Delirante slapstick hongkonés de principios de los ochenta que cuenta una historia de lo más singular, pero que llegó a nuestras tierras adornada con uno de los títulos más cafres e imperdonables que recuerdo, que pese a guardar algún tinte gracioso, condiciona su visionado hasta el extremo de mofa gratuita (su título internacional fue "we're going to eat you", mucho más adecuado). Mis experiencias con este tipo de cine chino, ya se sabe, combinación de artes marciales rocambolescas y cultura gore siempre me atraen por razones obvias, ya que soy un adorador de lo excesivo. Como ya sucediera con la reciente Kung fu sion (2004), se trata de meter en la batidora a un maestro de kung-fu, un poblado amenazado por algún/os tirano/s (en este caso el comisario) y la siguiente liberación de sus gentes a manos del heroico sensei. Adornado con golpes, armas y chistes, todo parece tener un efecto analgésico para el espectador que ríe y se divierte sin pensar en nada más. En la primera escena de esta "Cole cole que te como" nos presentan a dos cazadores bonachones que topan con unos enmascarados caníbales para acabar siendo su cena, debido a que son un poblado invadido por la miseria y la hambruna.
Acto seguido veremos a nuestros protagonistas, un funcionario del servicio central de inteligencia llamado Agente 999 que va en busca del famoso bandido "puño de acero" (Rolex en versión original) y a un ladronzuelo de poca monta que no para de hacer muecas insoportables todo el metraje. A su llegada descubrirán como no es un pueblo normal y que cualquier visitante que pise sus tierras será tarde o temprano la comida de sus gentes. Uno de los momentos más divertidos viene ahora, cuando el ladronzuelo, tras colarse en un hogar, descubre que lo regenta una monstruosa señora excesivamente andrógina que lo querrá para ella solita, dando lugar a una situación del todo "what the fuck??" antológica. Más tarde, también pillaría al maestro 999 y volveremos a saborear a la grotesca "Rosa de Vietnam" como ella misma se autodenomina. Descaradamente lo mejor del film, pura Divine en versión china.En la forzada seducción al ladrón, él insiste en zafarse con cualquier excusa, ya sea un -quizás otro día!!- o la mejor, -tengo la sífilis!!...- a lo que ella responde... -igual que yo...!!-, absolutamente insuperable. Tras el estupor de las secuencias con la Rosa de Vietnam, sólo nos queda un aluvión de coreografías simpáticas y bien trabajadas que sonrojarían al mismísimo Jackie Chan y una sucesión de griteríos confusos por parte de los extras que acaban por desconectarnos finalmente de la película, alargada sin sentido hasta hacernos desfallecer de fatiga. El film propone entonces un final tremendamente estúpido, con nuestros aguerridos protagonistas patinando y tirando petardos como si un macaco se hubiera encargado del guión en su recta final. Insultantemente necio. El resultado entonces se ve inevitablemente afectado por su desenlace final pero podemos decir, y a mucha honra, que resulta un producto de lo más peculiar, desenfadado, libre y excesivo, muy mojigato sexualmente pero alegre de todas maneras.
Una recomendación para amantes de películas como "Una historia china de fantasmas" o incluso para fans de Jackie Chan, pues el paralelismo es indiscutible.
La diferencia de valoraciones entre webs es brutal, dato clarísimo que desvela que estamos ante una de esas películas que amas u odias, declinándome por la primera opción si tuviera que elegir.
Destacar que su director, Hark Tsui dirigió más adelante al fornido Jean-Claude Van Damme en sus películas Double Team y En el ojo del huracán, sendos fracasos estrepitosos del belga.
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