sábado, 10 de noviembre de 2018

ONE CUT OF THE DEAD (2018)

"One cut of the dead" se ha convertido en una de las grandes sorpresas del año, y ni sus creadores se lo acaban de creer. Nacida a partir del trabajo de unos estudiantes de cine en Japón, con apenas 27.000 dólares de presupuesto pero con mucho ingenio, pasión y amor; y eso se nota.
De estrenarse en solo 3 cines en territorio nipón y gracias al boca a boca, el fenómeno ha ido creciendo, hasta que meses después, el film aún esté colocado en el Top 10 nacional, con cerca de diez millones de dólares recaudados además de triunfar por cada festival donde se exhibe.
¿Es pues "One cut of the dead" merecedora de tanto revuelo?. Decididamente sí.
Era muy esperado la llegada de este film al certamen de Sitges y así se ha hecho notar en su primera proyección, en una Sala Tramuntana llena hasta la bandera, con casi todo el cast presente. Sin duda, dicha proyección se ha convertido en uno de los momentos más mágicos y emocionantes que he podido vivir en los 13 años que llevo asistiendo al festival catalán.
El proyecto se basa en la grabación de una película de Serie B sobre muertos vivientes, hasta que ésta se ve interrumpida por un auténtico apocalipsis zombi.
A todo aquel que se acerque a tan encantador film, cuanto menos sepa, mejor, porque su original guión es una de sus grandes bazas. Una obra que abre con un plano secuencia totalmente amateur algo discutible y que hace que empieces a dudar y preguntarte: ¿Pero qué estoy viendo?. Hasta que aparecen los zombis, claro, y el rodaje se convierte en un desmadre. No os digo nada más.
"One cut of the dead" rezuma amor por el cine por los cuatro costados. Y no solo amor, también pasión y cariño por el proyecto que se está levantando, con unos actores entregados y una merecida reivindicación del trabajo de todos los que están tras las cámaras y que se dejan la piel por su proyecto.



Un largometraje que se pasa en un suspiro, cuyos personajes son verdaderamente entrañables, de humor sano, muy gamberro, y unos giros de guión verdaderamente originales, que dan una nueva vuelta de tuerca al tan hastiado cine de no-muertos. Muy bien. Desde ya, mi favorita del año.
Aparecen los créditos finales, las luces de la sala Tramuntana se encienden y nos devuelven a la realidad. La sala estalla en aplausos y se pone en pie, girándose hacia los responsables allí presentes, que emocionados, se levantan con lágrimas en los ojos, agradeciendo la acogida. Cinco minutos de standing ovation y todos tan felices. Porque amamos el cine.

Adrián Roldán

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