miércoles, 30 de mayo de 2012

SORTEO ENTRADAS PHENOMENA FLASH GORDON + CONAN, EL BÁRBARO


El próximo viernes día 8 de junio recibimos la visita de dos pesos pesados del cómic y que tuvieron su adaptación a la gran pantalla a principios de la década de los 80. Para abrir la sesión doble tendremos a Flash Gordon, mítica película que cuenta con una gran banda sonora a cargo del grupo Queen (¡inolvidable!), y a continuación el Cimmerio más brutal que habitó en la Era Hiborea: Conan, el bárbaro un título imprescindible para todo amante del buen cine de aventuras y que consagró a Arnold Schwarzenegger como actor en multitud de action-movies en los 80 y 90. Contando además con una de las mejores bandas sonoras de toda la historia del cine, a cargo del ya fallecido Basil Poledouris, una de mis preferidas sin ninguna duda, por lo que poderla disfrutar en el Cine Urgel es un sueño hecho realidad.


Nosotros no vamos a faltar a la la cita y nos gustaría que nos acompañárais, por eso ponemos en concurso 1 ENTRADA DOBLE entre todos aquellos que participéis aquí.
Para esta ocasión os vamos a pedir que nos contéis que personaje de cómic que haya tenido su adaptación al cine es vuestro favorito y porqué. Y en segundo lugar, pero igual de importante, mandarnos un email a (marcnyu@hotmail.com) dándonos vuestro nombre completo para poder comunicar al ganador como recoger sus entradas y así os las puedan entregar en taquilla presentando el DNI.
Tenéis tiempo hasta el jueves 7 a las 18h para participar.
Que Crom reparta suerte....

GET THE GRINGO (2012)

Que los años pasan para todos es evidente, y como cruel verdad que es, quizás algunos actores deberían empezar a reflexionar si siguen teniendo cabida como protagonistas en películas de acción o empieza a ser hora de buscar papeles más adecuados para su edad. Mel Gibson ya probó un cambio de registro como pudimos ver recientemente en El castor, y quizás en sus futuras películas debería seguir explorando nuevos caminos, ya que sin llegar al nivel de geriátrico de actores que supuso The Expendables, una película que considero gratuita del todo y sin más interés que ver un desfile de viejas vedettes del cine de acción (va a tener dos secuelas más), he tenido un poco esa sensación con Mel Gibson en esta nueva incursión en el género de acción. Ya cuesta creérselo metido en esos fregados, la verdad sea dicha.
¿Por dónde van los tiros esta vez? Pues aquí Mel se ve en la piel de un ladrón americano llamado Richard Johnson que está huyendo de la policía cargado de dinero hacia la frontera de México. Finalmente cae en manos de unos polis corruptos que tienen tratos con la mafia mexicana al otro lado de la frontera y que obviamente al ver los 2 millones de dólares que lleva consigo, no dudan en quedarse el botín y deshacerse del molesto yanki encerrándole en "El Pueblecito", un penitencial muy peculiar que realmente existió, donde vivían los reclusos junto a sus familias y en el que se podía gozar de ciertos privilegios siempre que tuvieran con que pagarlo. La corrupción, tráfico de drogas y gran violencia que reinaban allí, hicieron que finalmente las autoridades decidieran desalojarlo y cerrarlo definitivamente en el 2002. Y aquí con la llegada de Richard a esa cárcel es cuando empezamos a verle los defectos más grandes a la película, que cae estrepitosamente en mostrarse como un vehículo hecho a la medida y solo para el lucimiento de un Mel Gibson que encarna el típico americano listo, bocazas, de vuelta de todo y evidentemente muy superior a todos los otros reclusos, creando así un personaje nada creíble pero que tanto gusta al público norteamericano.


Paseando con total tranquilidad por el infierno...
En un infierno como era El Pueblecito, sobrevivir allí dentro debía ser ya una proeza para cualquier recluso, pero aquí no llega a transmitirnos del todo esa sensación, quedando bastante deslucido en ese aspecto a pesar de que la ambientación es correcta, si a esto le sumamos que nuestro protagonista es un gringo, la situación debería ser límite y se podía haber sacado mucha más tajada de sus vivencias allí dentro. Pero no, aquí en cuestión de un par de días se las arregla para saber como funciona todo, quien manda, los trucos para sacarles la pasta al resto de los pobres presos (que tontos son) y como quien no ve la cosa, tropezar casi por casualidad con un niño que es la clave allí dentro...
Si os preguntáis cual es el objetivo de la película una vez dentro de la cárcel, sin destaparos nada importante, deciros que salir de allí y vengarse de aquellos que le birlaron el dinero, ah, y de paso salvar a un niño y a su madre, para acabar siendo todo un héroe con mayúsculas. Como podéis ver, se trata de un argumento original del todo.


Bueno, sea como sea, el film se deja ver, no es que sea malo ni mucho menos, pero sabe a plato precocinado para paladares no muy exigentes. Película de sábado por la tarde en la que si te duermes a mitad de la película para echar una buena siesta, no pasa nada.
Todos aquellos que gusten del estilo de Mr. Gibson, seguramente se encuentren en su salsa, pues el actor aquí vuelve a ofrecernos su repertorio habitual de hombre duro contestatario incluso en situaciones en las que cualquiera con dos dedos de frente no osaría ni mirar a los ojos a su interlocutor, con esa actitud chulesca y resabiada que debería haberle valido un tiro entre ceja y ceja poco después de cruzar la puerta de entrada de no ser una producción made in Hollywood donde la realidad y credibilidad no siempre importan.

Tiroteos a mí... estáis muertos...
Sin embargo también tiene algunos buenos momentos por su parte, destacaría el mejor sin duda alguna con una imitación que hace de Clint Eastwood hablando por teléfono, y que en versión original me ha parecido lograda y graciosa. También ciertas escenas cargadas de ironía (las de las granadas, por ejemplo) ayudan a que nos lleguemos a tomar la película con cierta tolerancia por nuestra parte y que como entretenimiento acabe funcionando correctamente. Por cierto, un argumento más para que si os decidís a verla lo hagáis en su versión original, es poder verle chapurreando en un castellano forzadísimo, como el mismo dice "necesito practicar un poco...", pues sí, Mel, la verdad es que sí. Muy gracioso.
Lo peor es que es totalmente previsible, una vez puestas las piezas sobre el tablero, cualquiera de nosotros sabe anticipar casi todos los movimientos que se avecinan, clichés muy vistos donde la única incógnita parece ser en que minuto tendrán lugar, con pocas sorpresas (alguna sí), encaminados a terminar como todos ya sospechamos. La historia principal tiene poca miga, carece de entidad por no estar trabajada y al final los pequeños destellos rescatables predominan por encima de ella, hecho que deja bien claro esa falta de cuerpo de una película dirigida por el debutante Adrian Grunberg, que me imagino habrá sido un títere puesto realmente a las órdenes de Gibson...


lunes, 28 de mayo de 2012

ESPECIAL FESTIVAL ATLANTIDA FILM FEST 2012


Una vez terminada la segunda edición del Atlantida Film Fest y haber tenido el tiempo para hacer la crítica de las 9 películas que pudimos ver, os dejamos el especial que hemos preparado para este evento, donde os comentamos desde como está organizado, las distintas categorías a concurso, los premios a los que optan las películas, así como los puntos que pensamos que son mejorables de cara al futuro. Nos ha sorprendido la gran variedad de géneros, con títulos para todos los gustos, incluyendo alguno de animación, siendo esta una de las notas más destacables. Asimismo según la organización, el número de films visionados ha sido 6 veces mayor que en su edición inagural, por lo que parece que el formato gusta y tiene su público. Confiamos en que para la próxima edición podamos tener la oportunidad (sobretodo el tiempo...) para abarcar un mayor número de las obras que se presenten a concurso. Si queréis echarle un vistazo solo tenéis que clickar en la imagen de arriba para que os redirija al hilo del festival. Que lo disfrutéis.

domingo, 27 de mayo de 2012

EL INCREÍBLE HOMBRE MENGUANTE (1957)

Scott Carey y su mujer Louise están de vacaciones navegando y tomando el sol en una pequeña embarcación prestada. En un momento del trayecto, ella va en busca de una cerveza al interior del barco. Es entonces cuando una especie de nube radioactiva cubrirá inesperadamente a Scott por completo con diminutas partículas brillantes que desaparecen en pocos segundos.
Seis meses después, Scott se percata de que su cuerpo está de alguna manera, empequeñeciendo. Serán muchas las pruebas médicas a las que se someterá, pero su proceso de encogimiento no cesa y nadie sabrá darle una explicación a tan extraño fenómeno.
Scott pues, seguirá menguando hasta convertirse en un ser diminuto, con todos los problemas que eso conlleva (su gato doméstico le parecerá un dinosaurio) y deberá sobrevivir como nunca antes hubiera podido imaginar.
Este clásico de la ciencia ficción de serie B está basado fielmente en la novela homónima de Richard Matheson, y está llevado a la gran pantalla por el director Jack Arnold, que personalmente creo que consigue algo dificilísimo, como es el hecho de plasmar en celuloide una idea que, a priori, debería afrontarse con un gran presupuesto (evidentemente, no lo tenían).
Por contra, a base de enormes dosis de ingenio y unos efectos especiales aún sorprendentemente vigentes (sillas y copas enormes, contraplanos muy bien montados o muchos trucos estupendos), la cinta se desprende de su hándicap presupuestario y consigue tener una personalidad arrolladora, como si el proyecto tuviera vida propia.
Sus primeros 45 minutos son tremendamente seductores y magnéticos, logrando una conexión directa con el espectador, que está atrapado con el problema de talla de Scott y ansía saber su desenlace. Sus dilemas existenciales y el rechazo que se causa a sí mismo son sensacionales, regalándonos una introspectiva humana cargada de matices además de un indiscutible peso social (su contínua adaptación al entorno que le rodea está adecuadamente lograda).
La simpleza de su desarrollo la convierte en una película agradable y muy llevadera, con una trama interesante y algunas escenas memorables como las que destacaré a continuación.
El ataque del gato a su casa en miniatura (con sofá diminuto, por cierto), el enfrentamiento con la araña o sus problemas con el agua forman parte ya de la historia del cine, y que sin duda, son secuencias que se lo merecen.


Desgraciadamente no puedo decir lo mismo de algunas partes del film, que añade un discursito bíblico muy molesto (culpa del director, pues él lo metió con calzador), algunas secuencias menos conseguidas e incluso anestesiantemente aburridas (sus aventurillas arriba y abajo del sótano) o ese final fundamentalista que deja tan mal sabor de boca. Su inmersión en la psicología del ser humano y en cómo afronta sus adversidades o miedos están retratadas con criterio y buen hacer, por lo que su fuerza argumental no tiene discusión alguna. Únicamente algunas asperezas religiosas son reprochables, aunque debidas en parte, a la naturaleza del cineasta y su propia visión de la "Creación".  Naturalmente se le perdonan esas licencias y aún nos puede resultar simpático el soliloquio de Scott al final del film, pero obviamente condiciona su digestión y no añade nada positivo al conjunto.
Un film pues, del todo estimable y merecedor de su reconocida entidad (se la considera una de las obras de ciencia ficción más influyentes de la historia), pero que no se libra de pequeños apuntes negativos y en mi opinión, le falta objetividad a su planteamiento filosófico.


24 años más tarde, Joel Schumacher rodó una versión casi idéntica titulada La increíble mujer menguante, (1981), que aunque contaba con los pertinentes avances técnicos por el paso del tiempo, no logró significar nada y se olvidó como era de esperar.
El proyecto de un remake lleva paseándose por las oficinas de Hollywood varias décadas, así que no os alarméis si de aquí un tiempo nos "deleitan" con una nueva vuelta de tuerca al asunto con espectaculares efectos de infografia y dos horas de luchas con animales domésticos varios, estrujando la fórmula hasta dejarla seca.

viernes, 25 de mayo de 2012

ZONA SUR (2009)

Nos metemos con la última película que me quedaba por comentar del Atlantida Film Fest, una obra boliviana que ha supuesto un enorme contraste justo después de acabar de ver el desconcertante thriller psicológico danés Everything will be fine, siendo esta una obra de corte mucho más realista y costumbrista.
Normalmente siempre que oímos hablar de las zonas bajas de las ciudades las asociamos a la pobreza, a los barrios menos favorecidos, pero esto no es así en la ciudad de La Paz, Bolivia, donde la Zona Sur es donde se encuentran los hogares de las familias pudientes, de ahí el título. Este es un film que crítica el estilo de vida de esas clases adineradas, esa superficialidad que marca su actitud ante los demás, con una necesidad de aparentar más preocupados por el "que pensarán..." que no por vivir como realmente desearían o deberían. De esta forma el director Juan Carlos Valdivia decide presentarnos una familia poderosa y bien situada en tiempos no muy lejanos, pero que en la actualidad se encuentra en plena decadencia. Una situación que Carola (Ninón del Castillo), la madre de esta familia, se encarga de esconder a todo el mundo, tanto en casa a sus tres hijos y a sus sirvientes, como a todos sus conocidos. Más preocupada por seguir aparentando lo que ya no son que en resolver los acuciantes problemas financieros a los que se enfrentan y que amenazan seriamente su status quo. Carola, divorciada y a cargo de la casa, acostumbrada toda su vida a un alto nivel de vida, ahora ve como día a día le cuesta más hacerse cargo de los pagos, debiendo varios meses de sueldo a Wilson (Pascual Loayza), el sirviente que lleva toda la vida con ellos y que a veces parece ser el verdadero y más fuerte nexo de unión entre ellos.

El pequeño Andrés en la cocina junto a Wilson
Sus hijos viven ajenos a estos problemas, con la tranquilidad que en teoría les aporta su cómoda posición; aquí Carola demuestra un clasismo enfermizo, malcriando a su hijo mayor, Patricio (Nicolás Fernández), un niño rico inmaduro solo preocupado en pasárselo bien con su novia, montar fiestas con sus amigos y no mover un dedo para hacer nada. Más díscola se muestra Bernarda (Mariana Vargas), la mediana de la familia, quien se niega a ser lo que su madre desea, ganándose continuamente su reprobación al exigirle que haga el papel que le toca y guarde las apariencias que se esperan de una señorita. Siendo por el contrario totalmente crítica a este modo de vida y afín a movimientos sociales reivindicativos para lograr una mayor igualdad de clases. Mientras que el pequeño de la casa, Andrés, solo es un chiquillo soñador que todavía no sabe que papel le tocará jugar en esta familia.

Carola y su hijo Patricio...
La película no tiene ningún hilo conductor claro y definido, simplemente nos muestra unos cuantos días de la vida y convivencia de todos ellos en la gran mansión familiar; tiempo más que suficiente para que nos hagamos una clara idea de lo que les pasa por la cabeza a cada uno de ellos: la forma de pensar clasista de Carola quiere seguir imponiéndoles, incluso racista cuando hablamos de los sirvientes de etnia aymara que tiene a su servicio; la complacencia mezclada con el rencor de Wilson, por verse obligado a abandonar a su familia en las zonas rurales y trabajar para los ricos en la ciudad, y lo comentado antes de los respectivos hijos.
Uno de los puntos más destacables es lo cercana que llega a hacerse gracias a unos diálogos narrados con mucha naturalidad y una espontaneidad sin artificios.
Asimismo el uso de planos secuencia en las diferentes escenas, hacen que nos sintamos uno más en las diferentes estancias de la casa en la que tienen lugar estos diálogos, sin embargo, cierto abuso de este recurso en algunos momentos llega a cansar al espectador. 


El contraste de dos vidas, arriba Wilson en su pequeña habitación y aquí dos niños ricos rodeados de lujos

Las actuaciones son correctas en el elenco de actores que dan vida a los hijos de Carola, mientras que los más veteranos son los que dan el do de pecho aquí. Por un lado Ninón del Castillo ganó en el Festival de Lima 2010, el premio como mejor actriz, y por otro destacaría la labor de Pascual Loayza, encargado de personificar a Wilson y que sabe llegar a espectador transmitiendo esa mezcla de sentimientos tan encontrados que le inundan, por un lado un cariño hacia su patrona tras muchos años a su lado y por otro ese odio que siempre subyace en las clases menos favorecidas hacia los ricos (geniales las conversaciones que tiene con la cocinera en dialecto aymara donde no dejan títere con cabeza). Por ponerle algún pero, he echado en falta que se diera una cierta explicación a ese empobrecimiento de la familia, poder saber si se trata por algún cambio social dentro del país, los efectos de la crisis, o qué, quedándonos al final sin una idea clara de como se ha llegado a ese punto de decadencia. Esto, sin embargo no impide disfrutar de esta gran película, que con todo merecimiento ha acabado siendo la gran triunfadora del festival, ya que se ha llevado los premios a la Mejor Película y al Mejor Director. Premios que sirven para garantizar al film un estreno en las salas de cine Golem y el lanzamiento en DVD editado por Cameo.
Anteriormente ya había demostrado su calidad en el Festival de Sundance donde obtuvo los reconocimientos a la Mejor Dirección y el Mejor Guión.
Una pequeña joya de la que en breve podréis disfrutar, yo me la apuntaría como pendiente de ver, sin duda. 


jueves, 24 de mayo de 2012

EVERYTHING WILL BE FINE (2010)

El público ya tuvo la oportunidad de verla en el pasado Festival de Sitges o en la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes, y a posteriori ha formado parte de la cartelera del Atlántida Film Fest de este año, donde un servidor le ha echado el guante.
Se trata de una producción danesa firmada por el director Christoffer Boe, que en esta ocasión se aleja de los dramas más notables y reconocidos de su filmografía (como Allegro y Reconstruction), para enmarcarse dentro género del thriller pero con algunas señas personales que lo diferencian del esquema típico americano. Se nota ese toque europeo que destila el film, en sentido positivo si hablamos en términos generales.
La historia nos presenta a Jacob Falk (Jens Albinus), un guionista de cine que se encuentra en un momento crucial de su vida, ya que por un lado tiene una enorme presión por parte de Hakon, director de cine para el que está trabajando, para que le entregue de una vez por todas un guión para poder arrancar a tiempo el rodaje de su nueva película. Por otro, su mujer Helena y él están ultimando los trámites para adoptar por fin un niño en la República Checa, un proceso que les está llevando desde hace meses al límite en el terreno emocional, sufriendo lo indecible para no haya ningún problema que les impida tenerle con ellos.


Desgraciadamente para él, una noche regresando de una reunión de trabajo, atropella a un hombre en la carretera y por miedo a que ese incidente pueda complicar el proceso de adopción, decide huir tras llevarse la bolsa de la víctima. Para su sorpresa, al revisar el contenido descubre unas fotos que podrían tener gravísimas consecuencias al compremeter al Gobierno. Falk se encuentra entonces en un dilema terrible ¿Qué hacer ahora? ¿Callar o sacar a la luz esa información?
A partir de este punto la película empieza a jugar sus bazas, y donde veíamos una historia aparentemente sencilla y clara en su linea argumental de partida, empieza a abrir subtramas que ayudan a que nuestro desconcierto vaya en aumento en medio de una atmósfera cada vez más desasosegante.
La intensidad y tensión van creciendo a medida que empezamos a dudar de si todo lo que estamos viendo está pasando realmente o es fruto de la desesperación y el miedo que empieza a invadir irremediablemente a Falk que ya ve fantasmas allí donde no los hay, ¿o sí?


La narración está estructurada en dos lineas argumentales (la propia de Falk y la de Alí, el hombre atropellado), ambas en lineas temporales distintas utilizando un recurso bastante típico para ir complementando la historia principal con las revelaciones de la otra. Eso sí, de forma bastante efectiva, porqué negarlo.
Si a esto le unimos una exquisita dirección (bien rodada con algunos momentos cámara en mano logrados y una notable ambientación) y la no menos buena actuación de Jens Albinus, que sabe transmitirnos convincentemente ese poso de tristeza que destila su personaje y el estado mental al que se ve sometido, parece que todos los ingredientes están dispuestos para disfrutar de una buena dosis de cine. Y durante muchos minutos es así, un arranque excelente que nos empieza a inquietar poniéndonos en la piel del protagonista, un suceso casual que va a cambiarle la vida, tensión y nervios, lo dicho, un buen arranque.
Sin embargo parte de la investigación posterior en la que se ve envuelto no acaba de ser todo lo convincente que uno desearía, tengo ciertas dudas de si es porque entra en ese terreno que comentaba antes de querernos hacer participes de la paranoia de Falk y por ello hay cosas que dejan de tener una coherencia completa, o simplemente porque en ciertos puntos el guión flaquea.
Como sea, la película es altamente entretenida, siempre me han gustado los thrillers y esos personajes paranoicos en medio de grandes conspiraciones, funciona de forma más que notable al menos hasta que a falta de 10 minutos el director parece querer esclarecerlo todo de una forma brusca, a la vez que clara e irrefutable mediante el uso de un flashback que personalmente me ha decepcionado. Casi hubiera preferido un final abierto y quedarme con la eterna duda de que pasa, que ver como el director mata el argumento de una forma tan poco acertada y que no viene demasiado a cuento. Es que pasamos de ir a 150 km/h a tener que pegar un frenazo para acabar en una calle peatonal con límite de 30km/h. Una verdadera lástima que el cierre no esté a la altura de todo el resto, que de por sí, ya merece un visionado.
Por cierto, simplemente como detalle, supongo que os habréis dado cuenta del enorme parecido del cartel con el de la película Vértigo.

miércoles, 23 de mayo de 2012

EXÓTICA (1994)

Saber porqué determinados films son considerados "de culto" es una incógnita para mi. ¿Qué o quién les hace merecedoras de tal renombre?, ¿De qué depende esa etiqueta?.
Imagino que ese reconocimiento debe atribuírseles a las películas con una fuerte personalidad fílmica, porque saben desmarcarse de convencionalismos y tienen un punto transgresor dentro de su género (o géneros) y que conmocionan para bien o para mal al amplio mundo del cine. En definitiva, que saben ser diferentes y dejan un sello imperecedero en nuestras retinas de una u otra manera.
En ocasiones, se las considera de culto tan sólo por remover (o renovar) aspectos socioculturales, o en otras, por ser provocativas e incitadoras para diferentes generaciones de espectadores.
El film que ahora comento, "Exótica", arrastra esa etiqueta de culto, pero aunque han pasado algunos días ya desde que la vi (por lo tanto, está más que centrifugada en mi mente), no alcanzo a comprender del todo su peso cinematográfico.
Permitidme que os cuente un poco acerca de ella.
Exótica es el nombre de un nightclub a las afueras de Toronto, donde Eric (un Elias Koteas agotador) hace de maestro de ceremonias mientras las chicas (incluida Cristina, la ex de éste) ponen ardiendo al personal allí reunido. Cristina (una Mia Kirshner que no vale nada como stripper) tiene un cliente habitual llamado Francis, un inspector de hacienda que con sus visitas al club llena sus vacíos emocionales y que de paso, despierta los celos incontrolables en Eric. Paralelamente, nos presentan a Thomas (Don McKellar, un actor pésimo) quién pasa de manera ilegal ciertas especies de aves por aduana para rentabilizar su tienda de animales.
Una serie de historias entrecruzadas alrededor del nightclub serán el hilo conductor de este film, que ahonda sobre todo en los aspectos emocionales, carencias afectivas, soledades o frustraciones de sus protagonistas.
Lo que a priori era un film con una idea más que prometedora, se acaba atascando en su propia pedantería, con exasperantes planos (la búsqueda del cadáver es terrible), mediocres interpretaciones (no sé quién lo hace peor) y una realización técnica que más que de culto, parece una tomadura de pelo memorable (micros visibles, personajes cortados por la cámara y demás estropicios cinematográficos).
Si a eso le añadimos una banda sonora insoportable, un DJ muy molesto y unas strippers de guardería (sus contoneos son tan falsos como los propios clientes), el resultado no puede ser más desastroso... ¿o sí?......porque además, es desesperantemente lentita, confusa y anodina, enriquecida con conversaciones cansinas ricas en silencios inapropiados que nos tienen con cara de pasmarote todo el film, haciéndonos sentir más idiotas que ellos mismos.


Milagrosamente, consigue dibujar a sus personajes de manera efectiva (no a todos, claro), incluso retratando la homosexualidad de uno de ellos de una manera peculiar, diría incluso que con cierta originalidad (esas miradas en el ballet).
Uno de tantos micros visibles
La capacidad para enlazar las historias es su mayor acierto, y puedo decir una vez acabada, que sorprende por su destreza para ocultar un desenlace final poco habitual, descubriéndose como un film del todo impredecible y que consigue cambiar nuestra percepción de sus protagonistas, sobre todo de Cristina.
Quiero pensar que estos aciertos, sumados a lo exótico de su concepción (el egipcio Atom Egoyan escribe y dirige) y su extraña puesta en escena (que no atmósfera), puedan suscitar críticas favorables a su paso, pero para nada entregarle el premio de la Crítica en Cannes ni reconocerla como la mejor película de Canadá en 1994.En fin, que se me hace difícil poder recomendarla a nadie, pero tampoco creo que merezca el anonimato absoluto, que para eso están los colores, para ampliar opiniones.
Ojalá alguien colabore y me dé su opinión al respecto, pues necesito la réplica de alguna mente sana que me pueda explicar porqué los críticos se deshacen en elogios hacia ella.
De verdad me hace falta saberlo.

martes, 22 de mayo de 2012

THE SWELL SEASON (2011)

Una de las grandes sorpresas dentro del plano cinematográfico del año 2006 fue la película Once, un drama romántico que nos situaba en Dublín, donde Glen Hansard, era un cantante y compositor callejero y Marketa Irglova, una inmigrante checa que vendía flores en la calle, y que un día casualmente se sentía atraída por su música al oírle cantar. Entre ellos empezaba una relación sustentada en un inicio por el amor de ambos por la música, poco afortunados en el terreno amoroso, encontraban así también una persona sensible a su lado con la que sentirse cómodos, regalándonos una de los mejores títulos románticos de los últimos años con una excelente banda sonora (lejos de la típica película romántica bobalicona que suele imperar en nuestras carteleras). La película fue todo un fenómeno, hecha con apenas 1000$ y solo tres semanas de rodaje, premiada por el público en Sundance, encontró su culminación al alzarse con el Oscar a la mejor canción original.
A raíz de este éxito, empezó una agotadora gira que duraría 2 años en los que dieron multitud de conciertos por todas partes repasando las canciones que les acababan de dar a conocer en todo el mundo. Así nace este documental, rodado a lo largo de esta gira con la intención de recoger las vivencias de una pareja que de la noche al día se vio abocada a la fama.

Glen y Marketa (nombre real de ambos), se hicieron pareja a lo largo del rodaje de Once, y así se nos presentan cuando arranca este documental, que toma el título del primer álbum del grupo y de la gira. Rodada cámara en mano con un bonito blanco y negro, intenta transmitirnos a lo largo de ese tiempo tanto sus impresiones como las de las personas cercanas a ellos. De esta forma, alternamos entrevistas con los dos, con sus padres, su mánager, conocidos e intercaladas algunas de sus actuaciones que sirven para repasar la banda sonora que les hizo saltar al estrellato.
Lo más destacable para mí es que nos permite ver a las personas que hay detrás realmente, dejando bien claro que este reconocimiento, el sentirse figuras públicas, famosos y seguidos por grupos de fans, es algo que nunca han deseado, viniéndoles grande todo ello. Ver como a lo largo de los meses acusan el desgaste de esa fama, del ir y venir continuo, y como les llega a afectar no solo como grupo sino como pareja.


Las pequeñas confesiones de sus orígenes en el mundo de la música y como se conocieron son entrañables, descubrir como Glen dejó la escuela con solo 13 años para dedicarse a la música convenciendo a su profesor de ello, conociendo entonces a una jovencísima Marketa que aceptó acompañarle desde el piano para tocar sus demos.
Asimismo el padre de Glen es todo un personaje, borrachín (casi parece una caricatura de los estereotipos irlandeses), boxeador campeón de Irlanda varios años, nos regala algunas confesiones muy curiosas y que se nota que marcaron a Glen.
Se agradece el tono general del documental, bastante cercano, sin muchos aspavientos ni situaciones forzadas, pero quizás adolece de no llegar a transmitir una gran emoción al espectador más allá de algunos momentos puntuales y en las actuaciones en directo, donde uno disfruta de verdad escuchando esas letras y música.


Con un metraje de 90 minutos, diría que más o menos la mitad es realmente interesante y el resto es meramente relleno para abarcar una duración que justificara la edición de este proyecto. Parte de la culpa de este hecho podríamos achacarlo a que realmente son unas personas muy "normales", lejos de la imagen que trasmiten muchos famosos con toda una vida metidos en ese mundillo, con miles de anécdotas que bien podrían servir para rellenar minutos y más minutos. Aquí no vais a encontraros son eso, simplemente pequeñas confesiones, sencillas, conmovedoras algunas, pero que se sienten bastante sinceras. Una película bastante recomendable a pesar de que esperaba algo más de ella, todo sea dicho.




lunes, 21 de mayo de 2012

LA AMERICANIZACIÓN DE EMILY (1964)

En primer lugar, y antes de deshacerme en elogios hacia este film tan estimable (y desconocido), me gustaría aclarar el origen de su título, pues no tiene desperdicio alguno. Se entiende (según la novela homónima de William Bradford Huie en la que se basa la película), que en épocas de guerra, una mujer europea acepta "americanizarse" en el momento que intercambia favores sexuales a los altos mandos del ejército yanki para obtener diferentes comodidades como pueden ser ropas, alimentos o viajes (en ningún momento dinero), por lo que no sería estrictamente el ejercicio de la prostitución, sino un jocoso intercambio de favores de mutuo acuerdo.
Así se las gasta el director canadiense Arthur Hiller (no hay ironía alguna con Hitler que yo sepa) para explicarnos su peculiar versión del conflicto bélico, concretamente de la Segunda Guerra Mundial.
El oficial de la Marina Charles Madison (un genial James Garner) desempeña las funciones de "ladrón de perros" a su almirante en jefe, o lo que es lo mismo, le procura todas sus necesidades y peticiones como el mejor sirviente posible (incluido el hacerle masajes personalmente, servirle las copas, conseguirle alcohol y como no, ofrecerle mujeres).
En su estancia en Inglaterra, Charles se quedará prendado de una viuda llamada Emily (Julie Andrews en su única aparición en pantalla en blanco y negro ), quién confiesa haber perdido en la guerra a su marido, a su hermano y a su padre. Emily se verá fascinada y disgustada a partes iguales por el carácter del americano, quién menosprecia la valentía y defiende su cobardía a ultranza, esgrimiendo que así no habría guerra alguna ni falsos héroes caídos en combate. La incipiente inestabilidad mental de su Almirante en Jefe (un Melvyn Douglas muy adecuado y locuaz) provocará que sus peticiones y órdenes sean cada vez más extrañas, enviando a nuestro miedoso protagonista a filmar una película documental nada más y nada menos que a la playa de Omaha, en pleno desembarco de Normandía, con objeto de registrar quién es el primer caído en lo que puede ser la hazaña naval más importante de todos los tiempos.
Comenzará así una historia de amor muy poco convencional entre una británica y un americano (las discusiones entre ellos son antológicas) que tratarán de salvar sus diferencias éticas mientras ahí fuera se libra la mayor de las Guerras, dando lugar a situaciones de auténtico delirio y repletas de sátira política y social.


La película, estrenada en medio mundo en 1964, no pasó la despreciable censura española (para mí, lo más execrable del mundo del cine) y no llegó a estrenarse hasta pasados 20 años, allá por 1984.
Lo cierto es que esta sutil comedia antibelicista merece toda mi admiración y respeto, pues se ha convertido con honores, en una de mis favoritas sátiras al más puro estilo Lubitsch o Wilder.
Sus dos espléndidas horas de excelentes diálogos y lujosas interpretaciones la convierten en una obra maestra a redescubrir, y no solo por ofrecer un guión tremendamente inteligente y un desarrollo de lo más delirante, sino por su retórica elocuencia en contra de la Guerra y su admirable destreza para plasmarlo con una elegancia sin igual. Su peculiar manera de explicar la historia es un punto fuerte a destacar, ya que es capaz de hablar de la colonización americana con un humor negro muy certero (los yankis repartiendo chocolate como si los demás fueran inferiores), o de las formas de prostitución encubierta (memorables las escenas sexuales del comandante Bus, interpretado por un James Coburn espléndido). De obligada mención también son las secuencias en el aeropuerto (nada que envidiar a Casablanca) o la lúcida reflexión antibelicista de Charles en el jardín de la madre de Emily, enmudeciendo tanto a la señora como al respetable.
Capaz de mostrar en pantalla como un soldado vomita sin parar mientras escucha el sermón militar (buenísimo) o de explicar la pasada promiscuidad de Emily como un "exceso de ternura", el film de Hiller (aún con vida a día de hoy, con 88 años) es un prodigio cinematográfico injustamente menospreciado, con una calidad técnica sólida (fue nominada ese mismo año en los apartados de mejor fotografía y mejor dirección artística) y un acabado global de sobrada elegancia, sin pedanterías ni finales felices.


Despertando mi ojo más crítico, quizás se le pueda achacar que hinca mucho el diente pero no envenena, que sugiere mucho sexualmente pero nada enseña (también se le puede considerar un acierto a este punto, según se vea) o que en determinados momentos parece no saber hacia dónde va, como si el montaje no fuera del todo exacto.
Recomendable 100%  y endiabladamente divertida, este películón no desmerece en absoluto al lado de grandes joyas como Ser o no ser (Lubitsch,1942) o Uno, dos, tres (Wilder,1961), todos prodigiosos alegatos en contra de lo absurdas que son las Guerras.

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