Tras la inexplicable desaparición de varios pescadores y de decenas de ballenas muertas vistas en la orilla, el guarda costero O'shea (Richard Coyle) y su nueva compañera Lisa (Ruth Bradley) abrirán una pequeña investigación para averiguar qué está provocando esa complicada situación.
Al mismo tiempo, aparece una desconocida criatura tentaculada en una red de langostas, que no parece ser de este planeta y que ataca a las personas a la menor oportunidad. Sin embargo, después de estudiarla meticulosamente (bueno, tampoco tanto), parece tener cierta aversión al alcohol, convirtiéndose en la única posibilidad de combatirlos una vez ataquen el pueblo en masa (descubren huevos escondidos en la orilla).
La ligereza argumental de la que hace gala Grabbers obviamente le resta densidad cinematográfica al conjunto, que termina por ser demasiado digerible e incluso inane, pero si somos capaces de aceptar sus gamberras normas, la experiencia será positiva (más para el público que para la crítica seguramente).
Naturalmente bebe de fuentes tan conocidas como Gremlins (las gamberradas en el bar son un simpático homenaje), de Tiburón (monstruo marino al canto) y del universo originado por Ridley Scott y su Alien (según cuenta el guionista, Kevin Lehane, lo tenía en todo momento presente mientras escribía el guión).
Extrañados ante lo que se les ha colado en la red de langostas |
Armados con instrumentos mortales como sillas y revistas enrolladas... |
Rompo una lanza pues a favor de Grabbers, una cinta que hubiese causado furor en los 80 y que ya no tiene tanta pegada en nuestros días, aunque nos haga pasar realmente un buen rato como pocas.
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