El décimo de un total de catorce films sobre la figura de Sherlock Holmes que protagonizaran los míticos Basil Rathbone / Holmes y Nigel Bruce / Watson. El director de muchos de ellos fue Roy William Neill, un cineasta que rodaba incluso 4 películas por año (eran casi mediometrajes) y que únicamente su fallecimiento en 1946 fue la causa del cambio de batuta.
En esta ocasión, el personaje creado por Arthur Conan Doyle investiga un caso de asesinato en una misteriosa mansión a las afueras de Escocia. Una serie de personalidades de renombre (actores, médicos, cargos militares) se dan cita cada noche en el castillo de uno de ellos, con intención de cenar y charlar de sus vidas.Una noche, la criada trae un enigmático sobre a uno de ellos, que todos interpretan como una broma. Poco tiempo después, la amenaza de muerte que describía la carta se cumple y sufre un trágico accidente. Estos sucesos se repiten una y otra vez hasta la llegada de Sir Sherlock Holmes, que hospedándose en la mansión intentará esclarecer el caso con su peculiar estilo de la lógica.
Esta serie de películas / episodios del detective más famoso de la historia son tremendamente entretenidos porque repite esa fórmula que tanto nos atrae, la de un individuo de mente superior atrapando al asesino que se cree más listo que nadie.
En concreto, este capítulo me atraía más debido a su componente de terror, pero no ha resultado tan gratificante como me había supuesto. Si es cierto que conserva el encanto de Holmes, y que su encarnación por Rathbone es mítica, pero resulta algo tramposa y menos sugerente que otros títulos del eminente detective. El personaje de Watson ofrece un par de escenas del todo tontorronas (indignas de un Watson como imaginamos) que parece querer despistarnos mientras suceden cosas de más importancia en el film. No desvelaré nada en concreto porque ahí radica el interés del capítulo, pero se hace tan fugaz y fácil de ver que desilusiona una pizca.
La sensación de déjà vu en el transcurso de sus 69 minutos es constante aunque siga siendo superior a episodios actuales con mil veces más presupuesto. Su atmósfera misteriosa (no de terror) que logra es loable y su meritoria puesta en escena es digna de elogiar pese a diminutos y forzados caprichos de guión.
En definitiva, es lo que esperamos pero más edulcorado, que aún siendo buen cine, no resulta magistral.
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