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martes, 4 de diciembre de 2018

CANIBA (2017)

Los responsables del documental "Caniba", el británico Lucien Castaing-Taylor y la suiza Verena Paravel, estuvieron presentes en la Sala Tramuntana (Festival de Sitges'17) y nos hicieron una breve introducción, de manera excepcional, pues casi nunca se prestan a tales menesteres. Su nuevo trabajo prometía emociones fuertes y hacernos pasar por una experiencia estomagante, y de algún modo lo fue, pero no de la manera que supongo ellos esperaban...
El documental explora y trata de analizar la mente de un criminal antropófago, y se atreve a aproximarse a una figura imposible de olvidar, la del japonés Issei Sagawa (y de paso a su hermano Jun, otra pieza de museo). Issei, mientras estudiaba literatura en la Sorbona parisina en los años 80, se encaprichó de Renée Hartevelt, una hermosa compañera holandesa que, pese a dejarle bien claro que no estaba interesada en él, accedió a cenar en su casa el 11 de junio de 1981.
Tal cortesía fue letal, ya que tras asestarle un golpe en la cabeza con un martillo, Issei la hizo picadillo, la exploró post-mortem (me ahorro detalles, obviamente) y se la zampó poco a poco, lo que le provocaba una enfermiza y reconfortante sensación de proximidad amorosa, idílica y retorcidamente romántica.
No fue difícil detenerle y condenarle, pero por un malabarismo legal incomprensible, el nipón vive ahora tan tranquilo en Tokyo junto a su hermano, que a su vez merecería otro documental para él solito, ya puestos.
El menor de los Sagawa, de ahora 68 años, consciente ya de su repulsiva condición, nos relata sin despeinarse cómo fue todo aquéllo, qué le impulsó y por qué ya no lo volvería a hacer, pese a no poder evitar pensar en atrocidades día sí, día también (algunas, según relata, inconfesables por su extrema crueldad).
Sin duda la concepción del documental es más que sugerente, morbosa y llamativa, y aunque nos provoque rechazo social en mayor o menor medida, todos queremos indagar y saber un poco más sobre el enajenado japonés (o eso creo).


Lo que sucede es que el tándem de hipsters Lucien &Verena filman acorde con el asunto, o sea, incómodamente. Planos detalle o primerísimos primer planos desenfocados y movidos sobre la tez del protagonista, silencios prolongadísimos, secuencias en vacío y trucos desesperantes explorando espacios nos sitúan entre la pequeña línea del aburrimiento y el hastío el 95% del metraje, provocando el murmullo en el público, nervioso por ver que no pasa ni dicen nada en pantalla.
Puedo llegar a comprender que la pareja de "auteurs" huya de lo políticamente correcto como objetivo de su autoría, incluso que pretendan romper todo tipo de convencionalismos formales, no caer en lo cómodo y lanzarnos un nuevo reto fílmico, pero el resultado no es otro que un efecto somnífero, casi narcótico en la audiencia (y mucho abandono de sala).


La historia de uno de los más célebres antropófagos confesos es fascinante, no lo pongo en duda, y se agradecen esos pequeños momentos WTF que contiene el film (un repaso al manga creado por el mismo Issei relatando lo acontecido (¡de ver para creer!), secuencias pornográficas o incomprensibles parafilias), pero en conjunto se trata de un trabajo muy irregular, por momentos insoportable y que desborda cierta pedantería en su puesta en escena, más caprichosa y experimental que funcional.
Me quedo con el temerario intento de arrojar algo de luz sobre el comportamiento caníbal en el ser humano, lo que ha supuesto acercarse de la manera más desprejuiciada posible a tan complejo sujeto y la reflexión final sobre el verdadero sufrimiento de una mente tronada, tan compleja y dañada que se autodestruye día a día, tratando de controlarse.

lunes, 7 de abril de 2014

GENERATION IRON (2013)

Generation Iron estaba llamado a ser el nuevo y flamante "remake actualizado" del icónico film del 77 "Pumping Iron" (no en vano comparten algunos actores y un avispado productor ejecutivo, Jerome Gary), e incluso se hizo coincidir su estreno en salas comerciales con las fechas del evento de eventos en dicha disciplina deportiva, el Mr.Olympia, que se celebra anualmente ya siempre en Las Vegas.
No le ha faltado pues impulso comercial ni oportunismo mediático (obtuvo el mejor arranque económico en un fin de semana de un documental en todo EEUU), ni tan siquiera un hermoso abanico de caras conocidas (con eso a su favor), no obstante sí que he echado de menos algún signo de personalidad cinematográfica o de cualquier capacidad de sorpresa, aunque fuera pequeña, hecho que indudablemente su antecesora poseía.
El director ruso Vlad Yudin copia en su "Generation Iron" el esquema casi al dedillo que propusieron en su día el dúo Butler-Fiore, evidentemente modernizando el conjunto y sirviéndose de herramientas actuales. Es así como Yudin sigue con su cámara a 7 culturistas profesionales unos 3 meses antes del Olympia, acercándonos a sus inseguridades, miedos, ansiedades, sueños, derrotas o triunfos, siempre tratando impetuosamente de "humanizar" a un séquito de deportistas por lo común "demonizados".
Su afán por contar demasiadas historias paralelas que converjan perfectamente al final no resulta del todo sencilla, pues él no se apoya en trucos de ficción como lo hacía el original, sino que apuesta por la veracidad de todas y cada una de las historias que presenta.

Kai Greene, expresándose artísticamente sobre el asfalto
Branch "Quadrasaurus" Warren, culturista tejano de 39 años, demuestra tener experiencia, actitud y un alto grado de intensidad en sus entrenamientos, pero nos hará comprender (y a veces bruscamente) que sus esfuerzos nunca serán recompensados con el máximo reconocimiento. Eso obviamente le crea frustraciones que sólo consigue aplacar con un buen alarde de sensatez ante las cámaras (para mí, algo fingido de todas formas), y sin intoxicarse la mente considerándose un eterno perdedor.
Warren además protagoniza la secuencia más dolorosa del film al sufrir un accidente cayéndose de uno de sus caballos, dentro de las extensas hectáreas de su rancho.
Dennis "Big Bad" Wolf  es un enorme culturista ruso de 35 años con una evidente fascinación por la figura de Arnold Schwarzenegger que además, habla como él (hecho que se debate entre lo ridículo y lo gracioso). Su ausencia de carisma y seguridad queda patente cuando le vemos acudir a un cásting para una película y su audición es poco menos que horrible. Su dedicación al culturismo es total, pero es de los pocos que disfrutan de una familia estructurada y aparentemente feliz (con mujer y una hija, por cierto, muy apetecible) y de un entrenador y/o asesor de prestigio, el ex-profesional Dennis James.

Victor Martínez, una estrella estrellada
Sibil con Roelly al fondo, severidad alemana en el culturismo
Heath en el backstage con el mítico Lou "Hulk" Ferrigno
Víctor "The Dominican Dominator" Martínez, es el caso más complejo de todos. Este dominicano de 41 años llevaba una ascensión meteórica en el mundo del bodybuilding (llegó a quedar 2º en el Olympia de 2007 por detrás sólo de Jay Cutler y superando a un ya apagado Coleman) hasta que su carrera se vio duramente afectada por las lesiones (en 2008 sufrió rotura del tendón rotuliano) y la dolorosa muerte de su hermana, víctima de un accidente laboral.
Su turbulenta historia no acaba ahí, pues también tuvo que pasar 6 meses en un centro de internamiento para inmigrantes ilegales y su condición física y anímica bajaron enormemente. Así, el que era llamado a suceder en trono a Ronnie Coleman, ve como su carrera profesional se aleja (su visita a un juez de alta competición para que le dé su veredicto es digna de mención), sin haber conseguido su máximo objetivo y forzado a asumir que quizás, el 2012 sería ya su último año en competición.
Ben "Pak-Man" Pakulski, canadiense de 33 años, presenta un físico envidiable (sobre todo su tren inferior, simplemente impresionante) y mucha seriedad en sus ambiciones, pero más allá de sus hipnóticos rasgos escandinavos y sus grandes conocimientos sobre la materia (es el más estudiado de todos), su historia de crecimiento no nos llega, siendo quizás la más plana de todas.

Kai Greene, artista y culturista
El mestizo holandés-caribeño Roelly "The Dutch Beast" Winklaar (36) vive obsesionado con internet y las redes sociales, pero tiene a su lado a la estricta entrenadora alemana Sibil Peters (también conocida como "grandma" o "The trainer from Hell") para ordenar sus rutinas y ponerlo firme (delirante cuando le "invita" a que se vaya a dormir para reunir fuerzas).
Su historia es interesante y muy peculiar, pues deberán obtener su pase al Mr. Olympia a través de un certamen europeo, concretamente en Noruega (tras perder su oportunidad en EEUU). La condición de "inexperto" por parte de Roelly junto con la severidad de Sibil (que aunque sepa a poco, aporta el necesario condimento femenino al film), son garantías de una buena historia, pues permite varias lecturas casi de manera involuntaria.
Para el final he dejado a los verdaderos protagonistas de este docudrama, los Arnold y Lou de esta generación : Kai "The predator" Greene y el actual Mr.O Phil "The Gift" Heath.
Aunque sus historias poco o nada tienen que ver entre sí, lo cierto es que son las que más me han atrapado por su absoluto compromiso, respeto y entendimiento de este deporte, cada uno a su estilo.
Kai, afroamericano de Brooklyn, no tiene ni padres ni familia. Vive solo en un pequeño loft de barrio, junto a sus pinturas (que por cierto, resultan sorprendentes e incluso buenas) y explota su vena artística en plena calle (sus poses en el metro con máscara incluida son para enmarcar). Su visión del culturismo es poder crear en su propio cuerpo la figura muscular masculina perfecta, siendo él mismo una obra de arte. No me cabe duda de que en parte, juega como un guiño a las declaraciones de Arnold en Punping Iron sobre el mismo asunto.

Heath, concentrado segundos antes de exponer su rutina de poses
Los dos mejores en la actualidad, Phil y Kai




                              Para Greene, el culturismo ha sido y sigue siendo, como para muchos, su vía de escape para superar ciertas adversidades o circunstancias negativas (sobre todo en lo referente a los peligros de la calle y su barrio), otorgándole disciplina, pasión, objetivos y fuerza de voluntad. Su carácter, solitario y taciturno, es insólito en este deporte, y aunque le cuesta asumir ser el eterno segundón, demuestra un tesón y una inteligencia asombrosas. Sin duda, su historia ha sido la más interesante de descubrir.
El actual Mr. Olympia y ex-jugador de baloncesto Phil Heath, presenta otras credenciales más acordes con la figura de un campeón. Un astuto, dotado (genéticamente se entiende) y, seguramente, poco más que ocasional Rey del culturismo que vive rodeado de lujos, coches y contratos.
Su entendimiento del business le ha hecho crecer hasta tocar techo, y no me cabe duda de que reúne todos los ingredientes para consolidarse tal vez un año más (ya lleva 3 consecutivos), pero creo firmemente que es muy improbable que alcance los logros que en su día sumaran  los Dorian, Haney, Arnold y compañía.

Mickey Rourke, narrador en off del documental 
Generation Iron desafortunadamente entra en bucle al enseñarnos repetitivas e innecesarias escenas de sus entrenamientos (hay cientos de videos así de cada profesional online), mermadas entrevistas de mayor interés (Arnold o Lou participan muy brevemente), se acobarda al afrontar el espinoso tema de los esteroides, no indaga lo suficiente en el amplio e interesante mundo de la alimentación de cada profesional y ni tan siquiera aprovecha el certamen final para crear un momento para el recuerdo (aunque ofrezca unos minutos de inicio y una canción central estupendos).
El film acaricia la superficie de esta disciplina deportiva y la de sus atletas, sin llegar a significar nada nuevo ni nada que sea necesario que el profano conozca. Una oportunidad mal aprovechada de proyectar un estilo de vida denostado por una parte de la sociedad pero que cada vez tiene más adeptos.
Quizás esta nueva generación de profesionales tengan menos que decir de su paso por el culturismo, o quizás el cineasta Vlad Yudin no ha sabido reflejarlo con sus lentes, pero de todas formas, tanto el contenido como la esencia de esta "Generación del Hierro" dista mucho de aquél incunable que fue "Pumping Iron", más inimitable que nunca.
Como anécdota merece la pena esperar tras los créditos, para saborear a un viejo Mike Katz preguntando de nuevo por su camiseta perdida. Un gran momento.

http://www.filmaffinity.com/es/film487330.html

sábado, 18 de mayo de 2013

RELÁMPAGO SOBRE AGUA (1980)

Durante el rodaje de "55 días en Pekín" (55 days at Peking, 1963), el director Nicholas Ray sufrió un ataque al corazón que precipitó su final tras las cámaras. Tras el incidente, 'Nick' invirtió su tiempo en la enseñanza sobre cine (fue profesor de Universidad) y abandonó las filmaciones con los grandes estudios para orientarse ya hacia pequeños proyectos más alternativos.
13 años después del fallo cardíaco y en esta ocasión acompañado de sus alumnos (entre ellos, un jovencísimo Jim 'cool' Jarmusch), el magnífico director de Rebelde Sin Causa firmaría una rareza experimental titulada Nunca volveremos a casa (We can't go home again, 1976) que no acabaría teniendo apenas repercusión más allá del interés que su persona pudiera ya suscitar (y que se refleja en parte dentro de esta Relámpago sobre agua).
Sin embargo, su aparición en un film (hoy de culto) como El amigo americano (Der Amerikanische Freund, 1977), permitió a Ray conocer bien al director de la misma, el alemán Wim Wenders, con quién pactó realizar un film conjunto en el futuro porque consideraba que sus talentos darían un fruto exquisito.
El cerebral Wim ya sabía que Nick padecía un cáncer terminal cuando decidió visitarlo aquél 8 de abril de 1979 en su loft del Soho, en Nueva York. La enfermedad estaba en un estado tan avanzado que Nick, pese a sólo sumar 67 años, estaba considerablemente demacrado y visiblemente débil.
Wenders conversando con Nick acerca de su proyecto mutuo
La idea de su reunión adquirió entonces un significado bien distinto debido a lo delicado de la situación, y el cineasta alemán no tardó en sincerarse con Nick, planteándole un asunto muy difícil de afrontar con elogiable entereza.
Su cercana muerte y cómo eso trastocaba por completo el rodaje de su film.
El interés de trabajar en un proyecto común se transformó forzosamente en un testamento fílmico del deteriorado Ray, que confíó plenamente en su colega bávaro para documentar su último esfuerzo por y para el cine (sin haber concebido tan siquiera un guión previo).
Wenders promete a Nick honradez, transparencia y nada de morbosidad en sus filmaciones, pero no le será tan sencillo. El objetivo de la cámara, ajeno a cualquier postura ética o moral, acaba mostrando con verdadera crudeza la penosa realidad de Ray y registra sin piedad su lamentable estado físico en cada una de sus intervenciones.

Wim y Nicholas conversando sobre el guión de su film

Nicholas Ray, en sus últimos días de vida
Veremos como Nick se levanta lentamente de la cama, sin pantalones, y lo primero que hace es fumarse un cigarro. Y tose. Y vuelve a toser. El cáncer le carcome, pero Ray se resiste a dejar de fumar. Sufre a cada minuto que pasa y nos hace sufrir a nosotros. Sin embargo, es su decisión. No quiso irse de manera deshonesta con su forma de vivir y entender la vida.
La cámara nos muestra además que ese color rojo encendido que Ray siempre usó en su cine, no era algo casual ni mucho menos. En su diáfano loft del Soho, objetos tan cotidianos como un simple teléfono, una silla, unas camisas, unos pijamas o algunos efectos personales lucen ese mismo tono encarnado. Un color que nos remite a lo crítico, a lo incandescente, a lo fatal. Casi como una suerte de epifanía de lo infernal que está por llegar y que Nick, como hacía en sus películas, ya nos estaba avisando prematuramente.

Ray con su hijo de fondo mientras proyectan su "Hombres Errantes"

El sugestivo y casi subjetivo uso de cámara usado por Wenders

La tragedia está servida y ningún espectador se sorprenderá con el desenlace o "twist" que le depara el metraje, pero sí merece un especial atención a diversos aciertos intelectuales de Wenders en su montaje y/o composición de planos e ideas.
Alternando acertadamente cámaras de 16mm con otras de 35 (creando una visión personal y otra ficcional), Wenders consigue bifurcar nuestra mirada e impregnar de cierta nostalgia fílmica su ya "condenada" obra, que sin casi pretenderlo, rezuma buenas dosis de tristeza desde su inicio.
Con un pie en el docudrama y otro en la ficción (nunca se sabe qué no está realmente planeado), el joven cineasta propone un ejercicio interesantemente confuso, a medio camino entre el homenaje y la obligación de llevar  a cabo el deseo (casi capricho) de uno de los grandes del cine clásico americano.
Su mirada, respetuosa en todo momento, atiende a un motivo de enorme importancia. En palabras del propio Ray "..este debe ser un film que trate sobre un hombre que quiere encontrarse a sí mismo antes de morir...".
Wenders, en su afán de detener el tiempo con su cámara, ofrece planos largos y parsimoniosos suspendidos en el aire, que dotan al metraje de una atemporalidad y distinción muy adecuada. En un momento del film, nos explica brillantemente su postura ética con un único pero esclarecedor plano. Vemos como el visor de su cámara enfoca un puente neoyorkino con absoluta nitidez, revelando la verdad del momento, sin adornos.
El resto del encuadre, todo aquello que envuelve la cámara, se nos muestra totalmente desenfocado, creando un exquisito contraste. La cámara no engaña a nadie, dice la verdad tal y como es. Ella es la culpable, y no Wenders, de mostrar tanto dolor y realismo en su película.
Asistiremos al último speech de Ray previo al pase de su Hombres Errantes (The Lusty Men,1952) con Robert Mitchum; a cómo los hijos de éste aguardan a su vera el fatal desenlace con extraña paz o como Ray se asusta pero asimila su paso hacia la eternidad, dando una lección sobre la vida y la muerte con pequeños gestos (miradas a cámara, resistiéndose a ser retratado como no merece, manteniendo un discurso coherente con la vida...).

Nicholas Ray, un director mítico.
Todos nos veremos reflejados en la agonia final del maestro, quién más o quién menos, todos compartiremos su dolor y empatizaremos con su última cruzada personal.
Finalmente, y tras 1 mes de ausencia, Wim vuelve a NY, esta vez junto a su mujer, para visitar de nuevo a Ray por última vez. Sus problemas de salud se han agravado y resultan ya determinantes para que todo concluya. Una vida fascinante de uno de los mejores directores de la historia del cine, un luchador incansable que terminó su vida como escogió, haciendo cine.

domingo, 30 de diciembre de 2012

1 PARA 1 (a.k.a LA LEY DE LA SELVA, NOSOTROS) (2013)

Alfonso es un candidato a Gobernador de México que una noche atropella a una migrante en avanzado estado de embarazado. Para evitar cualquier posible escándalo, el político le ofrece atención sanitaria y luego cobijo en un edificio de su propiedad hasta que pasen las elecciones. Sin embargo, tras recibir la presión de un alto mandatario (sutil eufemismo de "mafioso"), Alfonso se verá forzado a devolverla a la calle. La mujer, sin techo ni recursos, buscará un cuarto bajo el que vivir, pero solo contará con la ayuda de una chiquilla, de una calidad humana y sentido de la justicia ya inexistente en el mundo adulto.
Bajo una extremada (y consecuente) austeridad de medios, Daoud Sarhandi y su mujer Carolina Rivas ruedan su esperado primer largometraje de ficción, "La Ley de la Selva", concebido para su estreno en Festivales de 2013. Para ello, Carolina nos traslada a su México natal, un país de preocupante inestabilidad socio-económica, alarmante miopía gubernamental y alto grado de criminalidad, donde además, cada vez tiene menos valor la vida de sus ciudadanos, muchos de ellos en constante migración. Carolina encara con aplomo esa dolorosa situación actual para así asomarse de nuevo al que lleva siendo el leitmotiv de su carrera, las emociones del ser humano.
En "La ley de la Selva", lo importante es cubrir una necesidad humana, llegar a explicar un momento trágico en la vida de las personas de una manera respetuosa y cautelosa pero también directa, sincera, transparente y sin caer en frivolizaciones. Filmada plenamente en interiores de fondo negruzco, casi como una representación teatral y con cámaras estáticas, la película se desarrolla paralela a un acertado tono musical, irónicamente circense.

Un heterogéneo grupo de ciudadanos aferrados no sólo a un fingido vagón de metro, sino también a un mutismo absoluto
Este doloroso mundo de fingida realidad que abordan DaoudCarolina en su film, les sirve como vehículo para conducir nuestra mirada hacía el redescubrimiento de lo esencial, de lo que les ocurre a sus personajes en pantalla, lo que sienten a cada instante, y todo eso sin los componentes más propios del cine convencional. Carente de artificiosidades, dueña de una narrativa plácida y desprovista de cualquier pretenciosidad en su desarrollo, la película sí requerirá de una cierta sensibilidad hacia lo visual para ser totalmente comprendida, aspecto inhóspito en la retina del espectador actual.


Sin embargo, es loable que un film tan absolutamente parco de medios y con un sentido de la comedia tan amargo (lástima que no persiga más ese camino) logre incomodar al espectador adentrándolo en un mundo donde nadie querría estar, tan deshumanizado como egoísta y consiguiendo (casi en todo momento) inyectarnos esa dosis de verdad que pretende, enseñándonos de una manera elemental como se han perdido los valores más esenciales y/o primarios.
Su compromiso social es indiscutible, ya que aborda con valentía el difícil asunto de la corrupción política en México (con una notable interpretación del candidato al partido bicolor), la cruda realidad de los sin techo (vendiendo en las calles lo que se tercie, aunque sean armas), o recalcando el mutismo de la ciudadanía, que hace oídos sordos a los problemas más terrenales (la escena del bar donde nadie parece escuchar las súplicas de la niña hasta que ésta entra en cólera).
Se constata pues, que este film de acentuada conciencia autoral no está, en ningún caso, fabricado para una audiencia masiva, sino para paladares independientes con significativa capacidad para entender verdades dolorosas. Con total seguridad, "La Ley de la Selva" no tendrá cabida en las salas comerciales, aunque sí en Festivales independientes, donde muy probablemente, coseche impresiones favorables.
Así pues, el film de la mexicana Carolina Rivas en co-dirección con su marido, el británico Daoud Sarhandi, aunque no consiga cambiar el mundo, sí es consecuente consigo mismo y rema hacía la dirección correcta, y eso, en los tiempos que corren, es lo que verdaderamente importa.

sábado, 24 de noviembre de 2012

RAY HARRYHAUSEN : SPECIAL EFFECTS TITAN (2011)

Somos testigos de excepción del homenaje que en Brigadoon (ahora situado en L'edifici Escorxador) le hacen al legendario mago del stop-motion Ray Harryhausen, toda una oportunidad para degustar una delicatessen junto a unos pocos asistentes (seríamos unos 20 en la sala de proyección nada más). El film, orquestrado por el galo Gilles Penso, lleva el titulo de "Ray Harryhausen : Special Effects Titan", y repasa la vida fílmica del nonagenario californiano aún en plena actividad (lo vimos recientemente en la decepcionante Burke & Hare de Landis, haciendo un diminuto papel).
Lo cierto es que el documental se cimenta básicamente en los indiscutibles logros cinematográficos de Ray, cayendo progresivamente en una acentuada adulación sin remilgos, y lamentablemente sin ápice crítico alguno (¿porqué no repasar con más ahínco el rechazo del que fue víctima años más tarde?). De todas maneras, la vida del mito se repasa en primera persona durante todo el film (con el propio Ray, mostrando una memoria prodigiosa) y cuenta con invitados de verdadero prestigio como Steven Spielberg, James Cameron, John Landis, Tim Burton, Joe Dante, Guillermo del Toro, Terry Gilliam, Ray Bradbury, Caroline Munro o Peter Jackson (éste último como culpable de la recuperación de su legado).


Sus más de 15 trabajos para el cine como artesano de efectos especiales son ya auténticos clásicos de ayer y hoy, con películas como Simbad y la princesa, Jasón y los argonautas o la original Furia de Titanes, entre otros incunables.
Como bien retrata el documental, desde hace ya algunos años (principios de los 80), su trabajo se ha visto obviamente desfasado y ahora miramos hacía atrás con cariño y admiración, pero conscientes de que su tiempo ya pasó y que es hora de recurrir a las nuevas tecnologías, mucho más rápidas, baratas y funcionales, aunque carentes del espíritu artesanal tan mágico de Ray.
El film nos cuenta como gracias al empeño de Peter Jackson (ferviente admirador que incluso le copió el stop motion cuando estudiaba cine), se consiguieron recuperar muchísimas criaturas originales (a Ray no le gusta el término "monstruos") del fondo de un garage, algo que, incomprensiblemente, estaba condenado al olvido.
Sus increíbles esqueletos con escudo y espada, la gran Khali de 6 brazos, el Grifo o el Centauro son unos pocos ejemplos de sus fantásticas creaciones, que están siendo consideradas hoy en día como verdaderas obras de arte, y que sin duda sirvieron como punto de partida para proyectos cinematográficos posteriores tales como Terminator, Parque Jurásico o El señor de los Anillos, por nombrar unas pocas.
Así pues, el denominado Titán de los efectos especiales recibe el tributo merecido a través de este interesante documental, seguramente el "definitivo" (no creo que le de tiempo a intervenir en ninguno más) y que acaba por otorgar la merecida categoria al bueno de Ray, considerado el maestro de todos en su campo.
Una ocasión que nos brindó Sitges y que no desaprovechamos desde 'Sospechosos', pese a ser proyectado en versión original sin subtítulos y vernos obligados a activar nuestro traductor mental sin descanso. Altamente recomendable pues para todo tipo de público y para el amante del fantástico en particular. Una bonita experiencia a recordar.


BERBERIAN SOUND STUDIO (2012)

El segundo film del británico Peter Strickland (tras su road movie "Katalin Varga" en 2009) es Berberian Sound Studio, una película que nos permite viajar en el tiempo y retroceder hasta la década de los 70, cuando en Italia reinaban las realizaciones de películas de terror y del fantástico, generando incluso un subgénero propio llamado giallo, donde podemos encontrar directores tan destacados como Mario Bava o Dario Argento tras las cámaras.
Nuestra historia arranca con la llegada de un técnico de sonido inglés llamado Gilderoy (un buen trabajo el de Toby Jones) a Italia, con la misión de encargarse de la edición del sonido de la última obra creada por el reputado director Santini, una película giallo titulada The Equestrian Vortex.
Gilderoy, reputado experto en su trabajo, tendrá que lidiar con un nuevo mundo para él, y no solo por el reto de estar a la altura de lo que implica trabajar en su primera película de terror, sino por tener una enorme paciencia para no perder los estribos por los problemas que surgirán al trabajar con "profesionales" italianos.
Italia fue un país que explotó cinematográficamente los géneros norteamericanos más rentables, dando su réplica europea (y oportunista en ocasiones) a los éxitos de entonces, y convirtiéndose así desde finales de los 50 en el principal mercado europeo en cine "exploitation".
Sin duda los más importantes serían el "spaguetti western" (películas del oeste filmadas en Italia y alrededores), el "peplum europeo" (mal llamado también "sword and sandals") o la serie B de ciencia ficción copiada con descaro aprovechando el tirón de género (ejemplos como "Star Crash", de 1978 o ese "Alien 2: sobre la tierra", de 1980 hablan por sí solos).


Gilderoy revisando su nuevo puesto de trabajo
Pero sería a principios de los 60, cuando el genial Mario Bava, originara este subgénero llamado "giallo" ("amarillo" en italiano, y que era el color de los libros pulp en los que se basaban estos films) con su película "La muchacha que sabía demasiado" (La ragazza che sapeva troppo, 1962) una alternativa transalpina al slasher americano tan de moda por aquél entonces gracias al Psicosis (Psycho, 1960) de Hitchcock, y que dio pie a una nueva manera de entender el asesinato en pantalla con escenas mucho más sangrientas (Italia era más permisiva con la sangre) y jugando con el color, la iluminación, el misterio y sobre todo, con el sonido.


Gilderoy tratando amablemente de percibir su cheque
Lo que ofrece esta Berberian Sound Studio es la oportunidad de ver cómo se las ingeniaban en aquella época en una post-producción de un film giallo cualquiera, plasmando la manera de trabajar italiana (desordenada, caótica y donde no ves tu cheque al final de mes) desde un punto de vista británico (véase, educado, formal, metódico y puntual), lo que sin duda, le otorga un tono entre cómico y dramático al film de Strickland (estupenda escena cuando le explican a Gilderoy que debe gritar para obtener su cheque o sino no le harán caso).
Sin duda, la propuesta se agradece desde un punto de vista cinéfilo, por su estimable originalidad, su más que estudiado rigor fílmico (sin cansarnos con fechas ni nombres) y por meternos de nuevo en aquella época dorada del cine italiano, demostrando que el director ama el género y siendo un respetuosísimo film repleto de buenas y elogiables intenciones.
Sin embargo, eso no es suficiente como para crear una película del todo encomiable, ya que nos acaba fustigando con un ritmo excesivamente lento, muy poca iluminacíón en pantalla (efecto fallido en mi opinión el abuso del contraluz), narrativa rimbombante (demasiado empeño en mostrar los trucos de audio para mi gusto) y por consiguiente resultando difusa y algo cargante, por no decir aburrida.

Un excelente ejemplo de que los dobladores son verdaderos intérpretes en la oscuridad
Ni tan siquiera la grata sorpresa que esconde en su último tercio o destellos de excelentes actuaciones en medio de la trama (espléndidas intervenciones femeninas, por cierto) servirán ya para convercernos de su cometido, y lamentaremos que no haya sido un film mucho más atrevido y eficaz, y no tanto una propuesta experimental sobre un tema tan apasionante como la realización sonora de un film Giallo.
En pocas palabras, un planteamiento de mucho interés cinéfilo (de hecho, hay que serlo para poder disfrutarla) que evidencia las limitaciones de su joven director, desbordado aquí lamentablemente por su propia propuesta. Ojalá sea impulsora de similares proyectos en un futuro, ya que son muy necesarios en los tiempos que corren, sin duda.




martes, 22 de mayo de 2012

THE SWELL SEASON (2011)

Una de las grandes sorpresas dentro del plano cinematográfico del año 2006 fue la película Once, un drama romántico que nos situaba en Dublín, donde Glen Hansard, era un cantante y compositor callejero y Marketa Irglova, una inmigrante checa que vendía flores en la calle, y que un día casualmente se sentía atraída por su música al oírle cantar. Entre ellos empezaba una relación sustentada en un inicio por el amor de ambos por la música, poco afortunados en el terreno amoroso, encontraban así también una persona sensible a su lado con la que sentirse cómodos, regalándonos una de los mejores títulos románticos de los últimos años con una excelente banda sonora (lejos de la típica película romántica bobalicona que suele imperar en nuestras carteleras). La película fue todo un fenómeno, hecha con apenas 1000$ y solo tres semanas de rodaje, premiada por el público en Sundance, encontró su culminación al alzarse con el Oscar a la mejor canción original.
A raíz de este éxito, empezó una agotadora gira que duraría 2 años en los que dieron multitud de conciertos por todas partes repasando las canciones que les acababan de dar a conocer en todo el mundo. Así nace este documental, rodado a lo largo de esta gira con la intención de recoger las vivencias de una pareja que de la noche al día se vio abocada a la fama.

Glen y Marketa (nombre real de ambos), se hicieron pareja a lo largo del rodaje de Once, y así se nos presentan cuando arranca este documental, que toma el título del primer álbum del grupo y de la gira. Rodada cámara en mano con un bonito blanco y negro, intenta transmitirnos a lo largo de ese tiempo tanto sus impresiones como las de las personas cercanas a ellos. De esta forma, alternamos entrevistas con los dos, con sus padres, su mánager, conocidos e intercaladas algunas de sus actuaciones que sirven para repasar la banda sonora que les hizo saltar al estrellato.
Lo más destacable para mí es que nos permite ver a las personas que hay detrás realmente, dejando bien claro que este reconocimiento, el sentirse figuras públicas, famosos y seguidos por grupos de fans, es algo que nunca han deseado, viniéndoles grande todo ello. Ver como a lo largo de los meses acusan el desgaste de esa fama, del ir y venir continuo, y como les llega a afectar no solo como grupo sino como pareja.


Las pequeñas confesiones de sus orígenes en el mundo de la música y como se conocieron son entrañables, descubrir como Glen dejó la escuela con solo 13 años para dedicarse a la música convenciendo a su profesor de ello, conociendo entonces a una jovencísima Marketa que aceptó acompañarle desde el piano para tocar sus demos.
Asimismo el padre de Glen es todo un personaje, borrachín (casi parece una caricatura de los estereotipos irlandeses), boxeador campeón de Irlanda varios años, nos regala algunas confesiones muy curiosas y que se nota que marcaron a Glen.
Se agradece el tono general del documental, bastante cercano, sin muchos aspavientos ni situaciones forzadas, pero quizás adolece de no llegar a transmitir una gran emoción al espectador más allá de algunos momentos puntuales y en las actuaciones en directo, donde uno disfruta de verdad escuchando esas letras y música.


Con un metraje de 90 minutos, diría que más o menos la mitad es realmente interesante y el resto es meramente relleno para abarcar una duración que justificara la edición de este proyecto. Parte de la culpa de este hecho podríamos achacarlo a que realmente son unas personas muy "normales", lejos de la imagen que trasmiten muchos famosos con toda una vida metidos en ese mundillo, con miles de anécdotas que bien podrían servir para rellenar minutos y más minutos. Aquí no vais a encontraros son eso, simplemente pequeñas confesiones, sencillas, conmovedoras algunas, pero que se sienten bastante sinceras. Una película bastante recomendable a pesar de que esperaba algo más de ella, todo sea dicho.




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