El director Ivan Reitman, económicamente seducido por los productores de la Columbia Pictures, decidió seguir con el alboroto de sus cazadores de fantasmas neoyorkinos, esta vez provocado en buena parte por el éxito cosechado de su propia serie de animación.
En esta ocasión, la nula presencia espectral en la ciudad de Nueva York deja sin trabajo a nuestros intrépidos héroes, que deben buscarse la vida por otras vias.
Peter Venkman (un Bill Murray mucho menos gracioso esta vez) se las ingenia para presentar un programa de televisión de casos paranormales; el doctor Egon (Harold Ramis) continua sus estudios científicos alejado del comportamiento fantasmal, mientras que el Dr.Raymond (Aykroyd) y su compañero Winston (Ernie Hudson) amenizan fiestas infantiles vestidos como cazafantasmas con tal de obtener unos miserables dólares. Los primeros indicios de agentes ectoplásmicos se hacen evidentes cuando descubren un rio de mocos que inunda la ciudad subterráneamente.
Al parecer, un cuadro en restauración del rey moldavo Vigo Von Homburg Deutschendorf (pues sí, lo he consultado) se convierte en una amenaza fantasmagórica y pretende hacerse corpóreo con la ayuda de un bebé. Caprichos de guión resulta que la que fuera pareja de Venkman, Dana Barrett (una Sigourney Weaver con el traje de oficio pero sin alma) tiene ese bebé y además trabaja restaurando cuadros en ese mismo lugar, ¡ toma ya !. Comienza así una nueva hazaña de nuestros cuatro valientes (aunque el cuarto no es quién debería ser, también por culpa de la serie animada) mucho menos sustanciosa y, lamentablemente, carente de los aciertos que ofrecía la primera. Los primeros acordes de esta entrega son como mínimo resultones, manteniendo a flote los encantos que todos preveíamos y haciéndonos salivar un poco ante lo que se nos podía venir encima. Por desgracia, adquiere un tono irregular y decae alarmantemente hasta desarrollar la trama por donde menos nos podía sorprender. Presenciamos un incomprensible bajón en la calidad de sus efectos visuales, seremos testigos del patriotismo más exagerado (esa estatua de la libertad al rescate conducida por un joystick de la NES mientras el público corea el himno nacional) y viviremos un auténtico bochorno en según que momentos, sobre todo, aquellas secuencias donde el personaje del jefe del museo Janosz Poha (no lo soporto) hace acto de presencia.
Ni el pegadizo tema principal de Bobby Brown (cameo incluido) ni las simpáticas intervenciones de Rick Moranis como abogado de los cazafantasmas (gracioso con cuenta gotas, por eso) libran a este producto de su latente mediocridad, únicamente salvable por lo que representa cinematográficamente.
En mi opinión, si alguna cosa buena conserva esta segunda parte son determinadas dianas argumentales bastante prometedoras. La idea del rio de mocos inundando la ciudad y retroalimentándose de nuestro mal genio es ingeniosa, y una excusa muy coherente para que todos acaben moqueados de nuevo.
El villano en cuestión tampoco es un mal personaje, desaprovechado en general por culpa del guión pero con la suficiente entidad como para ser medianamente mítico en la saga, además de procurar un espacio perfecto para sus actos maléficos, el museo de arte.
El cuadro del fantasma moldavo Vigo |
Pierde mucha frescura y originalidad ante su anterior entrega pero mucho me temo que satisfará a los más incondicionales, que sabrán paladearla más que yo e incluso habrá quién ose decir que está a la altura del original, ya que hay de todo en este mundo y debemos respetarlo.
Ahora sólo nos queda esperar pacientemente la prometida tercera entrega para este venidero 2012, que milagrosamente logrará reunir de nuevo al reparto original y nos deleitará con efectos especiales de nueva generación, con todo lo que eso conlleva.
Tan sólo espero que sepan recuperar la verdadera esencia de la estupenda primera parte y no crear un engendro comercial para los nuevos y hambrientos cinéfilos. Yo aún tengo confianza en este grupo de profesionales y sostengo que pueden recuperar la moda de lo fantasmal para así hacernos disfrutar una vez más de sus aventuras, 13 años después.
Es muy floja y salvando algunos gags sueltos que logran hacerte sonreír minimamente, se queda en un producto hecho por encargo pero sin ideas frescas. No me mató cuando la vi de enano en el cine, por lo que me imagino que ahora menos aún. Recuerdo el río de mocos rosas y algún detalle más positivo, pero el resto es más que olvidable. ¿La tercera parte? Pues como hagan como con Conan el bárbaro, Tron legacy, Furia de Titanes y unas cuantas más, tendremos otro bodrio cargado de efectos especiales pero vacío e inútil. Yo me quedaré siempre con la primera y genuina.
ResponderEliminarMe encantan
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