lunes, 9 de abril de 2012

CINCO METROS CUADRADOS (2011)

Apreciable drama en tono protesta acerca de un asunto candente y muy preocupante en nuestros días como es la burbuja inmobiliaria y sus consecuencias. A todos nos llega, de una manera o de otra, la onda expansiva de ese mal endémico de nuestra sociedad, que para algunos, determina el porvenir de sus vidas.
Lo que filma aquí el madrileño Max Lemcke bien podría sucedernos a cualquiera de nosotros, ya que tan sólo hay que cruzarse con cualquier cretino con cierto poder en el mundillo de la construcción que mire únicamente por sus intereses, sumergiendo al ingenuo comprador en una espiral de pleitos y angustias familiares que nunca tienen buen final.
Es el caso de Álex y Virginia, una pareja que compra sobre plano un piso en las afueras de su ciudad, con vistas al mar y piscina (en realidad, es Alicante, pero no lo dicen) que lo tiene todo para ser su nidito de amor tras celebrar su boda.
Álex (un sorprendente Fernando Tejero) es un mileurista humilde y buena gente que trata por todos los medios de contentar a su futura esposa, una cada vez más pesimista Virginia (Malena Alterio, menos entonada que su compañero de reparto pero notable de todas formas), que recurre a sus padres cada vez que tiene problemas económicos.
Cierto día, descubren que las obras de su vivienda están paradas y que no tienen intención de acabarlas, provocando una sensación de impotencia y desconcierto en todos los afectados, que comienzan una plataforma de protesta estéril. Al parecer, es una zona protegida y un miembro de seguridad cercano pudo ver un "presunto" lince en el lugar, lo que tiró para atrás el proyecto y acabó con los sueños de los engañados falsos propietarios. Tras cancelar su boda, ahogarse en deudas y terminar enfrentados con la familia, la pareja no puede sino que malvivir en un apartamento de mala muerte hasta que la situación se vuelve imposible y su compromiso sentimental se desmorona sin remedio. Álex entonces, comienza una cruzada personal para obtener lo que legalmente le pertenece, y hará lo que haga falta para tal propósito, sea ético o no.
La película de Max ataca siempre de frente, sin concesiones y yendo al grano. No es más que un documento cinematográfico sobrio y directo que constituye una crítica necesaria ante tales injusticias sociales, representada con notoria habilidad fílmica y buen oficio.
Sustentada por excelentes actores, merece una especial mención un prodigioso Tejero, que por primera vez en su carrera, me ha hecho ver sus capacidades interpretativas al máximo (que juro pensaba no tenía), llevándome un sorpresón gratificante.
Su construcción del individuo que sufre un cambio de 180º en su vida es digna de elogio, transmitiendo un abanico muy rico en matices y descubriéndonos una personalidad frágil y de auténtica desesperación, siendo sus momentos de soledad una buena demostración del talento que tenía escondido (ese fin de año tan triste).
El film emana una sensibilidad muy necesaria hacia el asunto que enfoca, entremezclando la tragedia con pequeñísimas dosis de comedia que la desmarcan hacia un posible cine de autor, sin trampa ni cartón comercial.
Su nula pretenciosidad y su admirable realización del guión (no he detectado fisura alguna) me animan a pensar que era un film más necesario y oportuno que oportunista, con un buen sentido del ritmo y propicio al debate para el espectador.


Quizás no sea tan convincente en su giro final (algo trillado y un poco a contrarreloj), en su construcción técnica (ese atardecer a cámara rápida no demasiado logrado, por ejemplo) y en su mordacidad crítica, que se acaba diluyendo en favor de enseñarnos la locura del personaje, víctima de las consecuencias.
Lo que si consigue de forma fabulosa es retratar una realidad cercana y muy dolorosa de nuestro tiempo, un manifiesto ejemplar de los fraudes inmobiliarios que a todos nos toca casi por igual, y que nos enseña a extremar las precauciones a la hora de comprar una vivienda.


Me quedo pues con esos personajes en plena desesperación psicológica, esa acidez crítica en contra de la detestable deshonestidad de algunas constructoras (Álex no logra visitarse con el responsable de ninguna manera) y el buen hacer general del equipo de la película, que fueron recompensados con 5 importantes galardones en el pasado festival de cine de Málaga 2011 (como Mejor película, guión, actor, actor secundario y premio de la crítica), lo que sin duda, dice mucho del proyecto en cuestión.

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