viernes, 1 de julio de 2011

ILSA, LA HIENA DEL HARÉN (1976)

Secuela suavizada de aquella perversidad de película que fue Ilsa, la loba de las SS, con una Dyanne Thorne más comedida y menos salvaje que en su anterior incursión al género erótico. La franquicia Ilsa se tambalea esta vez pese a conservar la fórmula que funcionó en la primera, torturas llenas de sadismo, festival de tetas y cuerpos desnudos hasta aborrecer, pero cuidándose muy mucho de no llegar a extremos de violencia gráfica explícita, asegurándose así, más público y en consecuencia, más beneficios.
En esta segunda parte, Ilsa se dedica a seleccionar mujeres para un harén de un millonario caíd del petróleo, y que de maneras muy poco ortodoxas, por supuesto, intenta inculcar valores de obediencia y sumisión al séquito de "afortunadas" elegidas. La vida de éstas es sencilla mientras no te reveles lo más mínimo, ya que tendrán opulencia, disfrutarán de manjares y de algunos lujos, siempre y cuando se dejen vejar por el magnate "El Sharif", un desequilibrado y poderoso musulmán repleto de impurezas impropias de su religión.
 A los sucios negocios petrolíferos del caíd se le deben sumar el tráfico de mujeres y hombres (culturistas negros incluídos) que incrementan sus ingresos y engrosan su harén. Como pasara en la primera parte, la llegada de un americano desestabilizará el programa y dará al traste con los planes del sultán, que incluso verá como peligra su estatus.
En esta ocasión, lo más destacado siguen siendo las torturas sádico-eróticas repletas de enfermizas variantes del dolor, como aplastar los senos hasta reventarlos, hacer que hormigas carnívoras se te coman los pies o cebar a las desobedientes hasta convertirlas en mórbidas, obligándolas a comer casi cada hora mediante un truculento aparato, sin dejarnos la impresionante explosión genital que prefiero no desvelar y que el espectador enajenado lo compruebe por si solo. La razón de mi descontento se debe a la baja cantidad de erotismo que se respira, esquivando burdamente cualquier relación calentorra de las que tanto disfrutamos en su anterior entrega.
Tan sólo la oportunidad de verle los espectaculares pechos a Dyanne hace que no desmerezca el conjunto, ya que aquí ni es una loba ni nos empalidece con sus brutales ordenanzas macabras, pero al menos la disfrutaremos (más delgada) y con algunos modelitos impresionantemente fetichistas. De hecho, protagoniza una de las escenas más desagradables del film, cuando atada de pies y manos, es vejada por un jorobado mendigo con todo el cuerpo quemado a lo bonzo al que antes maltrató.
Como viene siendo costumbre, hay unas  escoltas femeninas que protegen a Ilsa en todo momento, en la primera parte fueron dos rubias nazis la mar de monas, protagonistas de un hermoso trío con el yanki, pues en esta ocasion son dos violentas negritas a cada cual menos atractiva que ni tan siquiera desprenden sensualidad.
Aún perdiendo gas ante su predecesora, continua siendo una atrevida y jocosa cinta que conjura géneros de distinta índole, ya que con aire de serie B (helicópteros de juguete), mezcla el erotismo, el gore (muy suavizado) y un toque perverso cercano al terror, pero que no es su verdadera pretensión.
Abre las puertas al visionado del tercer capítulo y nos seduce lo suficiente como para ver si el cambio de director (las dos primeras son del fallecido Don Edmonds ) a manos del francés Jean LaFleur, vuelve a resucitar el espíritu más agresivo y gamberro de la original. Con impaciencia espero.

1 comentario:

  1. Estás fatal, ya iré con cuidado cunado mi hija pueda leer el blog de no permitirle leer algunas de tus reseñas dañinas.
    Eso sí, ya verás que rápido sube dentro del ranking de más visitadas... si está claro que lo bizarro tiene su público...

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