sábado, 7 de octubre de 2017

FESTIVAL DE SITGES 2017: DÍA 2

Empieza a estar de moda que cada año que pasa invadan nuestras pantallas más y más secuelas, spin-offs y derivados de la notable "Expediente Warren", pues parecen funcionar en su recreación del terror hogareño para toda la familia, con sustos aptos para cardiópatas y tensión a base de tecla de piano sostenida. Ahora, tres años después de la irregular aunque moderadamente disfrutable "Annabelle", aterriza su inevitable precuela, donde se narran los sucesos que dieron lugar al origen de la endemoniada muñeca, por si teníamos dudas al respecto.
Un juguetero y su mujer pierden a su hija en un accidente, y pese a esconder un oscuro secreto dentro de la casa, deciden acoger a unas niñas y a su monja-enfermera de rasgos perfectos como si su casa fuera un bienintencionado hospicio cristiano. Pronto comprobarán que de cristiano nada.
En mi ya dilatada experiencia con el cine de terror de todo tipo, jamás había topado con un film tan efectista como esta "Annabelle 2", también conocida como "Annabelle: Creation", lo que no implica que sea per se una mala película, sino que sólo dice de ella que recurre constantemente a efectos (tanto sonoros como de toda índole) para conseguir sus objetivos, por encima de sus ideas.
Yo veo aquí la misma propuesta pero con diferente envoltorio, veamos: grupo heterogéneo de personas encerradas en una casa alejada con escaleras y armarios oscuros, un ser demoníaco que empieza siempre muy tímido pero que se va viniendo arriba, más un final de griterío e histeria con algún superviviente de buena moral (y si puede ser, católico practicante).



Visto lo visto, y comprobando que esta nueva Annabelle, aún manteniendo un cuidado estético y técnico sobresaliente,  vuelve a encajar en este esquema, se embriaga hasta niveles etílicos de efectos de sonido abruptos y está repleta de incoherencias, mi conclusión es que es de usar y tirar, y lamentablemente no merece más atención que esa.
Un nuevo caso de película prefabricada, estudiada, sin rúbrica autoral y planteada para ser disfrutada con unos snacks de por medio. Si ese es tu target, a por ella. Si por contra buscas novedades estimulantes en el género del terror, un buen guión y salir con el corazón en un puño del cine, aléjate de esta muñeca, y no precisamente por el miedo que se le supone.
(Redactado por Jesús Álvarez).


Tras firmar los guiones de "Sicario" y "Comanchería" en 2015 y 2016 respectivamente (nominación al Oscar incluido para la segunda), Taylor Sheridan se coloca por segunda vez a los mandos de la nave y dirige su nuevo film, "Wind River", del que también se hace cargo del guión.
Mucho se esperaba del todoterreno Sheridan en este 2017 (el tipo actúa, escribe, dirige, produce...), y aunque no merezca ningún desplante crítico en absoluto, nos ha ofrecido un film discreto y sin sorpresas, que para ser honestos, no desentonaría en según qué parrillas televisivas, pues se acerca peligrosamente al telefilm.
La historia versa sobre la investigación de un doble asesinato cometido en una reserva nevada de nativos americanos, donde la agente federal Jane Benner (Elizabeth Olsen) es enviada de manera rutinaria, casi burocrática. Allí, debido a las dificultades del terreno, contará con la ayuda del veterano cazador Cory Lambert (un sobrio Jeremy Renner), quien no sólo conoce esas montañas a la perfección, sino que cuenta con la experiencia y sangre fría necesarias para resolver el caso "sea como sea".
Podríamos decir que los cauces que sigue la película en la mayoría de su metraje son los de siempre, presentando unos personajes con algún trasfondo dramático más o menos repetitivos (pérdidas, antiguos traumas etc), conversaciones de chimenea, tensión creciente y la susodicha trama policial que se va encarrilando.
Se percibe el peculiar sentido del humor de Sheridan (que tanto nos gustó en su anterior trabajo), pero queda patente que no domina tanto el drama, pues no logra encauzar ese terreno con tanta suficiencia, y mucho menos convicción. Tampoco demuestra nada especial estando al timón del proyecto, ya que su puesta en escena es más académica y prudente de lo esperado en un principio. Sorprende en este aspecto el premio recibido en Cannes a mejor director de su sección, pero supongo que entran muchos factores ahí que no es momento de entrar a valorar.


Sin embargo, ya en su último tercio, el film rebrota tímidamente y da lo mejor de sí, dejando escenas con fuerza y visualmente magnéticas. Insuficientes como para conseguir una película para el recuerdo, pero quizás sí para cumplir cometidos comerciales. Seguiremos sus futuros pasos, pero ya con menos intensidad, por así decirlo...
(Redactado por Jesús Álvarez).


El mundo de las sectas es un tema muy jugoso para el cine, y aún es capaz de proporcionar películas más que interesantes y sorprendentes como The Sacrament (2013). The endless es una nueva vuelta de tuerca al tema.
Los artífices de este producto, Justin Benson y Aaron Moorhead (que ya presentaron Spring en Sitges en 2014), se hacen un Juan Palomo; no solamente se encargan de la dirección, el guión o la fotografía del film, sino que además se atreven a protagonizarla.
Es de aplaudir, ya de primeras, la valentía para llevar adelante una producción de estas características, con un presupuesto muy bajo y el espíritu de sacarla sea como sea. El resultado final es ya otro cantar...
The endless parte de una premisa muy prometedora: unos hermanos que años atrás lograron escapar de la secta donde se habían criado, ahora malviven en un apartamento de Los Ángeles, hasta que un día reciben una cinta de vídeo de aquella secta. Entran las dudas de si deberían volver al campamento del que huyeron.
The endless no ha despertado pasiones en mi persona precisamente. Es un film que pese a algunas ideas curiosas, acaba aburriendo. Se beneficia de una buena fotografía y una excelente ambientación en pleno desierto, la sensación de misterio y el temor a lo desconocido está bien conseguida (esa presencia gigantesca y fantasmal que no podemos ver), pero peca de falta de tensión y de interés por descubrir qué diablos está pasando en el campamento flower-power.


Es de agradecer que se le dé una vuelta de tuerca a la historia a medio camino para convertirse en una especie de monster-movie fantasmal/divina (con muchos ecos a Lovecraft) y las historias de bucles temporales, pero la falta de presupuesto corta estas aspiraciones tan curiosas y sólo nos queda ver a la pareja de hermanos deambulando de un lado para otro del desierto mientras el sopor no hace sino aumentar más y más.
Algún que otro golpe de humor inapropiado tampoco ayuda precisamente. Así, The endless es una propuesta curiosa, con buenas ideas de base y que podrían servir para otra producción con algo más de presupuesto además de una dirección mucho más atinada y tensa de lo que tenemos aquí.
(Redactado por Adrián Roldán).


La edición del festival del 2009 nos descubrió una joya desconcertante e hiriente como fue la película Canino. Desde entonces su director, el griego Yorgos Lanthimos, no ha dejado de sorprender al personal con una serie de películas perturbadoras que suelen atacar a la figura de la familia de clase alta en las que siempre ha logrado dejar su marca personal. En 2011 le seguiría Alps, donde a cambio de dinero, las familias que hubieran perdido a un miembro recientemente, podía encontrar a un sustituto para que el pesar fuera más llevadero; y en 2015 llegó Langosta, donde plateaba una sugerente distopía en la que la ley no permitía que la gente permaneciera soltera y tenía la obligación de encontrar una pareja en un centro especializado antes de una fecha límite en la que sino sería transformado en un animal para el resto de su vida. En dicho film, Lanthimos, contó con dos actores reconocidos internacionalmentre como Rachel Weisz, con quien tiene una nueva película de cara al 2018; y con Collin Farrel, actor que repite de nuevo junto a otro peso pesado como es Nicole Kidman en la película que hoy nos ocupa: El sacrificio de un ciervo sagrado, ganadora del premio al mejor guión en la última edición del Festival de Cannes. 
Colin Farrell es aquí un reconocido cirujano cardíaco, que a escondidas de su familia tiene una extraña relación paternal con un joven adolescente que nos desconcierta progresivamente al no saber a ciencia cierta el origen del lazo que les une. Si bien pueda parecer que el acercamiento de Martin es la mera búsqueda de una figura paterna y algo de cariño, con el transcurso del metraje descubriremos que tras la creciente actitud obsesiva del chico, se esconden unas intenciones mucho menos inocentes. Poco a poco iremos descubriendo la verdad, las razones que tienen uno y otro para actuar de determinada manera, a medida que se vea enrareciendo dicha relación y se vea implicada la familia del cirujano.

 
Es en el momento en que ve cómo sus hijos contraen una enfermedad que los médicos son incapaces de diagnosticar y tratar, cuando la desesperación se apodera de él y empieza su descenso a los infiernos, con una carga de culpa por errores pasados y miedos por lo que se avecina, al saberse responsable de lo que es una maquiavélica venganza contra él. Si Park Chan-wook con su obra maestra: Oldboy, tejió una brillante y elaborada historia de venganza, Yorgos Lanthimos ha querido aquí hacer lo propio, proponiendo una lucha entre el raciocinio (representado por la comunidad de médicos) y lo intangible, como es el poder de la voluntad (representado por Martin, el joven adolescente). La forma de rodar del griego es exquisita, manteniendo un ambiente malsano que crece y se apodera de la película, apoyado con una banda sonora que no hace sino incomodar al personal.

La película se teje sobre un planteamiento frío entre sus distintos personajes (ejemplo de ello son las peculiares relaciones sexuales del cirujano y su esposa, el personaje encarnado por Nicole Kidman), con delirantes diálogos, momentos verdaderamente incómodos y bizarros. Si bien es verdad que el conjunto no resulta tan redondo como el de su anterior obra, no podemos dejar de destacar que se trata de una obra que deja poso con un final casi surrealista en el que la desfragmentación del núcleo familiar tiene lugar. 
(Redactado por Marc Ventura).

3 comentarios:

  1. Comparto tu opinión sobre Annabell creation. Uno ya sabe lo que va a ver cuando se enfrenta a estos productos de marketing. Pero yo le pido que me entretenga, y por suerte esta lo hace. El resto ya es otro cantar.
    Un saludo

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Buenas Víctor. Si eso es lo que esperas de ella, te secundo y entiendo, porque funciona visto así. Pero no creo que tengamos que perder de vista su condición de producto de laboratorio, y tampoco descuidar nuestro espíritu crítico, ya sea más o menos exigente, pues si apoyamos estos proyectos en vez de otros más originales, nos venderán, a la postre, siempre lo mismo una y otra vez. Y sería (o está siendo), una tortura. Un saludo!!!!!

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