miércoles, 29 de agosto de 2012

DEATHSTALKER 3 (1988)

Segundo e inmerecido mancillamiento de la cada vez más estimable Deathstalker, que vuelve a recuperar al héroe de marras para meterlo de nuevo en una historia con princesas (ya basta, no puedo más) y brujos malvados que no son tan malvados a fin de cuentas.
En esta tercera entrega, nuestro aguerrido "Distalker" (así lo pronuncian en el doblaje castizo al menos), será requerido por la princesa Carissa para que proteja una joya (una piedra de los chinos) que, unida a su otra mitad, puede desvelar el paradero de la ciudad perdida de Erendor, cuyo reino parece ser que le pertenece (surgen muchas preguntas, pero es lo de menos, creedme).
Como ya os hacéis una idea, la otra mitad del cristalito está en manos del malvado hechicero Troxartas, que como punto novedoso, pretende hacerse con los servicios de un ejército (en realidad son unos cuantos nada más) de no-muertos.
Tras la muerte de la princesa Carissa (pésima esa toma, por cierto), el apuesto Distalker se topará con su hermana gemela Elizena (se les acaban las ideas al grupito de guionistas), y como es natural en este tipo de situaciones, harán gala de una relación amor-odio del todo despreciable.
El punto bígamo del fornido Conancito vendrá cuando éste se lo monte también con una extraña jovencita de las montañas, que vive con su cansina madre y solo se alimenta de patatas (si amigos, hay mucho humor en este engendro).
El mago Troxartas en cuestión (una mezcla entre Pepe Viyuela y Michael Ironside), también ansía dominar Erendor, por lo que comenzará una lucha encarnizada por unir las joyas, aunque para ello deba traicionar a su dulce y ardiente compañera Camisarde.
El film, apodado también "Deathstalker y los guerreros del infierno", sufre los mismos inconvenientes que sus anteriores entregas (precariedad de medios, pobreza de guión, pésimas coreografías), aunque con pequeñas diferencias. De entrada, el nuevo Deathstalker John Allen Nelson, transmite empatía y le sienta bien su personaje, dentro de los límites propios de una cinta de serie C.



Su cara nos es familiar debido a una numerosa participación en series de TV (desde CSI, pasando por Mentes Criminales hasta llegar a Anatomía de Grey), y sufre una extrañísima similitud con el actor David Hasselhoff, tanto a nivel de actuación, tics personales e incluso comparte voz en su doblaje en castellano, una serie de coincidencias que me tienen perplejo (además, coincidieron en El Coche fantástico).
Sus escenarios continúan siendo del peor cartón-piedra, cierto, pero como mínimo es la única filmación que no reutiliza el stock de sus anteriores entregas (también porque está rodada en México esta vez, y no en Argentina) y ofrece un cuidado de la fotografía muy por encima de sus previas.
Si bien es indiscutible que sigue empachando con sus batallitas de recreo y sus interminables saltitos en los combates (todos buscando la pose), también lo es el hecho de que tiene un final agridulce, algo inédito en la saga, donde todo solía acabar con perdices (a ver qué me depara la cuarta).
Lamentablemente, su sobriedad argumental se debilita de tal manera que acaba resultando aburrida y algo tediosa, por no decir excesivamente lenta (a veces se nos olvida que es una cinta de aventuras).
Ni tan siquiera la aportación zombie satisfará nuestras expectativas, pues son un grupito de resucitados en plena forma física y mental (respetando sus edades, lógicamente), sujetos simplemente a una condena de su alma en un frasco (ejem..).
Así pues, esta tercera entrega dentro de la tetralogía Deathstalker eleva insuficientemente el nivel de su predecesora pero sigue defraudando enormemente, tanto por su falta de personalidad como por su desidia coral (excepto el actor principal, que se salva). Además, su nivel de calentura baja alarmantemente, lo que defrauda de manera muy significativa al aquí presente, que se ha quedado sin su festín esperado.

martes, 28 de agosto de 2012

PSICOSIS 4 : EL COMIENZO (1990)

Cuarto y definitivo capotazo a la saga Psicosis, esta vez de carácter propiamente televisivo (nada de estrenarse en cines) y conservando a un Anthony Perkins de capa caída que ni le apetece, ni se cree ya a su afamado personaje (a falta de proyectos de mayor interés, volvía a la gallina de los huevos de oro, como buen ser humano necesitado).
Tras una segunda parte reivindicable y un tercer capítulo del todo innecesario, los de la Universal idearon una posible resurrección de la trama (ya muy exprimida a esas alturas) que situaba parte de la acción esta vez en el tortuoso pasado de Norman, creando esta "precuela" del original de Hitchcock.
Un programa de radio llamado "charlas de la ciudad" está centrando sus conversaciones nocturnas en los problemas psiquiátricos derivados del parricidio o del matricidio, con invitados de prestigio del sector y testimonios de oyentes que participan activamente.
Una llamada de un tal "Ed" deja perplejos a los asistentes, pues describe con auténtica frialdad una serie de asesinatos acaecidos años atrás en California. Rápidamente, el doctor Richmond allí presente se percata de que se trata ni más ni menos que del mismísimo Norman Bates, al cual él mismo trató hace ya 3 décadas (el asunto de los años siempre ha sido tratado con exactitud, todo sea dicho).
Bates está ahora fuera del sanatorio, casado con una psicóloga de dicha institución, aparentemente cuerdo y decidido por fin a desvelarnos su angustiosa y extrañísima relación con su madre, de la que heredó sin duda todos sus desequilibrios (que no son pocos).
La conversación repasa capítulos de su niñez y adolescencia cerca de una mujer reprimida y psicótica, con tiempo para el drama, el temor infantil e incluso el erotismo incestuoso (Norman no sabe dominar sus impulsos cuando ve a su madre en camisón....¡¡ si Alfred levantara la cabeza !!).
La cosa se pone turbia cuando los asistentes al programa advierten un nuevo brote enfermizo de Bates, que al enterarse de su inesperada paternidad, está listo para terminar con todo el que le rodea para prevenir así al mundo de un pequeño Norman.
Este cierre de la saga está perpetrado por el cineasta estadounidense Mick Garris, volcado a su manera en el género fantástico y de terror (autor de Critters 2 o el absurdo remake de casi 5 horas de El resplandor, para que os hagáis una idea) y que, de alguna manera inexplicable, desaprovecha un suculento material a su alcance para crear una discretísima cinta de terror.
Hay quién dice que esta es la mejor secuela de la saga, quizás por su cambio de tono (el terror no es el mismo) y su distintivo dramático (ahonda más en personalidades difíciles), aparte de recuperar la sintonía original y algunos aciertos de guión nada despreciables (la locura de la madre está bastante bien reflejada).


Personalmente, creo que está carente de todo el suspense de sus anteriores entregas (hablo, naturalmente, de la 2 y la 3), que su broche final es insultante (¿alguien quiere que acabe bien este hombre?) y que el bueno de Perkins es una sombra de sí mismo, desprendiendo más lastima que cualquier otra emoción pretendida (además, Mick Garris confesó que era imposible trabajar a gusto con Anthony).
Dicho sea de paso, el nivel actoral es sorprendentemente loable, con un Norman adolescente bien escogido (interpretado por un esforzado Henry Thomas, el Elliott de E.T.) y una madre metida en el papel hasta los huesos (encarnada por la argentina Olivia Hussey), que recrean de manera más que aceptable los sucesos tortuosos en la infancia de Norman.
Además, y a modo de cameo, disfrutaremos la presencia (siempre grata) de John Landis en pantalla, como el coordinador del programa de radio.
En conjunto, esta Psicosis 4:El comienzo es valiente al mirar en otra dirección y no ser otro pastiche de apuñaladas como era de esperar, sin perder ese punto de erotismo macabro (rozando lo prohibido) ni cometiendo el error de otorgar demasiado protagonismo a un ya decadente Anthony Perkins (como en el caso de sus 2 predecesoras).
Por contra, su realización es mejorable (parece de encargo, sin signo de personalidad) y únicamente puede agradar a los incondicionales de la saga, desprovistos ya de antemano de cualquier pretensión crítica.
Recuperaré aquella simpática frase que decía : -¡No se vayan todavía, aún hay más!- para comentar que siguieron habiendo films propiciados por el efecto Psicosis, como un remake de Gus Van Sant (Psycho, 1998), un documental que repasa y analiza su influencia en el cine posterior (Psycho Legacy, 2010) o un film de índole televisiva titulado "El motel de Norman" (Bates Motel, 1987), a las que algún día hincaré el diente, que no os quepa duda.

 

sábado, 25 de agosto de 2012

DEATHSTALKER 2 (1987)

Intolerable prolongación de la entrañable Deathstalker, que se podría definir como el colmo de la exploitation, al llegar a copiarse a sí misma sin prejuicio alguno (recalienta fotogramas de su predecesora sin compasión y todo).
Con un reparto renovado (ahora el protagonista es un inaguantable chulo mantecas de medio pelo), y un cineasta tan mediocre como productivo de serie z llamado Jim Wynorski al timón, el entuerto no había manera de salvarlo aunque tiremos de indulgencia.
Bajo el engañoso subtítulo de "Duel of the Titans"(ni titanes ni nada, que no os engañen), esta secuela low-budget (a su lado, la primera parece Excalibur) escatima todos los recursos posibles para hacernos palidecer pasados los primeros cinco minutos (literalmente), donde ya vislumbramos la futura catástrofe.
Veamos de todas formas qué narices ofrece su guión (o algo así) y porqué consigue llevar al extremo de su paciencia a cualquier desesperado cinéfilo que se precie.
La princesa Evie (una pésima intérprete llamada Monique Grabielle) acude de incógnito al pintoresco Deathstalker (ahora reconvertido en ladrón) para que le ayude en su propósito de recuperar el reino que le ha sido arrebatado (engañándolo, evidentemente).
Según cuenta, el hechicero Jarek (aún tendría un pase el tipo que lo encarna) tiene un clon de ella en palacio y controla el reino a su placer, organizando fiestas y orgías a su antojo (si es que no hacen ningún mal, solo liquidan a un par de impresentables de vez en cuando...). En fin, que se enzarzan en un viaje repleto de aventuras y delirantes combates contra todo tipo de enemigos, ya sean amazonas, trolls, luchadoras profesionales de wrestling, magos o incluso zombies de ultratumba. Seguramente el señor Wynorski buscaba una película autoparódica, donde el humor y el erotismo ocuparan gran parte del metraje entre batalla y batalla, y que garantizara tanto éxito comercial como su "solvente" antecesora. Lamentablemente, hay que ir muy bebido para disfrutar de tal despropósito, ya que no se salva ni el apuntador (sus futuros bodrios como "Ghoulies 4" o la secuela de "La cosa del pantano" despejarían toda duda hacía su infame talento)
Diálogos verdaderamente sonrojantes, una banda sonora agotadora y un montaje chapucero (vergonzoso que utilicen las mismas imágenes, insisto) hacen de esta segunda parte un triste refrito sin alma ni gracia que pudo ser otra cosa y que terminó defraudando a crítica y público. Su insultante propuesta de espada y brujería es más olvidable que disfrutable, y permite verla con el cerebro en posición off sin perdernos absolutamente nada.

¿El único film en aunar espadas, brujos y zombies?...

la mal llamada actriz en plena....actuación

Hueca y necia a más no poder, todo en ella parece un gag chapucero de José Mota montado por aficionados, por lo que no guarda ningún interés más allá del cachondeo más descalabrado.
Ni algunas escenas delirantes como el combate contra Gorgo (Stalker lucha en un cuadrilátero con la wrestler profesional Queen Kong), su paso por el cementerio (aún me intriga) o algunos momentos tórridos (sube la temperatura durante unos momentillos), salvan tamaña tontería.
Chistes subiditos de tono (¿es tu espada eso que noto?) y demás recursos como las tomas falsas al final del film o el siempre bienvenido desfile de escotes allanan un pelín el trayecto, insalvable de todas maneras.
La tercera y cuarta entrega de las hazañas del cada vez menos apuesto Deathstalker no prometen nada del otro mundo tampoco, pero de alguna manera extraña y enfermiza, me seduce tanto la idea de su destino que no tardaré en degustarla, si es que las aguanto despierto.

viernes, 24 de agosto de 2012

SHERLOCK HOLMES DESAFÍA A LA MUERTE (1943)

Sexto episodio de la famosa serie de films sobre el agudo Sherlock Holmes y su respetable acompañante Dr.Watson, interpretados como ya sabemos, por el funcional tándem Rathbone-Bruce.
Como es costumbre, su duración es de apenas 70 minutos y mantiene cierta estética televisiva, (al igual que el resto de entregas) aunque aquí la ambientación es más cercana al terror, y eso, a priori, le hacía ganar interés.
En esta ocasión, El Dr. Watson está dirigiendo una residencia para atender a soldados convalecientes de la Segunda Guerra Mundial (se toca el tema con obligada sutileza, ya que aún no se había acabado el conflicto bélico en la fecha de su estreno).
Dicha residencia hospitalaria está situada dentro de la tétrica mansión Musgrave, cuya fama asusta mucho a los lugareños (no se entiende muy bien el por qué de esta extraña elección), pero que aparentemente, no son más que un cúmulo de viejas y obsoletas leyendas.
Tras el enigmático y (casi de chiste) apuñalamiento de su ayudante el Dr. Sexton en la oscuridad de la noche, el fiel Watson acudirá de nuevo a Londres en busca de Sherlock Holmes para que le ayude a desvelar el misterio.
A su llegada, Scotland Yard ya investiga un nuevo caso de violencia en la mansión Musgrave, y se sucederán sendas investigaciones paralelas entre nuestra pareja detectivesca y el despistado inspector Lestrade.
Cabe destacar que, sobre el papel, este "Desafiando a la muerte" quizás era el episodio más atrayente y terrorífico de los 14 que conforman la saga, pero una vez trasladado en pantalla, ha sido un casi decepcionante y rutinario ejercicio de intriga bastante desaprovechado.
Su punto fuerte es, sin duda, conseguir que Sherlock Holmes investigue su caso en medio de una atmósfera cercana al terror, con ingredientes tan utilizados como un sótano oculto, mayordomos sospechosos o pasadizos secretos que conducen a lugares tenebrosos.
Es en realidad, una adaptación bastante fiel del original de Conan Doyle "El ritual de los Musgrave", que según cuentan (no he tenido el placer) añade incluso más estímulos de horror que su homónima recreación cinematográfica.


Actuaciones teatrales (gestos exagerados y a veces caducos), chistes inofensivos y situaciones de interior hasta cansar es lo que propone este sexto episodio, que por lo menos a mí, me ha creado más indiferencia de la esperada. Con la "discutible" intención de liar al espectador además, aparecen una docena de posibles sospechosos en escena, apabullándonos de posibilidades y convirtiéndonos en prófugos de su bienintencionado encanto.
Si bien es cierto que desde una óptica nostálgica y más piadosa, el film puede considerarse como una obra más bien estimable, mucho me temo que el nuevo cinéfilo no la considerará relevante ni causará en él ningún efecto más allá del cariño.
En definitiva, un capítulo más en las aventuras de Sherlock Holmes que, aún siendo entretenida y a veces peculiar (esa partida de ajedrez humana), está por debajo de las posibilidades que ofrecía visto el guión original.
Punto esclarecedor: No me he equivocado con el título, ya que recibió ambas cabeceras (Sherlock Holmes desafía a la muerte y Desafiando a la muerte).

 

miércoles, 22 de agosto de 2012

EL ÚLTIMO GUERRERO (DEATHSTALKER) (1983)

Como no podía ser de otra manera, el éxito cosechado por la excelente Conan, El Bárbaro (John Milius, 1982) despertó el interés de cineastas de segunda (y de tercera y de cuarta) fila para realizar films puramente exploitation.
El astuto Roger Corman (siempre de por medio este hombre) vio más rápido que nadie dicho filón y se puso manos a la obra con su creación en forma de réplica barata (o serie B). Contrató al recién graduado y demasiado novato James Sbardellati para que se encargara de la dirección y a un elenco de actores anónimos (de series de TV) que dieran el pego en esta discreta historia de heroicidades fantásticas.
Así nació Deathstalker, una coproducción entre EEUU y Argentina de 1983 que hoy rescato con orgullo para intentar revalorizarla como creo, merece.
La vieja hechicera Toravia tentará al indómito guerrero Deathstalker (el fornido Rick Hill) para que se haga con el "poder supremo", que sólo conseguirá si logra unir los denominados "tres poderes de la creación".
Dichos poderes (el amuleto de la vida, la espada de la justicia y el cáliz de magia) no deben caer en manos del malvado brujo Munkar (Bernard Erhard), ya que podría provocar efectos devastadores (aunque visto lo visto, el tipo sólo monta orgías, torneos, fiestas... no sé yo quién es el malvado...).
Una vez conseguida la espada justiciera, nuestro héroe se dirigirá a los dominios de Munkar para participar en un violento y sanguinario torneo que decidirá quién es el más poderoso del lugar, y por lo tanto, quién merece ser el sucesor al trono (el tirano Munkar insiste que le queda poco de vida).
Durante el trayecto, se le unirán otros viajeros de distintas procedencias (el antiguo guerrero que custodiaba la espada, un joven valeroso con aires de grandeza y una despampanante walkiria algo ligera de cascos).
El autoproclamado monarca Munkar, a su vez, mantiene secuestrada a la verdadera princesa (el rey vive destronado en los bosques), y piensa ofrecerla a sus invitados sin concesión alguna (la escena del monstruo-cerdo acercándose para beneficiársela no tiene desperdicio).
Deathstalker pues tendrá en sus manos la oportunidad de vencer al brujo Munkar, ganar el torneo, obtener los tres ansiados poderes y rescatar a la humillada hija del rey, ahí es nada.
Para un servidor, esta Deathstalker no tan solo funciona como cinta de aventuras al uso, ni por ofrecer sus alborotadas dosis de acción, ni tan siquiera por sus fantasías de héroes y princesas, sino que va más allá y consigue algo inaudito. Para nuestra sorpresa, crea una enorme empatía hacía el espectador, que pronto se olvida del crítico que lleva dentro y le obliga a disfrutarla con el humor que la caracteriza (hay un par de momentos estupendos, como el del secuaz convertido en princesa o el primer "interruptus" de nuestro lustroso guerrero).
Endiabladamente entretenida y repleta de personajes sugerentes (hay orgías, monstruos-cerdo, enanos, luchas de barro, mujeres semi-desnudas, orcos, mascotas imposibles, etc...), el film únicamente flaquea en su aspecto técnico y de realización (incluso su música tiene un pase).


Podemos comprobar que su guión, sin ser una maravilla, es más que digno y no hace uso únicamente de los tópicos del género (aunque los hay). También percibimos que sus intérpretes, aún siendo de tercera regional e ir con pelucones (el del protagonista no tiene nombre), salvan la papeleta y no irritan lo más mínimo, siendo incluso entrañables unos cuantos de ellos.
Lamentablemente, todo lo demás deja bastante que desear como es normal, empezando por unas coreografías de andar por casa, unos efectos de cartón piedra o unos errores demasiado evidentes en vestuario y maquillaje (el tatuaje de Munkar no tiene un lado de la cara fijo, o errores de raccord en según qué momentos del relato).
De todas maneras, no es ninguna tontería el reconsiderarla como una pieza de mini culto a la serie B de espada y brujería de los 80, y ya va siendo hora de que se le haga justicia y se la recupere para un renovado análisis cinematográfico más acorde con su significado conceptual


Fácilmente tildada de subproducto, tan sólo por el mero hecho de tener menos presupuesto que algunas grandes producciones (hecho tristemente injusto), fue víctima de su propio márketing.
Vendida en un envoltorio direct-to-video y presentada con unos dibujos cercanos al Conan original (incluso el doblaje en España fue el mismo que el del film de Milius), la cinta de John Watson (nombre artístico para su primerizo director), destaca por no intimidarse ante su modelo a seguir y aportar aire fresco al género pese a tener todo el viento en contra.
Por mi parte, seguiré su trayectoria (tuvo 3 secuelas, visto el éxito) para ver qué más aventuras nos depara el "gallardo guerrero de fuerza hercúlea" (si la veis lo entenderéis....) y os seguiré informando.

sábado, 18 de agosto de 2012

THE COTTAGE (2008)

Los hermanos David y Peter (Andy Serkis y Reece Shearsmith) han secuestrado a Tracey, la explosiva hija de un gángster que regenta un local de strip-tease (y demás servicios impronunciables). Ambos se esconden en una lejana cabaña en medio de ninguna parte, enmascarados y nerviosos (sobre todo el bueno de Peter), esperando a que llegue su recompensa, las 100.000 libras del rescate.
La inexperiencia de ambos en el mundo de los secuestros se hace evidente a los pocos minutos, y si le sumamos esas irreconciliables diferencias fraternales, el asunto se les complica drásticamente.
La recauchutada Tracey demuestra a su vez un carácter fuerte y violento, no dejándose amedrentar como ellos esperaban (más bien ellos le tienen miedo a ella), y consiguiendo escapar sin mucho esfuerzo de la casa.
Lo que nadie se espera es la presencia de un granjero cercano, maniaco y deforme, que no está dispuesto a dejar que nadie pise sus tierras y les dará caza de la manera más sangrienta posible.
Esta película británica de 2008 se podría considerar como una divertida respuesta al género del terror americano con asesino monstruoso incluido, que se puso de moda con La Matanza de Texas (Tobe Hopper, 1974) y que, hasta nuestros días, sigue explotándose comercialmente (véase por ejemplo el reciente díptico Hatchet).
Aquí se conjugan a la perfección elementos de comedia (de un bienvenido aire "brit"), del terror más convencional (atmósfera nocturna, cobertizos, sordidez...), hasta llegar al punto álgido donde el gore toma el relevo y satisface al amante de género.



Para mí, el film de Paul Andrew Williams (a su vez, director y guionista), está dividido en dos partes bien diferenciadas. Su primera hora de función está centrada exclusivamente en el secuestro de medio pelo que tratan de llevar a cabo los hermanos, con buenas dosis de humor y una digna presentación de personajes. En segundo lugar, pasada la hora, entra en escena el desproporcionado granjero para regalarnos los mejores 35 minutos del film. Un individuo del todo grotesco que guarda extremidades humanas en la nevera y que al primer descuido, te hace un fatality en toda regla (ver foto), siempre da mucho juego en un flick de terror. Un divertimento adulto sumamente gamberro, con momentos realmente graciosos (como el primer encuentro cara a cara con el asesino o la secuencia del pie seccionado), diálogos concisos a la vez que superficiales (no se andan por las ramas) y una buena dosis de agonía soportable.
Por contra, acusa ciertas subtramas ciertamente insatisfactorias, como la de los esbirros chinos del mafioso (ni pizca de gracia), el estilista (suprimible) o el personaje del hermano de Tracey, todos carnaza para aumentar el número de víctimas del festín sádico.
Esta "The cottage" (literalmente, casa de campo) es en definitiva una experiencia desvergonzada que, pese a usar tópicos de siempre, consigue suscitar empatía en el espectador y lograr que disfrutemos su propuesta. No pasará a la historia del cine, pero es mejor de lo que pueda prometer su sinopsis o incluso su "sosa" portada.


Pese a estar nominada como mejor film en el Festival Internacional de Sitges de 2008, no obtuvo finalmente la suficiente financiación para su distribución en nuestro país y se mantiene aún inédita, pasados ya 4 años.
Recomendable pues para amantes del subgénero "comedia de terror", para incondicionales del trabajo de Serkis (recordemos, el actor detrás de Gollum) o para cinéfilos despendolados que quieran pasar un rato divertido y escalofriante a partes iguales.

jueves, 16 de agosto de 2012

LAS AVENTURAS DE ZIPI Y ZAPE (1981)

Lo confieso. En esta ocasión me ha costado lo indecible dar el paso. He tenido que armarme de un valor nunca antes visto para deglutir dicha astracanada cinematográfica y tratar de salir ileso de ella. Pero todo tiene una explicación aunque no sea del todo convincente, y es que necesitaba un maltrato neuronal máximo para resetear mis valores cinéfagos a su punto de origen, escapando de esa hermética reflexión intelectual y/o cinéfila tan inquisidora que me invade poco a poco y que no me dejaba contemplar ni analizar según qué subproductos.
A fin de cuentas, exponerse a semejante tortura (de manera siempre voluntaria, claro) te hace mucho más fuerte (eso sí, tras debilitarte lo suyo) y te obliga a valorar con mayor justicia el resto de tu bagaje cinematográfico.
Resultado: Nos ofrece la oportunidad de crear un antes y un después en nuestra memoria fílmica, puesto que todas las películas que hayamos visto hasta la fecha, nos parecerán mejores tras hacerle pasar este calvario a nuestras inocentes retinas. Doy fe de ello.
A lo que iba, el elegido para esta fechoría titulada "las aventuras de Zipi y Zape" fue Enrique Guevara, un director de films eróticos de la época del destape (clasificados "S") como "Jill" o la archiconocida "En busca del polvo perdido" (me parto...), que accidentalmente se colaba en otros géneros para sacar a relucir sus dotes creativas.
Me imagino al cachondo de Enrique empapándose del famoso cómic de Escobar e intentando dar forma a un proyecto que ya pintaba mal de entrada, pero que muy mal.
La historia sitúa a los inaguantables hermanos Zapatilla (Zipi y Zape) de vuelta al colegio tras las vacaciones de verano. Oliverio es el alumno sorpresa del curso, que pese a venir de familia rica y viajar con su chófer en un Rolls Royce, se siente marginado y socialmente inadaptado. Gracias al buen corazón de los hermanos, comenzarán a corretear y compartir gamberradas juntos, haciéndose grandes amigos y esas cosas (quedan para jugar a indios y vaqueros, etc, etc... un bochorno).
Para estirar la cinta y convertirla en largometraje, Oliverio será secuestrado por una banda de italianos mafiosos (peor calaña que en los films de los Calatrava, imaginad), con intención de pedir un millonario rescate.
La amistad reinará y el mundo entero se movilizará para buscar al niño pijo...(pausa para vomitar).
No hay que aclarar que la mediocridad del film es absoluta, tanto en el reparto (salvando únicamente a la despistada Mary Santpere) como en los demás aspectos técnicos, todos de la peor factura posible (una música horrenda, un guión subnormal, interiores lamentables y humor imperdonablemente necio).
No se me pasa por alto el hecho de que sea una cinta exclusiva para el público infantil, pero vista desde una óptica adulta, no merece más calificativos que el insulto más despiadado (no aceptamos la excusa de que a los niños les pueda llegar a gustar).


Su zafiedad y exceso de bobadas no conoce límites, y por si fuera poco, nos castigan con números musicales insufribles con niños cantarines (tipo Regaliz o Parchís), que acaban por desorbitarnos completamente.
Plagada de bromas de dudosa naturaleza (Amparo Moreno maquillada como una sirvienta negra de labios imposibles y acento imperdonable o la tropa de mafiosos pintados de chinos salchicheros), será una verdadera proeza terminarla sin huir despavoridos, ya que desgasta las energías e invita a abandonar a los cinco minutos.
Tampoco ayudan esos guiños a series de TV de la época, que resultan un total despropósito y denotan una preocupante falta de buen gusto. Un increíble Hulk penoso y lila, un Sherlock Holmes de feria ambulante y unas ángeles de "Churly" (diablillas les llaman aquí) de pacotilla, (aunque por lo menos nos levantan un poco el ánimo a los que ya rozábamos la agonía) son ejemplos claros de hasta donde llegan para irritarnos. Una vez derrotado por completo y llorando ya mientras avanzan los títulos de crédito, eché la vista atrás y conseguí encontrar algo aprovechable; una brizna de esperanzador surrealismo que amenazaba con agradarme. Dejad que me explique: mientras suceden todo tipo de calamidades humorísticas en tamaña sinvergonzonería, se percibe un humor absurdo en el personaje de la tía Aniceta (Santpere), que sin darse mucha cuenta, es de largo, la más divertida del entuerto (sus reflexiones son dignas de psiquiátrico).
Y por si esto fuera poco, también nos deleitaremos con imágenes de la Barcelona de antaño, y pasearemos por Las Ramblas, el Mercat de la Boqueria, cogeremos el famoso tranvía azul hasta llegar al Tibidabo y nos montaremos en sus atracciones hasta subirnos a su mítico avión rojizo.
Una experiencia placentera y nostálgica que aplacará nuestra comprensible ira aunque sea por unos momentos.
De vuelta a la realidad, no haré mayor hincapié en que se trata de un film infecto y banal, de tal intrascendencia que abruma y de una insultante moraleja (esa escena final en plaza de Catalunya a lo grande, con montones de gente que ni sabían a qué venían).
Si aún estáis a tiempo, huid. Para los que ya hayáis corrompido vuestras existencias con su visionado, pues aferraros al punto que he expuesto más arriba. A partir de ahora, todo nos parecerá mejor.
No me iré sin anunciar que está prevista una nueva adaptación de los hermanos para el próximo 2013, bajo el título "Zipi y Zape y el club de la canica". Otra gran noticia para el cine español.

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