sábado, 24 de noviembre de 2018

THE CURED (2017)

Llega el turno para "The Cured", una propuesta irlandesa de corte independiente (aunque con Ellen Page como cabeza de cartel, que eso siempre ayuda), que como viene siendo habitual en los últimos años, aborda la temática zombis/infectados desde otro punto de vista, supuestamente novedoso.
La ópera prima de David Freyne cuenta como un potente virus convirtió a buena parte de la ciudadanía irlandesa en caníbales enfurecidos, y que tras hallar algo parecido a un antídoto, el 75% de ellos se "curaron", mientras que el 25% restante aún estaban en estado incontrolable, y por lo tanto recluidos.
La reinserción social de los peyorativamente denominados "curados", que aún conservan los recuerdos atroces, pesadillas y extrañas percepciones debido a su angustiosa infección, lógicamente no es tarea fácil, pues crea un fuerte rechazo en la población, ya sea por simple miedo o por considerarlos auténticos asesinos sin perdón posible. Ante tamaña adversidad, el grupo de afectados no sólo comienza una revolución en toda regla, sino que en su fuero interno aún parecen palpitar ciertos síntomas de su horripilante trastorno.
Coincido con algunos en que la idea de base de esta "The Cured" tiene suficiente encanto como para que el proyecto se llevara a cabo, no seré yo el que lo niegue; pero sigo pensando que detrás de esa careta de "película de zombis" de la que comercialmente se beneficia, se esconde un pequeño drama socio-político sin demasiado que aportar, que ni afronta ni encara con suficiente voluntad crítica lo que plantea de inicio.
Por un lado caricaturiza a las fuerzas del orden, en un planteamiento demasiado panfletario del gremio, llevándolo casi al ridículo (¡qué malos y poco comprensivos son!).



En segundo lugar, crea personajes sin sangre en las venas, monótonos y aburridos, además de incoherentes (esa doctora de chiste), y se enroca la trama buena parte del metraje, donde apenas se mueven las fichas sobre el tablero y el espectador va siempre 3 pasos por delante en sus, por otro lado previsibles, acontecimientos.
Una puesta en escena de apagados tonos grisáceos, sin alma ni gracia y carente de cualquier atractivo, (aunque de algún modo en consonancia con el resto de ingredientes), no suma en su afán de lograr un clima de tensión. Tan sólo unos cuantos adornos de textura como los filmados cámara en mano o un acertado tratamiento sonoro, le otorgan, junto a su curiosa idea de sanar a los infectados, un interés moderado. 
No será tan relevante como pretende, ni cambiará el curso del género, pero puede llegar a gustar si se toma con la perspectiva necesaria, pues sin ser gran cosa, tampoco merece el anonimato.

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