Siendo niño, Jack presencia el brutal asesinato de su familia a manos de un monstruo depredador que los descuartiza sin piedad. Desde ese momento, nuestro protagonista ha sido incapaz de llevar una vida normal (no debe ser un suceso fácil de digerir, lógicamente), y acude regularmente a inútiles terapias para controlar una extraña e indomable ira interna, va a clases nocturnas a disgusto, su nueva novia Eve no se lo pone fácil (me ahorro el adjetivo) y además trata de labrarse un futuro incierto trabajando como fontanero.
Una noche, su profesor Gordon Crowley (el mítico Robert Englund) le pide que revise las cañerías de su vieja casa, pero desgraciadamente algo sale mal. Un ancestral espíritu maligno despierta de su letargo y se apodera del profesor Crowley, poseyéndolo bruscamente.
Al día siguiente, todos en el instituto serán testigos de la degeneración de su profesor, que acabará por convertir en seres de ultratumba a sus compañeros de clase también.
Será entonces cuando Jack descubrirá que le puede sacar partido a esa furia indómita que lleva dentro y así vencer a la horda de enemigos monstruosos que invade el instituto, para así tal vez, descubrir quién asesinó a su familia y por qué.
El novato cineasta canadiense Jon Knautz es un ejemplo más de que una legión de jóvenes influenciados por el maestro David Cronenberg (también canadiense) está surgiendo con fuerza y que son capaces de crear atractivas propuestas en un género donde el talento brilla por su ausencia en nuestros días, la comedia de terror.
En este su primer largo, Jon se apoya principalmente en la serie B (los medios a su alcance fuerzan a ello) para estirar una idea corta hasta convertirla en algo así como una gamberrada artesanal con toques cinéfilos incluidos.
El film es de consumo facilón, estoy de acuerdo, pero esconde algunos aciertos que no se deben pasar por alto e incluso inclina la balanza a su favor en un género que se ha filmado desde todos los ángulos posibles y que se antoja complicado ser original.
De entrada, nos introduce de nuevo en un mundo repleto de monstruos, de formas y tamaños ingeniosos, con una cara conocida en el reparto (Englund) y un ritmo creciente que (sólo a veces) nos hipnotiza, con una duración de las que me gustan (80 y tantos minutitos) y un despliegue de medios cuanto menos que entrañable.
Su primera mitad ofrece más bajos que altos, considerando que la presentación de personajes y situaciones se hubiesen podido explicar con más brío y menos conversaciones en modo repetición (lo más pesado, sus visitas al psicoanalista) y casi da lugar al bostezo sino fuera porque deseamos ver qué sucede con ese héroe de pacotilla que parece Jack.
Ya inmersos en su segunda parte, entraremos en un mundo de caretas, disfraces, monstruos mecanizados (hasta 6 personas controlando al monstruo final) y un sinfín de trucos gratificantes que nos harán olvidar por un rato en qué época vivimos, sin ápice de efectos CGI ni abrumadoras infografías por ningún lado. Un placer cinematográfico de artesanía como los de antes.
Este festival de terror resulta gamberro, fresco y sin complejos, y sin duda nos hizo pasar un rato distendido disfrutando de su esforzada realización aún pecando de algunas irregularidades.
Su historia decae una vez desvelado el misterio, los actores (a excepción de Englund) no llegan a estar demasiado acertados (sobre todo, el antipático Jack) y tampoco ayuda esa música inadecuada que nos acompaña todo el metraje.
Llego a la conclusión que, aún siendo un film superficial y que se olvida con demasiada facilidad, no desentona a la hora de abordar temas sobrenaturales propios de temores infantiles (que un monstruo te aterre por las noches y ese tipo de cosas) y esquiva las bobadas típicas que encontramos en infinidad de spoofs, consiguiendo caricaturizarse a sí misma con cierto éxito.
En definitiva, una sorpresa agradable, inofensiva y refrescante que llegó a nuestro país vía Sitges (en 2007) triunfando incluso en la Midnight X-Treme de aquél año y obteniendo los aplausos necesarios como para volver con una secuela, actualmente en proceso de producción.
Ya sabéis, si os apetece pasar un buen rato a medianoche, rescatad a este peculiar fontanero y acompañadle en su cacería de monstruos, seguro que no defraudará en su cometido.
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