
Lo que el pueblo desconoce es la manipulación de esa información, que acusa deliberadamente a quién sea preciso para obligarlo a participar en dicho juego. Es el caso de Ben Richards (Arnold), un ex-policía acusado de una masacre que él mismo intentó detener y que tras fugarse de la prisión será de nuevo apresado y coaccionado a participar. Aquí empieza el espectáculo dañino e inmoral de estos gladiadores modernos, con un público demagogo sediento de sangre que lidera el share del canal televisivo norteamericano. He de confesar que tras volver a verla, me ha caído más abajo de lo que esperaba, y ese regusto ochentero que tenía, se ha desvanecido un poco, desencantándome ligeramente. Contiene secuencias ridículas y golpes de guión infantiles, que contrastan indebidamente con un tema tan serio como el que propone. Para comenzar, las escenas iniciales son mediocres con mayúsculas, tanto en el helicóptero de la masacre como en la prisión, quizás la peor fuga que recuerde en una película. Y la arrolladora presencia del culturista austriaco desmerece por sus obvios límites interpretativos, más acentuados que nunca.


El profesor Subzero, un corpulento jugador de hockey que hace sus faenas a golpe de stick. Un burdo contrincante interpretado por el fallecido Toru Tanaka, un hawaiano ex-luchador de wrestling.
Buzzsaw y su sierra mecánica (de chainsaw imagino), un motero sin escrúpulos ni cerebro encarnado por el germano Gus Rethwisch, un actor de poca monta que no merece más mención. Su muerte en el film nos dolió a todos, literalmente.

Fireball, tal vez el más petardo de todos, ya que no tiene más misterio que ser un tipo con un lanzallamas potente y llevar a sus espaldas uno de esos instrumentos voladores, un mentecato sin mayor peligro. Este personaje lo interpretó el ex-jugador de la NFL Jim Brown, considerado según parece como uno de los mejores de la historia.

Si cogemos estos ingredientes y les damos un mínimo de forma ya tenemos la película hecha, sin mayor pretensión que entretener y con dudoso resultado.
Ni la presencia de Arnold (con camiseta de World Gym incluida) ni las bromas sexuales (dónde escondía ella en secreto el vídeo...) no salvan de la mediocridad a esta cinta de acción al uso.
Un caso confuso porque a sabiendas de su limitada calidad, nos entretiene de una manera muy empática y nada pretenciosa, resultando incluso encomiable en líneas generales.
Tampoco se le escapan al roble austríaco guiños a sus propias películas, con ese -¡Volveré!- al insoportable Killian en un momento del film, aludiendo directamente a su éxito Terminator, de pocos años atrás.
Para finalizar apuntaré que el director de la misma fue nada más y nada menos que Paul Michael Glaser, el Starsky de la famosa serie setentera.
Es un clásico de los 80 muy entrañabe. Coincido en que es una historia desaprovechada y de la cual se podía haber scado mucho más siendo un poco ambiciosos a la hora de realizar el guión, pero en ese apartado se ve que no quisieron cansarse demasiado, los malos podían haber sido mucho más terribles. Me sorprende que no mentes la puntual aparición de Franco Columbu en la sala de control de televisión, metido a buen seguro por Arnold para que se ganara unos $ extras...
ResponderEliminarha mi me parece una buena pelicula de ciencia ficcion, hasta que le meten en el concurso. a partir de ahi es solo una pelicula de accion, no se salvas ni al final cuando cuentan la verdad al publico. pero como pelicula de accion funciona bien.
ResponderEliminarUna de las mejores cosas de la pelicula , es la cancion del final , el "Running Away With You"(Restless Heart) de John Parr :)
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