El pueblo de los malditos”), todas las películas del pintoresco neoyorquino encierran un mundo propio, personal y fascinante donde el Mal siempre acecha, se obliga a los protagonistas a encerrarse en fortines y donde el uso del teléfono (o similares) deviene fundamental.
Un universo donde Carpenter ha decidido plantar sus raíces y desde el cual nos regala su peculiar visión del cine.

martes, 12 de junio de 2012

EL JOVEN BRUCE LEE (2010)

La vida de Bruce Lee se podría definir como corta pero intensa, la existencia de un hombre que llegó a cumplir su sueño de ser una estrella y que luego nos dejó huérfanos a todos tras su prematura muerte, cediéndonos el mayor legado conseguido por un oriental en la historia del cine y las artes marciales.
Como ya comenté en su momento al postear "Dragón: La vida de Bruce Lee", el film biográfico de la estrella por excelencia presentaba algunas carencias (y me cito a mí mismo "...y olvidando otros de mayor interés (sus combates callejeros de pequeño, sus líos con la Triada o sus obsesiones con la perfección de su arte), que aquí pasan totalmente inadvertidas)", y parece que alguien pensó lo mismo, pues en 2010 se filmaría curiosamente esa parte de su vida que se decuidaba tanto en el biopic norteamericano.
El film que presento a continuación es una producción Hongkonesa de considerable presupuesto y sorprendente veracidad, pues su propio hermano menor narra las vivencias en primera persona y las localizaciones son muy cercanas a las originales (incluida la de su verdadero hogar), por no hablar de los datos que únicamente la familia puede aportar.
Ya desde niño, Bruce estuvo delante de las cámaras, (incluso de bebé), gracias a que sus padres tenían contactos en el mundo del espectáculo. Su prematura "fama" (de crío ya le llamaban -pequeño dragón-) ocasionó que no fuera un niño corriente, y desafiaba las normas de manera constante (siendo castigado otras tantas, como podemos imaginar) demostrando además ciertas dotes de liderazgo innatas y casi podríamos decir que involuntarias.
Sus pinitos en el cine chino, sus primeros enfrentamientos callejeros, el despertar de sus sentimientos y la problemática con las Triadas (por fin se despejan ciertas dudas), engloban el film biográfico más riguroso de la infancia del astro, y esta vez, sin dar prioridad a su archifamosa destreza marcial (aunque se explican cosas interesantes).

Ante tal propuesta, cualquier amante de Bruce Lee estaría absolutamente encantado y plenamente entusiasmado con la idea de saber más acerca de la adolescencia de su ídolo, con datos inéditos en el resto de films sobre él.
La película da comienzo con unos títulos de crédito estupendos, de magnífica fotografía y extraña delicadeza visual, casi poética, dentro de la casa de los Lee. La etapa del Bruce niño es la mejor de todas, con sus gamberradas y correrías llenas de alegría y simpatía, y es una verdadera pena que sea la que ocupe menos metraje, algo que en mi opinión, es un fallo garrafal, visto lo visto.
Una vez superado ese episodio, nos presentan al Bruce adolescente (Aarif Rahman, una extraña elección para el papel protagonista, pues es hijo de una china pero corre sangre árabe y malaya por sus venas), que nos transmite algo bien distinto a lo que teníamos en mente (aún no sé si para bien o para mal, la verdad).
Sus amigos serán una parte importantísima en el desarrollo de la trama, pues debido a la drogadicción de uno de ellos, nos explicarán cómo Bruce se ve envuelto en asuntos turbios con la Mafia china y con diversos personajes indeseables.
El bajón de ritmo narrativo en esta parte es una realidad, con pequeñas briznas de interés en su global, sí, pero despegando de su trama a los menos enamorados de la estrella (además, las interpretaciones chinas están alejadas de nuestros cánones y todo nos parecerá algo teatralizado). Gracias al componente marcial (Bruce recibirá clases de kung-fu), la película recobra el vuelo perdido y asistiremos a los principios en la lucha de Lee con un combate contra un boxeador extranjero que lo reta.


Su primer encontronazo en un ring roza el rodaje epiléptico y en exceso nervioso, nada convincente, pero la venganza en un lugar más apropiado más adelante, se convertirá en la verdadera guinda de la cinta, el momento que todos (lo confiesen o no), estaban deseando ver, las habilidades en la lucha del joven Bruce Lee (con tics famosos incluidos y además, con un gato contemplándoles, claro guiño a la lucha con Norris en el Coliseo).
Lo más destacable de la cinta Hongkonesa es su peculiar fotografía con colores apagados, tonos sepia incluidos que podría acercarnos más a la década de los 40/50 en ambientación. Todo un acierto en mi opinión. La profesionalidad en todos sus aspectos técnicos también es evidente, pero no hay rastro de ningún tipo de personalidad destacable ni tampoco de algún síntoma diferencial con el grueso de producciones chinas coetáneas.
Sí que me gustaría hacer un inciso en sus créditos finales, del todo sugerentes, creando un buen contraste entre fotografías reales de Bruce y sus idénticos momentos en el film, sin duda, un bonito gesto hacia la familia. En definitiva, un film bien realizado, con momentos disfrutables pero que no se adentra en el Bruce como ser humano, sino más bien repasa algunos sucesos y circunstancias de su vida adolescente, convirtiendo su visionado en una experiencia superficial muy cercana al cine televisivo.
Muy recomendable pues para el insaciable hambriento de la figura del "pequeño dragón", pero a buen seguro que será poco convincente para el menos entusiasta, que no reconocerá al Bruce Lee que espera ver.


viernes, 8 de junio de 2012

HITLER, EL REINADO DEL MAL (2003)

Biopic de 3 horas sobre los inicios políticos de Hitler filmados con auténtico carácter televisivo (medios limitados, narrativa comprensiva y clara, actores de segunda línea...) pero que sin embargo, guarda más de una sorpresa agradable que la dignifica sobradamente.
Nacida como una co-producción entre Estados Unidos y Canadá, "El Reinado del Mal" fue filmada en Europa (República Checa y Suiza) y dirigida por el canadiense Christian Duguay, un cineasta irregular que se echaba a la espalda cualquier proyecto por encargo que hiciese falta (ahí están sus Scanners 2 y Scanners 3...).
El film engloba desde la infancia del dictador hasta su llegada al poder, pasando por las épocas de su vida que mayormente se desconocen (su participación en la Primera Guerra Mundial, sus extrañas relaciones sentimentales o sus inicios en la oratoria en cervecerías de enclave clandestina), y repasando su desbordante locura e incluso haciendo un esfuerzo mayúsculo para explicarnos de "dónde" podría provenir su enfermiza postura política.
Con los títulos de crédito iniciales, y casi sin darnos cuenta, ya nos habían mostrado la dolorosa y delicada infancia del niño Adolf, maltratado por su tío y desatendido hasta niveles preocupantes, pero dejándonos ver el nivel de maldad que albergaba la criatura, que tenía una expresión ya casi diabólica (exagerando la realidad, para que se entienda, como dijo Billy Wilder). En plena adolescencia y una vez en el frente, se descubre como un soldado desafiante y firme como pocos, capaz de llevar sus ideales mucho más allá de lo normal.
El joven Adolf asciende pues rápidamente por méritos diversos, entre ellos la suerte del que menos la merece (la escena del apaleamiento al perro nos duele en el alma a todos), y tras sentirse desencantado con las decisiones bélicas de su país tras la guerra, se convierte en un férreo portavoz del nacionalsocialismo tan hábil y convincente como peligroso y decisivo para el futuro de su nación (aunque no era alemán, sino austríaco).
La película se podría describir como históricamente rigurosa, ( sin entrar en la descripción y/o concepción de la psicología de Hitler ) debido a su intención de constatar momentos exactos con precisión milimétrica (horas inclusive) y a su estilo cercano al documental, haciéndola entretenida a la vez que sencilla y lineal (que no simplista).

 
Con un trabajo complicado de montaje (debido en gran parte a lo abultado de su metraje) y un actor principal muy correcto (ese Robert Carlyle tal alejado de su papel cómico en Full Monty), consiguen tapar algunas carencias de menor relevancia como la intensidad de sus imágenes (no hay ninguna para el recuerdo), la bien disimulada superficialidad del genocida ( se intenta pero no despierta tanto odio como debería ni tanta fascinación como para entender al pueblo llano alemán) o algunas ambientaciones, regulares como máximo.
El lenguaje político usado en el film es comprensible y adecuado, capaz de despejarnos dudas acerca de circunstancias borrosas de los libros de historia (su estancia en la cárcel, sus asuntos con los altos mandos del Estado o sus hipnóticas oratorias tan gestuales como rabiosas), que compensan algunos episodios más desdibujados (la relación amorosa con Eva, el origen de la esvástica o el porqué de ese bigote tan característico).


El hecho de no plasmar las atrocidades que realizase el führer con total realismo se echa en falta (al menos yo), el no mostrarnos sus lascivias sexuales (que las tenía seguro) tampoco gana enteros, y subrayar que tal vez no era tan malo como todos creemos, la desestabilizan y le hacen perder credibilidad y objetividad como no se merecía.
También me gustaría aclarar que la caracterización de Carlyle como Hitler está muy bien realizada, en su gestualidad y expresión sobre todo, pero no es adecuada en cuanto a peso y talla (aquí está muy delgado y es demasiado alto quizás).
La anecdótica participación de Peter O'Toole (da lástima verlo pobrete) como Hindenburg da además un pequeño aliciente cinéfilo al film, que como es costumbre en películas televisivas, rescatan a grandes actores para minúsculos papeles con el claro objetivo que ya os imagináis.
Hitler, el reinado del mal es mejor película de lo que parece, con incluso algunas
secuencias trabajadas (esos speeches en la cervecería) y otras no tanto, pero interesantes de todas formas. Recomendable pues a los interesados en ese pedazo de historia y en ese pedazo de......que fue el canciller. Ahí lo dejo.

viernes, 27 de enero de 2012

MONOGRÁFICO BRUCE LEE (1940-1973)

En una época en la cual toneladas de información está a nuestro alcance más inmediato gracias a internet, me gustaría aclarar que mi intención con este pequeño apartado no va más allá de intentar recopilar el trabajo cinematográfico del gran Bruce Lee y repasar brevemente su corta vida, así como ordenar su filmografía personal desde nuestro más humilde punto de vista.
Lee Jun-Fan nació el 27 de Noviembre de 1940 en San Francisco únicamente por razones fortuitas, ya que sus padres trabajaban con la Ópera China Cantonesa y se encontraban casualmente de gira por el continente americano.
Una enfermera le otorgó el nombre de Bruce, que él descubriría 12 años más tarde en Hong-Kong y que finalmente sería su nombre artístico, con el que se le conocería en todo occidente (en China, la gran mayoría de la gente aún le llama por su nombre oriental).
Desde bien niño comenzó a intervenir en películas chinas de bajo presupuesto (básicamente de género romántico), y como es evidente, de extra en la mayoría de ellas. Su primera aparición en pantalla fue con tan sólo 2 meses de vida, consiguiendo pequeños papeles en una veintena de ellas a lo largo de su juventud.
Bruce con el maestro Yip Man
Sus continuas peleas callejeras con pandilleros y gente de mala estirpe provocaron que se interesara en el mundo de las artes marciales, de la mano del maestro Yip Man y llegando a competir en certámenes oficiales de lucha con éxito (también se proclamó campeón de cha-cha-chá, por muy extraño que parezca).
Cumplidos ya los 18 años, y según su padre, para evitar que se acabara uniendo a la peligrosa Triada China (la Mafia de aquellos lares), lo enviaron a los Estados Unidos a estudiar, donde reclamaría su nacionalidad y comenzaría su verdadera leyenda.
De San Francisco viajó a Seattle, donde enseñaría su filosofía marcial a unos pocos interesados, primero de manera informal, en el exterior o en casas ajenas y más adelante en su propio gimnasio en California, con cada vez más repercusión popular.
Por aquella época se salvó del ejército debido a tres razones; era miope, tenía los pies cavos y le detectaron un testículo más alto que otro,  por lo que se libró de ser alistado. Se uniría en matrimonio con una alumna suya, Linda Emery (pasaría a llamarse Linda Lee) y se trasladarían a Oackland, California, para crecer mucho más y abrir su propio establecimiento de enseñanza.
Se toparía entonces con la oposición de la comunidad china, que le reprocharían el hecho de divulgar conocimientos milenarios a extranjeros, con las consecuentes rivalidades que eso conlleva, y que por tradición, se solucionan con un combate entre maestros.
Cartel original chino del primer éxito de Bruce, Big Boss
Bruce, entonces con 24 años, vence a su contrincante pero aprende que necesita ganar resistencia, ya que se sintió agotado por la duración del combate y además, salió malherido del mismo. Mientras trataba de labrarse un futuro como instructor marcial, conseguiría pequeños papeles en series norteamericanas, siempre como el asiático experto en kung-fu con pocas o ninguna línea de diálogo, pero abriéndose camino en el cine.
Es al cumplir 26 años cuando empieza a aparecer en series como Batman, el Avispón Verde (The Green Hornet), Ironside o Longstreet, hasta que llegó su primera colaboración en un largometraje gracias al film "Marlowe, detective muy privado (1969)" con una hilarante interpretación en tono burlesco, muy distanciado de sus futuros papeles.
Una falta de rigurosidad por parte de las productoras americanas, que le robaron su idea de la serie "Kung-Fu" (al final, protagonizada por el occidental David Carradine) propició que escuchara ofertas en Hong-Kong y se trasladara allí a rodar el 90% de su filmografía relevante.
Ya en 1971, con 31 años y 2 hijos, Brandon y Shannon, un Bruce Lee con cierta fama en China realizaría su primer y gran éxito en oriente, "Karate a Muerte en Bangkok (The Big Boss) (1971)".
Tras la enorme repercusión de dicho film, Bruce Lee se ganó la cúspide de la popularidad china, y lo catalogarían ya de héroe nacional.
Pocos meses después, el mismo director de Big Boss, Lo Wei, se pondría manos a la obra con su siguiente film, titulado en nuestro país como "Furia Oriental" pero conocido internacionalmente como Fist of Fury, con el que Lee se acabó de consolidar en el mundo del cine orientado a las artes marciales (además, se ganó al público venciendo a maestros japoneses en el film, hecho que al pueblo chino le entusiasmó).
Lanzado de pleno al mercado oriental, Bruce dirigió un film propio, "El Furor del Dragón (1972)" (conocida como Return of the Dragon) que bien podría alardear de ser su segunda mejor película y quizás, la más recordada. La colaboración de un actor norteamericano en dicho film, el novato Chuck Norris, (ex-campeón de karate y reconocido artista marcial) provocó que el público yanki reparara en la película y poco después le propusieran filmar una obra de mayor presupuesto, pero esta vez, con dinero americano.
La idea era filmar la película más ambiciosa de artes marciales jamás rodada, con verdaderos maestros de diferentes disciplinas y un despliegue de medios sin parangón dentro del emergente género del "Eastern".
Bruce aceptó (no sin antes dejar claras sus condiciones) y se metió de lleno en el rodaje de "Operación Dragón" (Enter the Dragon, 1973), aparcando otros proyectos a medio hacer como luego veremos.
El rodaje de dicha película desgastó sobremanera a Bruce, que perdió muchísimo peso en el proceso (de hecho, la primera escena del film es, en realidad, la última en ser filmada, y se puede apreciar una preocupante delgadez).
Si bien es cierto que la película está considerada en nuestros días como su mejor trabajo, también se puede decir que lamentablemente fue el último, ya que fallecería de un edema cerebral antes incluso de poder asistir a su estreno.
La inesperada muerte de Lee el 20 de julio de 1973 (provocada por una reacción adversa a un fármaco), suscitó multitud de leyendas que alimentaron un mito aún vigente en nuestros días, y dieron lugar a innumerables conjeturas a cada cual más retorcida (hay gente que, como con Elvis, aún cree que está en las Bahamas tomando el sol).
Su prematuro deceso originó un imparable oleaje de cintas orientales con bochornosos clones de Bruce Lee, acaparando casi por completo el género y usando su persona de maneras bien diferentes, en el fenómeno que se denominaría la "Bruceploitation" (explotar el filón Bruce Lee al máximo).


Son muchos los que se sumaron a este nuevo cauce comercial y el panorama se inundó de diversos clones parecidos (o no) al mítico Lee. Nombres como Bruce Le, Dragon Lee, Bruce Li, Bruce Thai o Bruce Lea, entre otros, acamparon en el mercado indiscriminadamente e hicieron de su memoria un imperdonable e insultante batiburrillo de patrañas cinematográficas sin el más mínimo rigor ni calidad.
Cintas como "El Dragón Ataca" de 1977, donde el alma del malogrado Bruce baja a los infiernos, se alia con Popeye y combate contra Drácula, Clint Eastwood, Emmanuelle, James Bond o el reparto de la saga de "El Padrino" (sí, os juro que va en serio), "La Saga de Bruce Lee" del mismo año, donde lo clonan por partida triple o la surcoreana "Bruce Lee lucha desde la tumba" en 1976, con un Bruce Lee zombie (ver portada a la derecha), son un claro ejemplo de lo ínfimas que podían ser esas producciones. Con toda seguridad, la figura del joven maestro ha sido ( y sigue siendo) un recurso de contrastado interés general en las cintas de artes marciales de las últimas 3 décadas, y sólo desde un punto de vista acrítico y trash se pueden apreciar estas desesperantes producciones, tan infumables como irrespetuosas.
También hubo tiempo para construir nuevos films con escasos retales o imágenes del mito, como fue la aún decente "Juego con la Muerte" (Game of Death, 1978) o "Juego con la Muerte 2" (Game of Death 2, 1981), ya todo un despropósito sin ningún interés.
No fue hasta 1993 que no se realizara un biopic lo suficientemente sólido como para llamar la atención de nuevo, y acercarse bien intencionadamente a lo que llegó a ser la vida del icónico artista y filósofo oriental, desde el punto de vista de la viuda y con no pocos aciertos en su filmación. Me estoy refiriendo al film "Dragón, la vida de Bruce Lee", una disfrutable reconstrucción en tono dramático de su existencia desde una perspectiva poco objetiva.
Son muchas las películas y series de televisión inspiradas en su figura, e incontables las veces que su nombre sale a la luz, pero aún está por llegar la película lo suficientemente ambiciosa que consiga plasmar con auténtica rigurosidad la vida y obra de Bruce Lee.


Estatua conmemorativa de Bruce en Hong-Kong
Lo más reciente ha sido una fallida comedia titulada "Finishing The Game: The Search for a new Bruce Lee" (2007), que desaprovecha una original idea de base alrededor de un cásting para un film póstumo de la estrella (film aún inédito en nuestro país), la serie "The Legend of Bruce Lee" de 2008, que ofrece más garantías de calidad que ninguna otra aportación televisiva hasta la fecha o la producción Hongkonesa "El Joven Bruce Lee", un digno intento de retratar las desventuras de su niñez..
Infinidad de documentales y miles de referencias apabullan internet con el objetivo de  mantener con vida la esencia del mayor artista marcial de nuestro tiempo, que sin duda es una influencia imperecedera para millones de personas y el responsable de acercar la cultura china a los países occidentales, ahí es nada.
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