Todos aquellos espectadores que asistieron a ver Melancolía al Festival de Cine Fantàstic de Sitges atraídos por lo que aparentaba poder ser una cinta de cine catastrofista con un planeta que iba a chocar con la Tierra, seguro que quedaron bien defraudados con la última propuesta de Lars Von Trier, nada más lejos de la realidad, pues como suele ser habitual con él se trata de un tipo de cine no apto para las grandes masas consumidoras de blockbusters y más bien un tratado acerca de la depresión como tema central. Nunca he sido muy amante de su cine y la decisión de verla fue más por llenar un hueco antes de entrar a ver Hara-kiri de Takeshi Miike que era mi gran cita de ese día. Sin embargo he de reconocer que se trata de una buena película y que ha logrado transmitirme las emociones de sus personajes gracias a la buena labor del reparto y un interesante planteamiento narrativo, por lo que considero que la experiencia bien ha merecido la pena. La historia se nos presenta con un prólogo y dos capítulos: los primeros minutos a base de una introducción con unas bellas imágenes a cámara superlenta, hipnóticas incluso, apoyadas por una música que les da más fuerza si cabe, donde se nos presenta el planeta Melancolía, el cual según algunos científicos podría llegar a colisionar con la Tierra. Luego divide la película en dos capítulos, que llevan el nombre de dos hermanas, Justine y Claire.
El primero de ellos nos cuenta la boda de la joven Justine (Kirsten Dunst), quien llega con más de dos horas tarde a la ceremonia para exasperación de su hermana Claire y de su cuñado John, quienes le han permitido usar su gran mansión para realizar el banquete. Lo que empieza como un juego va transformándose y degenerando poco a poco a medida que vemos un comportamiento cada de vez más errático e incomprensible de Justine, incomodando a los invitados y familiares que allí se han reunido. En esta parte tenemos un montaje muy dinámico y unos diálogos bien enlazados con el apoyo de grandes actores como John Hurt (excelente aquí) haciendo de padre de Justine o de Charlotte Rampling haciendo de su ex mujer, mordaz e hiriente cada vez que abre la boca, poniendo en tela de juicio todas las convenciones sociales y familiares.
El segundo se centra en la otra hermana, Claire (Charlotte Gainsbourg), donde se nos muestra la creciente angustia de la joven, su marido John (Kiefer Sutherland) y su pequeño hijo ante el acercamiento del planeta Melancolía que cada vez parece más cerca de chocar con la Tierra y destruirla. En esta segunda mitad Justine aparece más relajada tras la aceptación de su estado depresivo, mientras que el resto de personas que en la boda se mostraban tan coherentes y centradas, van perdiendo poco a poco la compostura y la dignidad ante el inminente peligro. Quizás esta contraposición de maneras de enfrentarse a lo que parece inevitable sean lo más interesante de la película y nos guarda algunas frases y situaciones para el recuerdo.
Poco más puedo comentar sin desvelar partes de la película que mejor descubrir por uno mismo y que agradecerán aquellos que quieran ir a verla. Entiendo que mi sinopsis pueda llegar a ser algo extraña, pero es que la película también lo es, que queréis que os diga. A modo de curiosidad comentar si acaso que la gestación del proyecto vino a raíz de la recuperación del director de una depresión que sufrió y durante la cual, según sus propias palabras, consumió mucho alcohol. En el apartado de agradecimientos durante los créditos finales aparece Penelope Cruz, no es una casualidad, pues el papel de Justine lo tenía que haber hecho ella, pero al final por problemas de agenda no fue posible (gracias a dios...). Sin embargo el director danés quiso así agradecer las conversaciones que mantuvo con ella acerca del proyecto y que según comentó ayudaron a su desarrollo.
Para terminar con la última entrada que tenía pendiente del Festival de Sitges, comentar la polémica que levantaron las declaraciones de Lars Von Trier en rueda de prensa en el pasado festival de Cannes, donde ante la atónita mirada de su acompañante Kirsten Durst, se atrevió a hacer cierta apología al nazismo, cosa que a pesar de su postrero intento de rectificación y su petición de disculpas, hizo que los organizadores del festival le consideraran persona non grata, y con razón.
Para todos aquellos que les guste el riesgo, pues es de esas películas que normalmente genera opiniones muy dispares, levantando odios y pasiones por igual.
Muy interesante todo loq eu contais.
ResponderEliminarPorque yo soy un cinéfago.
Me gustaría seguiros pero me da pereza copiar y pegar al lector RSS. UN placer.
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