Eso se traduce pues en protagonistas chicas, a menudo ingeniosas y locuaces, con planes locos, siempre muy guapas (eso me despista con lo del tono feminista...), que asesinan y luego descuartizan lo que se tercie. Y si son chicos descerebrados del colegio, pues mejor que mejor.
La buena noticia es que esta vez, el sensible de Tyler sí ha dado con la tecla y ha conseguido reformular adecuadamente el juguetón splatter de instituto, con una esencia entre "Scream" y "The Final Girls" que no sólo funciona en su cometido, sino que divierte más de lo esperado y redime, además de dar un mínimo de coherencia a su fallido filme previo.
La trama se centra en la obsesión de dos chicas de Instituto por ser "influencers" en las redes sociales (lo que antes era "ser populares" pero ahora en su versión millennial), llegando a límites impensables cuando deciden secuestrar a un asesino en serie para que sea su maestro y les instruya en el perverso arte de matar. Lógicamente, el asunto se les va de las manos y los cadáveres se van acumulando.
A pesar de lo que pueda parecer, y más allá de la colección de muertes atroces con bromas para destensar, diálogos irónicos y culitos respingones de cheerleaders, se esconde una inteligente y muy bien montada alternativa del manido terror juvenil, con una lucidez y desparpajo en el género muy de agradecer, y nada complaciente consigo misma, llegando a lograr su principal pretensión, hacernos pasar un rato muy divertido.
Le auguro una modesta distribución y una silenciosa acogida crítica, pero para un servidor se trata de un acierto en toda regla, un film alentador con algunas muy buenas ideas de por medio (ese juego con el sonido extradiegético, la desmitificación de los tópicos canónicos), y sólo aquejada de un final inadecuado a la vez que sorprendentemente previsible más un empacho de nuevas tecnologías, que a quien peina canas ya le cansa bastante. Por lo demás, un aplauso para el canadiense.
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