lunes, 28 de noviembre de 2011

EL LOBO HUMANO (1935)

El mismo año en el que se rodó La novia de Frankenstein, los estudios Universal también empezaron una saga de la que sacarían mucho jugo explotando el mito de la licantropía. También conocida bajo el título de El hombre lobo de Londres, se trata de la primera película que los estudios realizaron del mito del Hombre lobo y anterior a toda una saga que posteriormente tendría a Lon Chaney Jr. como protagonista.
La historia nos situa en el Tibet, donde un botánico, el Dr. Wilfred Glendon está intentando localizar una extraña planta que solo crece en una misteriosa zona famosa por su peligrosidad. Este hecho hace que los sherpas que pretende contratar para ayudarle en su propósito huyan despavoridos ante la idea de adentrarse allí, hecho que no hace desistir al profesor acompañado por su fiel ayudante de laboratorio. Tras una larga búsqueda, por fin divisa un especimen de la Mariphasa Lumina Lupina (la flor de lobo fosforescente), momento en el que es atacado por una misteriosa bestia que le acaba mordiendo en un brazo antes de huir.
Ya de regreso en Londres y tras haber conseguido traer la tan deseada planta, da una fiesta en su mansión para mostrar una interesante exposición de flores, allí se le presenta el Dr. Yogami que se muestra muy interesado y gran conocedor de las peculiaridades de la planta, contándole que solo florece a la luz de la luna llena y que la savia de sus flores el único remedio conocido, no para curar definitivamente la licantropía, pero sí para atenuarla durante unas cuantas horas. Dentro de su discurso incluye unas veladas declaraciones que no pasan inadvertidas para el espectador, adivinando pronto su verdadera identidad, a diferencia de Wilfred que no entiende esas alusiones. Para sorpresa de Wilfred, con la llegada de la luna llena no solo la flor reaciona abriendo alguno de sus capullos, sino que ve confirmados sus temores transformándose en un hombre lobo que necesita satisfacer sus ansias de matar cada noche de luna llena.
A partir de este momento solo tiene en su mente encontrar un remedio que evite la transformación llegnado incluso como medida deseperada a alejarse de todos para encerrarse y evitar dañar a nadie, dejando de lado incluso a su mujer Lisa a pesar de que empieza a ser rondada de nuevo por un atiguo pretendiente. Mientras tanto Scotland Yard  investiga las extrañas muertes que se van sucediendo en la ciudad y que están causando una gran alarma entre la población. Esta es una obra que ha pasado desapercibida para la gran mayoría del público y en su momento no llegó a alcanzar el éxito que esperaban de ella los estudios, si nos detenemos a analizar los diferentes motivos por los que esto ocurrió, se me ocurren unos cuantos: para empezar no lograron convencer a Boris Karloff para interpretarla, ni en segunda instancia a Bela Lugosi que también rechazó la propuesta de encarnar al hombre lobo, por lo que finalmente el papel recayó en una cara mucho menos conocida como era entonces Henry Hull. También ha influido a que actualmente el público desconozca incluso la existencia de este film al hecho que la versión posterior de título El hombre lobo (1941) realmente logró una caracterización memorable del monstruo y una ambientación mucho más gótica y tenebrosa que la que hoy tenemos entre nuestras manos, siendo esa una gran referencia a lo largo de los años, y para acabar pienso que es un film que no acabó de acertar el  género ni el tono que usa, pues en muchos momentos casi se acerca más al género policial que no al de terror, donde la investigación policial acaba tomando más protagonismo que lo sobrenatural y en otros momentos impera un humor negro (divertido con las dos viejas señoras borrachas peleándose por ver quien le alquila una habitación a Wilfred), pero que aquí le resta peso a la creación de una atmósfera más en linea a otras obras del Repertorio de la Universal.
Cabe comentar que el maquillaje que luce aquí Henry Hull es correcto pero para mi gusto deja demasiado visible el rostro del actor respecto a lo que sería el gran maquillaje que se exhibiría en la versión posterior y que marcaría una estética en lo que al hombre lobo atañe. La culpa la tuvo el mismo Hull, actor teatral que viendo el maquillaje que le tenían preparado (el mismo que se acabaría usando en 1941) se quejó hasta lograr que lo cambiaran al pensar que los espectadores no podrían reconocerlo.
Los efectos especiales están logrados, siempre teniendo en cuenta la época que fueron creados, y tenemos variación en el uso que hacen de ellos para la transformación del Doctor, en una de ellas va avanzando y pasando por detrás de una serie de columnas, y cada vez que pasa una, vemos el rostro ligeramente más transformado que en el momento anterior; mientras que en otro de sus cambios es la cámara que va haciendo una serie de transiciones de sus manos a su rostro para ir apreciando los cambios (el mismo truco que ya vimos en la de Dr. Jekyll y Mr. Hyde de 1931). Bien dirigida y correctamente interpretada, es un buen entretenimiento de cine clásico que merece la pena descubrir para ver el primer acercamiento al mito.


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