lunes, 23 de abril de 2012

TERRADOS (2011)

Aprovechando la crisis económica que se está cebando en España como marco temporal y social, el director Demian Sabini (aquí también encarnando al personaje Leo) nos presenta a un grupo de treinteañeros (sin hijos ninguno de ellos) que se encuentran sin trabajo tras haber sido despedidos o perdido sus negocios respectivos. A lo largo de varios meses en los que están cobrando el paro, quedan cada mañana seleccionando un edificio al azar para subir a su terrado para matar el tiempo tranquilamente. Durante las largas horas del día hay tiempo para todo, holgazanear, hablar de sus relaciones de pareja, de cosas cotidiana, obviamente de una crisis que les ha llevado a todos a quedarse sin trabajo a pesar de su buena preparación académica, reflexionar sobre sus vidas, recordar viejos momentos cuando todos estudiaban derecho, o la frustración de una generación que se encuentra con sus sueños de futuro rotos obligados en muchos casos a vivir aún con sus padres por no poder afrontar el pago de una hipoteca o en el mejor de los casos pagan un alquiler para vivir en un pequeño piso. Es durante este periodo cuando Leo se da cuenta de que la vida que llevaba hasta ahora como abogado no es la que quería, habiéndose dejado llevar hacia una rutina más por comodidad que por convicción, ha llegado el momento de replantearse su vida tanto a nivel profesional como personal y tomar una decisión de si seguir igual o darle un nuevo rumbo en su vida.

Momento yoga de estos 5 amigos...
Con tan solo 12.000€ como presupuesto (que tuvo que pedir de prestado mientras estaba realmente en paro), Demian Sabini ha elaborado el que es su primera largometraje tanto en el plano de la dirección, producción y actuación, tras de haber hecho sus primeros pasos en el cine con los cortos Hello Lucy y Lo que Walter sabe. Un film que ha tenido una muy buena acogida por parte del reducido público que ha tenido la oportunidad de verla hasta ahora (se llevó el Premio del Público en el último Festival de Valladolid), quizás, en parte, al poder empatizar por una situación que muchos están viviendo en sus propias carnes pudiendo sentirse completamente identificados con alguno de sus protagonistas o simplemente por la cercanía del tema tratado. Se le tiene que reconocer que tiene sus virtudes, es fresca, directa, una producción sencilla que explota sus limitados recursos para ofrecernos una historia más basada en las emociones, diálogos y la situación social en general que en buscar un gran trabajo estilístico, ni en querer demostrar todo lo aprendido en la escuela de dirección, por eso, sus largos planos y su cadencia pienso que cuajan a la perfección con el día a día que nos quiere transmitir

Leo, en plena crisis existencial...
Su inicio donde escuchamos una conversación entre unos tertulianos de un programa de radio, mientras debaten acerca de una crisis que en ese momento ya había logrado rebasar la barrera de los 4 millones de parados (vamos por los cinco y con las nuevas reformas del Gobierno, que nadie le extrañe si alcanzamos una cifra mucho más alta...), y que sirve para ponernos en un plis en situación e identificar perfectamente el momento que nos quiere retratar.

El director, productor y actor de esta encomiable película
Con un corto metraje, apenas poco más de 70 minutos, acaba siendo una arma de doble filo, si lo miro por el lado positivo, hace que se nos pase volando y podamos disfrutar de una más que entretenida cinta de denuncia social, pero descargada de dramatismo efectista, gracias también a unos actores que sacan adelante un trabajo con mucha honestidad, cayendo en gracia al espectador por la cercanía que sentimos hacia ellos. Sin embargo, la parte más negativa sería una cierta superficialidad que acaba teniendo a pesar del tema que toca, tal vez se habría agradecido una mayor profundidad en alguno de sus diálogos buscando debatir en el trasfondo de base de esta crisis, el salirse de ciertos clichés en los que se encasillan sus personajes (los parados aquí se nos presentan vagos y relativamente despreocupados, y no se nos muestra la realidad de una gran mayoría que sale cada día a patearse la calle en busca de un trabajo o de los problemas inmediatos que tienen para lograr sacar adelante su día a día). Con 20 minutos más para tocar en mayor medida algunos de los puntos que aquí solo se esbozan y sobre los que se pasa de puntillas, se habría logrado una película de mucho mayor peso. Con todo, y en términos generales es más que elogiable, la sensación que me ha dejado nada más terminarla es buena, positiva y no dudo en recomendarla, y desear que sus responsables tengan mucho éxito y puedan estrenarla en cines, de momento todos los que tengáis interés podéis disfrutarla a través del Atlantida Film Fest.


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