lunes, 17 de septiembre de 2012

LA MANSIÓN DE DRÁCULA (1945)

Tercero y último crossover tras Frankenstein y el hombre lobo (1943) y La zíngara y los monstruos (1944) en el que compartieron pantalla Frankenstein, El hombre lobo y Drácula (este solo en las dos últimas), y que constata que la fórmula de meter con calzador a las criaturas más famosas del repertorio de terror de la Universal, ya estaba más que agotado.
Aún así los estudios intentaron exprimir hasta las últimas consecuencias a sus preciados monstruos, que una década antes nos dejaron clásicos imborrables y que aquí no son ni la sombra de lo que lucieron.
De esta manera, con el mismo director y guionista de la anterior entrega, pero sin ideas claras ni frescas, y lo que es aún más triste, traicionando las propias raíces históricas de alguno de los personajes (luego os comento), rodaron una película que se ve lastrada desde buen principio.
Para empezar, el engañoso título de la película La mansión de Drácula, en un intento de llamar la atención al espectador, que tal vez se esperaba recuperar la ambientación gótica del Drácula original de Lugosi en su castillo en los Cárpatos o una nueva morada acorde a la magnitud del personaje. Pero nada más lejos de la realidad, porque la mansión en la que se desarrolla practicamente toda la acción pertenece a un tal Dr. Edelman (primer gol que nos cuelan antes de empezar tan siquiera a ver el film y no será el último).

La más que clásica entrada de Drácula, seguida de su transformación...
Ya en las dos anteriores entregas habíamos tenido ocasión de ver el sufrimiento por parte de Lawrence Talbot (el Hombre Lobo) por cargar con el estigma que cada noche de luna llena le transforma en una horrible bestia de instintos asesinos, por lo que no nos extraña que se vuelva a repetir el mismo esquema con su personaje, aunque se habría agradecido que el guionista hubiera pensado algún cambio para hacerlo más interesante, pero cuando ya no hay muchas ganas...

La mansión donde tiene lugar nuestra historia...
El film arranca presentándonos al Dr. Edelman, una reconocida eminencia, que ya intuimos va a tener que ayudar a Talbot con sus consabidos problemas. Pero la sorpresa es mayúscula cuando a la casa se presenta en primer lugar el Barón Latos, alter ego del Conde Drácula (un John Carradine al que no le pega mucho el papel), y tras mantener una más que interesante conversación en la que hablan sobre la inmortalidad, la posible existencia de poderes sobrenaturales y cosas del estilo, le confiesa su verdadera identidad, para pedirle que acepte su caso para liberarle de su maldición, vamos, que se quiere curar...
De verdad que uno se queda de piedra ante tal petición y aún más cuando tras los primeros exámenes realizados por Edelman, nos sueltan una pseudo-explicación científica para intentar justificar el vampirismo, como si de una infección vírica se tratara.
No sé a vosotros, pero me perece que ir por este camino es peligroso, y se tuerce aún más con la llegada de Talbot, pues tras las pruebas, el doctor se saca una extrañísima justificación acerca del origen de la transformación licántropa... agarraros fuerte que vienen curvas: el problema viene a ser que unos puntos del cerebro reciben una alta presión por parte del cráneo y se origina el cambio. ¿De verdad? ¿Es todo es todo lo que se les ocurrió? ¿Creeis que es una broma por mi parte? Pues no, lo siento, pero así nos lo venden y pierde toda la magia, pues una de las gracias de estas criaturas es ese punto sobrenatural e inexplicable, y así debería haber seguido.
Y os recuerdo que aún falta que aparezca el monstruo de Frankenstein por allí, veamos que gran ocurrencia tuvo Edward T. Lowe Jr., perpretador de este guión: Unos minutos más adelante, en plena crisis existencial de Talbot, encarnado nuevamente por un Lon Chaney Jr. que ya iba con el piloto automático con ganas de que acabara el rodaje para embolsarse su cheque, se lanza desde un acantilado al mar para poner fin a su vida antes de que anocheciera y volviera a liberar al lobo.
De repente vemos como organizan una especie de operación de rescate, descolgando lentamente al veterano Dr. Edelman (ya podía haber bajado alguno de los jovenzuelos que se quedan mirando), quien al llegar abajo ve que hay una cueva y allí está Talbot transformado que le ataca, pero de golpe revierte a su forma humana (los tratamientos del doctor funcionan, ¡¡que bien!!), y entre ambos se ponen a explorar por allí (lo que todos haríamos en plena noche). Y como quien no ve la cosa se encuentran al monstruo y el esqueleto de Niemann junto a él (ligando este hallazgo con el final de la anterior entrega, aunque sea muy cogido por los pelos). Y de esta forma ya han salido los tres de siempre, aunque cada uno lleve su historia por separado. Ah, se me había olvidado, encuentran un oportuno pasadizo secreto para volver a la mansión...

Las verdaderas intenciones del Conde quedan claras aquí...
Empezando una inesperada transformación tras ser contaminada su sangre...
Muchos estaréis pensando que es una película infumable, pero a pesar de que hasta ahora os pueda parecer que todo es malo, voy a romper una lanza a su favor, pues también hay momentos interesantes, bien intencionados y sugerentes, por lo que nunca se hace pesada seguir la historia con cierta simpatía por nuestra parte. Como por ejemplo, cuando a raíz de uno de los experimentos que realiza con Latos, el Dr. Edelman se contamina con la sangre del vampiro y sufre una serie de sueños excelentemente plasmados en imágenes para expresar sus deseos ocultos, y que convierten al afable doctor en un sujeto paranoico, peligroso y asesino. Una poco disimulada copia del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, cuyos derechos pertenecían a otra compañía en esa época.

Lucha entre su parte malefica y su parte noble en el sueño que comentaba...
Por extraño que pueda parecer, el doctor se erige en el tercio final como la estrella de la película, muy por encima de los teóricos invitados de lujo, que van un poco por libre y poco dan de sí.
Drácula fingiendo querer curarse para así poderse llevar a una de las ayudantes del Doctor; Talbot deambulando por allí con sus problemas, y como ya pasara en las anteriores, a la pobre criatura de Frankenstein la vemos tan solo unos breves momentos hacia el final cuando Edelman pasa a tomar el ya típico papel de mad doctor y se empeña en devolverle la vida, casi calcando la breve intervención que se le dio a la segunda entrega y cerrar definitivamente la saga que ya pedía a gritos un final. En este tramo el ritmo mejora ostensiblemente y logra salvar con cierta decencia el conjunto.

El que da más miedo es este desagradable y sudoroso pueblerino, el peor de todos los monstruos...
Edelman transformado junto a la criatura una vez reanimada...
Con una ambientación bastante cuidada dentro de las limitaciones al tratarse de una producción de relativo bajo presupuesto, una iluminación que aun estando a años luz de las mejores de la trayectoria de los clásicos de terror de la compañía, al menos intenta sacar partido del juego de luces y sombras creando una atmósfera más que digna, junto a una banda sonora muy funcional, sirven para que al menos en lo que es el marco donde se desarrolla la trama todo funcione correctamente.
Por cierto, si alguien echaba en falta a Daniel, el jorobado que salía en La zíngara y los monstruos, lamento deciros que murió realmente en dicho film, pero para compensarlo el guionista se saca de la manga a una segunda ayudante del Dr. Edelman muy guapa, pero que también es una jorobada y que el destino tampoco le guarda muchas bondades, el que quiera descubrir que le ocurre, tendrá que sumergirse en esta cinta de terror clásico de aprobado justito, que solo recomendaría a los muy fans y a los que hayan visto las dos anteriores.
Con ésta se cierra la intervención de Frankenstien con la Universal a lo largo de 7 películas que os detallo a continuación, en breve espero poderme dedicar a la franquicia del hombre lobo o a completar la del hombre invisible, que también acabaron dando bastantes secuelas:

EL DOCTOR FRANKENSTEIN (1931)
LA NOVIA DE FRANKENSTEIN (1936) - pendiente -
EL HIJO DE FRANKENSTEIN (1939)
EL FANTASMA DE FRANKENSTEIN (1942)
FRANKENSTEIN Y EL HOMBRE LOBO (1943)
LA ZÍNGARA Y LOS MONSTRUOS (1944)
LA MANSIÓN DE DRÁCULA (1945)

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