Como suele ser habitual en este tipo de continuaciones cinematográficas (y sobre todo en Hollywood), los avispados productores siempre tratan de estirar un éxito comercial para seguir lucrándose con films de base similar y captando la atención de (como mínimo) el mismo público que con la primera, asegurándose además, de tener idéntico gancho (aquí Yul Brynner de nuevo como Gunslinger) y una historia acorde a su predecesora, para no "decepcionar" a los que se quedaron con ganas de "más de lo mismo".
En esta ocasión, tras el revuelo formado por los inusitados accidentes del parque temático DELOS (visto en Westworld, donde por un buen puñado de dólares al día, pasabas unas vacaciones en el mayor complejo turístico del mundo con diferentes ambientaciones históricas, tales como el western, la Roma Imperial o la Edad Media, acompañado de humanoides robóticos que hacían realidad todas tus fantasías), provocan que una famosa reportera de televisión y un polémico periodista intenten averiguar conjuntamente qué pasó con un trabajador del lugar, asesinado en circunstancias desconocidas.
Al llegar, descubren que la reapertura del lugar guarda algunos secretos que nadie parece querer desvelar, como si el control del inmenso parque (mucho mayor que el original) estuviera ya bajo la batuta únicamente de robots, sin la presencia de seres humanos al frente.
Con la ayuda de un noble trabajador del lugar y su robótico amigo Clark (en alusión a Clark Kent), nuestros protagonistas tratarán de averiguar los tejemanejes que se ocultan en DELOS, jugándose sus vidas para esclarecer los oscuros planes que allí se cuecen (no los desvelaré, pero me parecieron de lo más interesante).
Maqueta del renovado y ampliado DELOS |
La película desafortunadamente carece del aspecto más notorio de la primera, su originalidad, pero sabe jugar hábilmente sus cartas y en ningún momento tenemos la sensación de que nos hayan tomado el pelo, sino que han sabido encontrar una forma lo suficientemente digna de seguir contándonos la historia de DELOS e incluso hacerla parecer diferente, interesante y por momentos, intrigante a los ojos del espectador más escéptico.
La pareja protagonista funciona bien, desprendiendo una extraña química cómica e incluso sexual, lo que en sus primeros encuentros parece imposible de pensar pero que a medida que avanza la trama va surgiendo sutilmente (¿seré yo?, o ¿existe algún tipo de paralelismo entre ellos y los personajes de Superman, Louis Lane y Clark Kent?). Sea como sea, el reportero metomentodo de gafitas Chuck Browning (interpretado por Peter Fonda, hijo de Henry Fonda y hermano de Jane Fonda) sale bien parado de su caracterización, pero su compañera de reparto, la televisiva Tracy Ballard (Blythe Danner) tiene el honor de protagonizar las mejores escenas del film, con duelo de "gunners" incluida y esa escena onírica-erótica con un anecdótico Yul Brynner.
La presentación del nuevo y futurista parque temático es sugerente, con nuevos "mundos" donde recrearse, como el centro espacial (rodado realmente en la NASA), o el mundo oriental (aún en preparación pero bastante presente en el film) y algunos juegos de entretenimiento muy peculiares, tales como el ajedrez holográfico o la máquina de boxeo a tamaño real, dos verdaderos "puntazos" tecnológicos.
A su vez, ciertos descuidos en la trama hacen tambalear nuestra percepción de la historia, garabateando personajes (el ganador del súper premio, Ron Thurlow, que le perdemos el rastro tras ese trío sexual), las evidentes sospechas que el lugar suscita o su excesiva lentitud al profundizar en el argumento, lo que nos desespera sin remedio.
¿Un trío con robots?....Ron lo rechaza.... |
El bueno de Clark, un operario fiel (pero tramposo al póker...) |
Ridiculeces puntuales en el contexto tampoco ayudan mucho a la valoración final, ya sea por ofrecer unos samuráis de pacotilla en una escena para olvidar (al menos te echas unas risas), poquísimos momentos de acción conseguidos (pretende más de lo que alcanza) o cierto tono satírico en torno a altos mandos mundiales que no acaba de cuajar.
Si a esto le sumamos la efímera aparición de Yul Brynner en una única escena, (en la que fue la última secuencia de su carrera), como un mero reclamo publicitario y desaprovechando al máximo ese personaje (como se le echa de menos en esta parte...), tan solo nos queda aceptar que, dicha escena, donde él aparece en un sueño de Tracy, es cuanto menos que especial. Y explicaré por qué:
En un momento dado, la reportera se somete voluntariamente a una máquina que consigue registrar los sueños para poder contemplarlos en una pantalla más tarde (un momento acertado en mi opinión, algo metido con calzador, sí, pero resultón a fin de cuentas); pues bien, la figura del Gunslinger (o sea, Brynner) aparece como su salvador, su héroe (un poco como en Terminator, que en la secuela, el androide viene a salvarnos, y no a destruirnos), siendo la figura protectora sensual y sexual de la que ella carece y ansía en su vida. Un final elegante y merecido (aunque involuntariamente) para terminar la carrera de un actor de gran talla como Brynner.
Así pues, puedo decir que el film ofrece una de cal y otra de arena, que según sea nuestra actitud frente a ella, valoraremos en mayor o menor grado, aunque eso sí, sin duda todos coincidiremos que es inferior a su precursora.
FutureWorld nos da una mayor dosis de sexualidad, más humor, más ciencia ficción y quizás, un abanico de personajes más pintorescos que en WestWorld (además de ser precursora del 3D), pero se ve claramente empobrecida de ideas y con mucha menos alma que aquella, que además, acariciaba muy bien el western (aquí, ese espacio está abandonado, en favor de interiores menos estimulantes).
Mi conclusión del asunto es que, Mundo Futuro podría haber funcionado ella solita, sin ser forzosamente una secuela de ninguna otra, y que en obligada comparación con su anterior entrega, pierde la batalla por puntos, desprestigiándose indebidamente.
Un film bienintencionado, simpático y de fácil estructura lineal (seguimos a estos dos casi de la mano), pero que no logra transmitir su cometido con la fuerza necesaria, y mucho menos con la suficiente convicción de la que este tipo de propuestas debe alardear (su nivel técnico/estético no es nada del otro mundo).
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