miércoles, 31 de octubre de 2018

LA CASA DE JACK (2018)

Cargada de polémica como es ya habitual, la nueva película del danés Lars Von Trier, "The House That Jack Built" (titulada aquí sin muchos rodeos "La Casa de Jack"), se proyectó en un Auditori hasta los topes, con todos absolutamente dispuestos a entrar en su singular universo metafísico, y comprobar si el público que en Cannes abandonaba la sala hace pocos meses, indignados por la crudeza del contenido, tenía razones de peso o no.
Debo reconocer que no soy demasiado entusiasta con el cine que ha planteado hasta ahora Trier, ya sea porque me agotan sus reflexiones pedigrí, siempre surfeando con arrogancia entre referentes culturales y buscando la impertinencia creativa, o por esa manera de concebir el séptimo arte, queriendo romper con los fundamentos clásicos, tratando sin descanso de convertir su lente en una mirada irritante, tan personal y solemne que el público dificilmente logra conectar para poder disfrutarlo. Insisto, quizás sea yo el tipo de espectador incapaz de apreciar su genialidad, aunque también creo que pertenece a un tipo de cineasta siempre necesario, por esa inquietud de quebrantar opiniones, sacudir al gremio crítico y representar un grado de insolencia que a veces hace crecer este arte, pero que personalmente no había sabido disfrutar... Hasta hoy.
El cineasta escandinavo nos lleva de la mano de Jack (excelente y omnipresente Matt Dillon), un asesino en serie con estudios en ingeniería y afectado de TOC (trastorno obsesivo compulsivo), en un viaje de 12 años donde repasa sus diferentes homicidios, siempre desde su perspectiva altisonante, pues para él son un conjunto de obras de arte creativas que, a diferencia de los demás, sí es capaz de apreciar como tales. Lógicamente, la inevitable aunque lenta intervención de las autoridades obligará a Jack a ir cada vez arriesgando más, tratando de lograr su obra maestra absoluta.


Inundada de referencias de toda índole (desde los poemas infernales de Dante a Bob Dylan), la mefistofélica película de Von Trier, dividida en una suerte de capítulos, pues en origen se trataba de una serie televisiva, se disfruta por una compleja, quirúrgica y hasta brillante combinación de factores. Por un lado, consigue que las víctimas merezcan tamaño desenlace final, pues desde el punto de vista hábilmente distorsionado que se nos muestra, el que percibe Jack, aunque violento y siniestro, parece razonablemente justo.
El estudio psicológico tan detallado, inteligente y efectivo del psicópata (sus pulsiones, pensamientos íntimos, visiones..) obliga a empatizar con él, por lo que enfocaremos por fuerza el escabroso asunto y sus hemoglobínicas consecuencias con un negrísimo sentido del humor, para mí lo mejor del proyecto, y que compensa algunos de los violentísimos y horripilantes asesinatos, equilibrando la balanza de nuestra percepción.



También merece mención especial la media docena de analogías estupendamente hilvanadas (la historia animada de las farolas y las sombras o la medular de la casa, por ejemplo), que sin duda enriquecen y construyen una de las mejores películas sobre mentes desquiciadas que yo recuerdo, sin que el eje central, por lo general desde el punto de vista del policía o investigador, lo dibuje como un simple monstruo descerebrado.
No podemos hablar de obra maestra, pero sí de una de las películas más acertadas del cineasta nórdico, que aquí demuestra experiencia, sabiduría y una alta capacidad de adaptación al medio, pues parece haber encontrado esa fina línea donde lo autoral  y lo comercial convergen y se enriquecen mutuamente, como en su día Hitchcock nos mostró.

martes, 30 de octubre de 2018

AWAIT FURTHER INSTRUCTIONS (2018)

Cuando se cumplen ya 20 años del estreno de "El Show de Truman (1998)", y con su director Peter Weir y el gran Ed Harris como invitados al certamen de Sitges, se volvió a poner en la palestra aquél profético y cada vez más atinado argumento, que sin saberlo, nos avanzaba un mundo totalmente vigilado por las grandes compañías, atiborrándonos con anuncios cada dos minutos, convirtiéndonos en sus patrocinadores involuntarios y anestesiando nuestras mentes con mensajes subliminales que lamentablemente, ya damos como habituales.
No era la primera vez que el mundo del cine abordaba dicha temática, cierto, pero sin duda el film de Weir logró aproximarse más que ningún otro a la realidad que ahora nos toca vivir. Algoritmos que memorizan y estudian nuestras búsquedas online, cámaras en cada esquina y buena parte de nuestra intimidad seriamente asaltada, por no decir tontamente regalada, es la cara oculta de una sociedad teóricamente avanzada que trafica con nuestros datos personales como quien hace recuento de su rebaño.
Ahondando de nuevo en esta misma reflexión sobre la actual manipulación social y la esclavitud consumista y/o consumidora, el festival proyecta una propuesta cinematográfica de semejante trasfondo crítico y muy particular visión del borreguismo establecido, explorando a través de otra óptica, esta vez más terrorífica, el mismo terreno.
"Await Further Instructions", segunda película del británico Johnny Kevorkian, presenta en primer término a una joven pareja formada por Nick y Annji, de visita el día de nochebuena a la casa de los "muy conservadores" padres de éste, con el nerviosismo que eso acarrea, pues ella es de etnia hindú y se temen lo peor.


Las 3 generaciones de los Milgram se reúnen pero no parecen entenderse, aunque no será hasta la mañana siguiente, el día de Navidad, cuando descubran atónitos como una extraña y viscosa masa negra recubre toda la casa sin dejarles salir, aislándolos casi completamente. Únicamente unos desconcertantes mensajes aparecen periódicamente por televisión, actualizándoles la situación de emergencia y dándoles instrucciones cada vez más inquietantes si quieren sobrevivir.
El trabajo de Kevorkian, envolvente y hasta cierto punto críptico, presenta diferentes aciertos sobre todo en sus esfuerzos estéticos (el propio diseño de la masa negruzca) aunque luce una puesta en escena próxima a lo convencional, sin apenas intuición autoral, incluso percibiéndose en exceso televisiva.


Aunque por momentos consiga ser asfixiante y casi terrorífica, lo cierto es que tras su ingenioso recurso del televisor dando instrucciones (está en la sinopsis, no estropeo la trama), y una vez entendido, casi machacado, el subtexto de una sociedad que te ordena y manipula como quiere, la cosa se estanca dramáticamente, sin atreverse a seguir metiendo el dedo en la llaga y tornándose previsible, gratuita, fútil e incoherente (el comportamiento del padre no obedece a la lógica del personaje, por poner un ejemplo).
Estamos ante un buen film, sin más, que logra sus mínimas pretensiones de base (el mensaje se capta rápido), pero culpable de simplificar en exceso un muy complejo entramado sociocultural, y salimos de su visionado sin que el tema nos haya suscitado más preguntas, pues se vende a los códigos funcionales de género. Lástima, pues podría haber volado mucho más alto si su mirada se hubiese tornado más atrevida, más punzante.

lunes, 29 de octubre de 2018

LA NOCHE DE HALLOWEEN (2018)

Nuestro regalo de fin de fiesta, además de la oportuna presencia del mismísimo John Carpenter (concierto a teclado incluido) dentro del festival de este año, fue el estreno, por fin, del slasher más esperado de la temporada, "La Noche de Halloween (2018)".
Con un hype por las nubes y una sala, no os engaño, hasta arriba de entusiasmados y muy nerviosos fanáticos de la franquicia (obviamente luciendo sus innumerables camisetas, mochilas y demás con la imagen icónica de Myers), presenciamos una experiencia grupal inolvidable, y no tanto por la calidad final del producto, sino más bien por el impresionante ambiente que es capaz de generar el visionado de una película, aún en nuestros días.
40 años después del estreno del original de Carpenter, y obviando las pseudo-secuelas, remakes y derivados durante este período (no por ello desechables, ni mucho menos), la nueva entrega se presenta como la continuación canónica del original, con un Michael Myers ya entrado en años escapando del sanatorio mental donde ha estado ingresado 4 décadas en silencio absoluto, y haciéndolo, curiosamente, la noche de Halloween.
La alarmante nula originalidad de la propuesta poco importa a estas alturas, pues siempre se puede girar el prisma y darle una explicación cariñosa como si de un homenaje al género se tratara. A mí no me cabe la menor duda de que la jugada es a tres bandas.
Por un lado, una historia previsible pero sobradamente contrastada asegura una buena recepción de cara al seguidor, que la convertirá en rentable (y más aquí con Jamie Lee Curtis retomando el rol de Laurie Strode). También busca rescatar la fórmula de asesino con cuchillo, antes pura serie B, dotándola de presupuesto y trayéndola al mainstream, algo que, seguramente, se empiece a realizar en masa con otros títulos, vistos los resultados (a ver cuánto tardan los buenos de Jason o Freddy en reaparecer).


Y por último, dar protagonismo total a las mujeres en las películas de terror (género donde solían ser casi todas recauchutadas, expuestas y luego troceadas), buscando unir generaciones como si de una carrera de relevos se tratase y sumarse así a los nuevos tiempos. De esta última parte se pueden extraer varias lecturas tras comprobar que se ha convertido en uno de los estrenos más taquilleros de los últimos tiempos con heroína de por medio.
Irónicamente, lo que antes resultaba sexista (cuando simplemente era el paroxismo más básico del terror), ahora, visto desde el lado opuesto, se aprecia como un síntoma de fortaleza sexual femenino, una cumbre por fin conquistada que no admite el mismo rasero crítico.



El director de "Superfumados", David Gordon Green, enfoca su mirada sin demasiada personalidad, copiando planos y secuencias completas del original y aunque, eso sí, asesinando más de lo habitual, incapaz de lograr un clima verdaderamente terrorífico, tan solo briznas de lo que fue, en parte por el uso inteligente de la música propia de la saga, actualizada por el propio Carpenter para la ocasión, y de nuevo inolvidable.
Es más significativa por el efecto social que conlleva que por su calidad como película; más estudiada que lograda y, aunque nos alegre volver a ver asesinar al imponente e icónico Myers, no es más que la misma jugada repetida, una trampa de despacho a la que caemos conformes y encantados, pero no convencidos ni ciegos. Un slasher de fogueo que no pasará de ser un mero guilty pleasure para una generación entera.

domingo, 28 de octubre de 2018

CLIMAX (2018)

La sorpresa de la jornada, e incluso del festival de Sitges 2018 (llevándose finalmente el premio como mejor película), se vivió la medianoche del viernes al sábado, en un abarrotado auditorio del Hotel Melià. Los afortunados allí presentes vivimos una experiencia inolvidable, un ritual cinematográfico solo posible compartiendo pantalla, silencio y oscuridad junto a una multitud, sumándonos todos a la orgía lisérgica que concibió Gaspar Noé.
"Climax" se venía anunciando como una especie de prolongación de su previa "Enter the Void (2009)", donde drogas, música, muerte y sexo colisionan para formar una locura sensorial, muy aplaudida por un sector pero vilipendiada por otros tantos, sin duda más conservadores.
Lo cierto es que su nuevo trabajo nos vuelve a hablar de eso, en efecto, pero con el añadido de sufrir tal mutación fílmica que de algún modo la película cobra vida propia, pues palpita y retumba de distinta manera en cada uno de nosotros, sacándonos de nuestra zona de confort, fagocitándonos, molestándonos, fascinándonos.
Sin apenas guion, mucha libertad creativa y con cierta premura por llegar a tiempo a Cannes, Noé concibió el film (su primer "Rated"), como una impactante pesadilla visual, donde el LSD y el alcohol extraen nuestras pulsiones más primarias hasta casi volver a la etapa primate, convirtiendo la fiesta con bailarines de inicio en una intensa bacanal, orgánica y pasional, repleta de onirismo surreal y demencia gestual, propiciando un género cinematográfico propio, intuyo que quizás nuevo, denominado ya por algunos como danza thriller.


Todo acontece en el interior de un edificio abandonado, antes una antigua escuela, en un gélido paraje sin concretar, a mitad de los 90. Un grupo de bailarines, casi todos franceses, celebran, bailan, aúllan, ríen, festejan, conversan y beben sangría por, en principio, haber sido seleccionados por una prestigiosa coreógrafa. Lentamente, las sensaciones cambian. Al parecer alguien ha echado algo en la bebida ocasionando un progresivo delirio global, alucinatorio y peligroso, que convierte el lugar en un infierno sensitivo, donde hay cabida para el humor (sin censuras), la violencia, el sexo e incluso la muerte.



Filmada con nervio y en todo momento explorando sus propios límites, el franco-argentino nos subyuga con un viaje tan brutal como hipnótico e inusual, que no todos querrán hacer (imagino a mucho público incómodo e indignado), exponiéndonos a una tortura algo mareante y repetitiva pero cautivadora, tribal e intensa como pocas. Un trippy jamás antes rodado, del cual salgo agotado pero fascinado, maravillado por su enérgica anarquía conceptual.
Personalmente creo que la obra de Gaspar Noé solo puede tener un recorrido lógico cuando es exhibida en salas (algo parecido a "The Rocky Horror Picture Show"), y que pronto la etiquetarán como cinta de culto, pero jamás podrá satisfacer a nivel doméstico, pues ni está planteada para eso ni embriagará a nadie en una pequeña pantalla.

sábado, 27 de octubre de 2018

EL APÓSTOL (2018)

Una de las apuestas fuertes de Netflix para este año también se hizo un hueco en la programación del festival, y pese a estrenarse el próximo 12 de octubre en la famosa y cada vez más robusta plataforma, era una buena ocasión para exhibir su potencial dentro de Sitges.
El director del aclamado y violentísimo díptico "Redada Asesina", el galés Gareth Evans, consigue esta vez financiación británica para presentarnos "El apóstol", un film alejado de lo que hasta ahora planteaba su cine, y así terminar de demostrarnos sus altos conocimientos sobre el medio, técnico y artístico, que requiere una obra como la que nos trae.
Ambiciosamente rodada, su nuevo trabajo exhibe sobre todo una fotografía espléndida de una isla remota donde, en el año 1905, una secta en crisis secuestra a la hija de un pudiente para, tras cobrar el rescate, superar la época de sequía y poder continuar con garantías en su pequeña comunidad de feligreses. El hermano de ésta, Thomas, tratará de colarse en la comunidad para encontrarla, con el peligro de muerte que eso conlleva, pues obviamente allí esconden un extraño secreto que pocos conocen.
Lógicamente, las películas que desmesuran su metraje para poder contar su historia (El Apóstol supera el par de horas) irremediablemente caen más a menudo en incongruencias de guion, agotamiento por parte del espectador o incluso pérdida de interés en las tramas que la forman, pese a lucir notablemente e incluso llamar nuestra atención en su bloque inicial, por lo general el más lúcido. La tortuosa narrativa de Evans nos convence durante su primera mitad, presentando personajes, situaciones y escenarios muy interesantes, situándonos en el lugar de manera concreta e invitándonos sin esfuerzo a empatizar con el asunto del secuestro (no tanto ya con el hermano, algo insípido y quizás desentonado debido a su rostro propio de un anuncio de perfumes).



Es pues en su bloque central donde, a pesar de permanecer todavía interesados, se rebaja mucho el efecto inicial, convirtiéndose en una película más sobre comunidades sometidas al gurú de turno que dice comunicarse con deidades. Con una factura más que notable, elegante trabajo sonoro y buena ambientación sin duda, pero lejos de ser recordada por nada más.
Si a eso le sumamos un segmento final, en mi opinión, chirriante por ambicioso y a veces fallido por alambicado, el resultado es, pese a los momentos sorprendentes de violencia propias del autor y un par de poderosas escenas (su llegada al pueblo, ese padre acorralando a su hija encinta..), un film interesante de indiscutibles aspectos técnicos pero carente de alma, casi nunca memorable y por momentos agotador.


Una apuesta llamativa para que conste en Netflix, y que seguramente funcione muy bien ahí, pero que el tiempo situará entre el grueso de producciones estigmatizadas que ni satisface al público general ni al que aprecia lo exquisito.

viernes, 26 de octubre de 2018

KEEP AN EYE OUT (AU POSTE!) (2018)

El sexto y esperado trabajo del particularísimo DJ/Director Quentin Dupieux me/nos ha tenido expectante(s) más de un año, y pese a no estar de cuerpo presente en su único pase del Auditori (esperábamos poder verle), sí pudimos degustar su nueva película en condiciones ideales, además de lograr reunirnos a los 4 "sospechosos" por vez primera en una misma sesión.
Llamaba la atención la sequía cinematográfica del galo desde aquella magnífica "Réalité" en 2014, y queremos pensar que quizás anduvo más enfocado en su ¿estimulante? carrera como disc-jockey electrónico, así como darse un respiro creativo. También nos supo a poco su brevísima colaboración con Red Bull en 2015, y de alguna manera estábamos huérfanos de su universo surrealista, ansiosos de ver qué tenía entre manos para este 2018.
Pues bien, ahora nos sorprende con 2 proyectos en un mismo año, "Au Poste!" y "Le daim", ambos con dinero francés y del cual ya hemos podido degustar el primero (en el caso de "Le Daim", con Dujardin como protagonista y actualmente en filmación, se espera ya para mediados de 2019).
Aterrizando en Sitges bajo su título internacional "Keep an eye out", lo cierto es que el reciente trabajo de Dupieux no defrauda del todo pero tampoco satisface completamente a su ya de por sí entregado público, que quizás le pone el listón donde él no pretende llegar, pues navega con rumbo propio en un tipo de cine de difícil catalogación.
Esta vez la trama gira entorno a un interrogatorio de lo más extraño que sucede de noche en una comisaría cualquiera, donde un aparente asesinato está aún por esclarecerse y el testigo principal está dispuesto a declarar su versión de los hechos ante el comisario Buron, que parece estar lejos de querer ponérselo fácil.



En apenas 73 minutos, Dupieux desarrolla una pequeña historia sobre 2 personajes, algo menos surrealista de lo habitual en su imaginario además sin usar su propia música por primera vez, pero con las pautas de humor absurdo que tanto le agradecemos, y de nuevo dando en la diana con la comicidad de su pareja protagonista, acertada y graciosa por igual, ambos entendiendo a la perfección el insólito juego de tan singular cineasta.
El experimento es divertido la mayor parte del tiempo, a veces incluso brillante, pero termina por adolecer de un exceso de diálogos y se bloquea ligeramente en su meridiano, convirtiendo incluso su duración (de por sí escasa), en un pequeño problema, pues hubiera funcionado mejor como mediometraje de unos 45-50 minutos.
Siempre se agradece ese viento fresco, el humor loco y el notable talento que trae nuestro querido Quentin Dupieux, y sin llegar a decepción, que para nada lo es, esta nueva "Au Poste!" comparte, quizás junto a "Wrong", el ser de las menos inspiradas de su autor, dentro de una trayectoria que a buen seguro, nos traerá trabajos futuros deliciosos, y puede que su obra maestra, aún por llegar.

jueves, 25 de octubre de 2018

HISTORIAS DE FANTASMAS (2017)

"Historias de Fantasmas" (Ghost Stories), film británico con reminiscencias Hammerianas, llevaba más de 1 año paseándose por festivales internacionales, y aunque en breve se edita ya en digital, el festival de Sitges 2018 tuvo a bien proyectarla aquí semanas antes, pues en parte lo merecía. 
La película gira entorno a la figura del profesor Phillip Goodman, un televisivo e implacable desenmascarador de farsantes esotéricos, cuyo objetivo es poner en evidencia que son todo trucajes innobles que algunos tienen para jugar con las personas emocionalmente inestables. Cuando se le presentan 3 casos sin resolver que no parecen tener explicación lógica, Goodman entrará en un mundo que pensaba ficticio, descubriendo nuevas verdades que harán desmoronarse sus férreas (quizá demasiado) convicciones.
Homenajeando las míticas y en ocasiones sensacionales producciones de terror divididas en capítulos, Ghost Stories nos absorve en sus primeros minutos con una premisa genial, pues quien más o quien menos empatizará con el protagonista y deseará ver de qué tratan esos extraños casos sin respuesta.
Mientras el hilo narrativo que vertebra el film se desinfla a medida que pasan los minutos (con un Goodman mucho menos incisivo de lo deseado), los 3 capítulos que se nos cuentan destilan ingredientes terroríficos propios, y pueden desgranarse como piezas singulares, con sus aciertos y desvaríos individuales.
La primera historia hace uso de la sempiterna exploración de espacios en la oscuridad con linterna para, haciendo gala de efectismos varios (no todos válidos), adentrarnos en una institución mental abandonada y ahora vigilada de noche por un guarda sin muchos modales.
Lograda hasta cierto punto pero estirada en exceso, no alcanza ni tan siquiera a incomodar, pues aunque produce algún que otro escalofrío, prometía más de lo que acaba por ofrecer.
En el segundo capítulo (sin duda el más estimulante), un chico claramente atormentado vive un calvario de origen satánico mientras se queda tirado en el bosque, con su coche averiado y completamente solo. El uso aquí de las herramientas del terror están más que justificadas, con la única luz de los faros del automóvil y decenas de sonidos a su alrededor, creando una atmósfera idónea para hacernos experimentar momentos poderosos, claramente intrigantes. Su desenlace irá a gustos, pero en mi opinión robustece la cinta y añade empaque al conjunto, añadiendo además una comicidad muy necesaria.

El caso de Simon, el mejor episodio de toda la cinta

Ya en el último segmento, el de Martin Freeman, el uso del fenómeno poltergeist propone un terror más psicológico, más de sobresalto, analizando sin mucho atino el tormento personal de un ricachón resabiado que a su vez enlazará con el hilo principal, uniendo cabos innecesariamente y terminando donde no debía, en un tercio final para olvidar, con una serie de giros insuficientes que consiguen que naufrague su conjunto (terrible, en el mal sentido del término, todo lo relacionado con el bullying). Pese a todo lo dicho, se deja ver con interés y nos regala una historia intermedia respetable, además de una premisa suculenta. Lástima que no haya fraguado todo lo bien que podía.

FESTIVAL DE SITGES 2018: PALMARÉS + TOP 5

Como es costumbre tras el intenso festival de Sitges, los miembros de este humilde aunque aguerrido blog repasamos los 5 títulos, ya con cierta perspectiva, que más nos han llamado la atención (añadimos esta vez también nuestro mayor "fail", o tropiezo de turno).
Este año, debido a "pequeñas complicaciones administrativas", hemos visto menor cantidad de películas, pero también hemos atinado más. De un total 45 films devorados entre los 3, ahí van nuestras predilectas...

BEST 5 - SOSPECHOSOS CINÉFAGOS


 JESÚS ÁLVAREZ (J.A.)







1. CLIMAX
2. LA CASA DE JACK
3. GHOSTLAND
4. MANDY
5. AU POSTE!

(FAIL - DEADTECTIVES)



MARC VENTURA





1. BURNING
2. THE NIGHT COME FOR US
3. CLIMAX
4. AU POSTE!
5. FUGA

(FAIL - EDERLEZI RISING)




ADRIÁN ROLDÁN






1. ONE CUT OF THE DEAD
2. THE NIGHT COME FOR US
3. INUYASHIKI
4. MANDY
5. AFTER MY DEATH

(Adri dice que no se topó con ningún fail, es así él)

Y el Palmarés de Sitges 2018 es:


Sección Oficial Sitges 51

Mejor película: CLIMAX, de Gaspar Noé

Premio especial del jurado: LAZZARO FELICE, de Alice Rohrwacher

Mención especial del jurado: L’HEURE DE LA SORTIE, de Sébastien Marnier

Mejor dirección: Panos Cosmatos, por MANDY

Mejor interpretación femenina: Andrea Riseborough, por NANCY

Mejor interpretación masculina: Hasan Ma’jun, por PIG

Mejor guion: Quentin Dupieux, por AU POSTE!

Mejores efectos especiales: Atsushi Doi, por INUYASHIKI

Mejor fotografía: Panjar Kumar, por TUMBBAD

Mejor música: Chu Ishikawa, por KILLING

Gran premio del público: UPGRADE (ILIMITADO)

Premio del Público Panorama Fantàstic: MONSTRUM

Premio del Público Sitges Documenta: GOODBYE RINGO

Mejor cortometraje: POST MORTEM MARY, de Joshua Long

Noves Visions

Mejor película Noves Visions : DESENTERRANDO SAD HILL, de Guillermo de Oliveira

Mejor director: Philip Groning, por MY BROTHER’S NAME IS ROBERT AND HE IS AND IDIOT

Blood Window

Mejor película: MUERE, MONSTRUO, MUERE, de Alejandro Fadel

Méliès

Méliès de Plata mejor película: FUGUE, de Agnieszka Smoczynska

Focus Àsia

TUMBBAD: de Rahi Anil Barve, Anand Gandhi Lee An-kyu

Anima’t

Mejor película: MIRAI, de Mamoru Hosoda

Órbita

Mejor película : AMERICAN ANIMALS, de Bart Layton

Fantàstic Discovery

Mejor película: MAQUIA: WHEN THE PROMISED FLOWER BLOOMS, de Mari Okada

Midnight X-Treme

Mejor película: MAY THE DEVIL TAKE YOU, de Timo Tjahjanto

Premio Brigadoon Paul Naschy

BAGHEAD, de Alberto Corredor

Jurado de la crítica

Premio de la crítica Josep Lluis Guarner: LAZZARO FELICE, de Alice Rohrwacher

Premio Citizen Kane a la mejor dirección novel: DOMESTIK, de Adam Sedlák

Mención especial: UNDER THE SILVER LAKE, de David Robert Mitchel

Jurado Carnet Jove

Mejor película: LAZZARO FELICE

miércoles, 24 de octubre de 2018

FESTIVAL DE SITGES 2018: VIERNES 12 DE OCTUBRE (ÚLTIMO DÍA)

Nuestro regalo de fin de fiesta, además de la presencia del mismísimo John Carpenter (concierto a teclado incluido) dentro del festival de este año, fue el estreno, por fin, del slasher más esperado de la temporada, "La Noche de Halloween (2018)".
Con un hype por las nubes y una sala, no os engaño, hasta arriba de entusiasmados y muy nerviosos fanáticos de la franquicia (obviamente luciendo sus innumerables camisetas, mochilas y demás con la imagen icónica de Myers), presenciamos una experiencia grupal inolvidable, y no tanto por la calidad final del producto, sino más bien por el impresionante ambiente que es capaz de generar el visionado de una película, aún en nuestros días.
40 años después del estreno del original de Carpenter, y obviando las pseudo-secuelas, remakes y derivados durante este período (no por ello desechables, ni mucho menos), la nueva entrega se presenta como la continuación canónica del original, con un Michael Myers ya entrado en años escapando del sanatorio mental donde ha estado ingresado 4 décadas en silencio absoluto, y haciéndolo, curiosamente, la noche de Halloween.
La alarmante nula originalidad de la propuesta poco importa a estas alturas, pues siempre se puede girar el prisma y darle una explicación cariñosa como si de un homenaje al género se tratara. A mí no me cabe la menor duda de que la jugada es a tres bandas.


Una protectora Jamie Lee Curtis trata de que su familia no sufra como ella 

Por un lado, una historia previsible pero sobradamente contrastada asegura una buena recepción de cara al seguidor, que la convertirá en rentable (y más aquí con Jamie Lee Curtis retomando el rol de Laurie Strode). También busca rescatar la fórmula de asesino con cuchillo, antes pura serie B, dotándola de presupuesto y trayéndola al mainstream, algo que, seguramente, se empiece a realizar en masa con otros títulos, vistos los resultados (a ver cuánto tardan los buenos de Jason o Freddy en reaparecer).
Michael Myers no se rehabilita ni un pelo
Y por último, dar protagonismo total a las mujeres en las películas de terror (género donde solían ser casi todas recauchutadas, expuestas y luego troceadas), buscando unir generaciones como si de una carrera de relevos se tratase y sumarse así a los nuevos tiempos. De esta última parte se pueden extraer varias lecturas tras comprobar que se ha convertido en uno de los estrenos más taquilleros de los últimos tiempos con heroína de por medio.
Irónicamente, lo que antes resultaba sexista (cuando simplemente era el paroxismo más básico del terror), ahora, visto desde el lado opuesto, se aprecia como un síntoma de fortaleza sexual femenino, una cumbre por fin conquistada que no admite el mismo rasero crítico.
El director de "Superfumados", David Gordon Green, enfoca su mirada sin demasiada personalidad, copiando planos y secuencias completas del original y aunque, eso sí, asesinando más de lo habitual, incapaz de lograr un clima verdaderamente terrorífico, tan solo briznas de lo que fue, en parte por el uso inteligente de la música propia de la saga, actualizada por el propio Carpenter para la ocasión, y de nuevo inolvidable.
Es más significativa por el efecto social que conlleva que por su calidad como película; más estudiada que lograda y, aunque nos alegre volver a ver asesinar al imponente e icónico Myers, no es más que la misma jugada repetida, una trampa de despacho a la que caemos conformes y encantados, pero no convencidos ni ciegos. Un slasher de fogueo que no pasará de ser un mero guilty pleasure para una generación entera.

J.A.
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