Takeshi Miike nos demostró su versatilidad y madurez como director al cambiar completamente de registro y ponerse medianamente serio con una película situada en el Japón medieval en 13 Asesinos (un remake de una cinta de 1963 del mismo título), muy bien elaborada y dirigida, a la que supo darle su toque particular sobre todo en el último tercio donde durante 45 intensos minutos toda la tensión se desencadenaba con una larga escena de lucha sangrienta como pocas puedo recordar. En esta ocasión vuelve a la carga con un nuevo remake de todo un clásico del cine de samuráis: Harakiri (Seppuku) de 1962. Si en la primera de ellas la puesta en escena y dirección eran impecables, aquí se puede decir otro tanto, con la dificultad añadida de que esta tiene el reto de intentar estar a la altura del clásico dirigido por Masaki Kobayashi, una obra mucho más pausada, contenida y de mayor exigencia para recrear la atmósfera adecuada. La historia nos sitúa en Japón durante el siglo XVII, una época de paz donde muchos samuráis se han quedado sin señor al que servir y se ven obligados a sobrevivir ahora como meros ronin buscándose la vida como pueden. Esta pérdida de estatus algunos de ellos la consideran un deshonor tan grande que prefieren elegir el camino del seppuku (suicidio ritual) para terminar su vida de una forma honorable. Así arranca la película, con la llegada de Hanshiro, un samurai sin recursos, a la mansión del Clan Ii para solicitar su permiso para ejecutar dicho ritual en el patio de la casa y ser secundado por sus guerreros para completarlo. Con el señor del clan fuera en esos momentos, es atendido por Kageyu, a cargo de la casa en su ausencia, quien para intentar disuadirlo en su empeño, le cuenta la historia de Motome, un joven que se presentó unos meses atrás solicitando el mismo honor que él ahora, pero que realmente lo que quería era conseguir que se apiadaran de él y le dieran algo de dinero (una vergüenza deshonrosa para un guerrero) sabiendo que para el clan era mucho más cómodo eso que no todo el engorro necesario para preparar los rituales exigidos para realizar la ceremonia.
Sin embargo Hanshiro se mantiene firme en su decisión y finalmente Kageyu le concede el honor de poder suicidarse allí de forma honorable, sin sospechar que todo ello forma parte de un plan nacido de un intenso deseo de venganza.
Para todo aquel que no haya visto el original de Kobayashi, esta nueva revisión puede que le parezca original en su planteamiento, escenificación y desarrollo (avanzando la historia a base de diferentes flashbacks a lo largo del metraje), pero para los afortunados que sí la hayan visto, entre los que me cuento, les quedará la sensación de estar ante una película más que correcta pero sin la fuerza y la intensidad (salvo algunas escenas en que sí lo consigue) que desprendía su predecesora, que digámoslo claro, es una de las mejores de todos los tiempos del género.
Basicamente la historia sigue la misma estructura y los cambios no son muy grandes, pero sí lo suficientemente importantes como para que la apreciación final se vea afectada. En mi opinión el primer gran fallo es el tema del 3D, innecesario en todo momento y que solo me ha servido para lograr un fuerte dolor en el tabique nasal al tener que aguantar durante dos horas el peso de dos gafas... no hay practicamente escenas que justifiquen su uso y lo veo más como un reclamo comercial que un medio para mejorar la intensidad de las escenas (solo en contadas ocasiones lo logra y por contra el efecto en las escenas donde está nevando no está todo lo conseguido que sería deseable). Por otro lado, se ha cambiado la estructura narrativa en la parte de los flashbacks, tendiendo a unirlos para aumentar el peso melodramático del film, pero eso disminuye gran parte del misterio que existía en el relato original, donde la información nos iba llegando mucho más dosificada y lograba un efecto más devastador al revelarse en toda su esencia en un final demoledor.
Creo que se ha tenido miedo de que las nuevas generaciones pudieran encontrarla demasiado lenta y pausada al no ser una película de acción, por lo que juntando los flashbacks se ha intentado hacer más lineal y de mayor ritmo la narración, dando más minutos a lo que nos cuentan en ellos. También me han chivado que hay un cambio con una espada respecto a la original y que se me había pasado por alto (no puedo decir más para no desvelar nada) que sirve para intentar darle una mayor carga dramática, pero que no creo que fuera necesaria, pues la escena ya lo es de sobra
Miike tenía el listón muy alto y tal vez inalcanzable en esta ocasión, pero hay que
reconocerle que la película está bien hecha, se han cuidado los detalles
para que la ambientación y los personajes nos resulten creíbles (gran labor de los actores que aquí tenían que dar lo mejor de sí mismos para lograr la intensidad necesaria que requería el guión), y es la mar de entretenida de principio a fin, pero a la que le falta rematar con el fantástico clímax que tenía la original y que no se ha logrado reproducir completamente.
No obstante una más que recomendable opción para disfrutar de una buena cinta de samuráis, y que a mí personalmente me sirvió para cambiar totalmente de registro después de salir de ver la nueva película de Lars von Trier, Melancholia (muy buena, por cierto). Una nueva jornada en Sitges que considero que ha sido más que provechosa.
El asunto del 3D sigue siendo un engorro como lo era hace 25 años. En la nueva de Coppola nos dieron las gafas al entrar pero únicamente hubo que ponérselas en dos ocasiones (que tampoco es que fuera imprescindible, la verdad). Lo curioso es que, como si de una película interactiva se tratase, en algunos momentos determinados aparece en pantalla una imagen de unas gafas que se acercan y da a entender que el espectador se las tiene que colocar (lo bueno era ver a esos que, por ansiosos, ya las tenían enfundadas sin sentido todo el metraje....jejeje
ResponderEliminarLo del cambio de espada, a mi me parece bastante acierto, es bastante más crudo y más desesperado el uso de la espada de miike, que la que usan en la de kobayashi (de hecho creo que este cambio es lo unico que puede estar a la altura de la original)
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