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miércoles, 16 de agosto de 2017

MATANGO (1963)

Tras The H-Man (1958) y la irregular The Human Vapor (1960), Ishiro Honda cierra esta particular trilogia de films orientados al terror adulto con Matango (1963), que se podría considerar la joya de dicho trío de films.
La historia sigue a un variopinto grupo de japoneses de excursión en un velero. En plena tormenta nocturna naufragan y llegan arrastrados por la corriente a una isla perdida donde no hay comida ni agua potable, solamente una especie de hongos los cuales están por toda la isla.
Matango, Attack of the Mushroom People es una de las obras más recomendables de Honda. Un film básicamente de atmósfera y donde se trabaja el suspense y el misterio poco a poco y a cocción lenta. Destaca especialmente la ambientación en la isla. Unos ambientes en permanente niebla e inquietante soledad donde los personajes deberán hacer frente a una situación de absoluta supervivencia, además de con sus propios demonios. 
Una vez llegados a la isla se comienzan lentamente a tirar datos inquietantes: un barco abandonado que realizaba experimentos sobre la radiactividad, los camarotes del barco infestados de un extraño moho, la ausencia de cadáveres, los espejos rotos en todos los cuartos...
Un desarrollo basado en dichos descubrimientos y que hacen aumentar la tensión y la inquietud con las consecuencias que eso provoca en el grupo de protagonistas: recelos, amoríos, peleas, tensión por la comida que se acaba, la amenaza latente de los hongos gigantes de la isla... Convirtiéndose en un clima de pesadilla donde al final termina por reinar la desesperación. 
Para el fan de Godzilla es un plus encontrarse dentro del reparto a lo mejorcito a nivel interpretativo de la saga del saurio radiactivo: Akira Kubo (Los monstruos invaden la Tierra, El hijo de Godzilla, Invasión extraterrestre...), Kumi Mizuno (Los monstruos invaden la Tierra, La batalla de los simios gigantes...), Hiroshi Koizumi (Mothra, Godzilla contra los monstruos...) o Kenji Sahara (Rodan, The H-Man, Invasión extraterrestre...).
Caras conocidas y cuya presencia resulta simpática interpretando a un curioso grupo de japoneses donde la tensión entre ellos es bien palpable. El elemento atómico tan obsesivo para Honda vuelve a hacer acto de presencia representado en los miles de hongos que pueblan la isla perdida y que parece ser el único alimento presente, pero cuya ingestión provoca efectos insospechados y monstruosos. Así, la figura del hongo (atómico) es causante de la destrucción de un grupo de japoneses que representan los diferentes estereotipos o estados del pueblo japonés. Un elemento palpable y asfixiante. La presencia de los hombres hongo, pese a que podrían haber caído en el más estrepitoso ridículo, resultan efectivos, aparecen poco (guardando misterio e inquietud) y sus apariciones son sorprendentes.

Un curioso grupo de japoneses de vacaciones en un velero naufragan en medio del océano
Llegando a una isla perdida y misteriosa
Se enfrentan a misterios inquietantes. ¿Un barco sin cadáveres y repleto de un moho sospechoso?
El único alimento de la isla parecen ser unos hongos 
Pero su ingesta provoca efectos monstruosos
Poco a poco la tensión entre ellos se hace insoportable
¿Un hombre hongo?
Matango es un film cuyo planteamiento hubiera resultado perfecto para un episodio de La dimensión desconocida. Se trata de una obra difícil para el espectador medio, por su perspectiva de terror de cocción lenta, suspense y ambiente malsano más que de constantes golpes de efecto y sustos palomiteros.
Un film que basa su apuesta en sus personajes y cómo reaccionan dentro de situaciones límite y de supervivencia, coronado por un clímax final fantástico, donde la situación acaba por estallar, los hombres hongo hacen de las suyas y cuya conclusión es sorprendentemente pesimista.
Matango es un pequeño clásico del terror japonés de la época. Una cinta dificil por su lentitud pero que resulta ser una de las obras más insólitas y recomendables de Ishiro Honda gracias a su planteamiento misterioso e inquietante, su maravillosa ambientación, simpáticas interpretaciones y su terror basado en el puro ambiente y atmósfera.
Del todo sorprendente y una buena muestra del talento de su director, que desgraciadamente ha pasado desapercibida durante décadas, hasta que tras una edición en vídeo en los años ochenta, ha ido generando cierto culto hacia ella.

miércoles, 26 de julio de 2017

THE HUMAN VAPOR (1960)

Como comentamos en la crítica dedicada a la especial e interesante The H-Man (1958), Ishiro Honda realizó una trilogía de films en donde se alejaba de los clásicos films de monstruos gigantes japoneses que ocuparon la mayoría de su filmografía para realizar una serie de proyectos en donde entraba en terrenos más cercanos al cine de terror con un tono adulto. Si The H-Man (1958) resultó un muy competente entretenimiento y la futura Matango (1963) una pequeña joya del horror psicológico… The Human Vapor (1960) sale perdiendo desgraciadamente. No fue el mejor día de Ishiro Honda.
En el film, un bibliotecario de vida tranquila es sometido a un experimento científico pero éste sale mal, transformándolo en 'el vapor humano'. El hombre usará sus nuevos poderes para atracar bancos y financiar la carrera artística de su novia, una bella bailarina. Pronto "el vapor humano" se convierte en el criminal más buscado de Tokyo, y la policía intentará darle caza por todos los medios.
El problema con The Human Vapor, es que está realizada a desgana y con una dirección plana y aburrida. El guión del habitual Takeshi Kimura (Godzilla contra los monstruos, Los hijos del volcán…) hace aguas por todos lados con una historia excesivamente estirada y llena de pequeñas subtramas con nulo interés: unos larguísimos minutos en donde seguimos la investigación policial hacia una bailarina de teatro tradicional japonés o los pesados coqueteos entre el detective protagonista y la periodista de turno. Para colmo, el simpático “vapor humano” no aparece demasiado en pantalla y cuando por fin aparece, sus entradas a escena no son demasiado excitantes con unos efectos especiales algo decepcionantes. Honda sigue mezclando la ciencia ficción con sus géneros predilectos como el cine policiaco y en algunos momentos la screwball comedy (con los, por momentos, chispeantes diálogos entre el detective y la periodista). El “vapor humano” está interpretado entrañablemente por otro habitual de Honda, Yoshio Tsuchiya quien aparece en episodios del primer Ultraman (1966), Los monstruos invaden la Tierra (1965) o Frankenstein conquers the world (1965). Por suerte el film concluye con un clímax final muy acertado y visual pero el precio a pagar por aguantar el metraje hasta el final es demasiado alto.
Atracos a bancos asolan Tokyo. El causante es ¡¡¡el vapor humano!!!
La policia japonesa no tiene nada que hacer contra él
Un detective y una pizpireta periodista intentarán solucionar el entuerto
El origen del vapor humano está en unos experimentos para curar enfermedades terminales
¿Podrá ser detenido?
Muy curiosa foto de rodaje
The Human Vapor (1960) es un film con una falta de energía alarmante, innecesariamente estirado y aburrido. La trama hubiera venido perfecta para un episodio (o cortometraje) de 20 o 30 minutos pero en formato largo no funciona. Pese a todo, contiene esa inocencia encantadora que imprimen los japoneses a sus films, un clímax final muy acertado y alguna que otra aparición remarcable del “vapor humano”. Curiosidad para completistas.

jueves, 13 de julio de 2017

THE H-MAN (1958)

Ishiro Honda es bien conocido (y nunca lo suficientemente valorado) por ser uno de los reyes de la ciencia ficción japonesa de los 50 y 60, años en los que aportó numerosos films Kaiju Eiga, tras su exitazo con la inmortal Japón bajo el terror del monstruo (1954). Los hijos del volcán (1956), Mothra (1961) o La batalla de los simios gigantes (1966) son ejemplos de un director quizás encasillado en el género de monstruos gigantes, pero que en todos sus trabajos aportó estilo, grandes dosis de entretenimiento y calidad.
Apartándonos del Kaiju Eiga, Ishiro Honda realizó una trilogía de films en los que abordó la ciencia ficción de una manera adulta y cercana al terror. Unos trabajos curiosos por alejarse de los monstruos gigantes que tanto éxito le proporcionaron. En el blog analizaremos, a su debido tiempo, la discreta The Human Vapor (1960) y la excelente Matango (1963). Ahora nos detendremos en la entrega inicial de esta particular trilogía (sin nada que ver entre ellas), la curiosa The H-Man.
La policía de Tokio persigue a un narcotraficante que ha desaparecido dejando abandonada su ropa. Un joven científico asegura que hay unas criaturas, producto de la radiación, relacionadas con el caso.
The H-Man es una propuesta sorprendente, adulta y bien cercana al género de terror. Ya de entrada, la ambientación elegida para la historia es bien atrayente, donde Honda nos introduce en los bajos fondos de Tokyo con matones, narcotraficantes y bailarinas de cabaret ligeritas de ropa.
Una temática que resulta muy acertada. Se mezcla la típica historia sci-fi con el cine policial negro (por el que Honda sentía predilección). Una mezcla que se explota en la primera mitad del film, donde se sigue una investigación policial en unos minutos de metraje que se hacen algo largos y lentos, para explotar en su segunda mitad en los típicos y necesarios ambientes monstruosos.
Es de destacar el clímax final, con una masacre en plena sala de baile y con el ejército japonés acorralando a la criatura viscosa en las alcantarillas.
La criatura protagonista podría ser una versión oscura de la masa de The Blob (1958), estrenada el mismo año, pero aportándole el toque Honda tan particular, y eso quiere decir: la influencia del trauma atómico.
El origen de la criatura parece influenciado por el incidente real del Dragón Afortunado nº 5 (donde unos pescadores fueron contaminados por el polvo radiactivo fruto de una Bomba H). En este caso, son las cenizas producto de las pruebas atómicas en el Pacífico las que han terminado por contaminar a la tripulación de un barco y han mutado en una criatura líquida que absorbe a la gente. Resulta bien curioso y terrorífico que los estragos que causa la masa en los cuerpos humanos, así como las marcas que deja en la piel, se refieren explícitamente a las marcas dejadas por la bomba atómica en los supervivientes y víctimas de Hiroshima y Nagasaki. Como siempre pasa en estos films japoneses, las referencias al trauma atómico del pueblo japonés resultan estimulantes.

La desaparición misteriosa de un narcotraficante...
La investigación nos lleva a agradecidos ambientes de cabaret
Detrás de todo está una mortífera masa radiactiva
¿Cómo se podrá detener a H-Man?
Mala pinta tiene la cosa
A nivel técnico el film funciona estupendamente, a pesar del año de realización, con una masa devoradora que pese a no aparecer excesivo tiempo en pantalla, provoca inquietud, misterio y sus apariciones son muy destacables, especialmente cuando los cuerpos humanos se funden literalmente bajo su ataque.
Tenemos actores habituales tanto de la saga Godzilla como del resto de la filmografía de Honda como Kenji Sahara (Los hijos del volcán, King Kong contra Godzilla o Godzilla contra los monstruos) o Akihiko Hirata (el Dr. Serizawa en el primer Godzilla). Presencias que para el fan resultan muy simpáticas y agradecidas. Haruo Nakajima, el hombre bajo el disfraz de Godzilla y de otras criaturas, también participa, interpretando a dos víctimas humanas de la masa negra.
Cartel americano del film
Por supuesto, en el equipo de la película están incluidos los all stars de la época: Tomoyuki Tanaka en producción y Eiji Tsuburaya como director de efectos especiales. En sustitución de Akira IfukubeMasaru Sato se encarga de la banda sonora (también se encargará de la música de Los monstruos del mar o El hijo de Godzilla).
Como curiosidad: el efecto creado para que se disolvieran los cuerpos humanos lo crearon con muñecos hinchables de tamaño real y grabando a cámara rápida el proceso de destrucción del cuerpo para luego pasarlo a velocidad normal en el montaje creando así el efecto tan curioso que vemos en pantalla.
The H-Man (1958) es un film destacable y bien curioso. Parece que cuando Ishiro Honda se aparta del género Kaiju demuestra en otros campos sus quilates como director, sin duda y en este caso acierta con una propuesta adulta y cercana al terror y con un uso excelente del color.
Algo lenta en su primera mitad pero estimulante en general con una simpática criatura viscosa y radiactiva, investigación policial y ambientes de cabaret. Toda una curiosidad.

martes, 11 de julio de 2017

GAMERA: THE BRAVE (2006)

Tras el tremendo éxito de la trilogía noventera de Gamera realizada por Shusuke Kaneko y que supuso la cima del Kaiju Eiga, la tortuga agigantada tardó algunos años en volver a aparecer por las pantallas japonesas, quizás temerosos de realizar una entrega que tuviera que estar a la altura de la trilogía de Kaneko.
Para 2006, Godzilla había finiquitado su saga tras el desplome taquillero de Godzilla: Final Wars (2004). La Daiei decidió hacer regresar a Gamera con una entrega que se dirigiera hacia otros terrenos para así crear distancia con las entregas de Kaneko. Para desgracia de los fans, el camino a seguir sería volver a los terrenos infantiles que arruinaron la saga de la tortuga allá por los años 60. Una noticia algo decepcionante para el apasionado de los terrenos tan serios, dramáticos y espectaculares de las entregas de los 90, quizás esperanzados aún con la aparición de un Gamera 4. El encargado de dirigir este nuevo proyecto sería Ryuta Tazaki, un director que ya tenía experiencia en el género con la realización de diversos episodios de los Power Rangers y Kamen Rider. Una elección para un proyecto que provocó aun más resquemor al filtrarse las primeras imágenes del diseño de este nuevo Gamera, totalmente en línea con el tono infantil de los inicios clásicos de la saga.
En el film: en 1973, el legendario Gamera, murió tras destruir a los Gyaos que estaban atacando un pueblo. Uno de los sobrevivientes era un niño, que hoy ya creció y es propietario de un restaurante en Iseshima y tiene un hijo llamado Toru. Toru encuentra una tortuga aparentemente inofensiva, pero que resulta ser un descendiente de Gamera e irá creciendo de tamaño hasta alcanzar casi 60 metros de altura...
Para sorpresa de un servidor, Gamera: the brave, no resulta tan mala como cabía esperarse. Para empezar, se plantea como un reboot de la saga y del personaje omitiendo a las entregas de los 90 y entroncando sutilmente con la saga clásica de los 60. Se nos presenta un mundo en paz y libre de monstruos gigantes tras el sacrificio de Gamera en 1973. El film se inicia espectacularmente con un guiño a la trilogía de Kaneko con un Gamera autodestruyéndose en su batalla con los Gyaos.
Después nos adentramos en terrenos del puro telefilm con las solitarias vivencias del niño de turno traumatizado por la reciente muerte de su madre. Al poco se encontrará con una pequeña tortuga y entablará amistad con ella. Todo este primer tercio bebe directamente del E.T. de Spielberg con la tortuguita de marras demostrando curiosas habilidades voladoras y que harán las delicias del niño protagonista y su grupo de amigos. El problema pasa con que la tortuga comienza a crecer de forma desmesurada por lo que al niño le resultará imposible mantenerla en su habitación por más tiempo. Para rematar la faena, aparece de improviso otro Kaiju descomunal y maligno denominado Zedus y que pondrá en jaque al ejército japonés. 
Toru, el niño de turno, se encuentra con una tortuga muy especial
Rápidamente entablará amistad con ella 
El malvado Zedus aparece de improviso y aterroriza Japón
La tortuga, ya agigantada, entablará una titánica batalla con el monstruo para defender la Tierra
¿Sobrevivirá Gamera a la batalla?
El infantilismo del film no resulta tan estomagante como podría haber sido y gracias al ligero tono del metraje el film pasa con agrado y de forma entretenida. El apartado técnico es muy notable con unas maquetas espectaculares y un enemigo formidable similar en su diseño a un Godzilla con rastas. Algo que puede servir de consuelo al deseadísimo, por los fans, Godzilla vs Gamera. El problema pasa por el risible diseño de Gamera, con una cara de atontado y de teleñeco y que rechina en muchos momentos. 
En la segunda mitad del film se entra en los terrenos más puramente Kaiju (destrucción y batallas) y donde se logran conseguir momentos muy destacables y emocionantes. Es en este tramo final donde algunos momentos dramáticos están fuera de lugar y no dejamos de echarnos las manos a la cabeza viendo al grupo de niños de rigor aventurándose en lugares que un padre ni en un millón de años permitiría hacer (a ver, ¿el niño insiste en entrar en un edificio en ruinas con Gamera dentro y el padre ayuda a su propio hijo a meterse dentro?). Patrones del género y que el fan acostumbrado aceptará sin problemas y se reirá con ello. Pese a todo, la escena en la que el grupo de niños se van pasando la piedra mágica que revivirá a Gamera resulta conmovedora y de gran fuerza.
Foto de rodaje
Gamera: the brave (2006) es un entretenido reboot para la tortuga. Entendiendo que era imposible superar a la trilogía de los 90, la saga regresa a la vertiente infantil de las entregas de los 60, aproximación a priori interesante pero que peca de los mismos fallos de aquellas con un guion haciendo aguas, unos niños insoportables (a ratos), unas situaciones imposibles y un Gamera recién salido de Barrio Sésamo. Pese a todo, el conjunto no es tan malo como pueda parecer, goza de unos muy notables efectos especiales y excelentes momentos de destrucción y batallas además de algún que otro momento dramático destacable. Además le rodea un aura muy entrañable y sirve como un cariñoso homenaje a ese cine de evasión infantil con monstruos imposibles y que invadieron los cines japoneses en los años 60. Este reboot no destacó precisamente en la taquilla japonesa por lo que las intenciones de continuar con nuevas entregas de esta renacida y “valiente” Gamera se cancelaron, desgraciadamente. Por el momento, es la última entrega de la saga de la tortuga, aunque tras el empujón y revitalización del género que ha supuesto Shin Godzilla (2016) se planea relanzar a la tortuga gigante con Katsuhito Ishii (El sabor del té) encargándose de la dirección de este enésimo reinicio. Por el momento, el fan puede conformarse visionando un teaser lanzado hace unos meses y que sirve de presentación de dicho proyecto, aunque su aire de puro videojuego me eche bastante para atrás.

miércoles, 10 de mayo de 2017

GAMERA 3: LA VENGANZA DE IRIS (1999)

Shusuke Kaneko había logrado llevar el Kaiju Eiga a la gloria absoluta gracias a las dos primeras entregas de la trilogía de Gamera en los 90. Si con Gamera 2: el ataque de Legion (1996), Kaneko supo coger los mejores y más puros elementos del género Kaiju para llevarlos a la perfección de una manera impecable y con una estética espectacular, ya en Gamera 3: la venganza de Iris (1999) está en otra liga.
El nivel de exigencia y trabajo que se puso para elaborar la última entrega de la trilogía fue altísimo, hasta el punto que se invirtieron hasta 2 años de trabajo para lograr la mayor perfección técnica en las escenas de monstruos y los momentos de destrucción. Gamera 3 (1999) supone pues la culminación no solamente de una saga o de un personaje monstruoso, sino también la culminación de un género en sí mismo.
En el film Gamera acaba con Gyaos, pero una joven encuentra el huevo de una criatura al que llama ‘Iris’. El huevo contiene un sangriento feto que rápidamente se transforma en una malvada criatura que siembra el caos en la humanidad.
La película nos ofrece muchos elementos a destacar. Para empezar, la historia y línea argumental va por derroteros muy estimulantes y poco explorados en el género, y sorprende por su grado de profundidad. Nada más empezar te pone en alerta y abre unas expectativas monumentales: regresa la ornitóloga Nagamine (tras Gamera: guardián del universo), quien descubre nuevos pájaros Gyaos, mientras que paralelamente un grupo de investigadores se topan en las profundidades del océano con un cementerio repleto de Gameras muertos.
La continuidad respecto a las anteriores entregas está muy bien atada y explora caminos interesantes, ya que no solamente se recuperan personajes de la primera entrega (que resultan muy agradables y carismáticos) sino que se exploran las consecuencias del desastre ocurrido en ésta a nivel humano y el trauma psicológico generado. Todos estos planteamientos se concentran en el personaje de Ayana. El tratamiento de este personaje es el punto más destacable del film, una adolescente solitaria y que siente odio hacia Gamera, ya que sus padres murieron sepultados durante la batalla entre Gamera y Gyaos en el clímax de Gamera: guardián del universo (1995).
Un personaje complejo e interesante que parece encontrar la culminación de su venganza en el descubrimiento de una pequeña criatura mitológica en una cueva cercana llamada Iris, con la que inicia una relación de dependencia a ratos inquietante. Un punto de vista interesante, ya que esta vez logra acercarte la catástrofe y las criaturas gigantes a un nivel mucho más humano. Por supuesto Iris irá creciendo convirtiéndose a mitad del film en una criatura tentacular de titánicas proporciones, conectada mentalmente con Ayana y que entablará un combate definitivo con Gamera.
Aquí, ya no hay concesiones con nadie
Un punto negativo es que quizás intenta abarcar demasiado para convertirse en el film más grande posible del género y se pierda en varias líneas argumentales pretenciosas o innecesarias. La pareja de nerds obsesionados con Gamera tampoco aportan demasiado a la trama, más que algunas frases interesantes relacionadas con Gamera y su sentido dentro del mundo (incluso se menciona y se explica el por qué Japón siempre es atacada por monstruos).
El tratamiento filosófico que se le quiere dar a la presente entrega quizás acabe rechinando, pero resulta interesante por lo inédito en un film de estas características. Lástima que conceptos tan interesantes como el cementerio de Gameras o la supervivencia y pertenencia de los monstruos dentro de nuestro planeta sean tocados de pasada y sin profundizar excesivamente.
El tratamiento que se le da a Gamera también es muy acertado. Presentándolo de una manera aún más explícita que anteriores entregas, como un anti-héroe temido y oscuro, una criatura que nos defiende pero que parece no importarle reducirlo todo a cenizas y dejar la ciudad hecha un Cristo.
Elementos ya presentes y que se intuían en las dos entregas previas pero debidamente exploradas en profundidad para el presente film. Además, el diseño de la tortuga para la ocasión es aterrador (dark y toda hecha una motherfucker).

Reaparecen los pájaros Gyaos
Ayana quiere vengarse de Gamera y encuentra a Iris
"Está aquí..."
La batalla final será colosal
Iris intenta unirse a Ayana para así ser indestructible
Pero Gamera tiene un as en la manga...
Gamera se despide de nosotros con un final sublime y apocalíptico
Si hablamos de los momentos monstruosos de la cinta no tienen comparación con ningún otro Kaiju realizado anteriormente, y he de decir que contiene algunas secuencias que hoy día siguen sin ser superadas. El grado de perfección técnica conseguido en los momentos de destrucción, la presencia de los monstruos gigantes o las batallas en sí, son sin ninguna duda los más perfectos, dramáticos y espectaculares de la historia del género, consiguiendo una simbiosis perfecta entre efectos tradicionales, disfraces y maquetas junto a los efectos digitales.
Shinji Higuchi y el resto del equipo de FX del film cambia para siempre la estética de la destrucción dentro del Kaiju Eiga; tanto, que a partir de entonces Godzilla (en las entregas Millenium) tuvo que ponerse las pilas para no quedarse atrás.
Ningún Kaiju posterior a Gamera 3 (1999) ha conseguido alcanzar el nivel de dramatismo y potencia destructora, salvo quizás, algunos momentos de Shin Godzilla (2016). Tanto el primer enfrentamiento nocturno entre Gamera y los Gyaos como el impresionante clímax final quedarán para la historia del género. Esa aura apocalíptica que recorre todo el metraje y estalla en el tercio final está muy conseguida, llegando a lo sublime en los últimos 5 minutos, simplemente soberbios y con una amenaza imposible de solucionar cerniéndose sobre Japón, en la que un moribundo Gamera parece despedirse de la audiencia en medio de un escenario desolador.
Gamera 3: la venganza de Iris (1999) supone la culminación del género. Un film marcadamente espectacular y que se lanza a la piscina abarcando temas inéditos en los Kaiju, con profundidad temática y de personajes sin abandonar el sentido del humor.
Pese a sus licencias filosóficas y pretenciosas que no acaban por empañar el producto, el film supuso un antes y un después en toda regla dentro del género, y sin duda el mejor Kaiju Eiga de la historia.
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