sábado, 5 de noviembre de 2011

REVANCHE (2008)

Alex (Johannes Krisch) es un ex-convicto que ha encontrado trabajo en un prostíbulo del barrio rojo de Viena, encargándose tanto de funciones de mantenimiento como de cuidarse para que las chicas estén listas para recibir a sus clientes. A espaldas de Konecny (Hanno Pöschl), el amo del prostíbulo, tiene una relación sentimental con Tamara (Irina Potapenko), una joven ucraniana del burdel que es el ojito derecho de su jefe. Ambos saben de los riesgos que corren viéndose a escondidas, y más tras ver como Konecny le está preparando una trampa a Tamara para tenerla aún más controlada, por lo que deciden fugarse e iniciar una nueva vida juntos antes de que sea demasiado tarde.
Tras lograr sacarla del hotel donde está durante el día, Alex decide atracar un banco para tener el dinero suficiente para viajar hasta España en busca de un futuro más prometedor para ambos. En un pequeño pueblo cerca de la capital, vive Robert (Andreas Lust), un policía que lleva una placentera y tranquila vida junto a su mujer Susanne (Ursula Strauss). El único punto negativo en sus vidas es el no poder tener hijos, pero eso no enturbia aparentemente su felicidad.
Sin embargo todo se trunca cuando el banco elegido por Alex se encuentra en el pueblo de Susanne y Robert, estando este de servicio. Inevitablemente los caminos de la pareja y Robert se cruzan, propiciando una desgracia que rompe con los esquemas que mentalmente nos podíamos haber imaginado tanto nosotros como los protagonistas, entrando en juego a partir de entonces tanto la necesidad de cumplir una venganza como los miedos y dudas morales que les asaltan a los diferentes personajes por las consecuencias de llevarla a término como por todo lo ocurrido durante el robo.
Revanche es una de esas películas que por su estructura narrativa no puede ser un éxito comercial, pues huye de artificios y efectismos típicos con los que la mayoría de thrillers funcionan hoy en día, repitiendo clichés vistos una y mil veces antes, por el contrario, de una forma distinta y más pausada, que no menos efectiva, sabe contarnos muy acertadamente las diferentes caras de una misma historia. Esto mismo hará que muchos renieguen de ella, mientras otros, entre los que me cuento, crean que este toque diferencial precisamente la situa por encima de la media actual.



Es un film que nos muestra grandes contrastes a lo largo de su metraje, por un lado vemos las duras condiciones de vida de las chicas que se ven forzadas a trabajar en los prostíbulos de Viena, con su ambiente sórdido y desolador o la falta casi total de esperanza por estar atrapadas en un engranaje del que dificilmente pueden escapar, así como descubrir que la pareja protagonista se encuentra en una situación límite que les obliga a tomar la difícil decisión de escapar sabiendo que de otra manera nunca podrán estar juntos. Esta vida es casi la antítesis de la que llevan cómoda y apaciblemente en el campo Susanne y Robert, y el ritmo de rodaje consecuentemente también cambia al situarse fuera de la ciudad. Otro punto para marca esta gran diferencia, sería la presencia en la primera mitad de un personaje como el amo del prostíbulo donde transcurre la historia, mientras que en la segunda conocemos a Hausner (el abuelo de Alex), un simpático anciano propietario de una granja donde pasa a desarrollarse gran parte de la acción, ambos personajes y la localización son totalmente opuestos. El inicio puede hacernos presuponer que estamos ante un thriller de toda la vida, que tendremos una huida de velocidad endiablada, llevándose todo lo que se les ponga por delante y la posterior venganza truculenta por parte de Konecny, pero el guión nos reverva algunas sorpresas que sirven para tomar un camino inesperado e interesante, demostrando que a veces el azar y las casualidades pueden cambiarlo todo. Rodada con un estilo contemplativo y utilizando como hilo conductor la historia de una venganza, vemos la evolución de los distintos personajes del film, que poco a poco se van perfilando ante nuestros ojos y que gracias a la buena actuación de los actores consiguen transmitirnos la mezcla de sentimientos que van aflorando en ellos como la culpa, el miedo, los remordimientos y el deseo de vengarse. Curiosamente Andreas Lust que aquí da vida a un policía que tiene como hobbie el running, encarnaba en El ladrón (Der Räuber) a un atracador de bancos obsesionado con el running, interesante cambio de papeles aquí pero con un mismo punto en común.
Una de esas películas para descubrir o redescubrir, pues en su estreno no tuvo demasiado éxito pero su nominación a los Oscar de 2009 como mejor película extranjera, le propició una segunda oportunidad. Yo de vosotros no dudaría en dársela también.


2 comentarios:

  1. Así me gusta, de prostíbulos, asesinos y balazos.....

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  2. ¿Te pensabas que ibas a ser el único en poner críticas con fotos cargadas de pechugas y ambientes de degradación? Aquí tienes una muestra de ese cine que nunca llega aquí como Der Räuber y alguna otra sorpresa que en breve postearé en el blog... ya tengo ganas de ler las del Festival de Molins...

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