viernes, 13 de octubre de 2017

FESTIVAL DE SITGES 2017: DIA 6

Xavier Gens, responsable de la "inolvidable" Frontier(s), ha presentado este año su quinto largometraje, por primera vez en co-producción hispano-francesa, adaptando la primera y exitosa novela del catalán Albert Sánchez Piñol, "La pell freda".
La trama de la misma nos sitúa a principios del siglo XX, donde un joven guerrillero irlandés, huyendo de la realidad de su país, acepta un solitario trabajo como oficial atmosférico en un islote frío y remoto en mitad del océano. El único habitante del lugar malvive en su viejo pero casi infranqueable faro, donde parece haberse recluido totalmente y ya roza la locura. El oficial, pocos días después de estar en su pequeña cabaña no muy lejos del faro, descubre que no están solos, pues unos seres de origen desconocido salen de noche con letales intenciones. Ambos estarán forzados a entenderse para seguir vivos, pues la amenaza es cada día más grande y la munición va mermando.
Ignoro si la adaptación rodada por el francés es fidedigna o no al original, pues no he leído el trabajo de Sánchez Piñol, pero imagino que a grandes rasgos el discurso narrativo y su concepción en general irán de la mano, aunque obviamente mis impresiones se verán reducidas a mi experiencia cinematográfica. Dicho esto, y entrando a valorar la cinta, admito que lo prometedor del inicio es de largo lo mejor de la misma. La llegada a la isla, la presentación de los dos personajes y lo rápido que se siente la atmósfera (rodada entre Lanzarote e Islandia), es muy esperanzador, a la vez que despierta realmente nuestra atención.
Sus abstractas semejanzas con el mito de Drácula la convierten en previsible llegados al cuerpo argumental, pero aún seguimos atentos al devenir de su aventura costera, ya salpicada de un poco de terror suave, algo de suspense y un humor con personalidad, muy necesario.


Quizás sea por ese inapropiado y aborrecible uso del CGI en su afán de crear decenas de seres (más adorables casi que los protagonistas), inventarse una pequeña historia de atracción sexual extravagante y el hecho de insistir una y otra vez en las pesadas secuencias de asedio, que el film se desinfla hasta cansar, y nos salimos de ella con frustración, agotados de no ver un desenlace en  mejores condiciones.
Cierto es que no se trata en absoluto de una película de carcasa vacía, ya que de ella se pueden extraer valiosos mensajes de toda índole (desde el viaje personal de su acertado protagonista, el miedo al diferente, los prejuicios sociales o lo intrínseco a la soledad), pero como experiencia cinematográfica se queda algo justa, resultando en sí un trabajo digno y con cierta riqueza formal, pero lejos de ser lo que prometía.
(Redactado por el Messi del teclado, Jesús Álvarez).


Desde Corea nos llegaba una interesante propuesta de la mano del director Cho Sun-Ho, firmando aquí su primer largometraje como director, ya que hasta ahora solo había ejercido como guionista en sus trabajos previos. A day nos presenta una historia con bucles temporales, muy en la línea de Código fuente (2011), donde el protagonista despertaba en un tren y tenía unos breves minutos para evitar que volara por los aires, y cada vez que no lo lograba volvía a despertar en el mismo instante inicial pero con la ventaja de las experiencias previas para solucionar el problema. Aunque por otro lado encierra semejanzas con otro de los clásicos de bucles temporales como es Atrapado en el tiempo (1993), en lo que se refiere a como debe afrontar ese día el personaje encarnado por Bill Murray para romper con el infierno de revivir ese interminable día de la marmota.
De forma más o menos paralela, Jun-young, un eminente médico, regresa en un vuelo hasta Seúl el mismo día del aniversario de su hija, cuya relación ha descuidado durante años por culpa de su fulgurante carrera. Poco después, mientras va en coche para reunirse con ella, ve un taxi estrellado en el carril contrario y su condición de médico le fuerza a detenerse para atender a los posibles heridos. Sin embargo, la tragedia llega al percatarse que una de las víctimas es su propia hija que ha sido atropellada en el choque.


En ese momento despertará de nuevo en el avión creyendo que todo ha sido una terrible pesadilla, pero poco a poco entenderá que esa extraña sensación de dejà vu que está teniendo, en realidad se debe a que está viviendo de nuevo el mismo fatídico día en el que muere su hija. Jun-young deberá intentar por todos los medios llegar a tiempo para evitar el mortal atropello, pero esta aciaga e interminable jornada le deparará más de una sorpresa.
Como ya es habitual en los thrillers que nos llegan desde la prolífica Corea del Sur, el ritmo, acabado y nivel técnico de A day es impecable. Si bien es fácil pensar en su arranque que entendemos el juego, que es fácil preveer como va a seguir la historia y que llegados a la media hora parece que ya ha agotado todas sus posibilidades, nos sorprende al reformularse y empezar a partir de allí la parte más original al sumar elementos de venganzas típicos del país y otras bazas que mejor no revelar para mantener la incógnita a todos aquellos que quieran verla.
Todo ello consigue mantener nuestra atención ante este entretenido juego, con una carga emocional sin demasiados excesos ni estridencias -afortunadamente-, que termina resultando efectiva y la mar de entretenida. De la película se puede sacar una lectura a favor de la unidad familiar y de dar prioridad a estar con nuestros seres queridos en detrimiento de una mayor proyección laboral o egoísmos personales (recordemos que Corea del sur es uno de los países que más ha crecido en cuanto a competitividad estos últimos años a nivel mundial, pero con un mayor nivel de infelicidad entre los más jóvenes forzados a intentar ser los mejores aun teniendo que sacrificar todo lo demás).
(Redactado por el sacrificado Marc Ventura, mientras sus compañeros duermen).

El género carcelario fue uno de los predilectos dentro de la sesiones grindhouse de los 70. La entretenidísima "Brawl in cell block 99" parece seguir ese tono desprejuiciado de aquellos films. Un impecable Vince Vaughn interpreta a Bradley, un ex-boxeador con un matrimonio a punto de romperse que pierde su empleo como mecánico de coches. Debido a esta sensación pesimista, acaba decidiendo que su mejor opción es trabajar para un viejo amigo como traficante de drogas, pero finalmente es atrapado por la policía y condenado a prisión.
El film, dirigido por S. Craig Zahler (Bone Tomahawk), es tremendamente disfrutable pese a que su larga duración pueda jugar en su contra. Con el afán totalmente respetable de contar las motivaciones y situación familiar del personaje de Vaughn con detalle, la historia propiamente dicha en prisión no se aborda hasta pasada la hora de metraje. Se trata de un primer tramo que una vez visto el conjunto completo encuentras necesario para el devenir de la historia, aunque no se evita cierta sensación de que ésta tarde en arrancar.
Pero una vez Bradley entra en prisión, el film se convierte en un despliegue impecable de diversión a raudales con un Vaughn totalmente agobiado, soltando frases irónicas sin ton ni son y repartiendo “tullinas” a diestro y siniestro, con caras aplastadas, brazos torcidos entre otros golpes corporales verdaderamente dolorosos. Si encima se complementa con las presencias de Udo Kier y Don Johnson, ya sólo te queda coger un par de cervezas con nachos y a disfrutar del espectáculo. La ambientación y diseño de producción está muy bien llevado en general y en especial en la prisión de máxima seguridad donde acaba cayendo Bradley con unos pasillos y celdas realmente agobiantes y disgusting.


Brawl in cell block 99 es una cinta que muy posiblemente se le pondrá la etiqueta de “culto” en un futuro cercano (si no se ha hecho ya). Un film muy disfrutable, con un Vince Vaughn en su salsa, violencia exagerada y una historia bien plasmada, pese a que adolezca de un exceso de metraje. Muy notable.
(Redactado por Klaus Kinski)


El asturiano Yayo Herrero nos adentra con su cámara en un bosque plagado de minas en plena Bosnia-Herzegovina, de la mano de Alex y Selma (alemán él, natural de allí ella), una pareja al que su coche les ha dejado tirados en pleno follaje, mientras iban... camino al aeropuerto.
La chica, sensible por haber sufrido una pérdida reciente, se aferra con mucha fe a su amuleto hamajlija, de origen musulmán, en consonancia con sus creencias religiosas, que asegura la protegerá de cualquier mal. Sin embargo, algo se esconde en el bosque, una presencia enigmática que parece perseguirles. Sea como sea, con la ayuda de dos inquietantes montañeros bosnios tratarán de salir de ese infierno infestado de trampas, aunque quizás sea para meterse en otro asunto peor.
"The Maus" es uno de esos casos en los que el pasado cortometrajista del director aún se percibe en su obra, siendo más bien una curiosa idea (los vestigios bélicos de la zona manifestándose como si de un ser se tratase), pero que se percibe en exceso estirada, un mediometraje alargado que flaquea y se derrumba por el cúmulo de minutos.
De entrada no creo que nadie tenga que atravesar ese bosque para ir al aeropuerto, y menos adentrarse en él sabiendo que está repleto de bombas anti-persona. Y ya puestos, tampoco le veo mucho sentido al problema con su vehículo, atrapado de forma estúpida en el camino, dando lugar a una premisa inicial metida con calzador, por no decir absurda.


Aceptando las cosas como vienen de todas formas, el film tarda poquísimo en quedarse estancado, casi sin ideas y las pocas que lanza, mal resueltas, pues ningún personaje razona o actúa como debería, sobre todo los dos rudos indeseables de la zona, que terminan incluso dominando como nadie la lengua de Shakespeare.
Un sobresalto en su guión hace que retomemos el interés, pero se tratará otra vez de una falsa alarma, pues lo que se antojaba como una experiencia de pesadilla, acaba por ser un discurso moralista, que respeta integridades, religiones, y terminar por ser, incluso, dogmático. Un incordio sin mayor interés, con un personaje central masculino muy molesto, aborrecible y de paso, abucheado en la sala tras su proyección.
Una película sin alma ni corazón, que nos propone un juego de lo más aburrido y soso, y al que no nos interesa sentarnos a jugar.
(Redactado por el apuesto Jesús Álvarez).

Para los asiduos al blog, habréis visto el análisis a la filmografía de un director único como Shunji Iwai. En este Festival de Sitges 2017 hemos tenido la suerte de que proyectaran su última obra cinematográfica, A bride for rip van winkle (2016).
Este mastodonte de 3 horas tiene como protagonista absoluta a Nanami, miembro del personal docente de un instituto, que conoce a Tetsuya a través de SMS y decide casarse con él. Pero Nanami no tiene muchos parientes, por lo que recurre a la agencia Nandemo-Ya, llevada por Amuro.
Ella le pedirá que envíe gente a su boda con el objetivo de fingir que son parientes suyos. Al inicio de su matrimonio, Nanami pillará a Tetsuya teniendo una aventura, pero su suegra Kayako, insiste que es Nanami quien la tiene. Debido a ello, Nanami se verá obligada a abandonar su hogar. Amuro ofrecerá entonces a Nanami, que se encuentra en problemas, extraños trabajos a tiempo parcial.
A bride for Rip Van Winkle nos devuelve al Iwai más cruel y desolador, ése que analiza sin tapujos la sociedad japonesa actual así como la parte más oscura de las relaciones humanas. El tema principal del film se basa en el papel de la mujer dentro de la sociedad japonesa, un papel basado en las apariencias, en el obligatorio cuidado del esposo y en el cumplimiento de sus deberes sociales. Imagen y conceptos que Iwai analiza en nada más y nada menos que 3 horas de metraje.
Lo primero que podemos decir es que los planteamientos en los que se basa son más que interesantes y apasionantes. El recorrido vital del personaje de Nanami, de mujer que busca ser convencional pero que poco a poco se irá liberando de sus ataduras sociales hasta convertirse en un ser independiente y dueña de su destino, es el esqueleto por el que recorre el film.
En ese sentido, la obra es implacable y cruel con su protagonista, y en definitiva Iwai nos deja con el regusto de que no tiene ninguna esperanza en las relaciones y de qué forma la frialdad y el desapego es dueño de la sociedad de este nuevo siglo. Nanami conoce al que será su futuro marido a través de Internet y la ironía de que la muchacha debe acudir a una agencia de actores para que finjan ser sus familiares en la ceremonia está cargada de un conmovedor patetismo. Más aún cuando descubre que su recién marido tiene una amante, y por presiones familiares o por no resultar ser la buena esposa que se le exige, acaba siendo abandonada en plena calle, en la que es la escena más memorable y puramente Iwai del film.
Más tarde comenzará una serie de extraños trabajos en lo que resultará un viaje a la búsqueda de sí misma. Finalmente conocerá a Mashiro (quien resulta ser una actriz porno) con quien compartirá una extraña y solitaria mansión e iniciará una curiosa relación amorosa y homosexual llena de sutilidad y con destino trágico. Es en este tramo final en la mansión donde el film alcanza sus mejores momentos, con la pareja de féminas compartiendo momentos llenos de sensibilidad y amargura.
El problema con A bride for Rip Van Winkle es que resulta una sucesión de pequeños momentos interesantes pero que pecan de confusos y algo desordenados e inmersos en un metraje en definitiva excesivo.


A Bride for Rip Van Winkle supone el regreso de Shunji Iwai al cine de ficción con una obra muy interesante a nivel de contenido y planteamientos, como son el papel de la mujer en la sociedad japonesa y la parte más oscura de las relaciones sentimentales, pero es una obra que peca de exceso de metraje y cierta desorganización y confusión. Pese a todo, es un film bien curioso, distinto, que lleva indiscutiblemente el sello de su director y que alcanza momentos conmovedores gracias a su protagonista femenina a la búsqueda de su lugar en el mundo.
(Crítica aporreada por Adrián Roldán)

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