Último trabajo cinematográfico del cineasta inglés Ken Hughes (autor de Cromwell o del famoso musical Chitty Chitty Bang Bang), que se unía a la fiesta de los slashers al inicio de los ochenta con esta cinta titulada Night School (aunque más adelante comentaré su colección de nombres), y que, aunque parezca sorprendente, es objeto de culto para algunos fans del género.
Una serie de asesinatos brutales se están cometiendo en la ciudad de Boston. Las víctimas (siempre chicas) aparecen decapitadas y con la cabeza sumergida en agua (ya sea en una bañera, en un lago o en una cazuela). El inspector de policía Judd Austin (un actor llamado Leonard Mann, que ni chicha ni "limoná"), tratará de resolver el caso, apoyado en sus amplios conocimientos adquiridos en Harvard (la pedantería parece que también fue una asignatura en su promoción).
El avispado detective descubrirá que hay un sospechoso principal, un profesor de antropología que trabaja en la escuela nocturna donde asistía la primera decapitada. Pasito a pasito, irá tirando del hilo hasta descubrir quién se está dedicando a cortar cabezas ataviado con un casco de moto y un traje de cuero negro (años más tarde, se copiaría el atuendo de este "Headhunter" en la serie "El Halcón Callejero").
En realidad, el film de Hughes es de manual. Veamos, una pareja de polis buscando al asesino, víctimas chillonas en callejones oscuros o sitios solitarios y un motivo que se va desvelando a medida que avanzan los minutos. Sin novedad en el frente.
De hecho, irrita que el comportamiento de algunos personajes sea totalmente incongruente (esa morenaza que es perseguida por un perturbado en la calle de noche pero que al llegar a casa sana y salva, se relaja totalmente y se ducha sin problemas...).
También quedan desatendidas diversas subtramas, llegando incluso a lo cómico sin pretenderlo (la mujer del inspector aún lo está esperando en ese restaurante...), o la profesora lesbiana, un personaje inverosímil y gratuito.
Los encantos del bellezón de turno (Rachel Ward en su primer papel) nos harán más llevadero el trayecto, aunque me jugaría el pescuezo a que no estaba cómoda con su compañero de alcoba en el film, el profesor Vincent Millett (a quién da vida Drew Snyder, adecuadamente podríamos decir). El tal Millett merece un punto y aparte en mi pequeña reseña, puesto que tal vez sea el personaje de película más mujeriego que jamás haya visto (tan exagerado que da vergüenza ajena).
En sí, el film consigue mantenerse medianamente estructurado (narrativamente hablando), e incluso contiene momentos acertados como el de la ducha (por el cual algún sinvergüenza la retituló en España como Psicosis 2) o como el diseño del asesino con aire de motero, original de alguna manera.
Dicho asesino además, denominado "Headhunter", incluso acaricia unas rejas con su cuchillo cuando acecha a una de sus víctimas, como antesala de lo que haría el mismísimo Freddy Krueger con su guante metálico.
En definitiva, si somos capaces de forzar nuestras neuronas ante un guión bastante flojo repleto de conversaciones necias, en un contexto sombrío y con un desenlace muy previsible (tal vez, uno de los más sencillos que me he encontrado), el film nos parecerá soportable. De lo contrario, puede ser una tortura de órdago y una pesadilla para el menos preparado, que no le sabrá ver la poca gracia que un servidor le haya podido encontrar. Si pese a todo eso, aún queda algún temerario que la quiera disfrutar, como mínimo que esquive con todas sus fuerzas el doblaje en castellano y se deleite con su versión original, sino, que Dios nos pille confesados.
Como parte anecdótica, me gustaría subrayar que el film se estrenó originariamente con el "adecuado" pero poco original nombre "Night School", por razones obvias. En Europa, su distribución recibió otro título, acentuando su connotación terrorífica y rebautizándola como "The terror eyes". El cachondeo viene únicamente en España, donde en las salas comerciales se le otorgó una sosa traducción literal, estrenándose como "Escuela Nocturna". Pero visto el escasísimo éxito en taquilla, a algún iluminado se le ocurrió cambiarle el título en su estreno en videoclubs, pasándose a llamar Psicosis 2, evidentemente por tener una escena en la ducha y un caso de crímenes (imperdonable del todo).
El penoso reclamo comercial propuesto en nuestro país quedó en evidencia definitivamente cuando 2 años después, llegó de verdad la segunda parte de Psicosis, teniendo que volver a retitularla como "Ojos de Terror", en honor al nombre europeo.
En fin, una chapuza seguida de otra que no hace más que confirmar la absurda tarea de algunos por convertir un film cualquiera en una trampa para despistados inocentes de video-club.
Quizás deberíamos investigar en algún momento y hacer un especial de las mejores timadas en renombrar películas infectas como esta para tener cierto gancho comercial. No sé si voy a decir un disparate, pero creo que con Soldado Universal pasó algo del estilo, que apareció una pretendida secuala que no lo era. ¿Te suena si fue así? ¿Y algún otro caso del estilo?
ResponderEliminarSí, Soldado Universal cuenta con dos secuelas canadienses de lo más insufribles todavía (con el bueno de Burt Reynolds contando billetes), pero Van Damme insistió en recuperar su "saga" y retomó las riendas años más tarde. A día de hoy, existen ¡¡4!! partes de Universal Soldier, y con el belga en todas ellas....algún día me enfrentaré a ellas....
EliminarEs tu siguiente penitencia para purgar tus pecados... deberías mirar de abrir una sección titulada "Torturas innecesarias", y las canadienses también tienen que ser visionadas para que sea algo insuperable...
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