
El propio Dick produjo, dirigió, compuso y escribió esta película, asumiendo pues toda la culpa o el éxito que de ella se pudiera obtener.
En su primera secuencia nos muestra como algo o alguien acecha por los canales libremente, espiando en busca de alguna presa a quién atrapar (inquietante dominio de la cámara y acompañado de una música muy adecuada).
Una de las cientos de prostitutas que trabajan en el barrio rojo finaliza su jornada y coge un taxi para volver a casa. El taxista se la intenta beneficiar grotescamente y al negarse, sale despechada del automóvil, acabando tirada en la calle.
Inesperadamente, el misterioso ser de los canales se le abalanza y le propicia serios cuchillazos que acaban con su vida, comenzando así una serie de asesinatos crueles por los canales de la ciudad. El detective Eric Visser será el responsable de su investigación, donde cualquier persona relacionada con el mundo del buceo es sospechosa, pero no todo es como parece.


El individuo responsable es del todo grotesco, pero juega al despiste de manera excelente, haciéndonos dudar hasta el último acto para descubrir al asesino (hecho que siempre me entusiasma).

Las persecuciones por los canales son destacables, pero en mi opinión, demasiado alargadas, aburriendo al espectador con mucho ruido y excesos de derrapes acuáticos.
La nota negativa se la daría tal vez a su composición de diálogos, que casa bien poco con lo bien trazada que resulta la trama. O con su protagonista principal, un "sobretti" con gafas de sol que no tiene media torta y va de Stallone holandés. En cambio, su partenaire Monique Van de Ven, está espléndida, causando una gratificante sensación de realismo impropia en películas de tal calibre.
Una película, que debidamente digerida, merece un pódium más elevado, y que siendo una realización europea de los ochenta, debería ser considerada como una obra casi de culto, para el que aquí escribe.
Tal vez sea desproporcionado, pero creo que su visionado, aunque pecando de tedioso en algunos momentos, bien merece un grito de socorro y una fiel recuperación por los amantes del séptimo arte.

En todo caso, un ejemplo de cine europeo sano, divertido y entrañable, que agradecemos se aleje un poco del convencionalismo americano tan invasivo que sufrimos.
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