Cuarto y definitivo capotazo a la saga Psicosis, esta vez de carácter propiamente televisivo (nada de estrenarse en cines) y conservando a un Anthony Perkins de capa caída que ni le apetece, ni se cree ya a su afamado personaje (a falta de proyectos de mayor interés, volvía a la gallina de los huevos de oro, como buen ser humano necesitado).
Tras una segunda parte reivindicable y un tercer capítulo del todo innecesario, los de la Universal idearon una posible resurrección de la trama (ya muy exprimida a esas alturas) que situaba parte de la acción esta vez en el tortuoso pasado de Norman, creando esta "precuela" del original de Hitchcock.
Un programa de radio llamado "charlas de la ciudad" está centrando sus conversaciones nocturnas en los problemas psiquiátricos derivados del parricidio o del matricidio, con invitados de prestigio del sector y testimonios de oyentes que participan activamente.
Una llamada de un tal "Ed" deja perplejos a los asistentes, pues describe con auténtica frialdad una serie de asesinatos acaecidos años atrás en California. Rápidamente, el doctor Richmond allí presente se percata de que se trata ni más ni menos que del mismísimo Norman Bates, al cual él mismo trató hace ya 3 décadas (el asunto de los años siempre ha sido tratado con exactitud, todo sea dicho).
Bates está ahora fuera del sanatorio, casado con una psicóloga de dicha institución, aparentemente cuerdo y decidido por fin a desvelarnos su angustiosa y extrañísima relación con su madre, de la que heredó sin duda todos sus desequilibrios (que no son pocos).
La conversación repasa capítulos de su niñez y adolescencia cerca de una mujer reprimida y psicótica, con tiempo para el drama, el temor infantil e incluso el erotismo incestuoso (Norman no sabe dominar sus impulsos cuando ve a su madre en camisón....¡¡ si Alfred levantara la cabeza !!).
La cosa se pone turbia cuando los asistentes al programa advierten un nuevo brote enfermizo de Bates, que al enterarse de su inesperada paternidad, está listo para terminar con todo el que le rodea para prevenir así al mundo de un pequeño Norman.
Este cierre de la saga está perpetrado por el cineasta estadounidense Mick Garris, volcado a su manera en el género fantástico y de terror (autor de Critters 2 o el absurdo remake de casi 5 horas de El resplandor, para que os hagáis una idea) y que, de alguna manera inexplicable, desaprovecha un suculento material a su alcance para crear una discretísima cinta de terror.
Hay quién dice que esta es la mejor secuela de la saga, quizás por su cambio de tono (el terror no es el mismo) y su distintivo dramático (ahonda más en personalidades difíciles), aparte de recuperar la sintonía original y algunos aciertos de guión nada despreciables (la locura de la madre está bastante bien reflejada).
Personalmente, creo que está carente de todo el suspense de sus anteriores entregas (hablo, naturalmente, de la 2 y la 3), que su broche final es insultante (¿alguien quiere que acabe bien este hombre?) y que el bueno de Perkins es una sombra de sí mismo, desprendiendo más lastima que cualquier otra emoción pretendida (además, Mick Garris confesó que era imposible trabajar a gusto con Anthony).
Dicho sea de paso, el nivel actoral es sorprendentemente loable, con un Norman adolescente bien escogido (interpretado por un esforzado Henry Thomas, el Elliott de E.T.) y una madre metida en el papel hasta los huesos (encarnada por la argentina Olivia Hussey), que recrean de manera más que aceptable los sucesos tortuosos en la infancia de Norman.
Además, y a modo de cameo, disfrutaremos la presencia (siempre grata) de John Landis en pantalla, como el coordinador del programa de radio.
En conjunto, esta Psicosis 4:El comienzo es valiente al mirar en otra dirección y no ser otro pastiche de apuñaladas como era de esperar, sin perder ese punto de erotismo macabro (rozando lo prohibido) ni cometiendo el error de otorgar demasiado protagonismo a un ya decadente Anthony Perkins (como en el caso de sus 2 predecesoras).
Por contra, su realización es mejorable (parece de encargo, sin signo de personalidad) y únicamente puede agradar a los incondicionales de la saga, desprovistos ya de antemano de cualquier pretensión crítica.
Recuperaré aquella simpática frase que decía : -¡No se vayan todavía, aún hay más!- para comentar que siguieron habiendo films propiciados por el efecto Psicosis, como un remake de Gus Van Sant (Psycho, 1998), un documental que repasa y analiza su influencia en el cine posterior (Psycho Legacy, 2010) o un film de índole televisiva titulado "El motel de Norman" (Bates Motel, 1987), a las que algún día hincaré el diente, que no os quepa duda.
Tras una segunda parte reivindicable y un tercer capítulo del todo innecesario, los de la Universal idearon una posible resurrección de la trama (ya muy exprimida a esas alturas) que situaba parte de la acción esta vez en el tortuoso pasado de Norman, creando esta "precuela" del original de Hitchcock.
Un programa de radio llamado "charlas de la ciudad" está centrando sus conversaciones nocturnas en los problemas psiquiátricos derivados del parricidio o del matricidio, con invitados de prestigio del sector y testimonios de oyentes que participan activamente.
Una llamada de un tal "Ed" deja perplejos a los asistentes, pues describe con auténtica frialdad una serie de asesinatos acaecidos años atrás en California. Rápidamente, el doctor Richmond allí presente se percata de que se trata ni más ni menos que del mismísimo Norman Bates, al cual él mismo trató hace ya 3 décadas (el asunto de los años siempre ha sido tratado con exactitud, todo sea dicho).
Bates está ahora fuera del sanatorio, casado con una psicóloga de dicha institución, aparentemente cuerdo y decidido por fin a desvelarnos su angustiosa y extrañísima relación con su madre, de la que heredó sin duda todos sus desequilibrios (que no son pocos).
La conversación repasa capítulos de su niñez y adolescencia cerca de una mujer reprimida y psicótica, con tiempo para el drama, el temor infantil e incluso el erotismo incestuoso (Norman no sabe dominar sus impulsos cuando ve a su madre en camisón....¡¡ si Alfred levantara la cabeza !!).
La cosa se pone turbia cuando los asistentes al programa advierten un nuevo brote enfermizo de Bates, que al enterarse de su inesperada paternidad, está listo para terminar con todo el que le rodea para prevenir así al mundo de un pequeño Norman.
Este cierre de la saga está perpetrado por el cineasta estadounidense Mick Garris, volcado a su manera en el género fantástico y de terror (autor de Critters 2 o el absurdo remake de casi 5 horas de El resplandor, para que os hagáis una idea) y que, de alguna manera inexplicable, desaprovecha un suculento material a su alcance para crear una discretísima cinta de terror.
Hay quién dice que esta es la mejor secuela de la saga, quizás por su cambio de tono (el terror no es el mismo) y su distintivo dramático (ahonda más en personalidades difíciles), aparte de recuperar la sintonía original y algunos aciertos de guión nada despreciables (la locura de la madre está bastante bien reflejada).
Personalmente, creo que está carente de todo el suspense de sus anteriores entregas (hablo, naturalmente, de la 2 y la 3), que su broche final es insultante (¿alguien quiere que acabe bien este hombre?) y que el bueno de Perkins es una sombra de sí mismo, desprendiendo más lastima que cualquier otra emoción pretendida (además, Mick Garris confesó que era imposible trabajar a gusto con Anthony).
Dicho sea de paso, el nivel actoral es sorprendentemente loable, con un Norman adolescente bien escogido (interpretado por un esforzado Henry Thomas, el Elliott de E.T.) y una madre metida en el papel hasta los huesos (encarnada por la argentina Olivia Hussey), que recrean de manera más que aceptable los sucesos tortuosos en la infancia de Norman.
Además, y a modo de cameo, disfrutaremos la presencia (siempre grata) de John Landis en pantalla, como el coordinador del programa de radio.
En conjunto, esta Psicosis 4:El comienzo es valiente al mirar en otra dirección y no ser otro pastiche de apuñaladas como era de esperar, sin perder ese punto de erotismo macabro (rozando lo prohibido) ni cometiendo el error de otorgar demasiado protagonismo a un ya decadente Anthony Perkins (como en el caso de sus 2 predecesoras).
Por contra, su realización es mejorable (parece de encargo, sin signo de personalidad) y únicamente puede agradar a los incondicionales de la saga, desprovistos ya de antemano de cualquier pretensión crítica.
Recuperaré aquella simpática frase que decía : -¡No se vayan todavía, aún hay más!- para comentar que siguieron habiendo films propiciados por el efecto Psicosis, como un remake de Gus Van Sant (Psycho, 1998), un documental que repasa y analiza su influencia en el cine posterior (Psycho Legacy, 2010) o un film de índole televisiva titulado "El motel de Norman" (Bates Motel, 1987), a las que algún día hincaré el diente, que no os quepa duda.
Como anécdota "friki" me gustaría añadir que la madre de Norman, Norma(jeje),o sea, Olivia Hussey, hace acto de presencia en el video "Liberian Girl" de Michael Jackson, dato que hasta ahora no me había percatado. Curiosidades de la vida.
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