Un chico de 10 años aparece perdido por las montañas de Virginia sin recordar nada de su pasado, tan sólo que "Daryl" es su nombre. El hospicio infantil que le da cobijo en primera instancia encuentra un hogar para el chico en casa de los Richardson (una familia previamente interesada en adoptar un niño) hasta que sus verdaderos padres lo vengan a recoger.
Daryl rápido comienza a mostrar unas cualidades extraordinarias tanto físicas como intelectuales para un niño de su edad, tales como unos reflejos asombrosos para el baseball, una gran habilidad para las matemáticas o una increíble destreza con las computadoras (lo que hace en el cajero es el sueño de cada uno de nosotros...).
Su nuevo amigo "Tortuga" será el encargado de explicarle el mundo desde la perspectiva de un niño acorde con su edad, enseñándole palabrotas (a su hermana la llama "puti", en inglés "hooker"), explicándole cómo hacer que su madrastra se sienta útil con su enseñanza (ya que Daryl se hace la cama e incluso el desayuno él solito), o a divertirse con los videojuegos, jugando al mítico Pole Position.
La repentina y fría aparición de sus teóricos padres nos desvela de una vez por todas el misterioso secreto que escondía el pasado amnésico del chico.
D.a.r.y.l. resulta ser el acrónimo de "Data-Analysing Robot Youth Lifeform", un pionero proyecto gubernamental que propiciaría la creación de un prototipo de soldado experimental robótico dotado con inteligencia artificial (imagino que aún salpicados por los vigentes conflictos derivados de la nueva Guerra Fría). Una vez liberado al mundo exterior de manera muy valiente por uno de sus creadores, Daryl conseguirá profundizar en los sentimientos más humanos y experimentar el calor de un hogar, el valor de la amistad y el miedo a perderlo todo.
Ahora, los mismos precursores de aquél experimento pretenden eliminar al chico de manera inmediata, pero los conocimientos que Daryl ha adquirido en el mundo exterior y la incondicional ayuda de sus seres queridos tratarán de evitar tal injusticia, aunque tenga que pilotar él mismo un caza de vuelta a casa....
Este film del australiano Simon Wincer se puede desglosar perfectamente en tres actos bien definidos. Los primeros 35 minutos nos muestran las experiencias y descubrimientos de este insólito niño junto a su nueva familia, con momentos de humor descarado gracias al vecino "Tortuga" y situaciones al más puro estilo cine familiar.
Es aquí donde los convencionalismos y la estética ramplona inunda este estereotipado film, que está narrado desde un prisma bastante edulcorado y sin mayor pretensión que no sea la de entretenernos.
Su segundo tercio se basa enteramente en la explicación del proyecto robótico y encierra la parte más rica en ciencia ficción de la cinta, y que por supuesto, para un servidor, es la mejor de todas. La idea de un proyecto de inteligencia avanzada con forma de niño que consigue despertar sentimientos humanos me resulta atractiva e interesante, y más posicionándome a mediados de los años 80, donde tal vez no eran tan evidentes esos posibles avances e incluso se podrían tildar de visionarios hoy en día.
Por último, sus últimos 20 minutos de metraje abarcan la complicada escapatoria del centro de reclusión por parte de Daryl, que obliga a pasar a la acción y enriquece sutilmente el acabado técnico.
Esta parte final es de manual y (salvando una estupenda secuencia de persecución en la carretera), el resto es monotonía cinematográfica made in Hollywood.
El niño de "La Historia Interminable" (Barret Oliver) encarna débilmente a Daryl, con una actuación oportunista y claramente comercial propiciada por su nombrado éxito anterior. Curiosamente Barret dejó el mundo interpretativo 5 años después (igual que su compañero de reparto, su amigo tortuga), todo un noble gesto por sus partes.
Considerado hoy en día como un mini-clásico de los 80, este discreto film aguanta el paso del tiempo con eficacia y me complace asegurar que en líneas generales, lo considero encomiable.
Pienso que la mayoría de sus errores (a veces se hace exageradamente sentimental y farragosa) no son tan graves como para sucumbir de ningún modo el proyecto, que de todas formas, seguro que tenía mejor pinta sobre el papel que en pantalla.
En definitiva, y para no repetirme más, diré que es recomendable para incondicionales del cine ochentero (su atmósfera es entrañable) o para acríticos de la ciencia ficción menos rigurosa.
La vide de pequeño con mi hermano en la recientemente desaparecida sala de la Filmoteca de Catalunya, una película entrañable de tono familiar y con pocas pretensiones cinematográficas más allá de ser un mero entretenimiento. Lo que sí se puede llegar a pensar es en ciertos paralelismos que guarda con "Inteligencia Artificial" de Steven Spielberg, ya no solo por tratarse de un niño robot, sino por también por el hecho de que acaba en una familia que quiere tener hijo, que lo busquen para recuperarlo sus creadores propiciando su posterior fuga, etc... ¿No crees?
ResponderEliminarPor supuesto, existe un paralelismo importante entre ambas, sin duda.
ResponderEliminarYo la vi en 1993 en la TV nacional y de hecho la grabé en BETAMAX y si se me hacía conocido ese niño, hasta ahora me entero que es el mismo de Historia Sin Fin, pero a mi me gustó, si hay escenas que sobran y mucha sobreactuación, pero es divertida, y estoy en total acuerdo con lo del ambiente, gracias a este film, amo los 80's!
ResponderEliminarInteresante, rara y educativa. Me gusta.
ResponderEliminarHola José Vicente. Pues sí, interesante y educativa la verdad. No tan rara en mi opinión, pues además de ser una cinta muy de videoclub, tiene cierto renombre cinematográfico y aunque pequeña, algo de entidad también.
EliminarUn saludo y celebro que te unas a nosotros !!