¿Que mejor noticia que ver como una película te atrapa casi desde su primer fotograma? No lo
digo por decir, pero
Chained en cuestión de pocos planos ha logrado tenerme con los ojos bien abiertos y fijos a la pantalla, mientras
contenía la respiración ante lo que me olía que iba a pasar.
Nuestra historia arranca cuando Sarah y su hijo Tim de 9 años, se suben a un
taxi para volver tranquilamente a casa, pero con la mala fortuna de cruzarse
precisamente con Bob (
Vincent D´Onofrio), un asesino en serie que además de
utilizar su vehículo para ganarse la vida, lo usa para dar rienda suelta a su
oscura, inconfesable y perversa afición: secuestrar, violar y asesinar mujeres.
Sin
embargo en esta ocasión se le presenta una duda una vez ha dado rienda
suelta a sus instintos con la pobre Sarah, ¿qué hacer con el hijo de su
víctima? Y la solución que le encuentra al problema es quedarse al
asustado
chico como su esclavo personal (al que apoda
Rabitt). Obligado a partir
de
entonces a mantener limpia la casa, obedecer sin rechistar, recortar del
periódico todas las noticias de desapariciones y alimentarse de los
restos
dejados en el plato por su nuevo amo (por no hablar de funciones mucho
más desagradables que comentaré enseguida). Por si os preguntáis de
donde viene el
título del film, la respuesta es bien sencilla, tras un tímido intento
de fuga,
Tim se verá encadenado a partir de ese momento para evitar futuras
tentaciones.
Los años van pasando, con un Tim adulto que ha aceptado su rol dentro del reducido
universo que le ofrece la casa de Bob, donde podremos ver en que le han
convertido todos esos años de convivencia con un asesino malsano y desquiciado.
¿Sucumbirá a las horribles experiencias vividas para convertirse en un nuevo
serial killer como su mentor o su cabeza será lo suficientemente fuerte como para huir del
triste futuro que parece reservarle el destino?
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Jugando con una de sus víctimas... |
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Una vez en casa ya no hay vuelta atrás... |
Jennifer Lynch regresaba a la temática de asesino en serie tras
Surveillance, película que le valió llevarse el premio a la mejor película
en la edición del 2008 en Sitges, y que personalmente encontré bastante
decepcionante y muy inferior a esta en cuanto a concepción y
credibilidad del asesino en serie descrito. Ya que
D´Onofrio aquí nos construye
un personaje que hiela la sangre y que da mil patadas a la nada convincente
actuación de un discretísimo
Bill Pullman en la rriba mencionada. Como sea,
Lynch
repite temática con asesino en serie y personalmente creo que con mucho mejor
resultado.
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Limpiando los restos de un nuevo crimen... |
Uno de los elementos más interesantes de esta obra,
reside en el
reducido
espacio en el que tiene lugar prácticamente toda la historia, unas pocas
habitaciones mal iluminadas de la casa de Bob, donde somos mudos
testigos de
las continuas llegadas de las desdichadas chicas, del trágico desenlace
que les aguarda a todas a manos de un asesino que se muestra frío,
controlador de una situación estudiada y ejecutada tantas veces,
despertando en nosotros cierto horror ante lo mecánicos que resultan sus
actos.
Lynch juega habilmente dejando fuera de plano todo lo que ocurre en esa
temible habitación desde donde nos llegan los gritos, dejando así volar
nuestra imaginación pensando que atrocidades que está cometiendo allí
dentro, siendo esto muchas veces más efectivo que mostrar una escena dura y explícita.
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Acabando con una de sus víctimas... |
De
hecho, lo que sí vemos en cada ocasión son las duras imágenes de Rabitt
como tras salir Bob de la habitación, debe ponerse a limpiar la
sangre que inunda colchón, suelo y deshacerse del cuerpo, uno más en una
macabra colección que parece no tener fin.
Las actuaciones de los dos grandes protagonistas son los grandes puntos de interés del film, por un lado genial
D´Onofrio, que luce un aspecto dejado y amenazante a la vez, dotando a
su personaje de una característica y dubitativa dicción que nos trasmite
algún problema de su mente enferma, uno de los killers más interesantes
que ha dado el cine en los últimos años. Por su parte
Eamon Farren, que
da vida a Rabitt en su vida adulta, también sabe estar a la altura y no
desentona, haciendo creíble la personificación de una mente alterada,
asustada y a la vez decidida a sobrevivir a toda costa.
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Dominándolo todo desde su trono... |
Una película más que notable, contada con un ritmo
narrativo que no nos deja pestañear, muy disfrutable y
que me ha hecho pasar un mal rato con escenas logradas (mítica ya la
partida de cartas con los DNI de sus víctimas), pero a la que sin duda
le sobra la última
vuelta de tuerca de guión que nos ofrece para nuestra frustación. Un
giro despreciable, innecesario y que desentona con el excelente final
que se había dado momentos antes, un cierre mucho más inteligente, que nos dejaba ante nosotros
el reto de interpretar. A pesar de
este desliz final, que sigo sin entender, la recomiendo sin ninguna
duda, a buen seguro que Bob entrará a formar parte de vuestra lista
personal de asesinos en serie, y os hará preferir el metro y el bus como
medio de transporte público...
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