Dan Dunne (Ryan Gosling) es un joven caucásico que trabaja como profesor de instituto en pleno Brooklyn. Sus clases de historia están repletas de jóvenes de diferentes etnias a los que les gusta el particular enfoque filosófico de Dan, siempre abogando por el diálogo y tratando de enseñar a través del mismo pese a las reticencias del profesorado al cargo.
Fuera del trabajo, Dan es un tipo completamente distinto. Su lucidez y elocuencia se ven empañadas por una creciente drogadicción, de la que no consiguió rehabilitarse pese a los esfuerzos de su resignada ex-novia.
Una alumna suya de 13 años, Drey, presencia un lamentable episodio de Dan en los lavabos del instituto pero lo mantiene en secreto para evitar consecuencias indeseables. Drey tampoco tiene una vida fácil, sus padres divorciados y su hermano encarcelado por venta de estupefacientes la convierten en una solitaria e influenciable niña en una edad muy determinante.
Su extraña relación desembocará en una insólita amistad donde compartirán sus caóticas vidas para tratar de ayudarse mutuamente, descubriendo que se sirven como complemento entre ambos para ocupar sendos vacíos emocionales.
La ópera prima de Ryan Fleck (director de "Una Historia Casi Divertida", 2010) se mueve dentro de un campo cinematográfico altamente manido (véase el profesor de colegio solitario que ayuda a sus problemáticos alumnos a no involucrarse con las drogas), pero sorprendentemente lo hace desde una perspectiva muy inteligente y arriesgada, como sólo se logra desde una filmación independiente.
Jugando con enfoques inestables (casi todo el film rodado cámara en mano) y transmitiendo una sensación de veracidad elogiable, destaca dentro del género por una lucidez argumental embaucadora y un prodigio de actor principal, capaz de extraer el máximo a su complejo personaje.
Sin duda, la actuación de Gosling es admirable, como ya nos ha venido demostrando en sus últimos y estupendos trabajos (tanto en Blue Valentine en 2010 como en la más reciente Drive), ganándose un pódium de honor en la siguiente generación de actores, siendo de los intérpretes más destacados de los últimos tiempos (a su mánager también habría que elogiarlo, sabiéndole escoger los papeles más interesantes).
La profundidad emocional en algunos momentos y la creciente intensidad argumental que se respira en el film no son fruto de la casualidad, siendo uno de esos raros casos donde la historia coge una inercia propia y se desvela sombría e interesante, pese a sus desdibujados retratos secundarios (Dan y Drey son los únicos con un perfil creíble).
El tratamiento de los derechos humanos como telón de fondo en las enseñanzas de Dan o sus intenciones para desligar de las drogas a Drey resultan un componente irónico en el transcurso de la trama, ya que provienen de una persona destrozada y fracasada (desde un punto de vista emocional) que desde su desfavorable posición, trata de ser coherente y justo con sus lecciones a sus alumnos. Si bien dispara balas de fogueo en algunos minutos (esa inapropiada aproximación sexual entre ambos o algún que otro descenso del ritmo narrativo), la película nos puede servir como una reflexión sustanciosa acerca del control sobre nuestras vidas y como algunas decisiones acarrean todavía más situaciones límite, cuando ya no creíamos que podían empeorar.
Palabrerías filosóficas mías a un lado, el film no ahonda más allá de dos personajes y un atractivo e insólito planteamiento de la situación, para terminar tambaleándose por un excesivo e inmerecido metraje (proviene de un cortometraje, de ahí la sensación de minutos estirados).
Escenas desgarradoras como la del baño de instituto donde Dan se avergüenza de su comportamiento ante su alumna o sus lúcidas lecciones en clase son suficientes como para que descubramos una cinta diferente, de trasfondo ético pero de moralidad atípica, todo un cóctel de admirable creación, sin duda.
Destacar que la soberbia actuación de Gosling le valió una merecida nominación a los Oscars en 2006, aunque deberá esperar a otra ocasión para alzarse con la estatuilla.
martes, 31 de enero de 2012
lunes, 30 de enero de 2012
ALCATRAZ (2012) - SERIE TV
El 21 de marzo de 1963 Alcatraz cerró oficialmente debido al aumento de los costes y al deterioro de sus instalaciones, siendo los presos transferidos fuera de la isla a otros centros penitenciarios.
Sin embargo la realidad es muy distinta, ya que de forma misteriosa durante la noche anterior se fugaron (o más bien desaparecieron) 302 presos que nunca más fueron localizados, de igual manera que los guardias que estaban en ese momento en la isla. Situados ya en el presente, una joven policía llamada Rebecca Madsen (Sarah Jones), se encuentra recogiendo pistas de un caso de asesinato, cuando de repente la llegada de un agente especial del FBI llamado Emerson Hauser (Sam Neill) a la escena del crimen, les obliga a abandonarlo y dejarlo en sus manos. Rebecca no es una mujer que se deje doblegar con tanta facilidad y antes de marcharse se lleva un retrato que a la postre contiene una huella dactilar que podría ser del asesino. Su identificación en la base de datos revela la identidad de un tal Jack Sylvane, un preso que estuvo en Alcatraz en los años 60, de igual forma que descubre que el muerto trabajó allí como funcionario de prisiones. Estas incógnitas le llevan a dirigirse a la tienda de cómics de Diego Soto (Jorge García), experto en todo lo relacionado con la cárcel de Alcatraz y autor de varios libros sobre el tema, para pedirle ayuda con el caso (lo que todos haríamos si fuéramos policías). Éste le revela un dato que lo complica más aún, al indicarle que oficialmente Jack Sylvane murió hace más de 30 años. ¿Cómo puede aparecer entonces su huella dactilar en la escena del crimen? La tozudez de ambos en desvelar este misterio les lleva a colarse en las zonas restringidas de Alcatraz para tener acceso a los archivos allí almacenados y abandonados (no intentéis entender el por qué). Lo más sorprendente de todo es cuando despiertan, después de haber sido drogados mientras investigaban, en una sala secreta en las profundidades de Alcatraz y Emerson Hauser les revela la verdad sobre la desaparición de los presos y que parece que ahora están volviendo a aparecer en el presente, para luego ficharlos de forma sorprendente (al menos para mí) para formar así parte de un equipo que tiene como misión el capturarlos nuevamente.
Esta es la premisa de la nueva serie de J.J.Abrams, uno de los hombres referencia en los últimos años. No voy a descubrirle ahora, pero es bien sabido que la incursión que supuso en su momento la serie Perdidos (Lost), marcó un antes y un después en la concepción de la estructura convencional de las series. Un modelo que supo aunar muy bien el misterio que rodeaba la historia, unos personajes carismáticos y una forma de narración innovadora, que mediante el uso de flashbacks permitía revelar datos del pasado para ir perfilando a los personajes y descubrir pistas para saber que estaba ocurriendo realmente. Posteriormente vino la serie Fringe, que también tiene la marca de la casa jugando con una historia cargada de misterios y la lucha entre dos universos paralelos (actualmente está en emisión la 4ª temporada, pero parece que el alto coste de producción la encamina a un final este mismo año o en el mejor de los casos a una temporada más).
No obstante no todo han sido grandes éxitos para él, el año pasado se estrenó la serie Person of interest y los resultados no han sido todo los satisfactorios que cabría esperar, por lo que el anuncio de la nueva serie situada en Alcatraz y con un trasfondo misterioso levantó muchas expectativas. Normalmente suelo esperarme a acabar la temporada completa para hacer una valoración de lo que ha dado de sí y así tener una visión más amplia del proyecto, pero después de ver los tres primeros episodios he sentido la necesidad de expresar mis primeras impresiones de un proyecto que hasta el momento me está sabiendo más bien a poco. En mi opinión, lo que llamaría "la fórmula J.J.Abrams", está un poco agotada o al menos ya no sorprende como lo hizo hace unos años.
Si bien a la historia se le ve cierto potencial para sorprender y lograr una historia que enganche, los primeros capítulos son un claro ejemplo de una serie muy lineal y con un esquema repetitivo en episodios autoconclusivos. Me explicaré, de entrada en todos ellos ha reaparecido uno de presos de Alcatraz que desaparecieron (Dios, que hay 302 presos, espero que no los tengamos que ver todos...), y se dedica a matar a diestro y siniestro (nos queda la duda de si con algún propósito concreto y como parte de un plan maestro, o simplemente por las inclinaciones delictivas de cada uno de ellos), Emerson Hauser y su equipo se dedican a intentar detenerlo (lógico), gracias al gran conocimiento de Diego Soto en todo lo que tiene que ver con Alcatraz siempre acaba reparando en algún detalle que permita ir un paso por delante del criminal y acabar por capturarle (topicazo), a parte que siempre mediante el uso de flashbacks conoceremos el pasado del criminal del día y detalles de su estancia en Alcatraz... vamos, que de lo más típico en series policíacas o de investigación. Es verdad que queda mucho por descubrir y si los guionistas se lo curran, esto se puede corregir favorablemente, pero al menos de momento el apartado creativo es más bien pobre.
Otro punto que no juega a su favor son los personajes, sin querer cebarme con ella, Sarah Jones no está sabiendo transmitirme nada como protagonista, faltándole convicción para que sea creíble y estar a la altura de lo que tiene que dar de sí. Su personaje está perfilado con todos los ingredientes que ya hemos visto con anterioridad en series altamente previsibles: una huérfana con parientes que han sido policías y ella decide seguir sus pasos, también pierde a su compañero persiguiendo a un sospechoso que luego resulta ser uno de los presos sueltos, su abuelo estuvo en Alcatraz, etc... todo muy dirigido a que cuadre con extrema facilidad (al menos aparentemente) todo lo relacionado con la cárcel. Por otro lado su actitud fría y distante no están ayudando a lograr que el espectador sienta la más mínima empatía hacia ella, siendo un personaje totalmente plano y sin interés. Por ejemplo, sorprende que Rebecca no se esté preguntando (e interrogando a su jefe) como es posible que esté ocurriendo todo esto, presos que reaparecen 50 años después sin haber envejecido un solo día, quien está detrás de todo esto, etc... ella de momento calla y obedece sin rechistar, demostrando que es un personaje que no está dando la talla. Yo al menos me hago estas preguntas y creo que lo normal sería que ella las hiciera o al menos intentara averiguar algo por su cuenta. Tampoco se libra Jorge García dando vida al obeso experto de Alcatraz, ya que los guionistas están siendo muy poco generosos con él. Su personaje de geek no está siendo demasiado acertado que digamos y también abusa de topicazos: lleva una tienda de cómics, viciado a los videojuegos, experto de Alcatraz y sus intervenciones o chistes dejan bastante que desear, como al entrar en una armería y soltar "Guau, Call of Duty Urban Warface en 3D...", buscando una complicidad un tanto forzada con el espectador. Eso y la tendencia a que siempre tenga un dato que aportar para descubrir al asesino, hacen que un servidor se tema que la serie pueda acabar siendo bastante repetitiva y previsible (hasta ahora os prometo que lo ha sido, nada de lo que se dice es gratuito y da demasiadas pistas sobre el devenir del episodio). Solo el sorpresivo final del 2º me hacen concebir ciertas esperanzas de que la serie vaya a más.
Sam Neill es quizás el que está aguantando mejor el tipo (junto al alcaide de Alcatraz), veterano profesional, al menos con su presencia sabe darle algo de personalidad al agente que le toca encarnar (que tampoco da para mucho de momento).
Se nota que hay un buen presupuesto detrás y que está bastante bien rodada, por lo que el problema principal está en el apartado creativo y de guión, algo solucionable, pero por desgracia normalmente las series que han demostrado carencias en este apartado, han seguido pecando de lo mismo a lo largo de la temporada, como ocurrió con el nefasto remake de V, los visitantes o la floja Terra Nova por citar algunas.
Con 12 episodios planificados para esta primera temporada, la seguiré cada semana para ver como evoluciona la historia, aún tengo esperanzas de que esto vaya mejorando poco a poco para engancharme de verdad. Espero que al finalizar la temporada tenga que reescribir parte de esta crítica para elogiarla y poder decir que J.J Abrams lo ha vuelto a conseguir, pero la experiencia me dice que es muy posible que no sea necesario.
Sin embargo la realidad es muy distinta, ya que de forma misteriosa durante la noche anterior se fugaron (o más bien desaparecieron) 302 presos que nunca más fueron localizados, de igual manera que los guardias que estaban en ese momento en la isla. Situados ya en el presente, una joven policía llamada Rebecca Madsen (Sarah Jones), se encuentra recogiendo pistas de un caso de asesinato, cuando de repente la llegada de un agente especial del FBI llamado Emerson Hauser (Sam Neill) a la escena del crimen, les obliga a abandonarlo y dejarlo en sus manos. Rebecca no es una mujer que se deje doblegar con tanta facilidad y antes de marcharse se lleva un retrato que a la postre contiene una huella dactilar que podría ser del asesino. Su identificación en la base de datos revela la identidad de un tal Jack Sylvane, un preso que estuvo en Alcatraz en los años 60, de igual forma que descubre que el muerto trabajó allí como funcionario de prisiones. Estas incógnitas le llevan a dirigirse a la tienda de cómics de Diego Soto (Jorge García), experto en todo lo relacionado con la cárcel de Alcatraz y autor de varios libros sobre el tema, para pedirle ayuda con el caso (lo que todos haríamos si fuéramos policías). Éste le revela un dato que lo complica más aún, al indicarle que oficialmente Jack Sylvane murió hace más de 30 años. ¿Cómo puede aparecer entonces su huella dactilar en la escena del crimen? La tozudez de ambos en desvelar este misterio les lleva a colarse en las zonas restringidas de Alcatraz para tener acceso a los archivos allí almacenados y abandonados (no intentéis entender el por qué). Lo más sorprendente de todo es cuando despiertan, después de haber sido drogados mientras investigaban, en una sala secreta en las profundidades de Alcatraz y Emerson Hauser les revela la verdad sobre la desaparición de los presos y que parece que ahora están volviendo a aparecer en el presente, para luego ficharlos de forma sorprendente (al menos para mí) para formar así parte de un equipo que tiene como misión el capturarlos nuevamente.
Paseando por Alcatraz como si nada... viva la vigilancia |
No obstante no todo han sido grandes éxitos para él, el año pasado se estrenó la serie Person of interest y los resultados no han sido todo los satisfactorios que cabría esperar, por lo que el anuncio de la nueva serie situada en Alcatraz y con un trasfondo misterioso levantó muchas expectativas. Normalmente suelo esperarme a acabar la temporada completa para hacer una valoración de lo que ha dado de sí y así tener una visión más amplia del proyecto, pero después de ver los tres primeros episodios he sentido la necesidad de expresar mis primeras impresiones de un proyecto que hasta el momento me está sabiendo más bien a poco. En mi opinión, lo que llamaría "la fórmula J.J.Abrams", está un poco agotada o al menos ya no sorprende como lo hizo hace unos años.
Si bien a la historia se le ve cierto potencial para sorprender y lograr una historia que enganche, los primeros capítulos son un claro ejemplo de una serie muy lineal y con un esquema repetitivo en episodios autoconclusivos. Me explicaré, de entrada en todos ellos ha reaparecido uno de presos de Alcatraz que desaparecieron (Dios, que hay 302 presos, espero que no los tengamos que ver todos...), y se dedica a matar a diestro y siniestro (nos queda la duda de si con algún propósito concreto y como parte de un plan maestro, o simplemente por las inclinaciones delictivas de cada uno de ellos), Emerson Hauser y su equipo se dedican a intentar detenerlo (lógico), gracias al gran conocimiento de Diego Soto en todo lo que tiene que ver con Alcatraz siempre acaba reparando en algún detalle que permita ir un paso por delante del criminal y acabar por capturarle (topicazo), a parte que siempre mediante el uso de flashbacks conoceremos el pasado del criminal del día y detalles de su estancia en Alcatraz... vamos, que de lo más típico en series policíacas o de investigación. Es verdad que queda mucho por descubrir y si los guionistas se lo curran, esto se puede corregir favorablemente, pero al menos de momento el apartado creativo es más bien pobre.
Otro punto que no juega a su favor son los personajes, sin querer cebarme con ella, Sarah Jones no está sabiendo transmitirme nada como protagonista, faltándole convicción para que sea creíble y estar a la altura de lo que tiene que dar de sí. Su personaje está perfilado con todos los ingredientes que ya hemos visto con anterioridad en series altamente previsibles: una huérfana con parientes que han sido policías y ella decide seguir sus pasos, también pierde a su compañero persiguiendo a un sospechoso que luego resulta ser uno de los presos sueltos, su abuelo estuvo en Alcatraz, etc... todo muy dirigido a que cuadre con extrema facilidad (al menos aparentemente) todo lo relacionado con la cárcel. Por otro lado su actitud fría y distante no están ayudando a lograr que el espectador sienta la más mínima empatía hacia ella, siendo un personaje totalmente plano y sin interés. Por ejemplo, sorprende que Rebecca no se esté preguntando (e interrogando a su jefe) como es posible que esté ocurriendo todo esto, presos que reaparecen 50 años después sin haber envejecido un solo día, quien está detrás de todo esto, etc... ella de momento calla y obedece sin rechistar, demostrando que es un personaje que no está dando la talla. Yo al menos me hago estas preguntas y creo que lo normal sería que ella las hiciera o al menos intentara averiguar algo por su cuenta. Tampoco se libra Jorge García dando vida al obeso experto de Alcatraz, ya que los guionistas están siendo muy poco generosos con él. Su personaje de geek no está siendo demasiado acertado que digamos y también abusa de topicazos: lleva una tienda de cómics, viciado a los videojuegos, experto de Alcatraz y sus intervenciones o chistes dejan bastante que desear, como al entrar en una armería y soltar "Guau, Call of Duty Urban Warface en 3D...", buscando una complicidad un tanto forzada con el espectador. Eso y la tendencia a que siempre tenga un dato que aportar para descubrir al asesino, hacen que un servidor se tema que la serie pueda acabar siendo bastante repetitiva y previsible (hasta ahora os prometo que lo ha sido, nada de lo que se dice es gratuito y da demasiadas pistas sobre el devenir del episodio). Solo el sorpresivo final del 2º me hacen concebir ciertas esperanzas de que la serie vaya a más.
Sam Neill es quizás el que está aguantando mejor el tipo (junto al alcaide de Alcatraz), veterano profesional, al menos con su presencia sabe darle algo de personalidad al agente que le toca encarnar (que tampoco da para mucho de momento).
Se nota que hay un buen presupuesto detrás y que está bastante bien rodada, por lo que el problema principal está en el apartado creativo y de guión, algo solucionable, pero por desgracia normalmente las series que han demostrado carencias en este apartado, han seguido pecando de lo mismo a lo largo de la temporada, como ocurrió con el nefasto remake de V, los visitantes o la floja Terra Nova por citar algunas.
Con 12 episodios planificados para esta primera temporada, la seguiré cada semana para ver como evoluciona la historia, aún tengo esperanzas de que esto vaya mejorando poco a poco para engancharme de verdad. Espero que al finalizar la temporada tenga que reescribir parte de esta crítica para elogiarla y poder decir que J.J Abrams lo ha vuelto a conseguir, pero la experiencia me dice que es muy posible que no sea necesario.
domingo, 29 de enero de 2012
DESAPARECIDO EN COMBATE (1984)
La guerra de Vietnam sumió al pueblo americano en una época de frustración derrotista que afectó sensiblemente no sólo a los que consiguieron volver con vida tras combatir en aquél infierno tan adverso, sino en cierto modo a toda una nación, que vio como su Gobierno no era transparente con los acontecimientos que allí sucedieron. Las innumerables bajas (casi 60,000 muertos americanos) obviamente no han sido nunca del todo digeridas en los Estados Unidos, y de alguna manera necesitan redimirse con la ayuda de películas repletas de honrosas victorias y transmitiendo una y otra vez una sensación de justicia final con un irritante mensaje patriótico que tanto les reconforta a ellos pero que acaba por molestarnos en mayor o menor medida al resto.
El título que os sugiero hoy es un claro ejemplo de esa clase de cine, de una calaña concreta (belicismo testosterónico) que pobló los videoclubs en los años ochenta y que hoy en día, ya enteramente desfasados, tan sólo se pueden mirar desde una óptica nostálgica, recordando una época en la que Chuck Norris era el más "cool" del planeta, o al menos eso pensaba yo con apenas 10 años. Tras revisionarla hace pocos días, mi sensación cambió notablemente, aunque una parte de mi (maldita nostalgia) sigue pensando que formó parte de mi enseñanza cinéfila y frena mis instintos más críticos, aunque trataré de ser lo más justo posible en mi valoración adulta.
El coronel Braddock (como no, un Chuck Norris de acero) estuvo prisionero durante 8 meses en Vietnam, pero consiguió escapar. Siete años después, ya en Estados Unidos, aún tiene pesadillas de Guerra, secuelas imposibles de aliviar y sigue siendo incapaz de reconducir su vida tras pasar por aquél infernal campo de prisioneros. Convencido que aún quedan soldados americanos retenidos allí (la Guerra ya terminó), vuelve a la ciudad de Saigón (hoy llamada Ho Chi Minh, la ciudad más grande de Vietnam) en un viaje con representación gubernamental americana para recuperar a sus compatriotas, pero los militares Vietnamitas dicen no saber nada de esos campos y mucho menos de sus soldados.
Tras sonsacarle información bajo amenazas a un general enemigo, el coronel Braddock decide tomarse la justicia por su mano y viajar a Bangkok, donde se encontrará con su ex-compañero Tucker, que mientras tanto se divierte de lo lindo de prostíbulo en prostíbulo.
A su manera, consigue una lancha super blindada, montones de munición, un helicóptero de guerra y una embarcación lo suficientemente grande como para volver a Vietnam, a sacar a sus "muchachos" de allí, no sin encontrase con alguna que otra sorpresa.
A partir de ahí, pues lo que ya podéis ver en la portada, tiroteos, explosiones y bravuconadas varias del fortachón de pelo lacio y barba frondosa que satisfarán al impresionable amante de lo bélico pero que agonizará al pacifista más redomado.
Constituyó la primera colaboración entre la productora Cannon y el rudo Chuck Norris, con un enorme a la vez que incomprensible exitazo de taquilla, que provocaría dos secuelas más para colmo del cinéfilo. De hecho, las dos primeras entregas se filmaron seguidas (ya se sabe, abaratar gastos en suelo filipino, mismos actores, ahorro en los desplazamientos...) y tras verse el resultado, se optó por estrenar primero la segunda parte, que era mejor y mucho más interesante.
Fue así como esta "Desaparecido en Combate" vio la luz en primer lugar para luego estrenarse su secuela, recalentada como una precuela, debido a que narra el infierno vivido por Braddock en sus 8 meses de sufrimiento.
En el film, recuperan algunos flashbacks de aquélla en momentos concretos, se dan a entender viejas rencillas a través de perturbadoras miradas (terribles interpretaciones) y acaban por meter al espectador en un viaje cinematográfico con piloto automático, con un único trayecto posible, unirse a la terquedad intelectual del peludo karateka.
Entrar en su juego es fácil si estamos dispuestos a creernos su enfoque distorsionado. Los americanos representan aquí la justicia, el compañerismo y la inteligencia bélica. Por contra, los pueblos asiáticos sólo saben mentir, irse de putas o vivir como ratas (da igual que esté en Tailandia o Vietnam, todo es una cloaca de perdedores), por lo que una vez digerido este punto, podemos disfrutar sus hazañas como yo lo hice en su día.
Si bien es cierto que conserva un metraje entretenido y a veces incluso, estimulante, se pierde ella misma en un tumulto de despropósitos sin remedio. Una música de tonos mantenidos que provoca por igual suspense y desesperación al espectador, un concepto de la acción demasiado simplón y un guión que no destaca por su originalidad que se diga, convierten a esta cinta en un pasatiempos fílmico sin pretensión alguna y en verdadero ejemplo de lo que se ofrecía en las estanterías de los videoclubs de la época.
En medio de eternos forcejeos machotes y puñetazos por doquier, encontraremos algunas cámaras muy bien colocadas en según qué escenas (en persecuciones, cerca de los ríos o en el corazón de la jungla), denotando un sorprendente oficio en las maneras de algunos responsables y elevando la calidad del producto hasta hacerlo fácilmente consumible.
Su carácter comercial y rigurosamente patriótico necesitaba una cara conocida que representara el potencial americano, y ahí estaba el bueno de Norris. Con las mismas capacidades interpretativas que un bloque de hormigón y unas cuantas demostraciones marciales del rubio karateka, tan sólo hacían falta unas limitadas líneas de diálogo contundentes como esta:
- ¡No debió matar a esa pobre gente en Bangkok! (Chuck dirigiéndose a un entrometido militar vietnamita que lo quiere matar)
- La guerra no perdona, argumenta el asiático.
- ¡Sí, la guerra no perdona! sentencia Norris mientras lo acuchilla casi piadosamente.
No entraré en delatar las decenas de incongruencias presentes en el film (esa camisa de flores de Tucker mientras un Chuck Norris de 44 tacos va de camuflaje... ¡por favor!), pero cuesta creerse que las balas enemigas aquí no funcionen y malgasten sus energías tontamente, ya que serán tiroteados por los buenos a la primera de cambio y caerán desde torres bien altas o volarán por los aires incluso antes de saber que hay una granada.
Apreciaciones quisquillosas aparte, el film es pasto de los tópicos y un desfile de las mayores fantochadas posibles (Norris ahuyentando a macarras tailandeses con bufidos), en medio de una aventura caduca en nuestros días pero que milagrosamente conserva aspectos paladeables, como una peculiar atmósfera de cine filipino de calidad. Difícil recomendación pues, pero para gustos...
El título que os sugiero hoy es un claro ejemplo de esa clase de cine, de una calaña concreta (belicismo testosterónico) que pobló los videoclubs en los años ochenta y que hoy en día, ya enteramente desfasados, tan sólo se pueden mirar desde una óptica nostálgica, recordando una época en la que Chuck Norris era el más "cool" del planeta, o al menos eso pensaba yo con apenas 10 años. Tras revisionarla hace pocos días, mi sensación cambió notablemente, aunque una parte de mi (maldita nostalgia) sigue pensando que formó parte de mi enseñanza cinéfila y frena mis instintos más críticos, aunque trataré de ser lo más justo posible en mi valoración adulta.
El coronel Braddock (como no, un Chuck Norris de acero) estuvo prisionero durante 8 meses en Vietnam, pero consiguió escapar. Siete años después, ya en Estados Unidos, aún tiene pesadillas de Guerra, secuelas imposibles de aliviar y sigue siendo incapaz de reconducir su vida tras pasar por aquél infernal campo de prisioneros. Convencido que aún quedan soldados americanos retenidos allí (la Guerra ya terminó), vuelve a la ciudad de Saigón (hoy llamada Ho Chi Minh, la ciudad más grande de Vietnam) en un viaje con representación gubernamental americana para recuperar a sus compatriotas, pero los militares Vietnamitas dicen no saber nada de esos campos y mucho menos de sus soldados.
Tras sonsacarle información bajo amenazas a un general enemigo, el coronel Braddock decide tomarse la justicia por su mano y viajar a Bangkok, donde se encontrará con su ex-compañero Tucker, que mientras tanto se divierte de lo lindo de prostíbulo en prostíbulo.
A su manera, consigue una lancha super blindada, montones de munición, un helicóptero de guerra y una embarcación lo suficientemente grande como para volver a Vietnam, a sacar a sus "muchachos" de allí, no sin encontrase con alguna que otra sorpresa.
A partir de ahí, pues lo que ya podéis ver en la portada, tiroteos, explosiones y bravuconadas varias del fortachón de pelo lacio y barba frondosa que satisfarán al impresionable amante de lo bélico pero que agonizará al pacifista más redomado.
Constituyó la primera colaboración entre la productora Cannon y el rudo Chuck Norris, con un enorme a la vez que incomprensible exitazo de taquilla, que provocaría dos secuelas más para colmo del cinéfilo. De hecho, las dos primeras entregas se filmaron seguidas (ya se sabe, abaratar gastos en suelo filipino, mismos actores, ahorro en los desplazamientos...) y tras verse el resultado, se optó por estrenar primero la segunda parte, que era mejor y mucho más interesante.
A que te liquido de un soplido.... |
En el film, recuperan algunos flashbacks de aquélla en momentos concretos, se dan a entender viejas rencillas a través de perturbadoras miradas (terribles interpretaciones) y acaban por meter al espectador en un viaje cinematográfico con piloto automático, con un único trayecto posible, unirse a la terquedad intelectual del peludo karateka.
Entrar en su juego es fácil si estamos dispuestos a creernos su enfoque distorsionado. Los americanos representan aquí la justicia, el compañerismo y la inteligencia bélica. Por contra, los pueblos asiáticos sólo saben mentir, irse de putas o vivir como ratas (da igual que esté en Tailandia o Vietnam, todo es una cloaca de perdedores), por lo que una vez digerido este punto, podemos disfrutar sus hazañas como yo lo hice en su día.
Si bien es cierto que conserva un metraje entretenido y a veces incluso, estimulante, se pierde ella misma en un tumulto de despropósitos sin remedio. Una música de tonos mantenidos que provoca por igual suspense y desesperación al espectador, un concepto de la acción demasiado simplón y un guión que no destaca por su originalidad que se diga, convierten a esta cinta en un pasatiempos fílmico sin pretensión alguna y en verdadero ejemplo de lo que se ofrecía en las estanterías de los videoclubs de la época.
En medio de eternos forcejeos machotes y puñetazos por doquier, encontraremos algunas cámaras muy bien colocadas en según qué escenas (en persecuciones, cerca de los ríos o en el corazón de la jungla), denotando un sorprendente oficio en las maneras de algunos responsables y elevando la calidad del producto hasta hacerlo fácilmente consumible.
Su carácter comercial y rigurosamente patriótico necesitaba una cara conocida que representara el potencial americano, y ahí estaba el bueno de Norris. Con las mismas capacidades interpretativas que un bloque de hormigón y unas cuantas demostraciones marciales del rubio karateka, tan sólo hacían falta unas limitadas líneas de diálogo contundentes como esta:
- ¡No debió matar a esa pobre gente en Bangkok! (Chuck dirigiéndose a un entrometido militar vietnamita que lo quiere matar)
- La guerra no perdona, argumenta el asiático.
- ¡Sí, la guerra no perdona! sentencia Norris mientras lo acuchilla casi piadosamente.
No entraré en delatar las decenas de incongruencias presentes en el film (esa camisa de flores de Tucker mientras un Chuck Norris de 44 tacos va de camuflaje... ¡por favor!), pero cuesta creerse que las balas enemigas aquí no funcionen y malgasten sus energías tontamente, ya que serán tiroteados por los buenos a la primera de cambio y caerán desde torres bien altas o volarán por los aires incluso antes de saber que hay una granada.
Apreciaciones quisquillosas aparte, el film es pasto de los tópicos y un desfile de las mayores fantochadas posibles (Norris ahuyentando a macarras tailandeses con bufidos), en medio de una aventura caduca en nuestros días pero que milagrosamente conserva aspectos paladeables, como una peculiar atmósfera de cine filipino de calidad. Difícil recomendación pues, pero para gustos...
sábado, 28 de enero de 2012
PHENOMENA (27-1-2012): FURIA ORIENTAL + DESAPARECIDO EN COMBATE
Como también hay lugar para las cintas más gamberras en el cine Urgel dentro de la espléndida inicitiva Phenomena, este pasado viernes se proyectaron dos films tan emblemáticos como míticos.
Dos artistas marciales incomparables que invadieron nuestros videoclubs enseñándonos sus habilidades y que ahora, décadas después, se merecían un lugar de honor en una doble sesión para amantes del "Grindhouse".
Furia Oriental fue la cinta responsable de entronar merecidamente al astro asiático por excelencia y Desaparecido en Combate estimuló a legiones de adolescentes ávidos de ametrallamientos y excesos bélicos, ambas tremendos éxitos que cosecharon fama internacional.
Una vez más, su proyección en versión original y en la pantalla más grande de Barcelona fueron suficientes como para que el público se emocionara de nuevo con estos ídolos de videoclub.
Aquí os dejo los links a las reseñas de ambos films y al monográfico de Bruce Lee que posteamos hace bien poco, esperamos con ansía la siguiente sesión, seguro que no nos defraudará.
viernes, 27 de enero de 2012
MONOGRÁFICO BRUCE LEE (1940-1973)
En una época en la cual toneladas de información está a nuestro alcance más inmediato gracias a internet, me gustaría aclarar que mi intención con este pequeño apartado no va más allá de intentar recopilar el trabajo cinematográfico del gran Bruce Lee y repasar brevemente su corta vida, así como ordenar su filmografía personal desde nuestro más humilde punto de vista.
Lee Jun-Fan nació el 27 de Noviembre de 1940 en San Francisco únicamente por razones fortuitas, ya que sus padres trabajaban con la Ópera China Cantonesa y se encontraban casualmente de gira por el continente americano.
Una enfermera le otorgó el nombre de Bruce, que él descubriría 12 años más tarde en Hong-Kong y que finalmente sería su nombre artístico, con el que se le conocería en todo occidente (en China, la gran mayoría de la gente aún le llama por su nombre oriental).
Desde bien niño comenzó a intervenir en películas chinas de bajo presupuesto (básicamente de género romántico), y como es evidente, de extra en la mayoría de ellas. Su primera aparición en pantalla fue con tan sólo 2 meses de vida, consiguiendo pequeños papeles en una veintena de ellas a lo largo de su juventud.
Sus continuas peleas callejeras con pandilleros y gente de mala estirpe provocaron que se interesara en el mundo de las artes marciales, de la mano del maestro Yip Man y llegando a competir en certámenes oficiales de lucha con éxito (también se proclamó campeón de cha-cha-chá, por muy extraño que parezca).
Cumplidos ya los 18 años, y según su padre, para evitar que se acabara uniendo a la peligrosa Triada China (la Mafia de aquellos lares), lo enviaron a los Estados Unidos a estudiar, donde reclamaría su nacionalidad y comenzaría su verdadera leyenda.
De San Francisco viajó a Seattle, donde enseñaría su filosofía marcial a unos pocos interesados, primero de manera informal, en el exterior o en casas ajenas y más adelante en su propio gimnasio en California, con cada vez más repercusión popular.
Por aquella época se salvó del ejército debido a tres razones; era miope, tenía los pies cavos y le detectaron un testículo más alto que otro, por lo que se libró de ser alistado. Se uniría en matrimonio con una alumna suya, Linda Emery (pasaría a llamarse Linda Lee) y se trasladarían a Oackland, California, para crecer mucho más y abrir su propio establecimiento de enseñanza.
Se toparía entonces con la oposición de la comunidad china, que le reprocharían el hecho de divulgar conocimientos milenarios a extranjeros, con las consecuentes rivalidades que eso conlleva, y que por tradición, se solucionan con un combate entre maestros.
Bruce, entonces con 24 años, vence a su contrincante pero aprende que necesita ganar resistencia, ya que se sintió agotado por la duración del combate y además, salió malherido del mismo. Mientras trataba de labrarse un futuro como instructor marcial, conseguiría pequeños papeles en series norteamericanas, siempre como el asiático experto en kung-fu con pocas o ninguna línea de diálogo, pero abriéndose camino en el cine.
Es al cumplir 26 años cuando empieza a aparecer en series como Batman, el Avispón Verde (The Green Hornet), Ironside o Longstreet, hasta que llegó su primera colaboración en un largometraje gracias al film "Marlowe, detective muy privado (1969)" con una hilarante interpretación en tono burlesco, muy distanciado de sus futuros papeles.
Una falta de rigurosidad por parte de las productoras americanas, que le robaron su idea de la serie "Kung-Fu" (al final, protagonizada por el occidental David Carradine) propició que escuchara ofertas en Hong-Kong y se trasladara allí a rodar el 90% de su filmografía relevante.
Ya en 1971, con 31 años y 2 hijos, Brandon y Shannon, un Bruce Lee con cierta fama en China realizaría su primer y gran éxito en oriente, "Karate a Muerte en Bangkok (The Big Boss) (1971)".
Tras la enorme repercusión de dicho film, Bruce Lee se ganó la cúspide de la popularidad china, y lo catalogarían ya de héroe nacional.
Si bien es cierto que la película está considerada en nuestros días como su mejor trabajo, también se puede decir que lamentablemente fue el último, ya que fallecería de un edema cerebral antes incluso de poder asistir a su estreno.
La inesperada muerte de Lee el 20 de julio de 1973 (provocada por una reacción adversa a un fármaco), suscitó multitud de leyendas que alimentaron un mito aún vigente en nuestros días, y dieron lugar a innumerables conjeturas a cada cual más retorcida (hay gente que, como con Elvis, aún cree que está en las Bahamas tomando el sol).
Su prematuro deceso originó un imparable oleaje de cintas orientales con bochornosos clones de Bruce Lee, acaparando casi por completo el género y usando su persona de maneras bien diferentes, en el fenómeno que se denominaría la "Bruceploitation" (explotar el filón Bruce Lee al máximo).
Son muchos los que se sumaron a este nuevo cauce comercial y el panorama se inundó de diversos clones parecidos (o no) al mítico Lee. Nombres como Bruce Le, Dragon Lee, Bruce Li, Bruce Thai o Bruce Lea, entre otros, acamparon en el mercado indiscriminadamente e hicieron de su memoria un imperdonable e insultante batiburrillo de patrañas cinematográficas sin el más mínimo rigor ni calidad.
Cintas como "El Dragón Ataca" de 1977, donde el alma del malogrado Bruce baja a los infiernos, se alia con Popeye y combate contra Drácula, Clint Eastwood, Emmanuelle, James Bond o el reparto de la saga de "El Padrino" (sí, os juro que va en serio), "La Saga de Bruce Lee" del mismo año, donde lo clonan por partida triple o la surcoreana "Bruce Lee lucha desde la tumba" en 1976, con un Bruce Lee zombie (ver portada a la derecha), son un claro ejemplo de lo ínfimas que podían ser esas producciones. Con toda seguridad, la figura del joven maestro ha sido ( y sigue siendo) un recurso de contrastado interés general en las cintas de artes marciales de las últimas 3 décadas, y sólo desde un punto de vista acrítico y trash se pueden apreciar estas desesperantes producciones, tan infumables como irrespetuosas.
También hubo tiempo para construir nuevos films con escasos retales o imágenes del mito, como fue la aún decente "Juego con la Muerte" (Game of Death, 1978) o "Juego con la Muerte 2" (Game of Death 2, 1981), ya todo un despropósito sin ningún interés.
No fue hasta 1993 que no se realizara un biopic lo suficientemente sólido como para llamar la atención de nuevo, y acercarse bien intencionadamente a lo que llegó a ser la vida del icónico artista y filósofo oriental, desde el punto de vista de la viuda y con no pocos aciertos en su filmación. Me estoy refiriendo al film "Dragón, la vida de Bruce Lee", una disfrutable reconstrucción en tono dramático de su existencia desde una perspectiva poco objetiva.
Son muchas las películas y series de televisión inspiradas en su figura, e incontables las veces que su nombre sale a la luz, pero aún está por llegar la película lo suficientemente ambiciosa que consiga plasmar con auténtica rigurosidad la vida y obra de Bruce Lee.
Lo más reciente ha sido una fallida comedia titulada "Finishing The Game: The Search for a new Bruce Lee" (2007), que desaprovecha una original idea de base alrededor de un cásting para un film póstumo de la estrella (film aún inédito en nuestro país), la serie "The Legend of Bruce Lee" de 2008, que ofrece más garantías de calidad que ninguna otra aportación televisiva hasta la fecha o la producción Hongkonesa "El Joven Bruce Lee", un digno intento de retratar las desventuras de su niñez..
Lee Jun-Fan nació el 27 de Noviembre de 1940 en San Francisco únicamente por razones fortuitas, ya que sus padres trabajaban con la Ópera China Cantonesa y se encontraban casualmente de gira por el continente americano.
Una enfermera le otorgó el nombre de Bruce, que él descubriría 12 años más tarde en Hong-Kong y que finalmente sería su nombre artístico, con el que se le conocería en todo occidente (en China, la gran mayoría de la gente aún le llama por su nombre oriental).
Desde bien niño comenzó a intervenir en películas chinas de bajo presupuesto (básicamente de género romántico), y como es evidente, de extra en la mayoría de ellas. Su primera aparición en pantalla fue con tan sólo 2 meses de vida, consiguiendo pequeños papeles en una veintena de ellas a lo largo de su juventud.
Bruce con el maestro Yip Man |
Cumplidos ya los 18 años, y según su padre, para evitar que se acabara uniendo a la peligrosa Triada China (la Mafia de aquellos lares), lo enviaron a los Estados Unidos a estudiar, donde reclamaría su nacionalidad y comenzaría su verdadera leyenda.
De San Francisco viajó a Seattle, donde enseñaría su filosofía marcial a unos pocos interesados, primero de manera informal, en el exterior o en casas ajenas y más adelante en su propio gimnasio en California, con cada vez más repercusión popular.
Por aquella época se salvó del ejército debido a tres razones; era miope, tenía los pies cavos y le detectaron un testículo más alto que otro, por lo que se libró de ser alistado. Se uniría en matrimonio con una alumna suya, Linda Emery (pasaría a llamarse Linda Lee) y se trasladarían a Oackland, California, para crecer mucho más y abrir su propio establecimiento de enseñanza.
Se toparía entonces con la oposición de la comunidad china, que le reprocharían el hecho de divulgar conocimientos milenarios a extranjeros, con las consecuentes rivalidades que eso conlleva, y que por tradición, se solucionan con un combate entre maestros.
Cartel original chino del primer éxito de Bruce, Big Boss |
Es al cumplir 26 años cuando empieza a aparecer en series como Batman, el Avispón Verde (The Green Hornet), Ironside o Longstreet, hasta que llegó su primera colaboración en un largometraje gracias al film "Marlowe, detective muy privado (1969)" con una hilarante interpretación en tono burlesco, muy distanciado de sus futuros papeles.
Una falta de rigurosidad por parte de las productoras americanas, que le robaron su idea de la serie "Kung-Fu" (al final, protagonizada por el occidental David Carradine) propició que escuchara ofertas en Hong-Kong y se trasladara allí a rodar el 90% de su filmografía relevante.
Ya en 1971, con 31 años y 2 hijos, Brandon y Shannon, un Bruce Lee con cierta fama en China realizaría su primer y gran éxito en oriente, "Karate a Muerte en Bangkok (The Big Boss) (1971)".
Tras la enorme repercusión de dicho film, Bruce Lee se ganó la cúspide de la popularidad china, y lo catalogarían ya de héroe nacional.
Pocos meses después, el mismo director de Big Boss, Lo Wei, se pondría manos a la obra con su siguiente film, titulado en nuestro país como "Furia Oriental" pero conocido internacionalmente como Fist of Fury, con el que Lee se acabó de consolidar en el mundo del cine orientado a las artes marciales (además, se ganó al público venciendo a maestros japoneses en el film, hecho que al pueblo chino le entusiasmó).
Lanzado de pleno al mercado oriental, Bruce dirigió un film propio, "El Furor del Dragón (1972)" (conocida como Return of the Dragon) que bien podría alardear de ser su segunda mejor película y quizás, la más recordada. La colaboración de un actor norteamericano en dicho film, el novato Chuck Norris, (ex-campeón de karate y reconocido artista marcial) provocó que el público yanki reparara en la película y poco después le propusieran filmar una obra de mayor presupuesto, pero esta vez, con dinero americano.
La idea era filmar la película más ambiciosa de artes marciales jamás rodada, con verdaderos maestros de diferentes disciplinas y un despliegue de medios sin parangón dentro del emergente género del "Eastern".
Bruce aceptó (no sin antes dejar claras sus condiciones) y se metió de lleno en el rodaje de "Operación Dragón" (Enter the Dragon, 1973), aparcando otros proyectos a medio hacer como luego veremos.
El rodaje de dicha película desgastó sobremanera a Bruce, que perdió muchísimo peso en el proceso (de hecho, la primera escena del film es, en realidad, la última en ser filmada, y se puede apreciar una preocupante delgadez).Bruce aceptó (no sin antes dejar claras sus condiciones) y se metió de lleno en el rodaje de "Operación Dragón" (Enter the Dragon, 1973), aparcando otros proyectos a medio hacer como luego veremos.
Si bien es cierto que la película está considerada en nuestros días como su mejor trabajo, también se puede decir que lamentablemente fue el último, ya que fallecería de un edema cerebral antes incluso de poder asistir a su estreno.
La inesperada muerte de Lee el 20 de julio de 1973 (provocada por una reacción adversa a un fármaco), suscitó multitud de leyendas que alimentaron un mito aún vigente en nuestros días, y dieron lugar a innumerables conjeturas a cada cual más retorcida (hay gente que, como con Elvis, aún cree que está en las Bahamas tomando el sol).
Su prematuro deceso originó un imparable oleaje de cintas orientales con bochornosos clones de Bruce Lee, acaparando casi por completo el género y usando su persona de maneras bien diferentes, en el fenómeno que se denominaría la "Bruceploitation" (explotar el filón Bruce Lee al máximo).
Son muchos los que se sumaron a este nuevo cauce comercial y el panorama se inundó de diversos clones parecidos (o no) al mítico Lee. Nombres como Bruce Le, Dragon Lee, Bruce Li, Bruce Thai o Bruce Lea, entre otros, acamparon en el mercado indiscriminadamente e hicieron de su memoria un imperdonable e insultante batiburrillo de patrañas cinematográficas sin el más mínimo rigor ni calidad.
Cintas como "El Dragón Ataca" de 1977, donde el alma del malogrado Bruce baja a los infiernos, se alia con Popeye y combate contra Drácula, Clint Eastwood, Emmanuelle, James Bond o el reparto de la saga de "El Padrino" (sí, os juro que va en serio), "La Saga de Bruce Lee" del mismo año, donde lo clonan por partida triple o la surcoreana "Bruce Lee lucha desde la tumba" en 1976, con un Bruce Lee zombie (ver portada a la derecha), son un claro ejemplo de lo ínfimas que podían ser esas producciones. Con toda seguridad, la figura del joven maestro ha sido ( y sigue siendo) un recurso de contrastado interés general en las cintas de artes marciales de las últimas 3 décadas, y sólo desde un punto de vista acrítico y trash se pueden apreciar estas desesperantes producciones, tan infumables como irrespetuosas.
También hubo tiempo para construir nuevos films con escasos retales o imágenes del mito, como fue la aún decente "Juego con la Muerte" (Game of Death, 1978) o "Juego con la Muerte 2" (Game of Death 2, 1981), ya todo un despropósito sin ningún interés.
No fue hasta 1993 que no se realizara un biopic lo suficientemente sólido como para llamar la atención de nuevo, y acercarse bien intencionadamente a lo que llegó a ser la vida del icónico artista y filósofo oriental, desde el punto de vista de la viuda y con no pocos aciertos en su filmación. Me estoy refiriendo al film "Dragón, la vida de Bruce Lee", una disfrutable reconstrucción en tono dramático de su existencia desde una perspectiva poco objetiva.
Son muchas las películas y series de televisión inspiradas en su figura, e incontables las veces que su nombre sale a la luz, pero aún está por llegar la película lo suficientemente ambiciosa que consiga plasmar con auténtica rigurosidad la vida y obra de Bruce Lee.
Estatua conmemorativa de Bruce en Hong-Kong |
Infinidad de documentales y miles de referencias apabullan internet con el objetivo de mantener con vida la esencia del mayor artista marcial de nuestro tiempo, que sin duda es una influencia imperecedera para millones de personas y el responsable de acercar la cultura china a los países occidentales, ahí es nada.
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BIOGRÁFICO
jueves, 26 de enero de 2012
IN TIME (2011)
El director Darren Niccol cosechó un gran éxito en 1997 con Gattaca, una película que tenía la manipulación genética como tema de base (recordemos que un año antes se conoció la existencia de Dolly, la primera oveja clonada, por lo que todo lo relacionado con este campo estaba de moda). Así, la película nos mostraba un futuro muy parecido al actual por lo que podía llegar a ser creíble, y porqué no hasta factible, en el que los seres humanos eran creados mediante una cuidada selección genética para evitar en la mayor medida posible todo tipo de problemas de salud congénitos, malformaciones, defectos de visión, pudiendo los padres incluso elegir el sexo o el color de los ojos del bebé. Todo ello hacía que la aparición de este nuevo y mejorado ser humano acaparara las mejores oportunidades de futuro en detrimento de los humanos concebidos de forma convencional y que eran rechazados por el sistema que buscaba los mejores candidatos, no a través de sus currículums como hoy en día, sino con un simple análisis de ADN que servía de cruel criba. El tema estaba muy bien tratado, logrando una película profunda que permitía una reflexión sobre este tema, bien interpretada y con una preciosa banda sonora, y de la que me declaro un enamorado. Para mí es una de las mejores películas de los últimos años en el género de la ciencia ficción junto a Matrix, Dark City o Moon, guardando algunas similitudes con esta última, por su estética sencilla y una ausencia casi total de efectos especiales.
Aquí claramente se ha intentado repetir ese éxito, volviendo a usar una temática bastante parecida. En este caso también estamos en un futuro en el que mediante los grandes avances de ingeniería genética se ha conseguido vencer al envejecimiento y abrir la posibilidad a la raza humana de vivir para siempre.
Sin embargo no todo es tan bonito como puede llegar a parecer, y realmente se trata de un regalo envenenado para la gran mayoría de la población, ya que llegados a los 25 años se deja de envejecer pero se activa un reloj que todos llevan incorporado en el brazo, teniendo a partir de ese momento solo un año más de vida. Toda la economía mundial ha dejado de basarse en la unidad monetaria y ahora todo se vende o se compra en tiempo (quizás la mejor idea de toda la película y que da para algunos momentos muy interesantes, sobretodo al principio, en los que vemos los mismos problemas de hoy en día pero con el agravante de que si no llegas a final de mes, no es que pierdas la casa, sino la vida).
El territorio ha sido dividido en diferentes zonas aisladas entre sí donde para cruzar de una a otra hay que pagar unos peajes tan costosos que para muchos son una auténtica quimera, las zonas tienen unas condiciones muy desiguales, por un lado tenemos a los privilegiados de este sistema que viven cómodamente con una cantidad de años inacabable en sus cuentas, mientras que en los guetos más alejados, la población a duras penas tiene poco más de un día de tiempo restante en sus contadores y son esclavos de las fábricas, de los bancos de tiempo donde deben pedirlo prestado o de los ladrones de tiempo que están al acecho para atracar a los desprevenidos y apoderarse del suyo.
Para lograr alargar su vida no tienen otra opción que trabajar sin parar e intentar evitar que el reloj llegue a cero, pues en ese caso la persona muere instantáneamente. Will Salas (Justin Timberlake) es uno de los los que malviven con unas pocas horas en su haber obligado a trabajar para conseguir una pequeña paga que le permita pagar la comida, el alquiler e ir haciendo malabarismos para que aún le siga quedando algo de tiempo en su contador para poder volver a trabajar al día siguiente. Una noche salva a un imprudente que alardeaba con más de un siglo en su contador y que iba a ser presa de unos saqueadores, y que acaba confesándole su hastío por llevar tantos años viviendo en una sociedad tan falsa y vacía, regalándole en contra de la voluntad de Will todo el tiempo que tenía. La muerte de este ciudadano hace que sea señalado como un asesino por los Guardianes del Tiempo (cuerpo policial creado para evitar el tráfico del tiempo y lidiar con todos los crímenes cometidos por su causa) que se niegan a creer que alguien de una posición acomodada haya podido suicidarse regalando más de un siglo de vida, por lo que se ve obligado a huir hacia las zonas ricas para intentar evitar ser atrapado. Viéndose acorralado secuestra a Sylvia Weis (Amanda Seyfried) la hija de uno de los más poderosos magnates de esta sociedad, a partir de aquí no se dedica solo a escapar, sino que pone en marcha su particular lucha contra el sistema.
Si intento ser justo analizando la película, de entrada me sentí muy atraído por la premisa que nos plantea. Ese mundo dividido en zonas, en la que unos son esclavos que deben trabajar de sol a sol para ganarse unas pocas horas más, mientras otros se aprovechan para enriquecerse (esto me suena...), la idea de que todo se base en tiempo, el sueño de poder vivir para siempre joven como cebo para que la gente siga trabajando, etc... sin embargo a los pocos minutos, uno que ya ha visto bastante cine, empieza a verle las costuras y todas sus carencias a una historia que sorprende enormemente por la vanalidad y superficialidad con la que trata un tema que daba infinitamente para más. La recreación de los guetos es muy pobre, no sabiendo transmitir la desesperación de la gente que solo tiene horas en sus contadores y que teóricamente debería vivir en una situación de estrés límite todos los días. La relativa tranquilidad y pasividad con la que viven no son para nada creíbles, habiendo sido mucho más normal mostrar una zona rebosante de violencia, miedo y conflictos de todo tipo para robar el tiempo de los demás.
Después de un arranque decente, que no bueno por todo lo que comento en el párrafo anterior, ya pasamos a la persecución que sufre Will por parte de la policía (también pobremente recreada no dando la sensación de estar nunca a la altura de las necesidades de un sistema que necesitaría más bien de un ejército para asegurarse que no pueda haber una revolución), a partir de este momento tendremos el tan típico thriller con huida constante de la pareja protagonista (por cierto, ella corre sin parar pero siempre con unos tacones de vértigo para hacerlo todo más verosímil), donde el desarrollo argumental va a ser inexistente para desesperación de todo aquel que necesite algo más que coches chocando, disparos y un continuo ir de aquí para allí. Una película que en muchos momentos da la sensación de que se preocupa más por la estética que por lo que nos cuenta o podría llegar a contarnos. En este apartado destaca la fotografía y colores usados en las vestimentas, con tonos siempre fríos, quizás buscando dar una sensación de vacío y falta de vida a pesar de que algunos humanos pueden llegar a ser casi inmortales.
Las actuaciones son de desfile de moda, inexistentes, sobretodo por parte de Amanda Seyfried, muy guapa ella, pero poco dotada para hacer algo más que posar en casi cada plano; las ropas que viste la madre de Will en el gueto y toda su cuidada estética no son las que uno se espera de una mujer que a duras penas sabe si llegará a acabar el día, sino adecuadas para una modelo sin mayor preocupación que saber cominar adecuadamente el color de su vestido y del pintalabios. Para acabar decir que la imagen final es vergonzosa, totalmente innecesaria y que creo que intenta "copiar" un poco la idea que transmitía la última escena de la primera entrega de Matrix, con Neo anunciando que iba a acabar con el sistema, pero aquí queda tonta e inverosímil (esos guionistas...).
También tiene sus buenos momentos a parte de los primeros minutos y la idea general, pocos eso sí, como la imagen en el que el magnate presenta a su madre, su mujer y a su hja, y todas ellas con modelos de 25 años; o la escena con la legión de guardaespaldas que lleva, divertida esta; o el inacabable cruce de peajes para llegar a las zonas privilegiadas. En general es un correcto thriller palomitero para pasar el rato y no pensar en nada más que en seguir respirando, y que se olvida con demasiada facilidad. Y yo me vuelvo a preguntar ¿de verdad es del mismo director de Gattaca?
Aquí claramente se ha intentado repetir ese éxito, volviendo a usar una temática bastante parecida. En este caso también estamos en un futuro en el que mediante los grandes avances de ingeniería genética se ha conseguido vencer al envejecimiento y abrir la posibilidad a la raza humana de vivir para siempre.
Un regalo peligroso... 105 años de vida adicionales... |
Tic tac... tic tac... |
El territorio ha sido dividido en diferentes zonas aisladas entre sí donde para cruzar de una a otra hay que pagar unos peajes tan costosos que para muchos son una auténtica quimera, las zonas tienen unas condiciones muy desiguales, por un lado tenemos a los privilegiados de este sistema que viven cómodamente con una cantidad de años inacabable en sus cuentas, mientras que en los guetos más alejados, la población a duras penas tiene poco más de un día de tiempo restante en sus contadores y son esclavos de las fábricas, de los bancos de tiempo donde deben pedirlo prestado o de los ladrones de tiempo que están al acecho para atracar a los desprevenidos y apoderarse del suyo.
Para lograr alargar su vida no tienen otra opción que trabajar sin parar e intentar evitar que el reloj llegue a cero, pues en ese caso la persona muere instantáneamente. Will Salas (Justin Timberlake) es uno de los los que malviven con unas pocas horas en su haber obligado a trabajar para conseguir una pequeña paga que le permita pagar la comida, el alquiler e ir haciendo malabarismos para que aún le siga quedando algo de tiempo en su contador para poder volver a trabajar al día siguiente. Una noche salva a un imprudente que alardeaba con más de un siglo en su contador y que iba a ser presa de unos saqueadores, y que acaba confesándole su hastío por llevar tantos años viviendo en una sociedad tan falsa y vacía, regalándole en contra de la voluntad de Will todo el tiempo que tenía. La muerte de este ciudadano hace que sea señalado como un asesino por los Guardianes del Tiempo (cuerpo policial creado para evitar el tráfico del tiempo y lidiar con todos los crímenes cometidos por su causa) que se niegan a creer que alguien de una posición acomodada haya podido suicidarse regalando más de un siglo de vida, por lo que se ve obligado a huir hacia las zonas ricas para intentar evitar ser atrapado. Viéndose acorralado secuestra a Sylvia Weis (Amanda Seyfried) la hija de uno de los más poderosos magnates de esta sociedad, a partir de aquí no se dedica solo a escapar, sino que pone en marcha su particular lucha contra el sistema.
Cómodos zapatos para una fugitiva |
Madre, mujer e hija... ¿quién es quién? |
Time is over... |
También tiene sus buenos momentos a parte de los primeros minutos y la idea general, pocos eso sí, como la imagen en el que el magnate presenta a su madre, su mujer y a su hja, y todas ellas con modelos de 25 años; o la escena con la legión de guardaespaldas que lleva, divertida esta; o el inacabable cruce de peajes para llegar a las zonas privilegiadas. En general es un correcto thriller palomitero para pasar el rato y no pensar en nada más que en seguir respirando, y que se olvida con demasiada facilidad. Y yo me vuelvo a preguntar ¿de verdad es del mismo director de Gattaca?
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ACCIÓN,
CIENCIA FICCIÓN,
THRILLER
martes, 24 de enero de 2012
LOS CUATRO COCOS (1929)
Primera manifestación cinematográfica de los incomparables Hermanos Marx, (si no tenemos en cuenta una cinta anterior titulada Humorisk, que lamentablemente jamás se pudo recuperar) estrenándose en la gran pantalla de la mano del presidente de la Paramount, Adolph Zukor, quién (debido a las hábiles negociaciones de Chico) les llegó a pagar 100.000 dólares de la época por filmar su obra de teatro "The Cocoanuts", la cual estuvieron representando exitosamente durante largo tiempo.
En un principio, se trataba de filmar el espectáculo directamente del teatro, pero el problema para lograr un sonido aceptable obligó al director a rodar dentro de un estudio, que por aquella época, aún estaban sin insonorizar.
Tirando de ingenio, metieron las ruidosas cámaras en cabinas, se llegaron a forrar las paredes con arpillería y mojaron todos los papeles que salen en el film para evitar ruidos indeseados, todo para trasladar de la mejor manera posible el trabajo de los alocados Marx al mundo del cine sonoro. La obra, aquí traducida como "Los Cuatro Cocos" (en clara alusión al cuarteto familiar), sitúa a Groucho como propietario y director de un hotel de Florida que pasa por una mala época turística, entre otras razones, por estar situado en una zona pantanosa. De hecho, tan sólo la millonaria señora Potter (Margaret Dumont, que en palabras del propio Groucho, se le consideraba la quinta hermana Marx), paga las facturas y como no podía ser de otra manera, será presa fácil para nuestro verborreico anfitrión, que a su vez buscará vender las parcelas hoteleras para recuperar el dinero perdido. Un complot entre una pareja de ladrones hospedados en el hotel cuyo objetivo es una valiosa joya de la señora Potter y la aparición de dos liantes de poca monta (Chico y Harpo) que se verán acusados injustamente del delito, serán los ingredientes que faltaban para convertir esta historia en una divertida y alocada película de tono teatral que reunía por vez primera a los inigualables Hermanos Marx (Zeppo sólo intervendría en 4 films más, siempre en su postura de galán).El humor que despliegan Groucho, Chico y compañía es deliciosamente irreverente y absurdo, pero capaz de arrancarnos más risas que cualquier cóctel presuntamente divertido de los que abundan hoy en día, y eso habiendo pasado ya más de 82 años desde su estreno.
El secreto de su componente imperecedero se debe básicamente a la monstruosa genialidad del trío protagonista, ya que cada uno aporta un tipo de anarquía cómica sin igual.
Mientras el mudo Harpo persigue chicas haciendo sonar su bocina y desafiando constantemente a la figura de la autoridad (aquí, un policía) de manera desquiciante y el personaje de Chico se las ingenia de todos los colores para rascar un dólar a quién le pase por delante, Groucho arremete a su vez contra todo el mundo con su imparable ingenio y locuacidad, siendo único en su especie y demostrando porqué se le considera el mejor cómico de la historia del cine.
En esta ocasión, la filmación no destaca por un ritmo narrativo constante, sino que es fruto de la tendencia musical marcada por la obra original y presenta la friolera de 10 secuencias coreografiadas o simplemente musicalizadas dentro de su metraje, cosa que, en opinión de un enamorado Marxista como yo, no acaba nunca de convencer y afecta finalmente a su calidad.
Como siempre, el guión aquí es un mero trámite para dar cabida a las gamberradas de los Marx, que por suerte, siempre se acaban saliendo del margen argumental para jugar al juego que mejor conocen, hacer comedia por el placer de hacerla, sin límites establecidos.
Groucho satisfará nuestras expectativas en todo momento, y no sólo por tener la mejor bandeja posible para un cómico (la Dumont) sino por agilizar la historia con sus idas y venidas que no sólo vuelven loco al espectador, sino también a los cámaras. Sus aspectos técnicos son anecdóticos, casi de atrezzo, pero suficientes para condensar momentos impagables como la secuencia de la doble habitación de hotel con el delirante juego de puertas, la estrafalaria escena final con esa gratuita fiesta de disfraces imposibles o la subasta de las parcelas, una ácida crítica contra la imperante inflación inmobiliaria.
Si somos capaces pues de aguantar sus estrictamente soportables momentos musicales sin enojarnos, saborearemos el inicio cinematográfico de los mejores cómicos de la historia, inigualables y aún incomprendidos por algunos, que nos regalaron su genialidad por vez primera.
Curiosamente, los hermanos Marx no quedaron nada satisfechos con el resultado del film hasta el punto de querer comprar los derechos del mismo para destruirlo, hecho que hubiese desconsolado a más de uno, entre los que me incluyo.
Contiene 4 escenas en su día censuradas, todas con un componente sexual de por medio, tan ingenuas como breves, pero suficientes como para justificar el sueldo del censor, que quizás sea el oficio más detestable dentro del mundo del cine.
Terminaré mi primera reseña Marxista con una expresión que Groucho dispara mientras trata torpemente de enamorar a la millonaria y confusa Dumont:
- ¡Señora Potter!, ¡Un paso en falso y seré suyo...!, simplemente genial.
En un principio, se trataba de filmar el espectáculo directamente del teatro, pero el problema para lograr un sonido aceptable obligó al director a rodar dentro de un estudio, que por aquella época, aún estaban sin insonorizar.
Tirando de ingenio, metieron las ruidosas cámaras en cabinas, se llegaron a forrar las paredes con arpillería y mojaron todos los papeles que salen en el film para evitar ruidos indeseados, todo para trasladar de la mejor manera posible el trabajo de los alocados Marx al mundo del cine sonoro. La obra, aquí traducida como "Los Cuatro Cocos" (en clara alusión al cuarteto familiar), sitúa a Groucho como propietario y director de un hotel de Florida que pasa por una mala época turística, entre otras razones, por estar situado en una zona pantanosa. De hecho, tan sólo la millonaria señora Potter (Margaret Dumont, que en palabras del propio Groucho, se le consideraba la quinta hermana Marx), paga las facturas y como no podía ser de otra manera, será presa fácil para nuestro verborreico anfitrión, que a su vez buscará vender las parcelas hoteleras para recuperar el dinero perdido. Un complot entre una pareja de ladrones hospedados en el hotel cuyo objetivo es una valiosa joya de la señora Potter y la aparición de dos liantes de poca monta (Chico y Harpo) que se verán acusados injustamente del delito, serán los ingredientes que faltaban para convertir esta historia en una divertida y alocada película de tono teatral que reunía por vez primera a los inigualables Hermanos Marx (Zeppo sólo intervendría en 4 films más, siempre en su postura de galán).El humor que despliegan Groucho, Chico y compañía es deliciosamente irreverente y absurdo, pero capaz de arrancarnos más risas que cualquier cóctel presuntamente divertido de los que abundan hoy en día, y eso habiendo pasado ya más de 82 años desde su estreno.
El secreto de su componente imperecedero se debe básicamente a la monstruosa genialidad del trío protagonista, ya que cada uno aporta un tipo de anarquía cómica sin igual.
Mientras el mudo Harpo persigue chicas haciendo sonar su bocina y desafiando constantemente a la figura de la autoridad (aquí, un policía) de manera desquiciante y el personaje de Chico se las ingenia de todos los colores para rascar un dólar a quién le pase por delante, Groucho arremete a su vez contra todo el mundo con su imparable ingenio y locuacidad, siendo único en su especie y demostrando porqué se le considera el mejor cómico de la historia del cine.
En esta ocasión, la filmación no destaca por un ritmo narrativo constante, sino que es fruto de la tendencia musical marcada por la obra original y presenta la friolera de 10 secuencias coreografiadas o simplemente musicalizadas dentro de su metraje, cosa que, en opinión de un enamorado Marxista como yo, no acaba nunca de convencer y afecta finalmente a su calidad.
Como siempre, el guión aquí es un mero trámite para dar cabida a las gamberradas de los Marx, que por suerte, siempre se acaban saliendo del margen argumental para jugar al juego que mejor conocen, hacer comedia por el placer de hacerla, sin límites establecidos.
Groucho satisfará nuestras expectativas en todo momento, y no sólo por tener la mejor bandeja posible para un cómico (la Dumont) sino por agilizar la historia con sus idas y venidas que no sólo vuelven loco al espectador, sino también a los cámaras. Sus aspectos técnicos son anecdóticos, casi de atrezzo, pero suficientes para condensar momentos impagables como la secuencia de la doble habitación de hotel con el delirante juego de puertas, la estrafalaria escena final con esa gratuita fiesta de disfraces imposibles o la subasta de las parcelas, una ácida crítica contra la imperante inflación inmobiliaria.
Si somos capaces pues de aguantar sus estrictamente soportables momentos musicales sin enojarnos, saborearemos el inicio cinematográfico de los mejores cómicos de la historia, inigualables y aún incomprendidos por algunos, que nos regalaron su genialidad por vez primera.
Curiosamente, los hermanos Marx no quedaron nada satisfechos con el resultado del film hasta el punto de querer comprar los derechos del mismo para destruirlo, hecho que hubiese desconsolado a más de uno, entre los que me incluyo.
Contiene 4 escenas en su día censuradas, todas con un componente sexual de por medio, tan ingenuas como breves, pero suficientes como para justificar el sueldo del censor, que quizás sea el oficio más detestable dentro del mundo del cine.
Terminaré mi primera reseña Marxista con una expresión que Groucho dispara mientras trata torpemente de enamorar a la millonaria y confusa Dumont:
- ¡Señora Potter!, ¡Un paso en falso y seré suyo...!, simplemente genial.
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