A Don Coscarelli,
perpretador de esta obra, se le tiene que reconocer su mérito en el pasado, al hacerse un hueco en la industria del celuloide con Phantasm (obra que escribió, rodó, montó y produjo con tan solo 20 años), y que abriría una saga que hasta el momento ha tenido 4 partes y que a pesar de sus evidentes defectos (en breve os la comentaremos en el blog), destaca dentro de su filmografía y constituye una obra de cierto renormbre dentro del panorama del fantástico. A tenor de lo poco que se había podido leer antes de su estreno, mis
expectativas hacia la película, puedo decir que eran bastante altas. Sin embargo tras verla, solo puedo decir que me siento cansado de la pirotecnia de feria sin sentido ni gracia que he visto, a la vez que un tanto defraudado por todo lo que había hablado de ella. John dies at the end,
es la adaptación cinematográfica de una serie que arrasó por Internet en
un ya lejano 2001 y que como no podía ser de otra forma, ha acabado teniendo su conversión a largometraje. Resumiendo muy rápidamente de que va todo esto,
podríamos decir que de dos amigos (David y John) metidos en un montón de
sucesos paranormales a los que deberán hacer frente, con astucia y
ciertos poderes otorgados por una extraña salsa de soja. ¿Cómo os habeís
quedado? Si tomamos el magnífico prólogo del film como termómetro para
calibrar lo que iba a dar la película de sí, la verdad es que nuestro
convencimiento de que íbamos a asistir a un film que podía devenir de
culto, parecía más que plausible. Ya que en apenas un par de minutos nos
regala todo un ejemplo de como captar la audiencia, con la historia del
asesinato y posterior decapitación de un hombre, con un hacha como protagonista de la trama, con un montaje hábil, rápido e inteligente.
A punto de enfrentarse a una entidad formada por embutidos y carne... de lo mejor del film. |
La dichosa salsa de soja que da poderes... |
Tampoco
se queda atrás la siguiente escena, en la que realmente arranca la
trama, y en la que un joven llamado David Wong (chico occidental a pesar
de su apellido), se ha citado en un restaurante chino con Arnie (Giamatti),
un periodista a la caza de una historia con toques paranormales, para
poder escribir un buen artículo. El diálogo entre ambos va a ser el hilo
conductor del film, con David intentando convencer a Arnie de ciertos poderes
que posee y toda una serie de experiencias paranormales que ha vivido
junto a su buen amigo John, y que mediante diferentes flashbacks a lo largo
del metraje iremos repasando.
Siendo
el primero de ellos el mejor de todos, donde asistimos a unos breves
minutos delirantes en el que alucinamos con una entidad que toma forma
corpórea gracias a un ser conformado por todo tipo de carne congelada,
rematado por una cabeza en forma de pavo de Acción de Gracias, cuyos
poderes incluyen ristras de salchichas arrojadizas o el poder de
convertir un pomo de puerta en un enorme pene, que ninguno de los dos
protagonistas osa tocar, a pesar de que aparentemente sea su única vía
de salida (delirante!!!).
Una
narración que parece a priori que va a seguir un esquema bastante
lineal y repetitivo a lo largo del film (diálogo en el restaurante,
seguido del flashback de turno), pero nada más lejos de la realidad,
pues Coscarelli, que sin ser un director genial, sí es gato viejo
en la industria del fantástico, aquí intenta jugar con toda la
baraja, metiendo todo lo que suele funcionar dentro del género: zombies,
realidades paralelas, saltos temporales, invasiones extraterrestres,
criaturas de todo tipo, poderes paranormales, etc... buscando contentar a
todo seguidor de lo fantástico y asegurarse la mano.
David contándole sus experiencias a un incrédulo Arnie... |
Pero ya suelen decir que “Quien mucho abarca, poco abraza”
y así acaba siendo, pues la película avanza a un ritmo frenético, digo de una ataque epiléptico, pero
como si fuera un pollo sin cabeza, sin ningún rumbo fijo ni ideas claras, donde las
tramas principales quedan pisoteadas por otras que no para de abrirse
cada dos por tres, quedando al final como un ejercicio de pirotecnia sin
una identidad clara. Una película que termina por hacerse larga,
digámoslo claro. ¿Habría sido un buen corto o mediometraje? Seguramente
sí, pero su innecesariamente alargado metraje (casi 2h), la pérdida de
todo sentido de la narración hacia su mitad, el nulo carisma de sus
protagonistas y algunas escenas muy desacertadas, acaban haciendo que
uno ansía que tras el siguiente fundido a negro lleguen los títulos de
crédito, que se hicieron esperar demasiado para nuestro desespero...
Un
film que para los ya mayores no deja de ser una gamberrada de la que
podemos salvar unos contados gags y diálogos aislados, pero quizás para
las nuevas generaciones constituya uno de esos referentes, como nuestros
fueron Bill y Ted. Por cierto, el parecido es más que razonable, pero
aquí con un guión mucho más loco. Ya sabéis lo que os espera si le dais
una oportunidad...
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