La obra cumbre de nuestro Eugenio Martín ,"Pánico en el Transiberiano", obtuvo excelentes críticas tras su estreno en el cine Retiro de Sitges en el que fuere su quinto festival fantástico allá por 1972, pero no fueron suficientes como para cosechar una buena acogida comercial en nuestro país, que la olvidó en su paso por taquilla. Cuatro décadas después, es considerada ya por muchos críticos como una cinta de culto que mezcla con estilo dos géneros hasta la fecha incompatibles; el terror de la factoría Hammer británica y la ciencia ficción americana muy al estilo de aquella "El enigma de otro mundo", de 1951.
Basándose en un texto de Arnaud D' Usseau, Martín construyó una película entretenida, ingeniosa y simpática, aunque no exenta de diversas ingenuidades, como más tarde comentaré.
La acción da comienzo en una estación de tren en Pekín (los carteles en chino parecen extraídos de las viñetas del mismísimo Ibáñez, por cierto), desde donde arranca el tren con el recorrido más largo del planeta, el Transsiberian Express. Exactamente 8 días de frío trayecto entre Pekín y Moscú, recorriéndose toda la estepa rusa.
Allí, un antropólogo inglés (Christopher Lee) transporta en una caja su último hallazgo, un fósil congelado de un ser desconocido, que podría convertirse en el descubrimiento más importante en la historia de la evolución humana si se confirma su teoría. La enigmática muerte de un ladronzuelo aún en la estación, al parecer causada por una extraña fuerza proveniente de la caja, propiciará una serie de sospechas en el grupo de viajeros, que tratarán de descubrir qué hay en su interior.
Su compañero de compartimento, el Dr.Wells (Peter Cushing), también británico, provocará el fatal desenlace por culpa de su irrefrenable curiosidad, liberando al monstruoso ser dentro del tren. El terror se adueña del lugar al descubrir el cadáver del vigilante de la carga, que aparece con los ojos en blanco, envuelto en sangre y con el cerebro "sin surcos", lo que levanta aún más incógnitas.
Los preocupados pasajeros deberán afrontar ahora un viaje lleno de peligros, encerrados junto a un monstruo posiblemente alienígena, que pretende acabar con todo ser vivo a su alcance, aunque algunos sostengan que se trata del mismo Satanás en persona.
Esta coproducción hispano-británica tiene un marcado interés cinéfilo, y no sólo por un elenco de auténtico lujo (Lee-Cushing-Savalas), sino por conseguir una atractiva atmósfera opresiva (en un interior de un tren rodeado de nieve), un enemigo del todo inusual para la época y una capacidad cinematográfica inédita en nuestros lares, condensando en una misma cinta, esa mítica ambientación Hammer y un extraño suceso al más puro estilo sci-fi.
El film es rico en matices, abordando asuntos tan dispares como la religión satánica, el delirio científico (esas imprentas oculares del monstruo tan inverosímiles), los muertos vivientes comandados por una fuerza desconocida o los pequeños (pero existentes) escarceos amorosos que no pasan tan desapercibidos como parece (esa idea del trío o esa muchacha en la alcoba de Savalas).
Dotada de un simpático e inocentón terror algo desnatado, la cinta presenta además una realización repleta de maquetas (ese ibertren tan descarado) y trucos propios de un low-budget al uso, pero que consiguen sostenerse gracias a sus continuos aciertos.
La historia es interesante (un bicho que se va enriqueciendo de las mentes ajenas para perfeccionarse tras siglos de letargo), la dirección artística es extraordinaria, y las adversidades en su realización alimentan aún más la sensación de genialidad (en realidad, sólo disponían de un único vagón, con los lógicos problemas de decorados y grabación) con lo que mi valoración debe rendirse ante tal esfuerzo fílmico y declararme a favor de su atrevido cometido, que no era otro que conseguir una película solvente en un género que lo tenía todo en contra en nuestro país.
Actores de la casa como Silvia Tortosa, Julio Peña o Ángel del Pozo comparten cartel aquí con la pareja británica Cushing-Lee (ambos mitos del terror) y el norteamericano Aristotelis "Telly" Savalas, (encarnando brevemente a un temperamental cosaco) dejando su peculiar sabor español a una cinta que, ante todo, no lo parece en absoluto.
Puedo decir pues, que "Horror Express", como se le conoció fuera de nuestras fronteras, es una película muy dignamente construida, inteligentemente montada y brillantemente ambientada (vestuario victoriano, atmósfera de principios de siglo...) que logrará entusiasmar al espectador más receptivo al género, pero que será capaz de decepcionar al actual público devorador de efectos que la tildará de inocente o incluso, cutre. Yo pertenezco al grupo entusiasta que la defiende como obra nacional de culto, porque mérito tiene, y mucho.
Pues realmente si que parece muy curiosa y una de aquellas cintas que deben ser desconocidas para la gran mayoría del público (me incluyo), pero que tiene unos actores ya míticos dentro del género de terror y un argumento más que interesante. Será cuestión de que un día le de una oportunidad. Un comentario acerca del método utilizado por el ser para evolucionar, hay un episodio del Dr. Who del año 77 llamado "Image of the Fendahl" que toma bastantes similitudes argumentales. En esta ocasión encuentran una calavera humana y esta absorbe las mentes de sus víctimas para ir ganando fuerza y recuperando su aspecto original, y para más paralelísimos resulta que al hacer una prueba descubren que es mucho más antigua que cualquier antepasado humano, poniendo de manifiesto que se trataría de un extraterrestre y que la vida humana vino del espacio exterior...
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