sábado, 19 de mayo de 2012

LA CHISPA DE LA VIDA (2011)

Undécimo film de mi admirado Álex de la Iglesia tras su valiente y excéntrica Balada Triste de Trompeta, que nos dejó tan tocados como él pretendía y que consiguió escaparse de su propia estela, propiciando un giro muy interesante en su filmografía. Esta vez, para su nuevo proyecto, La Chispa de la Vida, se ha rodeado de un elenco muy arriesgado de intérpretes que, a priori, puede parecer un patinazo de cásting pero que, en realidad es todo intencionalidad (y amiguismo, para qué ocultarlo).
Roberto Gómez (José Mota) es un ex-publicista al que se le está acabando el paro, y que pese a los ánimos incombustibles de su preciosa esposa (una Salma Hayek notable) por salir a conseguir trabajo, no logra volver a casa nunca con nada, desilusionándose a cada día que pasa.
Roberto recuerda constantemente como un pasado eslógan suyo para Coca-Cola (La chispa de la vida, para dar más pistas) fue todo un éxito, aunque ahora nadie parece acordarse de aquello, por lo que ni antiguos compañeros suyos le ofrecen empleo.
En un arranque de sentimientos encontrados (rabia, impotencia y recuerdos de su mejor época matrimonial) coge el coche y se va a Cartagena, al hotel donde pasaron la luna de miel él y su mujer.
Para su sorpresa, el hotel ya no existe y en su lugar se ha levantado un museo en torno a un teatro romano recién descubierto.
Despistado y confuso, camina por las ruinas sin cuidado y tiene un aparatoso accidente que le dejará con una barra de hierro clavada en el cráneo. Su situación es aún más complicada de lo que parece, pues si se le mueve o tratan de cortar la barra, podría morir al instante, lo que (como realmente ocurriría), llena el lugar de morbosidad periodística con cientos de micros y molestos flashes.
Sin embargo, Roberto lo ve como una oportunidad para volver a tener fama y sobre todo, obtener el dinero suficiente como para que su mujer y sus dos hijos tengan la vida resuelta. Obviamente, su familia no comparte esas intenciones y piensan que son fruto de sus delirios.
La película que nos presenta este año Álex De la Iglesia recuerda en concepto a la mítica obra de Billy Wilder El Gran Carnaval (1951), por esa crueldad de los medios de comunicación ante determinadas tragedias, vendiendo la noticia al precio que sea y cuanto más cruel sea el desenlace, mejor.
No pienso que la intención del bilbaíno haya sido la de criticar únicamente el periodismo más sensacionalista (que a todos nos atrae en mayor o menor medida, por cierto), sino la de enfocar su film hacia el interior de un ser humano destrozado, hundido y completamente fracasado.


En ese aspecto, José Mota llega hasta donde puede, incapaz de desquitarse del todo de su bagaje cómico, nos brinda pequeños síntomas de capacidad interpretaviva, insuficientes como para dar toda la dimensión dramática que Roberto hubiese requerido. De todas formas, resulta indiscutible su transformación en muchos aspectos (pues lo tenía todo en contra), y es lícito considerar su esfuerzo como "satisfactorio" en general.
Salma Hayek  por su lado, nos convence del todo en su rol de esposa de Roberto. Una mujer positiva, dulce y con una destreza femenina muy curiosa, haciendo pensar a su marido que éste mantiene a la familia cuando en realidad, ella guía siempre el timón.
La vena dramática de la mejicana supera su vis cómica, y veremos como enriquece a su personaje a medida que avanzan los minutos, mientras que comprobamos como se empobrece el de su marido, ya un mero testigo de la situación que ha provocado.


La colección de actores invitados a la fiesta es extensa, y no parece obedecer a un cometido con suficiente sentido práctico, ya mucho menos cinematográfico. Dudo mucho que Santiago Segura sea el más indicado para su personaje de David, ni que Puigcorbé luzca como magnate sin escrúpulos(desaprovechadísimo), y desgraciadamente, que Tejero (que vuelve a defraudarme) sea ese caza recompensas periodístico que nos intentan vender (un personaje el suyo, difícil de concebir).
Seguiremos en todo momento lo que ocurre con Roberto, y cabe decir que el ritmo, aún siendo mantenido y por momentos, cautivador, no es lo suficientemente sólido (y mucho menos entretenido) como para generarnos una sensación adictiva, y pediremos la hora antes de lo que nos hubiese gustado.
Una vez digerida, pasa sin pena ni gloria al grueso de películas "casi" olvidables del cineasta (junto con Perdita Durango y 800 balas), y parece un proyecto "de encargo" levemente impregnado del talento del ex-director de nuestra Academia de cine (éramos mejores con él en el puesto).


Algunas bromas tontitas y ciertas insistencias en un mismo asunto todo el metraje acaban por apartarnos sutilmente de su significado real, que no es más que un drama personal con tintes cómicos (pocos y malos), tratado con bastante humor negro (o se intenta) y poca delicadeza visual (mucho ruido, anarquía actoral y muchas luces cegadoras).
En definitiva, un film menor en la carrera de De la Iglesia, con una idea inicial más interesante quizás de lo que acaba siendo (un personaje en total autodestrucción física y mental) y que termina molestando por sus continuas intervenciones "populares", dejándonos la sensación de estar viendo un tiovivo de amiguetes y poco más (salvo por Salma, ella se salva).

3 comentarios:

  1. Pues leyendo esto me llevo una enorme decepción tanto por el cómputo global del film, como porque Alex de la Iglesia no sepa romper un poco con esa necesidad casi patológica que tiene de inundar sus películas de caras conocidas y/o de amigos suyos. Quizás si algunos de los personajes de la película fueran rostros desconocidos o caras menos típicas españolas (no soporto a Tejero al que no sé que le ve la gente...), podría haber tenido algo más de credibilidad. Leído esto queda descaratada de mi lista.

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    1. Claro, piensa que mi reflexión puede no coincidir con la tuya, quizás tu le sepas encontrar algo que yo no, tampoco las descartes así de rápido.
      De hecho, guárdatela sabiendo que es una de esas que ya está hecha la reseña, ya sabes a lo que me refiero....

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  2. No, no, si lo tengo clarísimo. Tampoco antes de leerla tenía casi ninguna intención de verla. No doy abasto a ver mucho de lo que tengo pendiente y lo que cuentas es casi lo que me esperaba de ella y confirma mi decisión. Además mi "cariño" (Sheldon ahora preguntaría "¿Ironía?" Y la respuesta sería: "Sí") por alguno de los actores que aparecen, hacen que quede descartada del todo. Tejero, Segura y Mota... solo me falta Barragán...

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