martes, 1 de mayo de 2012

LA GRAN COMILONA (1973)

Debo confesar que la película que hoy traigo, "La Grande Bouffe",  me ha dejado realmente tocado, pero no en el sentido destructivo de la expresión, sino más bien, fascinado con ella. Pocas veces se encuentra uno con una sorpresa de estas características, un film que crece y crece hasta tocarte dentro, que consigue revolverte el estómago (literalmente) y perturbarte la mente hasta un punto insospechado.
Provoca una mezcolanza de estímulos tan dispar que se adhiere a nosotros durante varios días, rebobinando en nuestras mentes sus provocativas escenas y sintiendo como revolotean libremente por el cerebro, obligándonos a procesarlas una y otra vez.
Su argumento no tiene desperdicio alguno, y os garantizo que hipnotiza y desquicia a partes iguales.
Cuatro amigos (2 italianos y 2 franceses) se reunen un fin de semana en el caserón de uno de ellos para realizar un suicidio gastronómico colectivo, engullendo sin parar hasta reventar y pecando de lo lindo con algunas prostitutas algo aturdidas por la situación.
Sin embargo, no es el caso de la profesora Andrea, que les acompañará en su destino fascinada por tamaño acontecimiento.
No es mi intención dar más datos acerca de su desarrollo, pues mataría el encanto que de ella emana, pero sí creo que es primordial destacar sus puntos fuertes y esas cualidades que la hacen tan especial, con la sana misión de animaros a verla, pues pienso que merece la pena.
Dirigida por el italiano Marco Ferreri (autor de los clásicos "El Cochecito" y "El Pisito") íntegramente en París y con gran parte de financiación francesa (aunque también hay dinero italiano) se sustenta básicamente en la actuación de sus cuatro protagonistas principales, de talla y reconocimiento mundial.
En primer término, tenemos a Michel, un realizador de televisión padre de una hija, que pretende acabar sus días llevando al extremo sus más primarios instintos, comer y follar (un Michel Piccoli muy valiente y de lo más aerofágico). El segundo en discordia es Marcello, un piloto de avión esclavo del sexo que se une al suicidio con ciertas dudas al respecto (un Marcello Mastroianni culpable de la escena más divertida de todo el film).
El tercero es Philippe, un juez que vive con su peculiar ama de llaves (quiero entender que no es familia) y que se debate entre el verdadero amor y la libertad absoluta como ser humano, sin restricciones ni leyes (Philippe Noiret, el más sobrio de todo el grupo).
Por último pero no menos importante, presentan a Ugo (Ugo Tognazzi), un restaurador que se encargará de cocinar gran parte del abuso gastronómico que allí se da cabida (no os podéis imaginar la cantidad de alimento que amontonan para cebarse continuamente) y que parece el verdadero artífice de tal hazaña.


Como resultado de tal propósito, y cinematográficamente hablando, la película resulta tremendamente atrevida, fuertemente erótica y asombrosamente desacomplejada, incluso en nuestros días (ya han pasado casi 40 años desde su estreno y mantiene intacta su naturaleza transgresora).
El asunto de la gula extrema llega a puntos de verdadera angustia hacia el espectador, que ve como no paran de comer y comer sin ápice de hambre ya, lo que se acaba convirtiendo en una tortura para el que lo presencia (y no sólo para nosotros, algunos personajes del film ya lo sienten así también).
Escatologías aparte (la escena del baño de excrementos no se olvida), la película ofrece también humor grueso (buscado y pretendido, sin duda), dramatismo enfermizo y una buena dosis de crítica social, sobre todo hacia ese mundo repleto de personas que llevan sus vicios al límite, acabando con sus vidas.

También hay un pequeño pero curioso homenaje a Marlon Brando, conocido por sus escarceos sexuales fuera de lo común en la misma ciudad, como podréis advertir.
Sus aspectos negativos por eso resultan obvios, desde esa copiosidad gastronómica que crea nauseas al respetable hasta su propia condición de cinta escándalo, que a según quién, no le agradará un pelo. Su evolución resulta medianamente estimulante (pese a sus más de dos horas), pero no por sus méritos fílmicos, sino más bien por su gancho morboso, por saber qué harán a continuación esta tropa de suicidas. En fin, una elección tan difícil como fascinante, de compleja ideología y fácil debate, que sin duda hará tambalear los cimientos de cada uno de nosotros, y lo seguirá haciendo aunque pasen los años. Y eso es, cuanto menos que meritorio.
Qué aproveche!!


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