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lunes, 3 de diciembre de 2018

NOVEMBER (2017)

Tras el visionado de "November" (pre-candidata por Estonia a los Oscars 2018), abandoné la sala algo confuso, casi aturdido, con una extraña sensación de agotamiento psicológico por no haber comulgado del todo con su rarísimo discurso humorístico-folclórico, ubicado en parajes incómodamente inhóspitos, algunos casi de pesadilla.
Basada en el supuesto best-seller "Rehepapp", de Andrus Kivirähk, el film en mi opinión tiene un plus de complejidad fuera de sus fronteras, y al menos a mí, se me hizo cuesta arriba no sólo terminarla, sino también llegar a conectar con ella u obviamente entenderla del todo.
La historia de amor imposible entre una aldeana estonia y un joven que no la corresponde, todo dentro de un contexto mágico (ella recurre al ocultismo para conquistarlo), surrealista, en medio de un ambiente pagano y enfermizo, parece razonablemente atractivo. Si además se nos anuncia como una mezcla de comedia absurda, magia negra, hombres lobo y dueña un retorcido nihilismo, todo parece encajar.
Pero algo descarrila, quizás por su incomprensible arquitectura narrativa (funciona más bien a trompicones), su empeño en ser diferente o sacrificando un maravilloso uso de la fotografía en blanco y negro para explicar demasiadas cosas mal iluminadas (una lástima) y sin explotar del todo un sinfín de posibilidades.



No se le puede negar una carga dramática muy peculiar, de un romanticismo patético, y una reflexión divertidísima sobre las almas en pena que vagan por el bosque, y que a veces se instalan en objetos o animales. Todo ese conjunto de factores funciona, pero solo un rato, concretamente en su genial escena inicial, que nos auguraba quizás una obra maestra, ya que finalmente no se sostiene durante sus casi 2 horas de metraje (que nos parecen el doble en su tramo final).


En resumen, una película compleja, singular, bizarra, divertida a ratos y extrañamente atractiva, pero sin duda agotadora y desquiciante, que irá muy a gusto del espectador, y que será tan odiada como adorada, sin escala de grises. Entenderé al que la considere una obra maestra, pero empatizo más con el que la considere caprichosa y ensimismada de sí misma, más vacía de lo que aparenta.

domingo, 2 de diciembre de 2018

ERREMENTARI (EL HERRERO Y EL DIABLO)

El octavo día del pasado festival de Sitges 2017 amaneció con la fuerza y atrevimiento de "Errementari", una jugosa fábula vasca que nos llega apadrinada por Álex de la Iglesia, co-productor de la misma, y que a su vez significa el debut en la dirección del hasta ahora cortometrajista Paul Urkijo.
Confieso sin tapujos que desconocía del todo la  existencia de la leyenda del errementari (herrero en euskera), y quizás por esa razón me quedé completamente absorbido por su compleja maraña genérica y diversidad narrativa, su fresquísimo descaro cómico y esa enorme personalidad que posee, algo que agradecí acaloradamente.
Pero situémonos: en una región próxima a Álava, una década después de la 1ª Guerra Carlista (1843), un cargo del gobierno se persona para investigar un suceso en la herrería del pueblo. Allí habita casi como un ermitaño, en medio del bosque, un misterioso herrero llamado Patxi, considerado por los aldeanos como un asesino siniestro y solitario que incluso se relaciona con demonios. Accidentalmente, Usue, una niña huérfana del pueblo, se cuela en la herrería y destapará el increíble secreto que allí guardaba el herrero, para así cambiar definitivamente el devenir de la aldea.
Es de ley aplaudir, por encima de todo, su valiente capacidad para no obedecer los criterios establecidos por ningún género en concreto, pues merodea con desparpajo por varios de ellos sin llegar a someterse a ninguno. En ella encontraremos atractivos rasgos de un terror de cuento sombrío, fantasioso y distendido pero no por ello menos horripilante; también se percibe un estudiado tratamiento del entramado dramático, trasladando una fábula con niños de por medio, con la suficiente entereza e inteligencia como para que su peculiar y nada obvia moraleja tenga toda lógica, además de resultar muy adulta; y por último, pero no menos importante, es resaltar su excelente y nada convencional sentido del humor, casi diría que innovador, rebelde y muy sorprendente al que, por supuesto, acabé rindiéndome.



Agradezco muy efusivamente que no nos abrumaran con feos efectos digitales, y que el estupendo trabajo de maquillaje, aunque quede forzosamente guiñolesco, tuviera una fuerte impronta personal. Incluso en su tercio final, en la bajada a las mismísimas puertas del infierno, los juegos de iluminación y recursos de fotografía den una sencilla pero emocionante sensación de irrealidad, como de imaginario juvenil sin límites. Todo un gozo cinéfilo de difícil comparación, pues es única en su especie.
Resaltar el magnífico plantel actoral, empezando por el herrero, sobrio y acertadísimo Kandido Uranga, el demoníaco e inolvidable Sartael (Eneko Sagardoy) hasta la jovencísima Usue (Uma Bracaglia), todo un descubrimiento a su edad. Un film muy especial que proyecta una fuerte sensación de novedad, con una atmósfera de ensoñación y un poso final tan agradable como humilde. Una fiesta para los sentidos que si bien no enamorará a los más puristas, que seguramente no querrán/sabrán ser cómplices, sí merece mucha atención, tanto por su fuerza visual como por su sabia y variada conjunción. Arriesgada y simpática, destaca por ser una de las mayores sorpresas nacionales de la pasada edición del Sitges 2017.

jueves, 29 de noviembre de 2018

MAUS (2017)

El asturiano Yayo Herrero nos adentra con su cámara en un bosque plagado de minas en plena Bosnia-Herzegovina, de la mano de Alex y Selma (alemán él, natural de allí ella), una pareja al que su coche les ha dejado tirados en pleno follaje, mientras iban... de camino al aeropuerto (...).
La chica, sensible por haber sufrido una pérdida reciente, se aferra con mucha fe a su amuleto hamajlija, de origen musulmán, en consonancia con sus creencias religiosas, que asegura la protegerá de cualquier mal. Sin embargo, algo se esconde en el bosque, una presencia enigmática que parece perseguirles. Sea como sea, con la ayuda de dos inquietantes montañeros bosnios tratarán de salir de ese infierno infestado de trampas, aunque quizás sea para meterse en otro asunto peor.
"The Maus" es uno de esos casos en los que el pasado cortometrajista del director aún se percibe en su obra, siendo más bien una curiosa idea (los vestigios bélicos de la zona manifestándose como si de un ser se tratase), pero que se percibe en exceso estirada, un mediometraje alargado que flaquea y se derrumba por el cúmulo de minutos.
De entrada no creo que nadie tenga que atravesar ese bosque para ir al aeropuerto, y menos adentrarse en él sabiendo que está repleto de bombas anti-persona. Y ya puestos, tampoco le veo mucho sentido al problema con su vehículo, atrapado de forma estúpida en el camino, dando lugar a una premisa inicial metida con calzador, por no decir absurda.


Aceptando las cosas como vienen de todas formas, el film tarda poquísimo en quedarse estancado, casi sin ideas y las pocas que lanza, mal resueltas, pues ningún personaje razona o actúa como debería, sobre todo los dos rudos indeseables de la zona, que terminan incluso dominando como nadie la lengua de Shakespeare.
Un sobresalto en su guión hace que retomemos el interés, pero se tratará otra vez de una falsa alarma, pues lo que se antojaba como una experiencia de pesadilla, acaba por ser un discurso moralista, que respeta integridades, religiones, y terminar por ser, incluso, dogmático. Un incordio sin mayor interés, con un personaje central masculino muy molesto, aborrecible y de paso, abucheado en la sala tras su proyección.
Una película sin alma ni corazón, que nos propone un juego de lo más aburrido y soso, y al que no nos interesa sentarnos a jugar.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

LA PIEL FRÍA (2017)

Xavier Gens, responsable de la literalmente inolvidable "Frontier(s)", presentó en 2017 su quinto largometraje, por primera vez en co-producción hispano-francesa, adaptando la primera y exitosa novela del catalán Albert Sánchez Piñol, "La pell freda".
La trama de la misma nos sitúa a principios del siglo XX, donde un joven guerrillero irlandés, huyendo de la realidad de su país, acepta un solitario trabajo como oficial atmosférico en un islote frío y remoto en mitad del océano. El único habitante del lugar malvive en su viejo pero casi infranqueable faro, donde parece haberse recluido totalmente y ya roza la locura. El oficial, pocos días después de estar en su pequeña cabaña no muy lejos del faro, descubre que no están solos, pues unos seres de origen desconocido salen de noche con letales intenciones. Ambos estarán forzados a entenderse para seguir vivos, pues la amenaza es cada día más grande y la munición va mermando.
Ignoro si la adaptación rodada por el francés es fidedigna o no al original, pues no he leído el trabajo de Sánchez Piñol, pero imagino que a grandes rasgos el discurso narrativo y su concepción en general irán de la mano, aunque obviamente mis impresiones se verán reducidas a mi experiencia cinematográfica. Dicho esto, y entrando a valorar la cinta, admito que lo prometedor del inicio es de largo lo mejor de la misma. La llegada a la isla, la presentación de los dos personajes y lo rápido que se siente la atmósfera (rodada entre Lanzarote e Islandia), es muy esperanzador, a la vez que despierta realmente nuestra atención.
Sus abstractas semejanzas con el mito de Drácula la convierten en previsible llegados al cuerpo argumental, pero aún seguimos atentos al devenir de su aventura costera, ya salpicada de un poco de terror suave, algo de suspense y un humor con personalidad, muy necesario.



Quizás sea por ese inapropiado y aborrecible uso del CGI en su afán de crear decenas de seres (más adorables casi que los protagonistas), inventarse una pequeña historia de atracción sexual extravagante y el hecho de insistir una y otra vez en las pesadas secuencias de asedio, que el film se desinfla hasta cansar, y nos salimos de ella con frustración, agotados de no ver un desenlace en  mejores condiciones.
Cierto es que no se trata en absoluto de una película de carcasa vacía, ya que de ella se pueden extraer valiosos mensajes de toda índole (desde el viaje personal de su acertado protagonista, el miedo al diferente, los prejuicios sociales o lo intrínseco a la soledad), pero como experiencia cinematográfica se queda algo justa, resultando en sí un trabajo digno y con cierta riqueza formal, pero lejos de ser lo que prometía.

martes, 20 de noviembre de 2018

ANNABELLE : CREATION (2017)

Empieza a estar de moda que cada año que pasa invadan nuestras pantallas más y más secuelas, spin-off y derivados de la notable "Expediente Warren", pues parecen funcionar en su recreación de un terror hogareño para toda la familia, con sustos aptos para cardiópatas y tensión a base de tecla de piano sostenida. Años después de la irregular aunque moderadamente disfrutable "Annabelle", toca acercarnos a su inevitable precuela, donde se narran los sucesos que dieron lugar al origen de la endemoniada muñeca, por si teníamos muchas dudas al respecto.
Un juguetero y su mujer pierden a su hija en un accidente, y pese a esconder un oscuro secreto dentro de la casa, deciden acoger a unas niñas y a su monja-enfermera de rasgos perfectos como si su casa fuera un bienintencionado hospicio cristiano. Pronto comprobarán que de cristiano, poco.
En mi ya dilatada experiencia con el cine de terror de todo tipo, jamás había topado con un film tan efectista como esta "Annabelle 2", también conocida como "Annabelle: Creation", lo que no implica que sea per se una mala película, sino que sólo dice de ella que recurre constantemente a efectos (tanto sonoros como de toda índole) para conseguir sus objetivos, por encima de sus ideas.
Yo veo aquí la misma propuesta pero con diferente envoltorio, veamos: grupo heterogéneo de personas encerradas en una casa alejada con escaleras y armarios oscuros, un ser demoníaco que empieza siempre muy tímido pero que se va viniendo arriba, más un final de griterío e histeria con algún superviviente de buena moral (y si puede ser, católico practicante).



Visto lo visto, y comprobando que esta nueva Annabelle, aún manteniendo un cuidado estético y técnico más que notable, vuelve a encajar en este esquema, se embriaga hasta niveles etílicos de efectos de sonido abruptos y está repleta de incoherencias, forzándome a concluir de ella que es de usar y tirar, y lamentablemente no merece más atención que esa.
Un nuevo caso de película prefabricada, estudiada, sin rúbrica autoral y planteada para ser disfrutada con unos snacks de por medio. Si ese es tu target, a por ella. Si por contra buscas novedades estimulantes en el género del terror, un buen guión y salir con el corazón en un puño del cine, aléjate de esta muñeca, y no precisamente por el miedo que se le supone.

jueves, 8 de noviembre de 2018

VALLEY OF SHADOWS (2017)

"Valley of Shadows" (Skyggenes Dal), primer largometraje de Jonas Gulbrandsen, es una extraña aportación noruega al mundo del fantástico, tímidamente cautivador y ¿sobre?cargado de imágenes sugerentes, casi gélidas, donde no todo funciona pero que sí logra impregnarnos de una atmósfera de ensoñación, que juguetea con lo esotérico, y aportando al género algo más sobre ese desconocido pero apasionante subcultura escandinava sobre lo mágico y eterno.
Estamos ante una pequeña historia de un niño de apenas 6 años, Aslak, que vive junto a su madre en una zona remota de Noruega. Una trágica noticia que conmociona a la mujer, de inmediato precipita al introvertido joven a tratar de entender lo sucedido y embarcarlo en un viaje de crecimiento personal, en solitario, tanto físico como espiritual, a través del impresionante entorno natural noruego, percibiendo desde la óptica intacta de un niño los misterios y realidades del mundo que le rodea.
Lo subjetivo se distorsiona aquí con la realidad de forma severa, a niveles casi metafísicos, dentro de un film que tiene su principal baza en el enclave donde todo sucede, pues la fuerza de la Naturaleza otorga, por sí sola, un enorme poderío visual. Reminiscencias culturales autóctonas (que a buen seguro se me/nos escapan), junto a otras fuentes más manidas como la licantropía o el imaginario infantil se dan la mano dentro de un contexto que bebe de lo gótico y lo terrorífico, pero sobre todo de lo sensorial, convirtiéndose en una experiencia cercana a lo íntimo.


Razonablemente interesante, el filme sin embargo cae a menudo en el tedio por su fuerte apuesta de un ritmo en exceso onírico y pausado, afectado de demasiada intencionalidad emotiva. Sin el menor género de dudas, se trata de un diminuto proyecto repleto de valores, capas psicológicas y diferentes lecturas acerca de la transición generacional, el crecimiento espiritual o la difícil aceptación de una pérdida, además de servir como terapia al autor, en mayor o menor grado.


A pesar de que el fondo y la forma son coherentes entre sí (cosa que aplaudo), llegan también a provocar, al mismo tiempo, dos caras de una misma moneda. Lo que sirve a Gulbrandsen como escenario de su triste y educativa narración, nos adormila y a veces anestesia, a poco que desconectemos un minuto (que sucede). Su apagada puesta en escena, silenciosa y contemplativa, aunque bella y visualmente agradable, acaba por resultar narcotizante, y la omnipresencia del niño protagonista, expresión paroxística del ario de ojos azules y pelo dorado, enfría más si cabe la obra.
No resulta encomiable pero aporta un poco de aire nuevo al cine fantástico con sello de autor, además de indagar en conceptos complejos del ser humano, explorando campos de difícil transitar. Eso siempre se agradece, aunque el espectador no se enamore.

viernes, 2 de noviembre de 2018

SUPERLOPEZ (2018)


Tras varios años tratando de encontrar financiación, por fin el proyecto cinematográfico para adaptar "Superlópez", el popular cómic de Jan, se ha convertido en realidad, y ya aterriza, nunca mejor dicho, en nuestras salas.
Sitges 2018 se ha reservado el privilegio de su estreno mundial, algo que su director, Javier Ruíz Caldera, natural de Viladecans, como fiel asistente al festival que ha sido durante años, le resultó un auténtico placer, pues ver proyectada su película en el enorme Auditori siempre es y será un orgasmo profesional.
Difícil empresa fue la concepción de su guion, ya que tomarse ciertas licencias en su traducción al cine podría haber hecho enfadar a una legión de seguidores puristas; sin embargo, haberse empeñado en respetar solo las viñetas de Jan a toda costa, hubiera podido, de igual forma, no funcionar en pantalla.
Por suerte, el film ha caído en buenas manos, y el cineasta catalán, fan declarado de los cómics, se ha esforzado en otorgar un equilibrio entre el original y su difícil traslación al lenguaje cinematográfico, consiguiendo un resultado ciertamente agradable, en tono y forma, muy divertido (aunque quizás en exceso políticamente correcto) y bastante fiel, además de agregar ideas nuevas, que enriquecen en su mayoría, la historia de base.
Uno de los principales retos era escoger bien al personaje central, pues todo orbitaba alrededor de sus expresiones, torpeza gestual y semblante cómico. Se barajaron nombres como José Mota (que creo, lo hubiera decantado mucho al puro gag), o Imanol Arias, que habiendo sido Anacleto en el previo proyecto del director, quedaba lógicamente descartado.


Tras meditarlo mucho y vencer sus posibles temores a no dar la talla, el cómico/actor Dani Rovira se enfundó finalmente el destartalado traje y asumió con descaro el desafío. Lo cierto es que nada se le puede reprochar al malagueño, más allá de algunos tics característicos e inevitables de su interpretación, casi nunca molestos. Si bien encarna a un Juan López algo más joven de lo esperado, consigue dotar al personaje de un cierto carisma y sabe plasmar la noble pero torpona forma de ser del paródico superman ibérico con bastante puntería, pudiendo afirmar que fue un acierto de cásting.
Acompañado por un elenco de rostros conocidos como el "chanante" Julián López (divertidísimo), Alexandra Jiménez (por la que siento especial predilección) o Maribel Verdú, se ha conseguido realizar una comedia ligera a la par que singular, con unos fantásticos efectos gráficos (por momentos incluso soberbios) y así hacernos disfrutar, esta vez en carne y hueso, del más famoso superhéroe catalán (recordemos que su nave se estrelló en Lleida).
Estamos frente a una cinta de aventuras sin mayor pretensión que hacernos disfrutar, que desprende humildad, respeto y cariño, subraya valores clásicos y que sabe, en todo momento, reírse de sí misma.
Algunos esgrimirán que le falta empuje, más mala uva o que se queda corta en su afán de retratar al héroe con bigote, pero al menos yo, he tenido una sensación muy similar al terminarla que cuando leía sus historietas. Misión cumplida entonces. ¡Ah!, y que alguien financie la secuela, gracias.

jueves, 1 de noviembre de 2018

TUMBBAD (2018)

Se avecinan nuevos tiempos para el cine con sabor hindú. Aparquemos esos prejuicios que muchos tenemos sobre películas interminables repletas de recatadas coreografías, empachos de colores vivos e historias de amor caducas que instauró Bollywood. La India también tiene su parte outsider, y aunque con embudo todavía, parece que nos van llegando producciones prometedoras, de nuevos autores que quieren romper los moldes de su país y así pulverizar fronteras, pues a la vista está que tienen muchas cosas que contar.
Una serie de filmes que de un tiempo a esta parte podemos ir degustando online o incluso por Netflix (caso de la divertidísima "Baaghi", entre otras) y cómo no, también en festivales, están sembrando el optimismo en el público occidental, pese a las claras trabas culturales que impiden su total análisis o comprensión. Es el caso de "Tumbbad", una de las pocas proyecciones hindúes dentro de la programación del Sitges 2018, y que tras el buen sabor de boca que nos dejó "Psycho Raman" dos años antes, no tardamos en decidir escogerla.
La historia recae en esta ocasión sobre un joven que vive en las afueras de la ciudad de Tumbbad junto a su hermano, su madre y una bisabuela monstruosa a la que alimentan como pueden, pues lleva décadas casi momificada, sorprendentemente con vida, aunque bajo el raro influjo de algún tipo de maldición.
Solo la anciana embrujada parece conocer el secreto de un tesoro escondido, lo que llevará al joven a cometer todo tipo de imprudencias a lo largo de los años, aumentando su obsesión y dejándose llevar por la avaricia una vez descubre el misterioso lugar (una suerte de útero infernal), costándole incluso vidas ajenas y poniendo en riesgo a su propia familia.


A raíz de un concepto mitológico abstracto por el cual una diosa originó (dio a luz, más bien) el universo, Tumbbad juega su gran baza, crear gracias a un magnífico trabajo de fotografía una atmósfera idónea de oscuridad y tinieblas, con rincones tétricos de tonos apagados y muy cercana al horror, que impregna los momentos más poderosos de la película, llegando en ocasiones a percibirse como de pesadilla.
Todas y cada una de las secuencias que se dan lugar en el interior de ese gigantesco útero maligno y su diabólico custodio de las monedas aportan una excelente sensación de portentosa irrealidad, destacable tensión y un muy acertado misticismo.



Incluso algunos segmentos aislados del resto del desenlace central se agradecen, pero no alcanza a ser un ejercicio equilibrado de interés en su totalidad, deshinchándose 3 o 4 veces en su árida sección intermedia (sobre todo en lo referente a su contenido más costumbrista), no siendo capaz de igualar sus impresionantes momentos álgidos.
Se agradecen sin duda los nuevos vientos procedentes del país asiático, y a buen seguro irán llegando cada vez más obras maestras. Mientras tanto, tratemos de disfrutar de estas peculiares muestras de un fantástico diferente, que sin llegar a ser perfectas, son realmente dignas e interesantes.

miércoles, 31 de octubre de 2018

LA CASA DE JACK (2018)

Cargada de polémica como es ya habitual, la nueva película del danés Lars Von Trier, "The House That Jack Built" (titulada aquí sin muchos rodeos "La Casa de Jack"), se proyectó en un Auditori hasta los topes, con todos absolutamente dispuestos a entrar en su singular universo metafísico, y comprobar si el público que en Cannes abandonaba la sala hace pocos meses, indignados por la crudeza del contenido, tenía razones de peso o no.
Debo reconocer que no soy demasiado entusiasta con el cine que ha planteado hasta ahora Trier, ya sea porque me agotan sus reflexiones pedigrí, siempre surfeando con arrogancia entre referentes culturales y buscando la impertinencia creativa, o por esa manera de concebir el séptimo arte, queriendo romper con los fundamentos clásicos, tratando sin descanso de convertir su lente en una mirada irritante, tan personal y solemne que el público dificilmente logra conectar para poder disfrutarlo. Insisto, quizás sea yo el tipo de espectador incapaz de apreciar su genialidad, aunque también creo que pertenece a un tipo de cineasta siempre necesario, por esa inquietud de quebrantar opiniones, sacudir al gremio crítico y representar un grado de insolencia que a veces hace crecer este arte, pero que personalmente no había sabido disfrutar... Hasta hoy.
El cineasta escandinavo nos lleva de la mano de Jack (excelente y omnipresente Matt Dillon), un asesino en serie con estudios en ingeniería y afectado de TOC (trastorno obsesivo compulsivo), en un viaje de 12 años donde repasa sus diferentes homicidios, siempre desde su perspectiva altisonante, pues para él son un conjunto de obras de arte creativas que, a diferencia de los demás, sí es capaz de apreciar como tales. Lógicamente, la inevitable aunque lenta intervención de las autoridades obligará a Jack a ir cada vez arriesgando más, tratando de lograr su obra maestra absoluta.


Inundada de referencias de toda índole (desde los poemas infernales de Dante a Bob Dylan), la mefistofélica película de Von Trier, dividida en una suerte de capítulos, pues en origen se trataba de una serie televisiva, se disfruta por una compleja, quirúrgica y hasta brillante combinación de factores. Por un lado, consigue que las víctimas merezcan tamaño desenlace final, pues desde el punto de vista hábilmente distorsionado que se nos muestra, el que percibe Jack, aunque violento y siniestro, parece razonablemente justo.
El estudio psicológico tan detallado, inteligente y efectivo del psicópata (sus pulsiones, pensamientos íntimos, visiones..) obliga a empatizar con él, por lo que enfocaremos por fuerza el escabroso asunto y sus hemoglobínicas consecuencias con un negrísimo sentido del humor, para mí lo mejor del proyecto, y que compensa algunos de los violentísimos y horripilantes asesinatos, equilibrando la balanza de nuestra percepción.



También merece mención especial la media docena de analogías estupendamente hilvanadas (la historia animada de las farolas y las sombras o la medular de la casa, por ejemplo), que sin duda enriquecen y construyen una de las mejores películas sobre mentes desquiciadas que yo recuerdo, sin que el eje central, por lo general desde el punto de vista del policía o investigador, lo dibuje como un simple monstruo descerebrado.
No podemos hablar de obra maestra, pero sí de una de las películas más acertadas del cineasta nórdico, que aquí demuestra experiencia, sabiduría y una alta capacidad de adaptación al medio, pues parece haber encontrado esa fina línea donde lo autoral  y lo comercial convergen y se enriquecen mutuamente, como en su día Hitchcock nos mostró.

martes, 30 de octubre de 2018

AWAIT FURTHER INSTRUCTIONS (2018)

Cuando se cumplen ya 20 años del estreno de "El Show de Truman (1998)", y con su director Peter Weir y el gran Ed Harris como invitados al certamen de Sitges, se volvió a poner en la palestra aquél profético y cada vez más atinado argumento, que sin saberlo, nos avanzaba un mundo totalmente vigilado por las grandes compañías, atiborrándonos con anuncios cada dos minutos, convirtiéndonos en sus patrocinadores involuntarios y anestesiando nuestras mentes con mensajes subliminales que lamentablemente, ya damos como habituales.
No era la primera vez que el mundo del cine abordaba dicha temática, cierto, pero sin duda el film de Weir logró aproximarse más que ningún otro a la realidad que ahora nos toca vivir. Algoritmos que memorizan y estudian nuestras búsquedas online, cámaras en cada esquina y buena parte de nuestra intimidad seriamente asaltada, por no decir tontamente regalada, es la cara oculta de una sociedad teóricamente avanzada que trafica con nuestros datos personales como quien hace recuento de su rebaño.
Ahondando de nuevo en esta misma reflexión sobre la actual manipulación social y la esclavitud consumista y/o consumidora, el festival proyecta una propuesta cinematográfica de semejante trasfondo crítico y muy particular visión del borreguismo establecido, explorando a través de otra óptica, esta vez más terrorífica, el mismo terreno.
"Await Further Instructions", segunda película del británico Johnny Kevorkian, presenta en primer término a una joven pareja formada por Nick y Annji, de visita el día de nochebuena a la casa de los "muy conservadores" padres de éste, con el nerviosismo que eso acarrea, pues ella es de etnia hindú y se temen lo peor.


Las 3 generaciones de los Milgram se reúnen pero no parecen entenderse, aunque no será hasta la mañana siguiente, el día de Navidad, cuando descubran atónitos como una extraña y viscosa masa negra recubre toda la casa sin dejarles salir, aislándolos casi completamente. Únicamente unos desconcertantes mensajes aparecen periódicamente por televisión, actualizándoles la situación de emergencia y dándoles instrucciones cada vez más inquietantes si quieren sobrevivir.
El trabajo de Kevorkian, envolvente y hasta cierto punto críptico, presenta diferentes aciertos sobre todo en sus esfuerzos estéticos (el propio diseño de la masa negruzca) aunque luce una puesta en escena próxima a lo convencional, sin apenas intuición autoral, incluso percibiéndose en exceso televisiva.


Aunque por momentos consiga ser asfixiante y casi terrorífica, lo cierto es que tras su ingenioso recurso del televisor dando instrucciones (está en la sinopsis, no estropeo la trama), y una vez entendido, casi machacado, el subtexto de una sociedad que te ordena y manipula como quiere, la cosa se estanca dramáticamente, sin atreverse a seguir metiendo el dedo en la llaga y tornándose previsible, gratuita, fútil e incoherente (el comportamiento del padre no obedece a la lógica del personaje, por poner un ejemplo).
Estamos ante un buen film, sin más, que logra sus mínimas pretensiones de base (el mensaje se capta rápido), pero culpable de simplificar en exceso un muy complejo entramado sociocultural, y salimos de su visionado sin que el tema nos haya suscitado más preguntas, pues se vende a los códigos funcionales de género. Lástima, pues podría haber volado mucho más alto si su mirada se hubiese tornado más atrevida, más punzante.

sábado, 27 de octubre de 2018

EL APÓSTOL (2018)

Una de las apuestas fuertes de Netflix para este año también se hizo un hueco en la programación del festival, y pese a estrenarse el próximo 12 de octubre en la famosa y cada vez más robusta plataforma, era una buena ocasión para exhibir su potencial dentro de Sitges.
El director del aclamado y violentísimo díptico "Redada Asesina", el galés Gareth Evans, consigue esta vez financiación británica para presentarnos "El apóstol", un film alejado de lo que hasta ahora planteaba su cine, y así terminar de demostrarnos sus altos conocimientos sobre el medio, técnico y artístico, que requiere una obra como la que nos trae.
Ambiciosamente rodada, su nuevo trabajo exhibe sobre todo una fotografía espléndida de una isla remota donde, en el año 1905, una secta en crisis secuestra a la hija de un pudiente para, tras cobrar el rescate, superar la época de sequía y poder continuar con garantías en su pequeña comunidad de feligreses. El hermano de ésta, Thomas, tratará de colarse en la comunidad para encontrarla, con el peligro de muerte que eso conlleva, pues obviamente allí esconden un extraño secreto que pocos conocen.
Lógicamente, las películas que desmesuran su metraje para poder contar su historia (El Apóstol supera el par de horas) irremediablemente caen más a menudo en incongruencias de guion, agotamiento por parte del espectador o incluso pérdida de interés en las tramas que la forman, pese a lucir notablemente e incluso llamar nuestra atención en su bloque inicial, por lo general el más lúcido. La tortuosa narrativa de Evans nos convence durante su primera mitad, presentando personajes, situaciones y escenarios muy interesantes, situándonos en el lugar de manera concreta e invitándonos sin esfuerzo a empatizar con el asunto del secuestro (no tanto ya con el hermano, algo insípido y quizás desentonado debido a su rostro propio de un anuncio de perfumes).



Es pues en su bloque central donde, a pesar de permanecer todavía interesados, se rebaja mucho el efecto inicial, convirtiéndose en una película más sobre comunidades sometidas al gurú de turno que dice comunicarse con deidades. Con una factura más que notable, elegante trabajo sonoro y buena ambientación sin duda, pero lejos de ser recordada por nada más.
Si a eso le sumamos un segmento final, en mi opinión, chirriante por ambicioso y a veces fallido por alambicado, el resultado es, pese a los momentos sorprendentes de violencia propias del autor y un par de poderosas escenas (su llegada al pueblo, ese padre acorralando a su hija encinta..), un film interesante de indiscutibles aspectos técnicos pero carente de alma, casi nunca memorable y por momentos agotador.


Una apuesta llamativa para que conste en Netflix, y que seguramente funcione muy bien ahí, pero que el tiempo situará entre el grueso de producciones estigmatizadas que ni satisface al público general ni al que aprecia lo exquisito.

jueves, 25 de octubre de 2018

HISTORIAS DE FANTASMAS (2017)

"Historias de Fantasmas" (Ghost Stories), film británico con reminiscencias Hammerianas, llevaba más de 1 año paseándose por festivales internacionales, y aunque en breve se edita ya en digital, el festival de Sitges 2018 tuvo a bien proyectarla aquí semanas antes, pues en parte lo merecía. 
La película gira entorno a la figura del profesor Phillip Goodman, un televisivo e implacable desenmascarador de farsantes esotéricos, cuyo objetivo es poner en evidencia que son todo trucajes innobles que algunos tienen para jugar con las personas emocionalmente inestables. Cuando se le presentan 3 casos sin resolver que no parecen tener explicación lógica, Goodman entrará en un mundo que pensaba ficticio, descubriendo nuevas verdades que harán desmoronarse sus férreas (quizá demasiado) convicciones.
Homenajeando las míticas y en ocasiones sensacionales producciones de terror divididas en capítulos, Ghost Stories nos absorve en sus primeros minutos con una premisa genial, pues quien más o quien menos empatizará con el protagonista y deseará ver de qué tratan esos extraños casos sin respuesta.
Mientras el hilo narrativo que vertebra el film se desinfla a medida que pasan los minutos (con un Goodman mucho menos incisivo de lo deseado), los 3 capítulos que se nos cuentan destilan ingredientes terroríficos propios, y pueden desgranarse como piezas singulares, con sus aciertos y desvaríos individuales.
La primera historia hace uso de la sempiterna exploración de espacios en la oscuridad con linterna para, haciendo gala de efectismos varios (no todos válidos), adentrarnos en una institución mental abandonada y ahora vigilada de noche por un guarda sin muchos modales.
Lograda hasta cierto punto pero estirada en exceso, no alcanza ni tan siquiera a incomodar, pues aunque produce algún que otro escalofrío, prometía más de lo que acaba por ofrecer.
En el segundo capítulo (sin duda el más estimulante), un chico claramente atormentado vive un calvario de origen satánico mientras se queda tirado en el bosque, con su coche averiado y completamente solo. El uso aquí de las herramientas del terror están más que justificadas, con la única luz de los faros del automóvil y decenas de sonidos a su alrededor, creando una atmósfera idónea para hacernos experimentar momentos poderosos, claramente intrigantes. Su desenlace irá a gustos, pero en mi opinión robustece la cinta y añade empaque al conjunto, añadiendo además una comicidad muy necesaria.

El caso de Simon, el mejor episodio de toda la cinta

Ya en el último segmento, el de Martin Freeman, el uso del fenómeno poltergeist propone un terror más psicológico, más de sobresalto, analizando sin mucho atino el tormento personal de un ricachón resabiado que a su vez enlazará con el hilo principal, uniendo cabos innecesariamente y terminando donde no debía, en un tercio final para olvidar, con una serie de giros insuficientes que consiguen que naufrague su conjunto (terrible, en el mal sentido del término, todo lo relacionado con el bullying). Pese a todo lo dicho, se deja ver con interés y nos regala una historia intermedia respetable, además de una premisa suculenta. Lástima que no haya fraguado todo lo bien que podía.
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