viernes, 6 de octubre de 2017

FESTIVAL DE SITGES 2017: DÍA 1

Tras irrumpir a principios del 2000 con gran fuerza gracias a una serie de films totalmente refrescantes y de gran calidad (Old Boy, The Host, Memories of murder...), parece que la moda del nuevo cine coreano se ha ido calmando para afianzarse totalmente, y convertida en una enorme industria de gran poder en Corea del Sur. Para quien ha seguido la evolución de su cine, es notable comprobar cómo de unas propuestas que aunaban excelentemente comercialidad y sabor autoral, se ha derivado hacia un cine excesivamente comercializado, donde las propuestas de corte independiente están cada vez más disimuladas. Ryoo Seung-wan es uno de los mejores ejemplos de esta transición. De enfant terrible del sistema a creador de los mayores blockbusters del país.
De propuestas duras, atrevidas y pequeñas como Die Bad (2000) o Crying Fist (2005), a auténticos rompetaquillas como Veteran (2015) o el film que nos ocupa; The Battleship Island
Aupados con un reparto que aúna lo mejor de Corea del Sur como Hwang Jung-Min (Veteran, El extraño, Oda a mi padre...), nos adentra en una curiosa historia real acaecida en los tenebrosos años de la II Guerra Mundial durante la ocupación japonesa, y donde cientos de coreanos fueron llevados a la fuerza a una isla acorazada a extraer carbón. ¿Podrán escaparse los prisioneros de los horribles y malvados soldados japoneses?.


Nos encontramos con todo un blockbuster coreano, con lo que eso supone: una manera excelsa de rodar, una perfección técnica intachable, una historia a la que saben dar el nivel de epicidad o dramatismo necesario (y exagerado por supuesto), y un diseño de producción espectacular. 
El problema con The Batlleship Island es el mal de la mayoría del cine coreano: una excesiva duración. El film se sigue sin demasiados problemas, pero unos cuantos recortes no hubieran venido nada mal (sensación acrecentada con el director's cut que han traído al Festival), ocasionando cortes de ritmo bastante grandes que no hacen sino sacarte de la historia y desear que llegue el clímax final, que es donde el film muestra todo su poderío y magnitud, con una escapada final de la fortaleza absolutamente espectacular.
La película, como manda últimamente en el cine coreano, contiene un nivel de patriotismo bastante extremo, presentando a los soldados japoneses de una manera caricaturesca pero a mis ojos muy simpática. The Battleship Island es una obra competente y espectacular, lastrada por un exceso de duración y algunas situaciones excesivamente dramáticas pero que aporta un interesante pedazo de historia coreana y un clímax final inmejorable.
(Redactado por Adrián Roldán)

"Patchwork", ópera prima del canadiense Tyler MacIntyre (y que pudimos ver en Nocturna 2015), fue una producción sin demasiados recursos, algo desajustada de tono y que arruinaba una premisa argumental con posibilidades. Este 2017, con su "Tragedy Girls", Macintyre parece querer prolongar ese "espíritu feminista" del que hizo gala, trasladando a un género en exceso masculino un aire fresco de antagonismo sociocultural, para darle así un (imagino) personal giro de tuerca, además de reafirmarnos su orientación sexual.
Eso se traduce pues en protagonistas chicas, a menudo ingeniosas y locuaces, con planes locos, siempre muy guapas (eso me despista con lo del tono feminista...), que asesinan y luego descuartizan lo que se tercie. Y si son chicos descerebrados del colegio, pues mejor que mejor.
La buena noticia es que esta vez, el sensible de Tyler sí ha dado con la tecla y ha conseguido reformular adecuadamente el juguetón splatter de instituto, con una esencia entre "Scream" y "The Final Girls" que no sólo funciona en su cometido, sino que divierte más de lo esperado y redime, además de dar un mínimo de coherencia a su fallido filme previo.
La trama se centra en la obsesión de dos chicas de Instituto por ser "influencers" en las redes sociales (lo que antes era "ser populares" pero ahora en su versión millennial), llegando a límites impensables cuando deciden secuestrar a un asesino en serie para que sea su maestro y les instruya en el perverso arte de matar. Lógicamente, el asunto se les va de las manos y los cadáveres se van acumulando.



A pesar de lo que pueda parecer, y más allá de la colección de muertes atroces con bromas para destensar, diálogos irónicos y culitos respingones de cheerleaders, se esconde una inteligente y muy bien montada alternativa del manido terror juvenil, con una lucidez y desparpajo en el género muy de agradecer, y nada complaciente consigo misma, llegando a lograr su principal pretensión, hacernos pasar un rato muy divertido.
Le auguro una modesta distribución y una silenciosa acogida crítica, pero para un servidor se trata de un acierto en toda regla, un film alentador con algunas muy buenas ideas de por medio (ese juego con el sonido extradiegético, la desmitificación de los tópicos canónicos), y sólo aquejada de un final inadecuado a la vez que sorprendentemente previsible más un empacho de nuevas tecnologías, que a quien peina canas ya le cansa bastante. Por lo demás, un aplauso para el canadiense.
(Redactado por Jesús Álvarez).


En la inauguración pasaron celebridades como Guillermo del Toro, Santiago Segura, William Friedkin, Dario Argento, Johnnie To o nuestro admirado Yoshihiro Nishimura


A un servidor le van las experiencias extremas y una maratón nocturna en el Festival es una de ellas (por muy dura que sea de aguantar). Pero no podía perderme la nueva locura de Sion Sono, y os puedo decir que ha valido totalmente la pena. Sono es un marginado (cinematográficamente hablando) en su país. Es anárquico, iconoclasta, exagerado, surrealista... El club del suicidio (2002), Love exposure (2008), Why don't you play in hell (2013)... son ejemplos de una cinematografía desatada y salvaje.
¿Que su nuevo proyecto fuera una serie producida por el gigante Amazon podía hacernos pensar que Sono se hubiera calmado?. Ni por asomo. Tokyo Vampire Hotel se estrenó en Japón como una serie de 9 episodios, aunque para su proyección internacional se ha realizado un montaje de 140 minutos en formato película.
Manami se dispone a celebrar su cumpleaños con unos amigos, pero termina salvándose de una matanza. Sus problemas no terminarán aquí: dos vampiros, K, del clan Drácula, y Yamada, del clan Corvin, la están persiguiendo. Yamada terminará encerrando a Manami en un hotel, donde los humanos están condenados a dar sangre eternamente. 
Tokyo Vampire Hotel es de nuevo una extrema locura gore-splatter del país del sushi. Para empezar, contiene un tercio inicial atacado y confuso (fruto de los recortes para este nuevo montaje, imagino), además de un metraje que para un film de estas características resulta alargado. La presencia de algunos actores occidentales (cuya calidad interpretativa es para salir corriendo) y unas referencias a la obra de Bram Stoker bastante sonrojantes tampoco ayudan precisamente.


Dicho esto, el film es una (casi) continua escalada de escenas splatter-action absolutamente salvajes, y donde la sangre, los mordiscos, las katanas y las decapitaciones varias corren como pedro por su casa.
La película hace gala de un morboso y negrísimo sentido del humor, especialmente una vez encierran a un centenar de jóvenes japoneses en el hotel de marras y les obligan a elegir pareja para fornicar hasta la eternidad, lo cual no es mal plan (sobre todo con el plantel de actrices que siempre tiene Sono), sino fuera porque a cambio tienes que donar sangre a la causa vampírica.
La rebelión final humanos vs. vampiros sucede en un alargado clímax pasadísimo de vueltas y absolutamente sangriento, que desgraciadamente acaba agotando. Pese a todo, Tokyo Vampire Hotel será un film que encante a los fans de su director y de las locuras gore japonesas.
(Redactado por Adrián Roldán)


Esta puede que resulte mi primera experiencia seria con el cine Filipino (salvando algún que otro exploit de tercera de los años 70), y la experiencia ha resultado interesante, aunque tampoco me ha hecho desear adentrarme en el cine de género facturado en el país asiático.
Seclusion es un film que parte de una premisa atractiva. Por un lado la investigación por parte de un cura acerca de una niña con poderes que dice ser la representante de Dios en la Tierra y la cual intentará desenmascarar, y por otro, la prueba final de un joven que antes de convertirse en cura, debe aislarse unos días en un convento para evitar sucumbir a las tentaciones del diablo.
La obra contiene un tono realmente conseguido e inquietante. A nivel personal, la "imaginería" cristiana siempre me ha resultado algo atemorizante, por lo que las presencias espectrales del film no hicieron si no aumentar mi incomodidad frente a la historia. Desgraciadamente, conforme va avanzando la trama, se antoja confusa y cada vez más poco interesante. La investigación del cura para desenmascarar a la niña se hacía más interesante que el vía crucis del monaguillo para aguantar las embestidas del "demonio". 
Seclusion bien vale un visionado por su tono demacrado e imágenes inquietantes, y que causan cada vez una mayor incomodidad en el espectador, pero no pasará a la historia precisamente.


Me quedo con la atemorizante interpretación de la niña/demonio/diosa interpretada por una actriz de fuerte apellido musical (Bustamante), y la siempre socorrida presencia de una monja de agradecidos atributos (y que pone en algún que otro aprieto a los personajes). Film curioso. 
(Redactado por Adrián Roldán)

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