El penúltimo film de Stanley Donen (el director de "Charada",1963) no cumplió con las expectativas suscitadas en un inicio y resultó un fracaso en muchos sentidos.
Ni tan siquiera la presencia de un reparto con garantías fue suficiente para levantar esta "Saturno 3", que ya nació maldita por algunas irregularidades en su realización (Fawcett sostuvo en una entrevista que no acabó siendo el guión que ella aceptara en un principio y que tampoco los honorarios fueron los prometidos).
De todas formas, pasados más de 30 años desde su estreno, su visionado a día de hoy se nos antojaba interesante, y no únicamente por verle los encantos a la pareja protagonista, que se les ven, sino más bien movidos por un interés cinéfilo desmedido, con ganas de vivir (o recordar) viejas películas de alguna manera despreciadas.
Adam y Alex (Kirk Douglas y Farrah Fawcett respectivamente) son una pareja de científicos que estudian aislados en una luna de Saturno nuevas maneras de conseguir alimentos, ya que en la Tierra hay serias carencias.
Lo que debería haber sido una visita rutinaria de inspección se convertirá en una pesadilla cuando se presente el capitán James Benson (Harvey Keitel sin su voz original pero muy adecuado) para tomar el control del lugar. Benson es un psicópata que se las ha apañado para colarse en la misión y ahora tiene otros planes, como beneficiarse a Alex (en la Tierra es lo más normal, pues se le pide sin rodeos el usar su cuerpo para gozo mutuo y a disfrutar se ha dicho) y crear un robot de tecnología avanzada que le ayudará en su propósito (sobre la toma del mando, no en el terreno sexual, que quede claro).
Lo que no estaba planeado es que la inteligencia artificial del humanoide robótico acabará siendo un verdadero problema, ya que pensará por sí mismo y se rebelará contra su creador. Su planteamiento general resulta estimulante, no lo voy a negar, y consigue (a su manera), crear una atmósfera con personalidad propia (en interiores sobre todo) e incluso con una ambientación admirable (algunos escenarios son notables), pero que acusa una fisura global que no pasa desapercibida y que condiciona el resultado de la misma. Por un lado, la extraña elección de una pareja tan irregular en pantalla, con un otoñal Kirk Douglas (con 64 años) y una jovencita Farrah Fawcett (con solo 33 primaveras), ambos manteniendo relaciones sexuales espaciales sin descanso (aunque con pastillas azules, curiosamente).
Él le da sobriedad y carácter a su personaje, pero está tan fuera de lugar que resulta insalvable en el contexto. Ella, por contra, es simplemente una diana de deseo sexual, un espécimen femenino para consumar el deseo del hombre, que acaba siendo casi la recompensa de la misión para ambos. Destacable tan sólo por su ropa interior y sus destapes de alcoba.
El tercero en discordia, Keitel, es un personaje más interesante, con mentalidad inestable y carente de mayor sentimiento humano, casi como un androide vivo (y con un racional deseo sexual, seguro que no le pediría un intercambio de fluidos a Kathy Bates).
Un punto aparte merece el robot creado por James, de nombre Héctor. Un Terminator en toda regla que no transmite buenas vibraciones en ningún momento, incluso dejando secuencias de auténtico pavor, como la del ojo de Alex o su persecución por los fríos pasillos de la estación espacial. Resulta un recurso estimulante el robot, y de lo mejor de la cinta para el que aquí escribe, pese a sus limitaciones técnicas y su diseño poco original (aunque se basó en un dibujo del genio Da Vinci).
El tratamiento que se hace de nuevo hacia los peligros de la supuesta inteligencia artificial están plasmados con gracia, ocupando gran parte de la cinta y siendo irrespetuosa con las reglas de Asimov, lo que le otorga cierta originalidad al film, sin duda.
Estamos pues, ante una película del todo intermitente, con sus aciertos y sus carencias que puede gustar o aburrir por igual, dependiendo del grado de exigencia del espectador.
Creo firmemente que su visionado es una experiencia más anecdótica que enriquecedora, pero nuestra sensación al paladearla horas después es mejor en comparación al regusto final, antes de tenerla del todo centrifugada en nuestra cabeza.
Una propuesta más olvidada que recordada que, pese a todo, juega sus cartas con dignidad y es poco (o nada) merecedora de su aparente rechazo crítico, y se le debe acoger con el suficiente cariño cinéfilo si queremos ser justos con ella.
Anecdóticamente debo resaltar que tanto Douglas (95 años) como Donen (88) están aún con vida a día de hoy, pero que lamentablemente, la más joven del reparto, Farrah Fawcett falleció recientemente (junio 2009) a causa de un cáncer terminal. Su belleza está ya inmortal en este film, que puede ser peor o mejor, pero para nada resulta insignificante.
Como te comenté cuando la vi de pequeño, recordaba el miedo que me produjo el robot Héctor, del que mantenía casi intacta su imagen y la escena del chucho. Llegué a construirlo con piezas de Tente con el cerebro extraible también. Ya comentando la película, pienso que el personaje de Keitel está muy desaprovechado, la forma en la que consigue ser quien viaje hasta Saturno 3 presagiaba más locuras por su parte y luego resulta que solo tiene una fijación de índole sexual (pobre desarrollo del personaje). No encuentro que Douglas esté fuera de lugar, lo podríamos tomar como un pionero que fue mandado a esa luna, al que luego se le unió una joven investigadora, y la soledad hizo el resto. Por otro lado los efectos especiales son muy limitados, demasiado, las escenas de vuelo de las naves, así como la poca credibilidad que tienen las maquestas vistas desde el aire, no logran que nos creamos la base. Sin embargo sus interiores están muy cuidados, siendo esos pasillos un punto que crea alta tensión con las persecuciones de Héctor. En cuanto al robot quizás tenga cosas muy buenas (de largo lo mejor del film), pero su escasa movilidad o reflejos, en algunos momentos hacen que cueste creer los problemas que les crea, casi podríamos pensar que cortando un par de esos cables que quedan tan a la vista, ya lo tenemos fuera de combate. Con todo es una cinta apreciable, pura serie B de ciencia ficción que no resulta decepcionante y que tiene más puntos a favor que en contra (el peor, la Farrah que actúa tan mal que rompe el equilibrio entre los 3 actores).
ResponderEliminarYo creo que la actividad sexual que dibujan en Adam, los desnudos "atrevidos" enseñándonos sus carnes de anciano y sus escasos momentos de acción nos demuestran que ya estaba mayor para ese tipo de trote el bueno de Espartaco. Desde luego, es un tipo afortunado por pasarse por la piedra sin descanso a la Fawcett, pero un Keitel en el papel de Adam y un joven desquiciado en el de James me hubiese convencido más, así queda entre increible e inadecuado.
ResponderEliminarBueno, ahí tienes a Berlusconi, que se tira a todo lo que respira, y es un abuelete... mira la vigorosidad de Douglas, de camino a los 100 dejando por el camino a todos sus coetáneos, de las pocas leyendas añejas del viejo Hollywood que aún están con vida...
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