Por consiguiente, si leemos y nos informamos sobre cine de manera habitual, estaremos expuestos a tal circunstancia, llevándonos una idea "preconcebida" de la calidad del producto. Personalmente, no conozco a nadie con el que comparta exactamente todos mis gustos cinéfilos, por lo que la opinión de uno solo (y si es un crítico que se regodea en su propia pedantería, pues mucho menos) no me sirve para elucubrar la mía personal, así que tengo la necesidad de verlo y degustarlo con mis propios ojos.
El caso que me ocupa hoy refleja de algún modo lo expuesto líneas más arriba, ya que las excelentes críticas que leí sobre ella han conseguido que "cayera" desde más alto de lo que seguramente merecía.
Presente en el pasado Festival de Sitges del 2011 (curiosamente además, fue de los primeros carteles que vi cuando llegué allí) no parecía guardar demasiado encanto y decidí no darle ninguna prioridad.
Aún paseándose por festivales en este 2012, reparé en una crítica que la defendía como una obra de culto que todo amante del género (terror) debería ver "casi" de manera obligatoria. Evidentemente, quedé sorprendido y sobre todo, de lo más intrigado. La historia es esta : El Yankee Pedlar Hotel cerrará sus puertas para siempre en un par de días, y sus dos únicos empleados Claire y Luke (Sara Paxton y Pat Healy), están decididos a demostrar que el lugar está, de alguna manera, maldito. Las visitas de sus 3 últimos huéspedes serán del todo inquietantes. Por un lado, la llegada de una famosa actriz retirada y reconvertida en médium (Kelly McGillis, la compañera de amoríos de Tom Cruise en Top Gun, aquí con 54 años y pareciendo 70). Por otro lado, una madre despechada y desconfiada acompañada de su hijo (no aportan absolutamente nada, todo sea dicho de paso) y por último, un misterioso anciano que insiste en pernoctar en una habitación en concreto, la 353, por causas un poco sospechosas.
Extraños sucesos comenzarán a suceder y aterrorizarán a la pobre Claire (sólo a ella, porque nosotros...), que acaba siendo la principal protagonista del metraje.
El quinto film del joven cineasta Ti West (toda su filmografía es del mismo género, por el momento) se queda a las puertas de explicarnos algo en concreto, convirtiendo la experiencia de su visionado en una especie de viaje estéril por un hotel supuestamente "encantado".
Su realización en líneas generales resulta correcta y su fotografía destaca por un cuidado atmosférico característico del género (ya se sabe, contrapicados desde la oscuridad de un sótano, lentos travellings por los pasillos, la única luz de una linterna), además de acabar respetando ese importante "tempo" de las mejores películas de "miedo" y aprovechando en cierto modo, los intrincados pasadizos y oportunidades que te da un lugar así (este chico, West, ha visto muchas veces El Resplandor).
Gracias a la adorable ternura e inocencia de una jovencísima Sara Paxton (con tan solo 23 añitos), el film cobra una extraña sensación de cercanía y familiaridad, conectando rápidamente con el carácter de la chica y metiéndonos casi sin darnos cuenta, en el Yankee Pedlar Hotel junto a ella.
Salvando un par de sustos de cuna, la película resulta tan inofensiva e insustancial como el aleteo de una mariposa, hecho que nos dejará patidifusos y del todo estafados. Si bien es cierto que consigue que aguantemos todos sus minutos con un mínimo de interés, nuestra sensación al terminarla es de total frialdad, olvidándonos de ella sin más pestañeo ni piedad.
Galardonada en el festival AfterDark de Toronto del pasado 2011 como "la película más terrorífica del certamen", no hace más que disparar mis dudas acerca del supuesto terror del festival, ya que (al menos para mi, que tal vez esté ya curado de espanto), no tiene suficiente entidad dentro del género, y mucho menos merece ese reconocimiento.
En fin, me quedo con la embriagadora actuación de la bellísima y sutil Sara Paxton, sus paseos y conversaciones nocturnas y alguna que otra secuencia destacable (ese cuento de miedo que le narra al niño con la linterna en la cara), pero debo advertir que es un film tramposo y lo peor de todo, inofensivo a más no poder, y eso, en el terror, es imperdonable.
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