Compliance, ya dejó huella en el último Festival de Sundance, siendo una de las películas que despertó interés a lo largo del certamen. La
historia arranca en uno de tantos restaurante de comida rápida que
abundan en cualquier ciudad americana, por lo que se nos cuenta aquí,
podría ocurrir en cualquier punto del país. Donde Becky es una joven
adolescente que trabaja a las órdenes de Sandra, la encargada del local.
Una llamada por parte de un agente de policía pone en alerta a Sandra
de que una mujer acaba de denunciar a su joven empleada de haberle
robado dinero. Sin atreverse a poner en duda al agente de la ley y
condicionada a partir de ese momento por las órdenes del oficial de
policía, Sandra retendrá a Becky y la irá sometiendo a todas las
humillaciones que se le ordenen por teléfono. Lo que inicialmente parece
un mero malentendido y que fácilmente se podrá aclarar tras charlar con
la acusada y chequear sus pertenencias, acaba derivando en una creciente
pesadilla para la joven que ve como es humillada y vejada una y otra vez,
empezando a desdibujarse hasta desaparecer la linea que separa lo legal
del mero abuso. Una película que en su fondo pone en relieve cierta
psicopatía en la
sociedad americana y su abusivo sistema policial, que aquí se demuestra
más cruento aún, al ser capaz sin estar presente ningún agente, en
desarrollar el miedo en unos ciudadanos que apenas se atreven a
contradecir al oficial al mando del caso, teniendo éste el poder de
desarrollar en ellos un comportamiento agresivo, ilegal y casi
injustificable desde el patio de butacas, desde donde a veces nos costaba
creer lo que estábamos viendo.
Becky esperando la siguiente orden por parte del policía... |
Sandra, escuchando atentamente la siguiente orden del policía... |
El
film se escuda al final relatando que existen unos 70 casos similares
al año en los Estados Unidos, donde este tipo de abusos suelen contener
escenas como las que acabamos de visionar, queriendo de alguna manera darle cierto verismo, que desde
nuestra perspectiva nos cuesta creer que esto pueda ocurrir. Y que aquí de
ninguna manera podríamos seguirle tanto la corriente a alguien que ni
conocemos y que por teléfono acaba de identificarse como agente de
policía, pero estamos hablando de los Estados Unidos y ese es otro mundo...
Becky incrédula al oír como el oficial le explica que ha sido denunciada por robo... |
La
película en sí, consigue lo que se propone, que es incomodar al
espectador con una situación que muestra nuestra vulnerabilidad ante la
autoridad (tanto policial como por parte de un superior en nuestro
trabajo), haciendo que a medida que avanzan los minutos, empecemos a
dudar de si ya hemos asistido a la última de las vejaciones que sufre
Becky (agunas de ellas muy explícitas). Sin embargo, el hilo conductor
acaba cansando un poco, secuencia tras secuencia se repite el mismo
esquema: orden del agente de policía, titubeo por parte de quienes
tienen que acatarla, pero aceptación y ejecución al fin tras una amenaza
de tono marcial desde el otro lado de la linea telefónica. Quizás se
habría agradecido darle más metraje al desarrollo de quién está al otro
lado, y que aquí solo tenemos la oportunidad de ver muy al final,
impidiendo que lo que intuíamos como la vuelta de tuerca que necesitaba
la historia para coger velocidad de crucero de nuevo, se quede en un
mero apunte para cerrar la película. Interesante, dura y perturbadora, por
mostrar la vulnerabilidad a la que todos podemos estar expuestos, pero
que a nivel cinematográfico se le tiene que achacar el no saber cambiar
de esquema narrativo a lo largo de más de una hora, haciéndose algo
monótona en este sentido.
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