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A punto de enfrentarse a una entidad formada por embutidos y carne... de lo mejor del film. |
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La dichosa salsa de soja que da poderes... |
Tampoco
se queda atrás la siguiente escena, en la que realmente arranca la
trama, y en la que un joven llamado David Wong (chico occidental a pesar
de su apellido), se ha citado en un restaurante chino con Arnie (Giamatti),
un periodista a la caza de una historia con toques paranormales, para
poder escribir un buen artículo. El diálogo entre ambos va a ser el hilo
conductor del film, con David intentando convencer a Arnie de ciertos poderes
que posee y toda una serie de experiencias paranormales que ha vivido
junto a su buen amigo John, y que mediante diferentes flashbacks a lo largo
del metraje iremos repasando.
Siendo
el primero de ellos el mejor de todos, donde asistimos a unos breves
minutos delirantes en el que alucinamos con una entidad que toma forma
corpórea gracias a un ser conformado por todo tipo de carne congelada,
rematado por una cabeza en forma de pavo de Acción de Gracias, cuyos
poderes incluyen ristras de salchichas arrojadizas o el poder de
convertir un pomo de puerta en un enorme pene, que ninguno de los dos
protagonistas osa tocar, a pesar de que aparentemente sea su única vía
de salida (delirante!!!).
Una
narración que parece a priori que va a seguir un esquema bastante
lineal y repetitivo a lo largo del film (diálogo en el restaurante,
seguido del flashback de turno), pero nada más lejos de la realidad,
pues Coscarelli, que sin ser un director genial, sí es gato viejo
en la industria del fantástico, aquí intenta jugar con toda la
baraja, metiendo todo lo que suele funcionar dentro del género: zombies,
realidades paralelas, saltos temporales, invasiones extraterrestres,
criaturas de todo tipo, poderes paranormales, etc... buscando contentar a
todo seguidor de lo fantástico y asegurarse la mano.
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David contándole sus experiencias a un incrédulo Arnie... |
Pero ya suelen decir que “Quien mucho abarca, poco abraza”
y así acaba siendo, pues la película avanza a un ritmo frenético, digo de una ataque epiléptico, pero
como si fuera un pollo sin cabeza, sin ningún rumbo fijo ni ideas claras, donde las
tramas principales quedan pisoteadas por otras que no para de abrirse
cada dos por tres, quedando al final como un ejercicio de pirotecnia sin
una identidad clara. Una película que termina por hacerse larga,
digámoslo claro. ¿Habría sido un buen corto o mediometraje? Seguramente
sí, pero su innecesariamente alargado metraje (casi 2h), la pérdida de
todo sentido de la narración hacia su mitad, el nulo carisma de sus
protagonistas y algunas escenas muy desacertadas, acaban haciendo que
uno ansía que tras el siguiente fundido a negro lleguen los títulos de
crédito, que se hicieron esperar demasiado para nuestro desespero...
Un
film que para los ya mayores no deja de ser una gamberrada de la que
podemos salvar unos contados gags y diálogos aislados, pero quizás para
las nuevas generaciones constituya uno de esos referentes, como nuestros
fueron Bill y Ted. Por cierto, el parecido es más que razonable, pero
aquí con un guión mucho más loco. Ya sabéis lo que os espera si le dais
una oportunidad...
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